Joaquín Díaz

UNA LEYENDA APÓCRIFA


UNA LEYENDA APÓCRIFA

Sobre libros ilustrados de peregrinos

17-06-2010



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Dos manuscritos (actualmente depositados en la Biblioteca Nacional de Paris y en el Museo de Chantilly) con ilustraciones que representan a mujeres de diversas localidades españolas del siglo XVI, muestran, a través de esas imágenes femeninas tomadas en diferentes hitos del trazado, un hipotético itinerario a Santiago de Compostela desde San Juan de Luz. Las ilustraciones fueron realizadas aparentemente para ilustrar un libro de recuerdos de algún artista de la época. Ambos originales se pueden enmarcar en un instante en que el interés por los peregrinajes y por los conocimientos va parejo con la curiosidad por la indumentaria y el desarrollo de una cartografía cada vez más precisa. No es extraño, por todo ello, que algunos de los libros de ese período reflejen el resultado de un viaje –en textos e ilustraciones- a lugares obligados (centros de peregrinación, puertos de largas singladuras) o exóticos (países de oriente o de la recién descubierta América). La aparición misteriosa de otro manuscrito similar en manos de un anticuario alemán nos inclina a pensar que el tema tuvo más importancia de lo que hasta ahora parecía, que alguno de los tres sería probablemente el original y que en él estarían incluidas todas las estampas de mujeres –solamente mujeres- que representarían esa obsesión del artista por “pintar lo distinto”. La doble numeración de algunas de las ilustraciones del tomito más recientemente hallado indica, sin duda, que existieron dos criterios a la hora de ordenar las ilustraciones bajo dos encuadernaciones diferentes y en dos fechas distintas. El criterio que ha prevalecido en su ordenación actual no refleja el orden del itinerario jacobeo pero bien pudiera suponerse que el peregrino/artista entró en España por el camino francés y salió por el camino del norte siendo su recorrido más probable el siguiente: San Juan de Luz, Pamplona, Logroño, Villanueva de las Carretas (Burgos), Aguilar (de Campó, en Palencia), Ponferrada (León), Santiago de Compostela, Oviedo (San Salvador), San Vicente de la Barquera, Santander, Laredo, San Sebastián y Fuenterrabia. A esos enclaves habría que añadir, en su lugar correspondiente, aquellos que están presentes en las otras colecciones y que completarían un itinerario más o menos ajustado al habitual en el siglo XVI que ya recorrieron otros viajeros peregrinos. Respecto a las influencias, se podría suponer que la primera colección es la de la Biblioteca Nacional de Paris a la que seguirían Chantilly y la más recientemente aparecida, aunque todas tuviesen el recuerdo inevitable de Enea Vico, el grabador y numismático parmesano cuyas ilustraciones de trajes serían principalmente de mujeres y a quien copiarían después, ya en imagen especular, grabadores tan importantes como Jean-Jacques Boissard (1581, Habitus variarum orbis gentium) y otros de menor entidad.
¿Fue un discípulo de Vico quien hizo, por encargo del artista o tal vez del propio Riccio –secretario de Cosimo I de Médici-, el viaje hasta Santiago de Compostela? Sabemos que una de las acusaciones que pesaban sobre el secretario de Cosme de Médici era la de haber creado una secta llamada del “Día del Juicio”, cuyos integrantes (generalmente pintores o grabadores) tenían la obligación de peregrinar a Santiago a postrarse, no ante el Apóstol sino ante la obra del Maestro Mateo, a cuyo pórtico habían de llegar tras ser conducidos y orientados por sucesivas Sibilas, que les indicarían el camino a tomar y a las que deberían dejar retratadas, así como consignados los lugares en que las hallarían. ¿Es éste el origen de las curiosas colecciones? ¿Tendría algo que ver en la elección del destino de la peregrinación el tío de Eleanor Alvarez de Toledo –la esposa de Cosme-, el cardenal de Santiago de Compostela, Juan Alvarez de Toledo? Su cardenalato lo ejerció desde Italia pero su interés por la diócesis fue permanente e incluso, por su mediación, se consiguió la separación de los estudios religiosos de los civiles en la Universidad. Decían las malas lenguas que una de las razones por las que se le descartó como papable (aun siendo el candidato preferido del emperador Carlos) era que quería trasladar la sede de San Pedro a Santiago.
Comparando las obras de los tres artistas se observa una obstinación por el mismo itinerario, una similitud en el tratamiento de las mujeres retratadas y una permanente preocupación por el letrero que refleja su lugar de origen. Se dice que estos letreros tenían una importante significación y que a veces formaban un acróstico con el que se podían interpretar algunos fragmentos de los 9 Libros Sibilinos, aquellos que la Sibila de Cumas ofreció, con todas las profecías sobre el Juicio final, al Rey Tarquino el Soberbio. La leyenda cuenta que el rey no aceptó en principio el alto precio solicitado y que entonces la Sibila quemó tres de ellos y volvió a presentar los restantes al rey pero al mismo precio. Rechazados de nuevo, la profetisa quemó otros tres y entonces Tarquino, asustado ante la posibilidad de que desapareciera por completo el futuro de la humanidad, se quedó con los tres últimos al precio inicial marcado por los nueve. A pesar del cuidado con que fueron guardados, los libros se quemaron en varias ocasiones más, ya que aseguraban que su propio contenido los hacía arder y debían ser enfriados permanentemente…