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Es curiosa la relación que existe en casi todos los idiomas del mundo entre algunas partes del cuerpo humano y los instrumentos musicales; parece como si éstos se constituyesen en una prolongación física y anímica de áquel y adquiriesen algunas de las propiedades que se pueden atribuir a su conjunto o a determinadas partes del mismo. Los términos gaita, pito, chiflo o chifla se utilizan para designar al órgano sexual masculino, mientras que las posaderas de la mujer reciben en el lenguaje coloquial la denominación de pandero. Por otra parte, es muy frecuente que determinados instrumentos, sobre todo los que apenas han sufrido variación y pertenecen a estadios primitivos de las cilivizaciones estén unidos al género masculino o femenino y a determinados oficios; no sólo hablamos de relaciones conocidas y relativamente recientes (barberos-guitarra, ciegos-zanfona, rabel-pastor, estudiante-pandereta) sino de antiguas combinaciones como la del chamán o hechicero con el pandero. Todavía pueden verse en grabados que representan a brujos y hacedores de lluvia, los panderos con cuyo sonido pretendían atraer y dominar a las fuerzas de la naturaleza