Joaquín Díaz

TITERES


TITERES

Sobre una estampa con titiriteros

11-02-2005



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Creo que pocas estampas pueden representar mejor el mundo de lo popular que aquella en que un ciego, acompañándose de una zanfona y se supone que cantando una historia, comparte capa -espalda contra espalda- con un lazarillo que maneja y hace salir por encima del rebozo a dos títeres, materiales actores del relato.La figura es sorprendente y caótica:cuatro piernas, una cabeza sin ojos, dos monigotes, un instrumento extraño y el público embobado ante ese pandemonium.
La etimología de la palabra títere es de las que siembran la duda en los eruditos y les recuerdan que en polvo se han de convertir.Mientras unos creen que podría proceder de una onomatopeya -el sonido que hacían con un pito los actores que movían los muñecos, para atraer al público-, otros piensan que el nombre o título -titre- procede de la caja en la que manipulaban su rígida pantomima.Me gusta que el origen sea incierto y confuso; aún más, me encanta que sea también un trastrueque de conceptos que convierte la pequeña boca sin telón del teatrillo portátil en un inmenso cosmorama donde el universo se asoma y se ve representado.