01-03-2017
Creo que fue hacia 1985 cuando, después de unas exposiciones sobre grabados de Castilla y León, se le ocurrió a Concha Casado la idea de hacer un libro dedicado a las mejores ilustraciones en las que aparecieran trajes o indumentaria del medio rural leonés o castellano. Después de unas breves conversaciones con Vicente Pastor, de ediciones leonesas, y con Santiago García, se acordó publicar una selección de grabados y litografías de las 9 provincias de la Comunidad y encargar el prólogo a Julio Caro Baroja, con quien Concha tenía buena amistad y relación casi permanente. Puede decirse que la actividad y el empuje de Concha pudieron con todos los obstáculos que podía presentar un libro de las características del que se pretendía editar. Al poco tiempo se presentaron en mi casa Santiago García y Victoriano Cremer a recoger los originales que se digitalizarían en Madrid y en pocos meses ya estaba en marcha el proyecto.
Desde el principio Concha dirigió la edición. Ella se ocupaba de los comentarios acerca de las piezas que se podían observar en las ilustraciones y yo de los aspectos biográficos o técnicos de las xilografías y grabados. A veces me comentaba que había consultado con Carmen Bernis o con Cristina Partearroyo cualquier extremo que tuviese dudoso y hay que reconocer que su insistencia en contrastar opiniones y resolver hasta las más pequeñas dudas tenía un efecto enriquecedor que se notó en la edición final. Santiago presionaba de vez en cuando para preguntar cómo iba la redacción del texto y Concha se encargaba de desesperarle aduciendo siempre alguna corrección inacabada o alguna precisión que había que certificar por medio de cierto grabado difícil de conseguir que nos faltaba. La Biblioteca Nacional y la del CSIC nos ayudaron con sus fondos y finalmente, en 1988, pudo llevarse a imprenta el resultado de todo aquel esfuerzo. El libro se titularía Trajes y costumbres y sería "apadrinado" además por unas cuantas Cajas de Ahorro provinciales que decidieron comprar ejemplares con la consiguiente satisfacción de los editores. A través de 220 páginas, y según había planeado Concha, se podía hacer un recorrido por la ilustración etnográfica de las 9 provincias y conocer mejor el uso de determinadas prendas, así como detalles de su patronaje y de los materiales con que se confeccionaban. En ocasiones, Concha Casado se detenía en conjuntos concretos que estudiaba minuciosamente añadiendo comentarios sobre los oficios que los usaban e incluyendo una justificación histórica o social que daba sentido al párrafo o al capítulo entero.
El libro, con la preciosa cromolitografía del maragato de Pharamond Blanchard en portada, se agotó en poco tiempo y sirvió de germen para otros proyectos que muy pronto vieron la luz gracias a la iniciativa incansable y al magisterio tan recordado de Concha Casado.