22-02-2000
Sobre el caudillo árabe Almanzor (Al—Mansur, el vencedor) existen
algunas leyendas entre las que destaca ésta de origen cristiano
sobre cuya autenticidad histórica siempre hubo muchas dudas. En
el año 998 según Lucas de Tuy (en el 1002 según el Cronicón
Burgense) Bermudo II de León con la ayuda de García Fernández de
Castilla y del rey García de Navarra hizo frente al califa
derrotándolo. Almanzor, herido, se retiró a Medinaceli donde murió
días más tarde. Así vengaron los ejércitos cristianos la toma de
lugares como Zaragoza, León, Astorga, Barcelona, Coimbra, Atienza, Osma
y Santiago, de donde, según la tradición, se llevó las campanas para
colocarlas como lámparas en Córdoba; de alli serían rescatadas por
Fernando III quien las mandó llevar por esclavos musulmanes del
mismo modo que antes habían sido acarreadas por prisioneros
cristianos.
Cuentan las crónicas que antes de morir Almanzor ordenó que
sobre su cuerpo se arrojara el polvo recogido en los campos donde
habían tenido lugar sus campañas más victoriosas y que llevaba
siempre consigo en una cajita perfumada.
Aunque el dicho que da título a la leyenda es hoy muy popular no
lo traen los antiguos refraneros y parece la invención tardía de
algunos cronistas cristianos que dieron enorme importancia a lo
que, según los historiadores árabes, no habría pasado de ser una
escaramuza.
EN CALATAÑAZOR PERDIÓ ALMANZOR SU TAMBOR
-Oh padre, el Amiri, nuestro amigo y bienhechor, ya está la tela de
tu mortaja cortada como tú nos pediste. Ya está la tierra que te
cubrirá dispuesta en tres montones; cada uno contiene el polvo de
la yellaba que vestías en tres de tus más victoriosas
campañas, cuando eras el terror de los cristianos; cuando al
pronunciar tu nombre temblaban los labios de los impíos y latían
aceleradamente los pechos de tus enemigos.
Pero no decimos que has muerto, no, sino que vives, porque
hiciste tuya la causa de Dios, orque seguiste el camino de Dios
mientras viviste. Así estarás sustentado por Él, y quienes de los
tuyos te acompañen desde ahora no se afligirán ni temerán porque
Él les habrá favorecido.
Oh padre, el Amiri, nuestro amigo y bienhechor; has cerrado los
ojos durante el ramadán pues quisiste ayunar estando enfermo sin
atender nuestras súplicas; tú que podías haberte redimido del
ayuno dando de comer a un pobre de los cientos que a tu puerta
piden...
Tú defendiste hasta el final nuestra fe, tu fe, con tu
ejemplo. Combatiste contra quienes te combatían y les expulsaste
más allá de sus propios límites. Dios ama a quienes hacen el
bien, dirige a quienes se extravían y está con los que le temen.
Hoy cantará el cristiano con voz fuerte lo que hasta ayer
callaba. Cantarán los que no son creyentes que retrocediste en el
campo de la sangre, pero no hablarán verdad. Dios te puso a prueba
y tu cuerpo cansado desfalleció por la enfermedad. Mil penalidades
pasaste en el viaje de regreso a casa, mas todo lo sufriste con
resignación y con la ayuda de la azalá.
Oh,padre, el Amiri, nuestro amigo y bienhechor. Oh padre, el Amiri...