Joaquín Díaz

¿UNA ESCENA DEL PASADO?


¿UNA ESCENA DEL PASADO?

Sobre el catastro de la Ensenada

12-05-1994



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Imagínense la escena: Hoy, día veintiuno de marzo de 1752 y en la posada extramuros de Urueña, don Diego de Ulloa, juez subdelegado de su Majestad, ha convocado a varios vecinos de la Villa para llevar a cabo un interrogatorio que el Rey ha ordenado por decreto. Quienes comparecen ante don Diego y el escribano
son Joseph Elgueta (en sustitución de Francisco Isla, alcalde por
el estado noble, que está ausente), Bernardo Abril (alcalde por el
estado llano), Antonio Hernández Barrio (regidor por el estado
llano), Francisco González (fiel de hechos del Ayuntamiento) y
Nicolás Crespo (teniente de cura de las parroquias de San Andrés
y Santa María); como acompañantes van Melchor Zambranos y
Antonio Pérez Minayo, habiéndose elegido como peritos a Pedro
Sobrino y Lorenzo Negro. Todos ellos juran por Dios nuestro
Señor y la Santa Cruz que responderán a las preguntas en forma
correcta según su saber y entender y así comienzan.

Dicen que la Villa se llama Urueña y que su Señor es el Duque
de Osuna, quien percibe anualmente "tanto" por el derecho de
alcabalas. Tras contestar las leguas que tiene el término y con qué
otros limita, declaran qué tierras son de sembradura, cuáles de
pastos de viñas y de montes, añadiendo en cada caso si son de primera, segunda o tercera calidad: los árboles frutales y huertos que hay y en qué pagos; las iguadas dedicadas a secano y las cosechas que se dan de trigo, cebada, centeno y avena, así como la producción de vino, garbanzos, algarrobas, etc. Los animales y su utilidad. Se especifica que las familias Manrique, Negro, Isla, Martín
y Gutiérrez tienen abejas y cada pie de colmena les produce al
año veinticuatro reales de vellón. El Ayuntamiento posee como
propias la casa de carnicería, el matadero, la fragua y la panera,
amén de un excelente prado de guadaña que le produce al año
doscientos ochenta reales: gasta casi quinientos en el escribano y
el guarda del monte, y doscientos más en la función que la Villa le
hace a San Roque.

Los diezmos (es decir la décima parte de toda la producción) se dividen en tres; una porción va al Arzobispo de la Diócesis de Palencia, a la que pertenece la Villa; otra, al cura y beneficiados de la parroquia; de la última se vuelven a hacer tres partes, de las cuales dos van al Duque de Osuna y otra comparten la Hacienda y el convento de la Merced Calzada de Toro.

Continúan diciendo que en la Villa no hay mesones ni tabernas
y que la única carnicería la atiende Joseph Fernández, vecino de
Villardefrades: no hay médico, aunque sí cirujano, y se mantiene
a un maestro de niños. De los tres panaderos, quien más gana al
día es Andrés Rico, con cuatro reales, seguido de Francisco Man-
ríquez y de María Alderete, con tres y dos respectivamente...

Finalizado el interrogatorio con la pregunta cuadragésima los
nominados de Justicia y los peritos declaran ser verdad todo lo
que han expresado anteriormente, firmando como testigo el señor
Conde de Isla.

Camino ya de casa, al subir por la cuesta que lleva a la puerta
de la Villa, más de uno de los asistentes al acto se pregunta si
todas estas indagaciones no serán en el fondo más que un pretexto
para que la Real Hacienda controle cada día más las vidas y el
patrimonio de todos...