30-04-1981
Uno de los temas que más controversias ha ocasionado durante los últimos años entre los aficionados y estudiosos de la Tradición, es el del "purismo"; el propio concepto es rígido en sí y puede significar, o bien un desesperado intento de mantener a ultranza determinados valores desestimando los cambios que la Sociedad -incluso rural- experimenta, o bien una declaración de principios basados en el respeto al fondo universal que todo conocimiento tradicional lleva implícito y en una cierta permisividad con respecto a la forma bajo la que aquél se presenta.
Esta preocupación, sin embargo, es relativamente nueva -al menos en su sentido actual- y, raramente, de extracción rural. Son, por lo general, estudiosos del medio urbano quienes -con la mejor voluntad del mundo, por supuesto- se niegan a aceptar que en determinada danza, por ejemplo, se utilice tal instrumento cuando hasta hace unos años era propio tal otro; actitud que contrasta, en general, con la de los propios danzantes o la del instrumentista que se resume en una frase como mucho en tono de lamento evocador de mejores tiempos.
Ante la situación de cambios que experimenta la Sociedad -y por tanto el Folklore- de nuestro tiempo, debemos comenzar por estudiar las causas y la fenomenología de tales alteraciones, observando de qué modo afectan a lo fundamental, lo eterno, que es ese gran magma que atraviesa los tiempos sin verse apenas condicionado por las circunstancias. En cualquier caso, es humano que nos defendamos, que presentemos batalla, en vez de ponernos simplemente a contar las bajas.