27-11-2006
Creo que la palabra bocallave se ajusta perfectamente a la intención y a los deseos de los promotores de este libro cuya principal preocupación es la de la confluencia de pareceres para mejorar la sociedad. Frente a la actitud de los decididos, que introducirán resueltamente la llave en su correspondiente agujero para abrir la puerta, podría oponerse la de los prudentes, que contemplarán con admiración el detalle que adorna o protege el acceso antes de actuar, o las de los curiosos e imaginativos que observarán a través del angosto paso, bien circunscribiendo su mirada bien dejándola que se desboque por parajes vedados a la realidad. La vida del individuo de hoy es una carrera de obstáculos contra la agudeza, contra la reflexión, contra el contraste sosegado de ideas, contra la excelencia. Una selva colmada de trampas donde caen sucesivamente las ilusiones, las esperanzas, los optimismos… No nos podemos quedar quietos ante esa vida, sobre todo ante esa forma de vida actual que parece que excluye cualquier tipo de heterodoxia que no contemple y acate los valores preferidos por una sociedad huérfana de salidas. Hay que buscar una alternativa a la pasividad que ataje el progreso de la trivialidad y la aceptación de lo vulgar como medida de todo. Porque, como escribía Pessoa, “en la vida de hoy, el mundo sólo pertenece a los estúpidos, a los insensibles y a los agitados. El derecho a vivir y a triunfar se conquista hoy con los mismos procedimientos con que se conquista el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación”. ¿Cómo no reaccionar, aunque sea prudentemente, ante ese panorama?