Joaquín Díaz

JONÁS CASTRO


JONÁS CASTRO

A la muerte de Jonás Castro

03-09-2010



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No recuerdo con exactitud cómo ni cuándo conocí a Jonás pero es bien cierto que nuestra relación se fraguó principalmente en el Archivo Diocesano de Valladolid a donde la necesidad de datos o la curiosidad por documentarlos me llevaron muy a menudo durante los años en que estuvo en el sótano del Arzobispado. Tenía en aquel momento el Archivo un injusto emplazamiento, que Jonás lamentaba o justificaba alternativamente según su carácter o su salud lo sugiriesen. Bien es cierto que jamás me faltaron en esos años ni su sincera opinión sobre el asunto que allí me hubiese llevado, ni su acertado enfoque para abarcar más datos sobre el motivo de estudio y mejorar los resultados. Jonás, tan pronto se ponía de parte del párroco que hubiese anotado sus conclusiones en los libros de fábrica o en los de bautizados, velados y difuntos, como se apiadaba de nuestros ojos cansados y venía solícitamente a tratar de leer un documento que ofreciese alguna dificultad. En cualquiera de los casos y situaciones Jonás hacía sus comentarios en alta voz de suerte que, a la manera en que las madres de familia antiguas dominaban y controlaban todo lo que se hacía en “su” cocina, el archivo se convertía en amena tertulia, siempre enriquecedora gracias a sus apostillas y precisiones.
Tampoco creo que las excavaciones que se llevaron a cabo en Urueña sobre una pequeña iglesia situada en sus afueras, donde apareció una curiosa inscripción, hubiesen sido lo mismo sin su intervención. Alicia Gómez y Jesús Alvaro Arranz, encargados de la investigación y amigos comunes, sugirieron que Jonás hiciese una propuesta de traducción de la lápida, que resultó ser un recordatorio de una traslación de reliquias de San Albino en 1158. En cualquiera de las situaciones que el destino me deparó para charlar con Jonás o consultarle algo, su actitud abierta y amistosa venía a servir de contrapeso a su desconfianza hacia las soluciones fáciles y las respuestas rápidas. Cortesía y rigor. Descanse en paz el amigo y el maestro.