Joaquín Díaz

ALVAR GONZÁLEZ


ALVAR GONZÁLEZ

Sobre un disco de Thau, luego Tierraviva

25-05-2001



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El mundo fonográfico es arbitrario, caprichoso. Quién sabe cuántas obras excelentes, cuántos espléndidos trabajos debidos al esfuerzo y a la creatividad de muchos músicos y letristas quedaron fatalmente arrumbados por el azar de un criterio incorrecto, por el gusto desviado de una moda que desapareció con la misma rapidez y misterio con que apareció...
Eso le pudo haber pasado al disco que tiene entre sus manos. Sus creadores -el grupo Thau,que ya es historia- lo cantaron en directo ante los públicos más diversos cientos de veces y siempre con una respuesta positiva. Y sin embargo no había llegado entonces el momento de grabarlo o las circunstancias se aliaron en contra de la empresa.Hoy,pasados muchos años y muchas modas en el ámbito discográfico, algunos de los componentes de aquel grupo han decidido no dejar pendiente por más tiempo esa asignatura.
La mitad de la labor estaba hecha:se trataba de poner música a La tierra de Alvar González, de Antonio Machado, texto que por muchas razones no se podía leer sin sobreentender un contexto rural, unos pilares tradicionales que lo apoyaban. El poeta utiliza el verso clásico de romance asonantado, divide la obra en varios actos como para dejar asimilar al lector poco a poco la tragedia que narra, echa mano de lugares y sucesos legendarios (el pozo airón con su fondo insondable,el parricidio con la justicia postrera...). Todo, pues, continente y contenido, jugaban a favor de una utilización provechosa de la composición.
El resultado ya está aquí para quien desee escucharlo, pues juzgarlo sería por lo menos inútil. Conviene advertir previamente, sin embargo, que el trabajo es honesto y valiente; que no ha perdido un ápice de la frescura que tuvo cuando fue compuesto, pese a haber sido grabado con técnicas infinitamente superiores a las de la época; que se ha respetado el dramatismo con recitados que alternan con la música, en la cual se aprecian ciertas formas tradicionales junto a otras más creativas...
En resumen, se ha salvado del olvido una producción que, para fortuna de todos y por la tenacidad y paciencia de sus autores, ahora Tierraviva, pudo haberse editado hace una década o ¿por qué no? dentro de dos. Hay frutos que maduran y resisten el paso del tiempo, depredador de lo cotidiano pero respetuoso con lo que, elevado a la categoría de lo artístico, está fuera de su alcance.