05-01-2002
La tradición exige que las chapas se jueguen en Semana Santa porque también los soldados romanos que rodeaban la cruz en que murió Cristo se jugaron a caput aut navis sus vestiduras. La hipocresía de un Estado-poder recaudador ha salvado de esa manera el obstáculo de afrontar una responsabilidad moral con una pirueta legendaria. En épocas de prohibiciones generalizadas, el juego de pares y nones –el tradicional Castilla o León del anverso y reverso de las monedas antiguas- quedaba restringido a un par de días en el año y bendecido por la costumbre. El afán actual por “normalizar” lo distinto, de triturar y hacer puré cualquier alimento que pudiese atragantársenos, lleva una vez más a la Administración a sustituir el hábito por la norma escrita, para controlar cualquier posible beneficio y fiscalizarlo. El fondo de la cuestión, no nos engañemos, es el virus social que subyace en casi todas las actividades que hoy pueda emprender el ser humano: el poder omnímodo del dinero.