28-02-2025
El artículo que encabeza la revista de este mes y que debemos a la generosidad de Miguel Martínez Hernández, viene a rememorar la figura del musicólogo Kurt Schindler y su insólita obra, tan valorada por especialistas como poco conocida por el gran público. Recuerdo muy bien el momento en que la hispanista Roma Hoff me regaló The Folk Music and Poetry of Spain and Portugal, resultado de los trabajos de Schindler en la Península, que fue prologado por Federico de Onís y editado por el Hispanic Institute en 1941. Onís, como bien señala Octavio Ruiz-Manjón en su trabajo sobre el filólogo salmantino, se había hecho cargo de la cátedra de lengua y literatura de la Universidad de Columbia por consejo de Menéndez Pidal a Archer Huntington y había acompañado a Schindler en algunos de los viajes para hacer trabajo de campo.
Recuerdo también con nostalgia las largas conversaciones tenidas con Israel J. Katz, admirador de la obra de Schindler y uno de sus biógrafos, quien dedicó todos sus esfuerzos a que el libro se reeditara en Salamanca bajo la coordinación de Ángel Carril en la época en que éste dirigía el Centro de Cultura Tradicional de la Diputación. Ángel me pidió el grueso volumen, que –convenientemente desencuadernado– sirvió para la edición facsímil que prologaron el mismo Katz, Miguel Manzano y Samuel Gordon Armistead.
Aprovechando un viaje a Nueva York en 1981 para asistir a un simposio sobre la obra de Alfonso X, tuve ocasión de conversar largo y tendido con el profesor Katz acerca de los viajes a España de Schindler. Las conversaciones, sostenidas en el apartamento donde estuvieron durante mucho tiempo los discos que se grabaron con el aparato Fairchild y que habían pasado a formar parte de la colección de la Columbia University, giraron en torno a las vicisitudes que tuvo que soportar el músico germano-americano para obtener las grabaciones que hoy día todavía nos sorprenden. Durante el breve período de tiempo en que trabajé para crear el Museo Etnográfico de Castilla y León en Zamora, tuve ocasión de tomar contacto con un descendiente del alcalde de Santorcaz, uno de los intérpretes que cantaron para Schindler en la localidad madrileña, quien había conservado como oro en paño algunas de las grabaciones que el musicólogo realizó a su abuelo y que adquirí para la futura fonoteca del Museo.
Poco a poco, y gracias a las anotaciones y trabajos sobre los viajes y las grabaciones de Schindler publicados por Matilde Olarte, Gonzalo Pérez Trascasa, Carlos Martín Ballester, Chema Fraile o Marcos León, se van conociendo más datos y curiosidades que enriquecen y complementan la aventura hispánica del musicólogo Kurt Schindler iniciada tras una fuerte depresión que acabó proporcionando a la cultura española un repositorio que bien puede calificarse de impagable y digno de la mayor atención.