Joaquín Díaz

DANAE


DANAE

Mitología y tradición

29-10-2007



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Sólo existe aquello que es susceptible de cambiar o ser cambiado. Ovidio nos recuerda en sus Metamorfosis que nadie puede resistirse a la renovación: Acrisios, padre de Dánae, desea tener descendencia, trascender, y consulta al oráculo –preguntamos, aunque no nos guste lo que se nos responderá-; la contestación es que Dánae –la sed, el deseo- será madre y el hijo que tenga será el asesino de su propio abuelo –el paso del tiempo mata-. Acrisios sepulta a su hija en una prisión de bronce para evitar cualquier embarazo pero Zeus –lo inexplicable, lo inexorable- penetra en el recinto en forma de lluvia áurea y deja grávida a la joven. De nuevo Acrisios lucha inútilmente con su destino encerrando a la madre y al hijo recién nacido en un arca y arrojándola al mar embravecido. Zeus –lo inevitable- salva y protege a ambos, de modo que, al cabo de un tiempo, aquel niño –Perseo- pletórico de salud y curiosidad incontroladas, pide conocer a su abuelo. Pese a que Acrisios se esconde y viaja al otro confín de la Hélade, su nieto –convertido en eventual discóbolo- y el hado –con alas de viento homicida- arrojan la muerte sobre el anciano en quien el destino castiga a los que, desesperada y vanamente, se resisten a la trasformación.