Joaquín Díaz

LA VIEJA IDENTIDAD


LA VIEJA IDENTIDAD

Sobre la idiosincrasia castellana

12-04-2013



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La vieja identidad, la forma particular de ser de las mujeres y hombres de estas tierras -que bien podría estar representada en las raíces centenarias de sus negrillos y encinas-, tiene un renuevo. No se podría llamar de otra manera a una Administración que suma tres décadas frente a las milenarias instituciones en cuyo espejo se mira. A ese renuevo, como a los brotes de los seculares árboles, le amenazan plagas y enfermedades de cuyo acertado diagnóstico dependerá que crezca vigorosamente o que se pierda. Una de esas plagas no es local ni exclusiva: se trata de elevar la trápala a la categoría de necesidad, consintiendo todos en que la mentira y las palabras vacías se asienten en nuestra vida sin posibilidad de reclamación. Otras pestes, tan antiguas como la especie en la que se implantan, la amenazan con epidemias que cambian de nombre pero no de intención, y así, la llamada “globalización” viene a sustituir con ventaja a lo que nuestros mayores denominaron aldeanismo o política de campanario. La mejor prevención de ese renuevo contra cualquier daño estará en la propia savia de sus viejas cepas. Para evitar que el futuro sea una aventura desequilibrada habrá que conocer bien el pasado y aceptarlo.