Joaquín Díaz

INAUGURACIÓN DE LA VILLA DEL LIBRO


INAUGURACIÓN DE LA VILLA DEL LIBRO

Reflexiones sobre Urueña y su futuro

15-03-2007



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Hoy es un día especial para Urueña. A partir de este momento, la Villa puede añadir a sus títulos el de “casa de los libros”. El libro, todos lo sabemos, es un objeto que se deja leer de muchas formas, desde la simple contemplación o manejo que corresponderían a sensaciones estéticas, hasta la indagación en su contenido que tendría que ver con el lenguaje de los signos y de la comunicación. Richard Aungerville, tutor del príncipe de Gales y amigo de Dante Alighieri, escribió hace casi setecientos años el primer elogio del libro como obra artística y lo tituló Tratado pulquérrimo de amor a los libros, confiriendo ya al continente la misma importancia que al contenido. Sin embargo para hablar del libro como reflejo de las ideas y como expresión de la mentalidad del individuo, que es su faceta más imprescindible a mi juicio, podríamos remontarnos mucho más y llegar hasta la China de Mencio, seguidor de Confucio, quien observó, pensó, escribió y reflexionó, para quedarse finalmente, entre todas esas actividades, con el bagaje de la mejor cualidad del pensamiento, el amor a la libertad: “el cuerpo siempre debe soportar que le siga su propia sombra. En cambio el pensamiento es libre” -decía Mencio-.
De esa época procede, precisamente, la idea de que el libro representa, con respecto a la vida del ser humano, la tercera edad, aquella en que el individuo se sienta a escribir lo que previamente ha observado y pensado, necesitando luego plasmar en signos todos aquellos conocimientos sobre los que finalmente reflexionará en su vejez.
Hoy es un día especial para Urueña y por eso mismo, y contando con la benevolencia de todos, me gustaría hacer dos breves reflexiones en voz alta. La primera es personal y está teñida de pesimismo. Definitivamente, no creo que el progreso del ser humano esté en esa todopoderosa tecnología que nos proporciona actualmente exceso de información sin posibilidad de contrastarla o verificarla. Algo falla cuando es más importante tener opinión que tener criterio. La segunda es sobre lo que denominamos el contorno o el entorno y que tanto afecta al individuo desde el principio de los tiempos: me gustaría reivindicar, cómo no, un crecimiento razonable y sostenible para Urueña en el que las iniciativas pública y privada se ayuden mutuamente; pero también, y además, me gustaría reivindicar la soledad y el silencio como generadores de esa atmósfera imprescindible para la serenidad del razonamiento y para la meditación, atmósfera que envolvió siempre y espero que siga envolviendo a este lugar.
Cuando Mencio tenía justamente mi edad escribió en una tablilla que colgó a la puerta de su casa lo siguiente:
Cuando uno ha llegado a viejo
Y ha cumplido su misión
Tiene derecho a enfrentarse apaciblemente
Con la idea de la muerte.
No necesita de las personas:
Las conoce y sabe lo suficiente de ellas,
Lo que necesita es paz.
No está bien visitar a este hombre,
Hacerle sufrir con banalidades.
Es menester pasar de largo
Por delante de la puerta de su casa
Como si nadie viviera en ella.
Mencio vivió sucesivamente al lado de un cementerio, al lado de un mercado, al lado de una escuela y dentro de un palacio, pero acabó habitando dentro de sí mismo para madurar el pensamiento que luego inspiraría uno de los cuatro libros de la filosofía china. En él, sus discípulos trataron de reflejar, con breves sentencias extraidas de sus enseñanzas, hasta qué punto había llegado Mencio en sus reflexiones sobre la palabra escrita: “Es preferible –decía- no leer un libro a tener que aceptar incondicionalmente lo que en él se escribe”. En otras palabras: si importante era leer, mucho más lo era el comprender lo que se leía; conocer al autor y conocer los motivos que le llevaron a escribir.
Quiero pensar que la apuesta que hoy se hace en Urueña por el libro, al igual que la apuesta que hicimos antes desde nuestra Fundación por la tradición oral, es una apuesta plural: es decir, se apuesta por el texto pero también por el contexto; por el pensamiento pero también por el signo que lo representa; por la difusión del conocimiento pero también por el análisis; por la sociedad, pero también por el individuo que la origina y la alienta; por la economía, pero también, y principalmente, por ese tipo de cultura que tiene que ver con el cultivo de uno mismo; por el progreso de la Villa pero también por el respeto al entorno y al paisaje como elementos imprescindibles para comprender mejor su historia y poder hablar de futuro. El marco en el que se iba a desarrollar este acto me invitaba a terminar con un Amén. El cambio de ámbito me invita a terminar con un pirandeliano “así será, si así os parece”.
A continuación tomarán la palabra, por este orden Don Manuel Pérez Minayo, Alcalde de Urueña, Don Ramiro Ruiz Medrano, presidente de la Diputación de Valladolid y Don Juan Vicente Herrera Campo, Presidente de la Junta de Castilla y León.