22-02-2000
La leyenda es uno de los géneros peor limitados dentro del
ámbito de lo tradicional. El hecho, el personaje, el lugar o el
objeto legendarios se transmiten bajo diversas formas, siendo la
más habitual la de un texto en el que se comunican temas
procedentes de diferentes épocas, latitudes y culturas. No
necesariamente, sin embargo, debe adoptar la leyenda unas
características literarias concretas; transmitida en verso o en
prosa ha predominado en su esencia, eso sí, la naturaleza y
difusión románticas, lo cual significó, en muchos casos, un gusto
por lo medieval, por lo fantástico, por lo caballeroso o lo
ejemplar.
La palabra leyenda se podría traducir como "algo que debe ser
leído", pero no siempre los sucesos a los que se refiere pasaron
de una generación a otra por medio de un texto fijo. Es más, los
contenidos legendarios variaron sensiblemente su continente según
fueran contados por un pastor o por un escritor de moda. Nada
impedía, empero, que aquél escuchara o aun leyera en alguna velada
lo anotado por éste ni que el autor literario tomara el tema de
labios de cualquier rabadán,por poner un ejemplo. Trasvases
similares ocurrieron siempre con cuentos y narraciones de tipo
tradicional, y podriamos recurrir a casos puntuales como el de
Pedro Antonio de Alarcón que escribió su Sombrero de tres picos
recordando el romance oído en su infancia al pastor Repela, o con
la Cenicienta de Charles Perrault, o con el Sastrecillo Valiente
de los hermanos Grimm quienes, por cierto, tomaron la mayor parte
de sus historias de la señora Viehmánnin.
Coinciden también cuento y leyenda en la necesidad de un
lenguaje común para el narrador y quienes le escuchan. Esa
cualidad nos permite presumir, en nuestro caso, que el lector
conoce quiénes fueron don Rodrigo o el alcalde Ronquillo, y que
tanto la pérdida de España como la ejecución del obispo Acuña son
hechos que perfilan de antemano la psicología de los personajes
sobre los que van a versar ambas leyendas.
La diferencia entre cuento y leyenda habría que
buscarla, pues, en otros argumentos, como ya observó con claridad
van Gennep:"En la leyenda el lugar se indica con precisión; los
personajes son individuos determinados; tienen sus actos un
fundamento que parece histórico y son de cualidad heroica". Reconocia dicho autor, sin embargo, la dificultad para
discernir qué tipo de narraciones eran "creíbles" o
no, especificando que sólo a las primeras cabrían aplicarles el
calificativo de leyendas. Encontraba, asimismo, dificultad en
afirmar que éstas fueran un estadio intermedio entre el mito y
el cuento, al depender su naturaleza del mayor o menor grado de
degeneración experimentado por el tema inicial.
Arnold van Gennep propuso, al igual que Vladimir Propp en su
Morfología del cuento, un método de estudio para el género
legendario, basado en "temas" cuya presentación rara vez se
producía de forma aislada, dándose lo que a su juicio podia denominarse "ciclos temáticos". Ese carácter globalizador, sin
embargo, dependía en buena medida del grado de especialización del narrador, siendo, conforme avanzó el tiempo y se cuestionó el valor de lo narrado y su utilidad, menor y más confuso el número de
secuencias que aparecían en cada relato. Al hacer su clasificación
vino a establecer tres categorías de leyendas según la concepción
que el hombre tenía o había tenido del universo.En la primera, los
protagonistas serían animales; en la segunda seres antropomorfos
y en la tercera, seres y objetos adquirirían su autonomía
específica, ontrariando con ello la doctrina evemerista —teoría
que adoptó la Iglesia en sus primeros siglos para combatir el
paganismo— en virtud de la cual los seres fantásticos
(dioses, héroes, etc) habrían sido primeramente hombres cuyos
hechos fabulosos se poetizaron.
La colección de leyendas que aqui se presenta tiene un alto
índice de "personalización". Al igual que en el caso de los
romances y de su interpretación he preferido elegir, seleccionar
los temas que deben aparecer e incluso "inventar" (utilizando el
término en el sentido de encontrar, crear) en vez de repetir o
copiar las narraciones tal y como aparecen en alguna de las
muchas antologías al uso. Esa facultad me ha permitido suponer que
los judíos Rachel y Vidas no fueron engañados por Martín
Antolínez sino que prefirieron seguir el juego propuesto por
éste, y que Almanzor, por poner otro ejemplo, no fue vencido tanto
por la fuerza de los cristianos como por la enfermedad que le
llevó a morir a Medinaceli.
Estudiaremos brevemente el origen de los dieciocho temas
propuestos sin tratar de buscar clasificaciones, pues, si bien
cualquiera podría satisfacer al lector, a cualquiera de
ellas, asimismo, se le podrían encontrar fallos evidentes. Muy
frecuentemente aparecen las leyendas divididas en "locales","de
personajes" y "de hechos heroicos o ejemplares", pero según ese
esquema "Santa Paula Barbada"que es la primera de nuestra
colección debería de estar presente en los tres apartados. Tampoco
convencería, por simplista, una división que atendiera al carácter
didáctico o formativo de los relatos; cierto que en muchos casos
temas míticos se convirtieron en legendarios al conferirse un
premio o un castigo a los protagonistas de la acción —o ambas
cosas como en el caso de "El lago de Sanabria"-, pero el origen de
las leyendas no es exclusivamente educativo y muchos hechos no
se podrían explicar sin otros antecedentes.