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Algunas formas del culto a la diosa griega Deméter y algunas otras de la liturgia debida a la diosa romana Ceres, ambas protectoras de la agricultura realizada sobre tierra cultivada por el hombre, se han mantenido milagrosamente -arraigadas y cristianizadas- hasta nuestros días. Llama la atención el hecho de que en muchos pueblos españoles se sigan encendiendo hogueras en el campo en los días anteriores a la navidad -habitualmente entre Santa Lucía y Santo Tomás, 13 y 20 de diciembre, respectivamente-, costumbre que ha sobrevivido el paso de los siglos unida al acto colectivo y reconfortante de una merienda al aire libre. No es ajeno, sin embargo, a esta supervivencia, el hecho de que la antigua fiesta de la expectación o anunciación se celebrara en los primeros siglos -así lo sabemos por el concilio de Toledo del año 656 y por otros textos, no todos ellos "canónicos"- el día 18 de diciembre, y que seguramente había sido situada precisamente en esa época para asimilar de forma inteligente y no traumática algunas tradiciones paganas entre las que sin duda se encontrarían las hogueras votivas a la Madre Tierra. Desde el momento en que la anunciación a María (Dei Mater) pasó definitivamente a celebrarse el 25 de marzo, la costumbre se acomodó en otra fecha del santoral cercana a la octava de navidad, según las devociones o la oportunidad de cada lugar.