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Un libro críptico y simbólico, el Apocalipsis, atribuido a San Juan y repleto de "revelaciones", sirvió de base a numerosas representaciones iconográficas medievales entre las cuales cabe destacar, por la aportación magnífica que hace al estudio de la música antigua, la de los Ancianos -habitualmente en número de veinticuatro- sentados ante el trono de Dios. Esos ancianos "cada uno (con) una cítara y copas de oro llenas de perfumes", según dice el libro que cierra el Nuevo Testamento, encendieron la imaginación de algunos artistas de las épocas románica y gótica, que los representaron en piedra en los pórticos de muchos templos a lo largo de Francia y España: San Isidoro en León, Moissac, Oleran, Aulnay, Santiago de Compostela, San Juan de Puertomarín, San Lorenzo de Carboeiro, San Martín de Noya, Santa María de Toro, Santiago de Carrión, Santo Domingo de Soria... son algunas de las iglesias en las que el curioso o el viajero pueden encontrar instrumentos musicales, principalmente de cuerda, habida cuenta de la mala imagen que tenían en la Iglesia Cristiana los de soplo, cuya ejecución violenta obligaba al individuo a "descomponer" el rostro para conseguir los sonidos. En algunos casos las reproducciones son rudimentarias, pero en otros son tan precisas que no cabe hablar de "interpretaciones artísticas" sino de copias fieles en morfología, posiciones, número de cuerdas, etc., de algunos de los instrumentos de la época.