Joaquín Díaz

PRÓLOGO A UN LIBRO DE MANUEL MARTIN GARCÍA


PRÓLOGO A UN LIBRO DE MANUEL MARTIN GARCÍA

Refranes sobre la vida y la muerte

15-03-2006



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Las expresiones verbales, complementarias de una cultura patrimonial almacenada por el individuo a lo largo de períodos de tiempo dilatados le ayudan a comprender mejor o contextualizar sus conocimientos. La "cultura patrimonial", vendría a ser la forma más adecuada de entender, cultivar y difundir todo orden de bienes heredados del pasado y entregados de forma natural a nuestro cuidado por la sociedad que nos precedió. Al colocar la palabra “cultura” en primer término quiero dar voluntariamente más importancia al individuo que al bien patrimonial, llevando además implícita la frase la posibilidad de mejorar y hacer evolucionar dichos bienes si entendemos el vocablo “cultura” en el sentido de “cultivo”: cultura sería entonces la forma de cultivar la propia identidad; calificaríamos de patrimonial a la cualidad y procedencia de lo que se trasmite, denominaríamos tradicional al modo en que se entrega y recibe ese conocimiento y, por último, sería verbal o escrito el sistema seguido para transmitirlo.
Hoy día, parece que hay una tendencia positiva a hacer uso de la cultura patrimonial verbalizada y tradicionalizada para complementar el estudio de la historia, para ayudarse en los trabajos de sociología o antropología o para sustentar teorías lingüísticas o filológicas. Se ha encontrado, al hacer uso de las expresiones populares, la posibilidad de convertir ese material, aparentemente inerte, en fuente de estudio y comparación.
Aunque en esos trabajos no se incluye habitualmente la palabra “mentalidad”, sería la que mejor definiría las estructuras del intelecto sobre las que el individuo basa la creación de las expresiones de estilo tradicional. Esa mentalidad sería el soporte imprescindible y primario para la creación y a ella se incorporarían posteriormente las formas de expresión y, finalmente, la puesta en escena o el uso oportuno de esas formas.
Manuel Martín García ha llevado a cabo en este libro un trabajo extraordinario en el fondo y en la forma. En el fondo, porque las paremias recogidas y analizadas en la obra son de aquellas que “enseñan a vivir y morir” con la dignidad y la reflexión que pedía Séneca al ser humano que había aprendido y asimilado bien la sabiduría en el transcurso de su existencia (“Porque un hombre tenga los cabellos blancos y el rostro arrugado no debe creerse que ha vivido mucho, sino que ha durado mucho”, escribía en su obra De la brevedad de la vida). En la forma, porque el autor se adentra en esa “mentalidad” a la que me refería antes a través de un método, cuyos resultados le permiten una hermenéutica tan interesante como esclarecedora.