Joaquín Díaz

DULZAINEROS. ALDEAMAYOR DE SAN MARTIN


DULZAINEROS. ALDEAMAYOR DE SAN MARTIN

Texto para la presentación del programa de una muestra de dulzaineros en Aldeamayor

31-07-2001



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Los certámenes y reuniones de dulzaineros se han prodigado desde principios del siglo XX, impulsados por el propio celo de los intérpretes o por las actividades culturales que preparaban y promocionaban las Instituciones locales. Aún resuenan en los oídos de los aficionados las muestras organizadas por el Ayuntamiento de Valladolid desde finales de la pasada centuria, a donde acudieron (más por el placer de participar o por la honrilla de conseguir una buena clasificación que por los premios en metálico, que solían ser exiguos), los dulzaineros más famosos de la época: Esteban de Pablo, Angel Velasco, Modesto Herrera, Mariano Encinas, Agapito Marazuela, Antonio Adrián...

Cuando se echa la vista atrás y se comprueba con qué cúmulo de obstáculos y dificultades se enfrentaron los defensores de la música autóctona de otros tiempos, nos parece que estamos ante una "edad de oro" de la dulzaina. El organillo o piano mecánico y el acordeón eran enemigos directos de la dulzaina y su repertorio, pues en algunos lugares suplantaron o sustituyeron a los músicos "de toda la vida"; frente a corridos y jotas, arrasaban las mazurcas, los chotis y hasta los tangos, ejecutados a duras penas, aunque siempre con pundonor y dignidad, por los sufridos y versátiles músicos populares. No había medias tintas: o la moda o el olvido.

La época actual, con sus manías de especializarlo todo, ha creado, sin embargo, un reducto para la música étnica que, de ese modo, puede constituirse en alternativa frente a otras opciones posiblemente menos duraderas. No es justo, pues, que nos quejemos del momento que nos ha tocado vivir y menos aún del entusiasmo de los protagonistas en cuyas manos está la transmisión de la técnica y el repertorio tradicionales.

Varios años lleva Aldeamayor promoviendo esta muestra y ya han pasado por aquí los músicos más preparados y los críticos más rigurosos, dando el espaldarazo definitivo tanto a los organizadores como a la idea. Ahí queda la obra realizada, y parte de sus frutos recogidos en esa escuala de dulzaina que levanta ya su vuelo. Enhorabuena a todos.