12-11-2007
Esta xilografía del siglo XVII, salida de la imprenta Moià de Mallorca y realizada por el grabador Abadal, recuerda, por la serie de ilustraciones que contienen sus redondeles, que algunas de estas diversiones de tablero fueron, en su origen, un método de adivinación a través de las figuras de personas, animales, cosas y astros. La iconografía utilizada para relacionar todo eso con la suerte, desde luego, no era nueva. Véase la similitud entre esas figuras y las que aparecen en algunas piedras mesopotámicas, en concreto una miliar del siglo XII antes de Cristo en la que un sacerdote presenta a su rey ante un dios. También pueden compararse el sol y la luna de este auca con las xilografías que aparecían en el Libro de las suertes valenciano (1515) o con las que ilustraban un juego italiano de lotes denominado Gioco Romano o incluso con las actuales de la lotería mejicana. Precisamente en ese juego se muestran, todavía hoy, no sólo ilustraciones de sol, luna, estrella, gallo, lechuza, ciervo, palmera, corona, etc, -que coincidirían con los símbolos del auca de Moià-, sino probablemente una forma similar de jugarlo, con un director de juego (“gritón” se llama en Méjico) anunciando las figuras que salen, o bien en unas cartas o bien en un dado –sin números, no olvidemos que se jugaba habitualmente en mercados para gente iletrada-, y sustituyendo la palabra que las podría definir por frases que sugieren una asociación de ideas (el sol es “el abrigo de los pobres”, la mujer “la perdición de los hombres”, el gallo “el que canta para san Pedro” etc…)
Abandonado el uso mántico, se fue imponiendo poco a poco la aplicación de estas aucas para jugar, primero en lugares públicos y luego, después de innumerables prohibiciones, en el ámbito familiar.