Joaquín Díaz

Editorial


Editorial

Parpalacio

30-03-2007



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¿Hay que creer en el determinismo? En el lado del evangelio de la iglesia de la Anunciada hay un pequeño retablo que representa a San Jerónimo, Doctor de la Iglesia, además de Bosnio y erudito. ¿Quién trajo a la ermita esa talla? Tal vez, como apunta Jesús Urrea, Director del Museo Nacional de Escultura, fuese una aportación del monasterio jerónimo de Valdebusto al benedictino del Bueso, muy cerca de la ermita, con cuyos monjes tuvieron los jerónimos una larga relación. Acaso fueron los monjes del Monasterio de Prado quienes, junto con los restos de un descendiente de Boabdil, lo enviaron por medio del Conde de Urueña hasta el Bueso. Pero, ¿cabe atribuir a la casualidad que el patrono de los eruditos y los escritores, el autor de la traducción de la Biblia más leída de todos los tiempos, estuviese presente en Urueña desde hace siglos, como esperando a que la localidad se convirtiese en Villa del Libro?

La inauguración de las obras, la puesta en común de la primera piedra –políticos y representantes de distintas administraciones ilusionados sin distinción de ideas con un proyecto cultural- fue una imagen tan gratificante e insólita, en su momento, como ha sido hace pocos días la de ver finalizado todo el proceso con la puesta en marcha del Centro sobre el libro y todas las librerías que acompañarán a la que ya existía durante más de una década en la Villa que era la librería Alcaraván. El derrotero está claro y los tripulantes alerta para no dejar pasar esta oportunidad de llegar a buen puerto. Pero seguimos pensando que alguien puso ahí a San Jerónimo con toda la intención