08-05-2015
Los seres humanos consideramos la vida y la muerte como una parte más de nuestro patrimonio. Acaso sea esa la razón por la que nos gustan tanto las diversiones que son una metáfora de la vida en sociedad y de la comunicación a través de relatos: nos interesan los juegos que tiene un principio y un fin, nos atraen las narraciones en las que están presentes los animales y la naturaleza, y por último nos cautivan aquellos recorridos en que los obstáculos representan o se parecen al viaje laberíntico de la existencia con sus variantes imprevisibles o azarosas.
La palabra azar proviene de la palabra árabe zahr, que significa flor. Una de las caras de los dados árabes tenía una flor (probablemente era una flor de naranjo, de ahí también el nombre de azahar que se le da a esa flor) que significaba la muerte súbita en el juego. Tal vez por eso “azar” en portugués significa mala suerte, mientras que en castellano equivale solo a “suerte” o albur, lo que los latinos denominaban alea. En francés “hasard” significa “oportunidad”. En inglés “hazard” se traduce como “riesgo”.
Basados aparentemente en la suerte de dos dados, los juegos parecidos al de la oca pretendían ser un remedo del propio camino de la vida y sus obstáculos, representados habitualmente por 63 casillas cuyo número no era arbitrario. Las teorías hipocráticas, que tuvieron muchos seguidores, dividían la existencia del ser humano en el mundo en nueve períodos de siete años cada uno. En esos períodos se iban produciendo determinados hechos (dentición, infancia, pubertad, juventud, madurez, crisis, vejez) que en el juego quedaban representados por diversas figuras que retrasaban, entorpecían o favorecían el recorrido. La llegada al número final suponía un éxito y una combinación de habilidad y suerte.
La antigüedad de juegos similares está muy documentada y, hasta que aparecen algunos tableros en Italia en el siglo XVI que difunden el nombre actual de la Oca, muchos escritos parecen asimilar los juegos de este tipo al Camino de Santiago, a los Templarios y a otras fuentes esotéricas como el Tarot, pero también a divertimentos como la lotería (recordemos el auca del sol y de la luna) o los tableros franceses e italianos del mochuelo. “Auca” es palabra que precisamente designa en catalán a la oca y a la lechuza u “oliba” (así llamada porque decían que robaba el aceite de las lámparas de las iglesias), pero también a los pliegos de aleluyas, comienzo de las loterías y juegos de la oca en España.
Así como hay en el juego de la Oca elementos permanentes (ocas, puentes, posada, pozo, laberinto, prisión, dados, muerte), los hay también circunstanciales y a través de ellos podemos reconocer el origen, época de impresión o los autores del tablero.
Hasta llegar al modelo actual, sin embargo, el juego tomó elementos de diferentes fórmulas que le aportaron caracteres diversos. Hagamos esta noche un recorrido por el juego de la vida que ha ideado el artista Pedro Reyes para el CAB y detengámonos en algunos de los hitos que sugiere para darles un contenido musical en compañía de Los Músicos de Urueña. Luis Delgado, César Carazo, Jaime Muñoz y Cuco Pérez.
El número 9, también llamado “ guía visible del camino”, es el número que rige este juego. Es el número por excelencia de la fertilidad (9 meses es el período de gestación del ser humano). De ahí le viene su relación con los dioses de la tierra, de la fertilidad, pero 9 es también 5+4; el número de la perfección humana –el cinco- más el número de la materia –el cuatro-. Cada cinco y cada cuatro casillas sucesivamente hay una oca. En consecuencia, encontramos la oca en todas las casillas múltiplos de nueve. Luego el 9, el 4 y el 5 son los números que permiten un rápido avance iniciático: “De oca a oca y tiro porque me toca”. La actuación consciente del ser humano –con los cinco sentidos-, sobre los cuatro elementos del mundo material-, es lo que permite a éste dirigirse hacia el centro de la espiral, o jardín de la oca. Ese camino lo efectúa avanzando, parándose o retrocediendo de dados a dados, es decir tomando impulso de sus propias contradicciones.
El tema de la joven que se viste de hombre se encuentra en toda la Europa Meridional latina y fuera de ella en Grecia y Albania; también entre los sefardíes del Norte de África, de Oriente y de Israel, existen versiones de un tronco común. Se conoce asimismo en toda la Península, ya que actualmente se escucha desde Portugal a Cataluña, en ocasiones escudado tras la forma sencilla de una canción de corro. Parece ser que este romance era muy conocido en el siglo XVI, y aún hoy día es uno de los más conocidos y cantados pues sigue reflejando la batalla de la razón contra el destino y el triunfo de la determinación frente a la ambigüedad, de la elección de la voluntad ante la alternativa.
1 En Sevilla un sevillano, Casilla 9
Dice Jose Carlos Corbatta que en el Juego de la Oca subyacen el Camino de Santiago de Compostela, la tradición Celta, la Orden del Temple, el profesionalismo de los Compañeros Constructores, la Kábala, la numerología, la alquimia, la geografía lugareña, las formas lingüísticas, la espiral en forma de caracol de los constructores que constituía la proporción áurea, los Caballeros Signados, el Laberinto, la personalidad mágica de Merlín, la peregrinación, el perdón de los pecados, la pérdida de la libertad, los puentes o pasajes, la Vida y la Muerte entre otros símbolos extraordinarios.
La oca representa un lenguaje simbólico. No tanto por la figura del ave, sino por su base: su pata. Los tres dedos, asimilados a una horca de tres brazos, a una especio de “Y”, simbolizan también una cruz, no cualquier cruz sino una muy particular y cristiana. Es una cruz templaria y la podemos observar aquí y allá tallada por los canteros iniciados sobre las piedras sillares de iglesias francesas y españolas. Hemos perdido muchos de los simbolismos de antaño. Lamentablemente no existe una cultura respetuosa con las primeras formas o con las interpretaciones eternas que el hombre ha hecho de la Naturaleza o de lo que le rodea. Una de esas interpretaciones puede ser el significado que se atribuye a los números. Algunos juegos antiguos esparcían granos de maíz por las viñetas que representaban a las letras del alfabeto sobre las que se iba deteniendo un gallo para comer, marcando de ese modo algunas palabras cuyo significado debía interpretar un adivino. Del mismo modo, cada número tenía algo que le caracterizaba, llegando, en el caso que vamos a escuchar, a personificar una disputa entre ellos -en este caso entre el 4 y el 3, para que el público pueda decidir cuál de los dos hace mejor papel.
2 Trovos del cuatro y el tres, Casilla 14
El que hoy conocemos como juego de la oca, se cree que se inventó en Florencia, hacia 1580, por encargo de Francesco De Medici, quien lo regaló al rey español Felipe II. El juego adquirió muy pronto enorme popularidad, y en seguida surgieron variaciones sobre el tema, ya que la nobleza era tan aficionada que se prepararon adaptaciones para recorridos por el tablero con distintos motivos: temas militares, blasones nobiliarios, historias dinásticas, hechos religiosos, relaciones entre el hombre y la mujer... El juego italiano de las esposas y los esposos, realizado por el grabador de finales del siglo XVII Giuseppe Mitelli, utilizaba los dados para conseguir que uno de los jugadores obtuviese el bote o bolsín con el sistema de ir colocando su ficha en las casillas según le fueran saliendo las cantidades correspondientes. Aparece, sin embargo, un nuevo ingrediente añadido a la intención de adivinar o divertir de los primeros juegos, que es el de moralizar. Mitelli descubre cuáles pueden ser los resultados de un matrimonio en el que los esposos se comporten incorrectamente.
Los consejos a los novios antes de la boda han sido una constante en todas las culturas, pero particularmente en la judeo española han revestido caracteres rituales. Nos cuenta Adela Rubio que había una ceremonia importantísima en la boda sefardí: el baño ritual de la novia, relacionado con los preceptos religiosos de impureza y limpieza femenina que determinaban también la fecha de la boda. Los judíos celebraban la boda en viernes, y esa misma mañana la novia se dirigía por primera vez al hamman (baño), acompañada por un amplio séquito de mujeres que cantaban y tañían instrumentos. La novia usaba por primera vez el equipo de baño que le había regalado su prometido, que pagaba también los gastos del hamman. Antes de meterse en el agua, su madre le cortaba las uñas sobre un lienzo en el que habían esparcido dulces y se disolvía azúcar en el agua como señal de buena suerte. Se encendían velas a los lados de la piscina. La novia realizaba la tebilá (triple inmersión), cuidando que el agua la cubriera completamente. Las mujeres la depilaban y maquillaban, pintándole las uñas con alheña y cantando canciones como la que vamos a escuchar, procedente del Norte de África.
3 Debajo de la Rosa, Casilla 15
El siguiente romance presenta una vez más la contradicción que mueve al ser humano, el choque entre dos mundos opuestos que le hacen reaccionar: la dama ociosa que sólo vive para el placer y para entretener su aburrimiento, y el pastor atareado, que vive de su trabajo y no quiere complicarse aún más la vida. Se trata de uno de los romances más antiguos documentados por escrito: el de “La dama y el pastor”. Con sorprendente tranquilidad, el pastor protagonista del primitivo texto va rechazando una por una todas las tentaciones que la dama cortesana le va proponiendo:
Estase la gentil dama paseando en su vergel
Los pies tenía descalços que era marauilla ver;
Avlauame desde lexos no le quise responder.
Respondile con gran saña: -¿Qué mandays, gentil mujer?
Con una boz amorosa començo de responder:
-Ven aca tu, el pastorcico, si quieres tomar plazer;
siesta es de medio dia y ya es hora de comer;
si querras tomar posada, todo es a tu plazer.
-No era tiempo señora que me aya de detener;
que tengo mujer e hijos y casa que mantener,
y mi ganado en la sierra que se me yua a perder,
y aquellos que lo guardaban, no tenian que comer.
-Vete con Dios, pastorcillo, no me sabes entender
hermosuras de mi cuerpo yo te las hiziera ver;
delgadita en la cintura blanca soy como el papel,
la color tengo mezclada como rosa en el rosel,
las teticas agudicas que el brial quieren hender,
el cuello tengo de garça los ojos de un esparuer,
pues lo que tengo encubierto marauilla es de lo ver.
-Ni aunque mas tengays, señora, no me puedo detener.
La intención y el sentido se mantienen en las versiones tradicionales del tema, como se puede observar en la que escucharemos a continuación, que procede de la tradición chilena.
4 Romance de la Dama y el Pastor, Casilla 18
La Tabla de Cebes es un documento en el que Cebes, discípulo de Sócrates, desarrollaba su teoría de la educación consistente en formar el criterio más que en almacenar conocimientos. De todas las alegorías en las que el hombre era dibujado como un peregrino en la Tierra en busca de un ideal difícil de conseguir, la que tuvo mayor difusión desde los primeros siglos hasta bien entrado el siglo XVIII fue la Tabla de Cebes. Su carácter filosófico–moral y su sencillez formal la hizo perdurar en ambientes ligados a la docencia y su contenido era bien conocido por cualquier persona que hubiera disfrutado de estudios medios, ya que, junto con las oraciones de Isócrates, era el primer texto leído y traducido en las clases elementales de griego.
Todos los maestros trataron de transmitir sus conocimientos por medio de la palabra y el ejemplo de Jesucristo para los cristianos es paradigmático. Marcel Jousse, el jesuita visionario defensor de la tradición oral en la enseñanza, que fue capaz de aprender arameo para tratar de descubrir hasta qué punto el éxito de las parábolas de Jesús estuvo en su forma de transmitirlas, escribió que los antiguos rabinos dedicaban la vida entera a memorizar el mayor número posible de relatos tradicionales para después “re-presentarlos”. Esos relatos comprendían todos los géneros académicos: cosmogonía, historia, derecho, moral, medicina, historia natural…En resumen, todo lo que podía llamarse “ciencia”, otorgando a ese término una cierta relatividad en su significado, determinada por la época y por lo que trataba de transmitirse. Cristo reúne a sus discípulos en la última cena y les enfrenta a un dilema eterno: la defensa hasta la muerte de las propias creencias o la duda...
5 Jueves Santo, Casilla 22
Pese a la transformación evidente sufrida en la apreciación de las últimas generaciones hacia una naturaleza en peligro, muchos de los individuos de esas generaciones todavía han llegado a tiempo de recibir, y acaso mantener, como un pequeño tesoro entre sus recuerdos infantiles, algunos elementos dispersos pero aún perceptibles de esa manifestación de respeto y veneración hacia el medio natural. Hablo de romances antiguos como el de “La infantina” (todavía recordado en zonas de León y Zamora) que era una demostración clara de principios dendrolátricos o de culto a los árboles, pero también podrían recordarse costumbres más populares y difundidas como el mayo –que se cristianizó en la cruz de mayo de San Felipe y Santiago- o las marzas –que se han venido a renovar y recuperar en algunos lugares en los últimos años-, cuyo simbolismo principal radicaba en la convivencia entre el ser humano y el entorno. Escuchemos el misterioso romance de la Infanta encantada en el que se narra el encuentro de un caballero con una joven a la que han hechizado y que está peinándose sobre las ramas de un roble.
6 A cazar iba Don Pedro, Casilla 23
A veces nos preguntamos por qué se eligió la oca para el juego de la vida y de dónde proceden los símbolos que aparecen en el tablero. El juego, de interesante valor esotérico, suele mostrar trece ánades que son las mismas etapas que hizo Aymeric Picaud según se cuenta en el Codex Calixtinus, las trece etapas -de día siguiendo el camino de las ocas y de noche el de las estrellas o vía láctea- para llegar a Compostela. En el juego tradicional tenemos a veces simbolismos como el de la casilla 1 en que aparece un mago o maestro que intenta iniciar por el camino a una manada de ocas o discípulos. En la casilla 6 encontramos el puente, obra magna de la ingeniería compañeril y que era hecho por pontífices, que unían lo trascendente con lo cotidiano. En la 19 está la posada u hospital de caminantes, las casillas 26 y 53 son los dados, es decir las piedras cúbicas, angulares, síntesis de todas las medidas armónicas del universo. En la 31 está el pozo, la vena telúrica, el lugar de encantamiento, las aguas milagrosas y medicinales. En la 42 aparece el laberinto, es decir Minos representando el trabajo de encontrar la vía correcta para hallar la luz. En la 52 tenemos la prisión o cadena que representa la cerradura de la mente a realidades ultraterrenas. En la 58 está la muerte, el paso a un mundo superior cuando la atravesemos, saliendo, de esa forma, del ciclo de reencarnaciones...En la casilla 63 está la puerta de ese jardín al que pocos pueden entrar a la primera: hay que esperar a que el dado marque el número clave para participar de la Gran Verdad que se encuentra en la casilla 64, una casilla que omite realmente el número porque pertenece a otro mundo, más allá de las representaciones numéricas, nos dice Carlos Castro.
También más allá de las representaciones numéricas parece estar esa fuente de la eterna juventud que reclama el texto de la siguiente canción. La obsesión por el ramo verde y por lo que significa, lleva al poeta a preguntarse dónde irá la juventud y a prometer vanamente que si se pierde él tratará de encontrarla...
7 Ramo Verde Casilla 27
Hay algún tablero de juego, impreso en la Biblioteca Imperial de Francia, que refleja hasta qué punto el mundo militar y la figura de los héroes eclipsaron la vida cotidiana en el tiempo de Napoleón Bonaparte. Todos los símbolos (cañón, bombarda, morrión, sable, etc.) presididos por la N coronada, recuerdan una época que cambió la vida de Europa y de Francia y que dejó secuelas terribles en todo el continente. Sabemos muy bien lo que significó para España y bastará escuchar el tema siguiente para imaginarnos que la cárcel, simbolizada en un número del juego era la única cosa peor que la propia muerte.
8 Al atacar Ocaña Casilla 28
Es necesario aclarar la diferencia existente entre echar la fortuna y practicar la adivinación. La primera se usa con el propósito de determinar lo que va a suceder, entendiendo a partir de esto que el futuro está escrito sin variación alguna; en cambio la adivinación nunca nos dice lo que sucederá, sino que sólo nos previene acerca de lo que sucederá si seguimos el camino en el que estamos actualmente o tomamos alguna vía distinta. Esta forma deja espacio al libre albedrío y la plena determinación del futuro como obra de nuestra responsabilidad.
Los oficios tradicionales parece que determinaban la dedicación de los hijos y eso es lo que nos cuenta el siguiente romance, el del Mimbrero, del que algunas versiones tienen un final tan sorprendente como impropio de un horario infantil.
9 El Mimbrero Casilla 30
Uno de los métodos adivinatorios que se practicaban en la Grecia clásica y que se extendió posteriormente por los pueblos mediterráneos, es la llamada alectomancia. Consistía en trazar en el suelo una figura con veinticuatro casillas, correspondientes a las veinticuatro letras del alfabeto griego de entonces. En cada casilla, se depositaba un grano de trigo o cebada, soltándose a continuación un gallo, el cual recorría el encasillado a fin de componer hipotéticas frases que sirviesen posteriormente para interpretar unas preguntas previas.
La tradición oral juega un papel muy importante en la transmisión del patrimonio religioso de tipo legendario. Nos puede parecer curioso el interés casi obsesivo que manifiesta el estribillo de la siguiente canción en que todo se produzca antes de las 12, momento en que sin duda va a sobrevenir algo extraordinario. La creencia proviene probablemente de las narraciones y leyendas apócrifas que dicen que el mundo se quedó paralizado durante el nacimiento de Cristo, el 24 de diciembre a las 12 de la noche, permaneciendo silenciosas y atemorizadas todas sus criaturas. La Virgen apresura a San José para llegar a Belén antes de las 12 pues sabe que algo único e irrepetible va a suceder.
10 antes de las 12 Casilla 46
En la ciencia del futuro, la parte más importante y la más antigua es la que se llama ciencia de los pájaros. Éstos, gracias a su rapidez, a su inteligencia, a la precisión de las maniobras mediante las cuales se muestran atentos a cuanto impresiona su sensibilidad, actúan como verdaderos instrumentos al servicio de la divinidad. Ella les imprime diversos movimientos y les provoca gorjeos y gritos. Unas veces los mantiene suspendidos en el aire, otras veces los lanza con ímpetu, bien para interrumpir con brusquedad algunos actos, bien para que se lleven a cabo. Por esa razón Eurípides llama a los pájaros mensajeros de los dioses. Esto lo escribía Plutarco, consciente de que la palabra ornis significaba al mismo tiempo pájaro y presagio. Hay una pieza del romancero español en la que la libertad del ser humano se ve simbolizada por un ave que acude todos los días a cantar a un prisionero. Una ballesta mata a esa avecilla, destroza la ilusión imposible de la liberación y disuelve la esperanza como un azucarillo en el agua.
11 Romance del prisionero 47
Entre los muchos tableros que representan el juego de la vida no podía faltar uno, dedicado al jardín del amor. En él, las muchas virtudes y defectos de los enamorados -liberalidad, largueza, nobleza, bravura, engaño, ingratitud, celos- hacían saltar a los jugadores de una en otra casilla, aleccionados por la suerte de los dados pero impulsados también por la pasión y por el deseo. No obstante, el texto que vamos a escuchar determina categóricamente que la voluntad siempre es más fuerte que el destino o que la suerte. Te quiero porque te quiero y en el querer nadie manda...
12 Te quiero porque te quiero 53