30-04-2008
La Antropología es el arte de la vida. Por extraño que parezca, su sentido verdadero está mucho más cerca de la comprensión del individuo y sus circunstancias que del encorsetado espacio de una cátedra universitaria, por más que desde esos ámbitos se abandere con pretendida exclusividad la administración de algo tan importante como inabarcable. La Antropología en España hoy presenta dos defectos: la lejanía de quienes la estudian de quienes la viven y la dificultad de avanzar en los estudios a la misma velocidad que se producen los acontecimientos que se quieren estudiar. De la comprensión y aceptación de estas dos circunstancias dependerá que la disciplina pueda seguir siendo real y no una ficción o un ejercicio de autocomplacencia. Existe además otro problema relacionado con los dos anteriores: sigue existiendo la idea, tan errónea como perjudicial, de que el acercamiento al individuo debe hacerse por los “extremos” de su civilización. Lo primitivo parece más “auténtico” y fructífero cuanto más incontaminado o aislado esté el grupo al que se pretende conocer.Sin embargo, lo primitivo está en nosotros mismos y haríamos mejor acercándonos a nuestros orígenes reflexionando sobre comportamientos actuales que yéndonos a retratar a la tribu más recóndita del planeta. La vida tampoco se reduce hoy a las tribus urbanas, así que será incompleta la visión del ser humano del siglo XXI si no se ha comprendido bien la caótica mentalidad de quienes vivieron –o hemos vivido – el siglo anterior. Hay que superar, si queremos actuar con un cierto grado de eficacia, posturas intransigentes, descalificadoras o autosuficientes. Se impone conocer la realidad y aceptar la pluralidad. No dar por sentada la Historia. Volver a estudiar muchos comportamientos del pasado. Aceptar que no siempre se acertó en el enfoque. Comprender humildemente que no somos los únicos poseedores de las claves y que a lo mejor esas mismas claves tampoco están tan lejanas de nuestro entorno… Revisar, en suma, y dudar de casi todo antes de aceptarlo como verdad única.