02-08-2000
Creo que fue allá por el año 1968 cuando, de visita en casa de un ilustre periodista extremeño -José María Pérez Lozano-descubrí al autor de este libro. Fisgando por los estantes de la exuherante biblioteca de José María fui a topar con el libro Por la geografía cacereña que acababa de editar Valeriano Gutiérrez Macías. Arrebatado por un imprudente exceso juvenil le pedí a mi amigo que me lo prestara, cosa a la que accedió con su natural bondad; en el tren que me conducía de camino a casa al día siguiente, tuve la oportunidad de disfrutar con la prosa y el contenido de aquel tomo. Poco sospechaba yo que iba a ser la última oportunidad en que viese vivo a José María, y menos aún que, andando el tiempo, vendría a prologar una obra de Valeriano Gutiérrez Macías. El mundo da mil vueltas, qué duda cabe, y en una de ellas tuve el acierto de pedirle que colaborara en un empeño colectivo que con el paso de los años se va haciendo mayor de edad y ya va rindiendo buenos y abundantes frutos: La Revista de Folklore. Su generosidad al aceptar mi ofrecimiento y su constante fidelidad desde entonces serían razones más que suficientes para que me sintiese honrado al prologar estas líneas. Pero aún hay más; creo que el autor de La tradición popular extremeña tiene una veneración romántica por todo lo costumbrista que echo de menos en muchos investigadores de nuevo cuño. No se trata de una admiración exagerada y ciega por las creaciones populares, sino de una capacidad de entusiasmo ante ellas y una humildad exquisita para describirlas sin juzgarlas. La labor que Gutiérrez Macías ha llevado a cabo en el campo de la antropología social extremeña es ya punto de referencia obligado y este nuevo libro viene a acrecentar la deuda que los estudiosos de la tradición tienen, o tenemos, con él. Quien ha recorrido la alta y la baja Extremadura con tal fervor y con tan buen criterio necesita pocos avales y menos presentaciones, así que, para evitar que un simple pórtico se convierta en un túnel sin salida por lo largo y lo oscuro, dejo ya al lector en la buena compañía de un guía tan extraordinario como certero.