15-04-1990
Comenzar diciendo que el romance es uno de los géneros con los que más ha disfrutado el pueblo español –y posteriormente la comunidad ibérica- a lo largo de su historia sería una obviedad, pero nos acercaría sin dilación a una realidad que hoy día -ahora mismo- parece que hemos olvidado de repente. La abrumadora cantidad de citas literarias que podrían tener al romance como centro nos obliga, para abreviar y ser más precisos, a recurrir a un maestro como Lope de Vega, quien, en sólo dos octosílabos de su obra Santiago el Verde nos resume la inestimable cualidad de esos viejos textos, "de esos antiguos romances con que nos criamos todos". Es evidente que don Félix no quiere referirse a unas cancioncillas cualesquiera, ni a un tipo de tonada impuesta o expuesta al capricho de la moda; de ese dicho se desprende que, después de la palabra de Dios contenida en la Biblia y particularmente en los Evangelios, los textos que más se utilizaban con fines docentes o de simple pasatiempo eran los romances. Más aún; sus versos, recitados o cantados, llenaron las noches de millones de niños españoles durante cientos de años excitando su imaginación o creando una verdadera escuela de costumbres. ¿Cómo puede extrañarnos que fórmulas romancísticas hayan llegado íntegras a nuestros días y se hayan incorporado al lenguaje coloquial en forma de dichos y proverbios? El romance cantado o recitado, de viva voz o escrito, es absolutamente consustancial a la lengua española y le acompaña con mucha más fidelidad que una peculiaridad genética o que una norma consuetudinaria.
Pese a ello hay que reconocer que tampoco es infrecuente que bastantes autores o críticos literarios den a veces por extinguido el repertorio o vaticinen, incluso ya durante el siglo XIX, su pronta desaparición. Menéndez Pelayo, por ejemplo, pese a recoger una buena colección en su Antología de poetas líricos castellanos, duda de que aún pervivan en la memoria de los labradores. Escribe el ilustre montañés: “Aunque la mayor y mejor parte de los romances castellanos sólo ha llegado a nosotros por la tradición escrita (ya en los pliegos sueltos góticos, ya en los romanceros del siglo XVI), no es poco ni insignificante lo que todavía vive en labios del vulgo, sobre todo en algunas comarcas y grupos de población que, por su relativo aislamiento, han podido retener hasta nuestros días este caudal poético que, al parecer, ha desaparecido casi completamente en las regiones centrales de la península, en las provincias que por antonomasia llamamos castellanas, donde, según todo buen discurso, tuvo el romance su cuna o alcanzó, por lo menos, su grado más alto de vitalidad y fuerza épica. Las versiones tradicionales, si bien muchas veces aparezcan incompletas y otras veces estropeadas por adiciones modernas, nacidas del nefando contubernio de la poesía vulgar con la popular, merecen alto aprecio, lo mismo cuando son variantes de romances ya conocidos, que cuando nos conservan temas evidentemente primitivos pero que no han dejado rastro en los romanceros impresos”. Está claro que, salvo tres o cuatro ilustres adelantados que creyeron en la fuerza de la tradición oral, pocos de nuestros literatos y polígrafos del XIX confiaron en que ese bagaje de conocimientos hubiese llegado a nuestros días. Menéndez Pidal, el mejor estudioso que el romance ha tenido y uno de los que mejor han comprendido su belleza y prosapia, nos describe emocionado en su Romancero Hispánico la curiosa circunstancia en que -lejos del ámbito académico que solía frecuentar- se encuentra por casualidad con una versión transmitida oralmente a través de casi quinientos años. “En mayo de 1900 –escribe Don Ramón- hacía yo una excursión por ciertos valles del Duero para estudiar la topografía del Cantar de Mio Cid, y acababa la indagación en Osma; deteniéndome allí un día más para presenciar el muy notable eclipse solar del día 28, ocurriósele a mi mujer (era aquél nuestro viaje de recién casados) recitar el romance de la Boda estorbada a una lavandera con quien conversábamos. La buena mujer nos dijo que lo sabía ella también, con otros muchos que eran el repertorio de su canto acompañado del batir la ropa en el río; y enseguida, complaciente, se puso a cantarnos uno, con una voz dulce y una tonada que a nuestros oídos era tan apacible y agradable como aquellas que oía el gran historiador Mariana en los romances del Cerco de Zamora. El romance que aquella lavandera cantaba nos era desconocido, por eso más atrayente: Voces corren, voces corren / voces corren por España / que don Juan el caballero/ está malito en la cama... y a medida que avanzaba el canto, mi mujer creía reconocer en él un relato histórico, un eco lejano de aquel dolor, tribulación y desventura que, al decir de los cronistas, causó en toda España la muerte del Príncipe Don Juan, primogénito de los Reyes Católicos, porque esa muerte ensombrecía los destinos de la nación.Y, en efecto, estudiado después, aquel era un romance del siglo XV, desconocido a todas las colecciones antiguas y modernas. Era preciso, en las pocas horas que nos quedaban de estancia en Osma, copiar aquél y otros romances, primer tributo que Castilla pagaba al romancero tradicional de hoy día; era necesario también anotar aquella música, evitando el defectuoso sistema de recoger sólo la letra...Aquel romance nuevamente descubierto –termina Pidal el párrafo después de explicar que requirió los servicios del Maestro de Capilla de la Catedral para que le anotara la melodía- hablaba muy alto a favor de la fidelidad con que la tradición romancística se conservaba en aquel corazón de Castilla, donde se creía totalmente decaído el antiguo espíritu épico”.
¿Qué es lo que sorprende y entusiasma tanto a Pidal y a su esposa, hasta el extremo de -según sus palabras- perderse el gran eclipse solar que se estaba produciendo para dedicarse a recoger las palabras de una informante? Sin duda el hecho de poder constatar por sí mismos que, tras un período de arrinconamiento por parte de los estudiosos y eruditos, volvía a brillar el sol de la tradición oral. Pidal descubría que el romance estaba vivo; y no sólo el romance de pliego, ese que se había difundido a través de los papeles vendidos en plazas y mercados de toda la geografía española por los ciegos, sino el viejo y el tradicional, es decir aquellos que nunca habían tenido más soporte que la cadena de la tradición enlazando sus anillos de padres a hijos.
¿Como se explicaría esa perpetuación en el tiempo? El romance constituye un género cuyos ejemplos, integrados habitualmente por un texto y una melodía ensamblados, basan precisamente en la mayor o menor perfección de esa simbiosis su calidad y su subsistencia. Esa sería la clave para entender por qué algunos ejemplos y no otros han superado la barrera del tiempo para llegar a nuestros días como paradigma de un perfeccionado "sistema de sistemas", en el que cada parte de las que componen el todo se comporta de acuerdo con unos esquemas que el paso de generación en generación y un cierto "estilo" han ido conformando. En el proceso, tanto de producción como de divulgación, intervienen: un creador del tema (tanto musical como literario, aunque a veces pueden ser la misma persona), un difusor y, por supuesto, un receptor o receptores del mismo; veamos algunos aspectos de la actuación de cada uno advirtiendo que, si bien llegan a existir unas normas sobre las que se basa su comportamiento, hay una buena dosis de capricho humano en dicho procedimiento.
El creador.
Suele ser costumbre común la de dar a los romances (y en general a todo el repertorio tradicional) la categoría de anónimos, haciéndose en muchos casos difícil demostrar su origen; esta circunstancia se basa más en el uso que se dio a ese repertorio y en las veces que pasó de mano en mano, que en el hecho de que los autores tengan un especial deseo de que no aparezca su nombre. Lo que sí existe, sin embargo, es ese tipo especial de poeta o de músico capaz de componer dentro de un "estilo" o forma cuyos límites han ido perfilando y acotando otras personas similares a él que le precedieron. Su composición, una vez creada, se incorpora así fácilmente a la corriente de temas musicales y literarios que constituye el repertorio tradicional, no desentonando por lo general del resto de los ejemplos ya integrados. El creador musical sabe, por ejemplo, que debe construir varias frases melódicas cortas y combinarlas correctamente, sea con un verso de dieciséis sílabas sea con los dos hemistiquios de ocho sílabas que dan forma al texto (no es normal que una frase musical abarque tres o cuatro versos de ocho sílabas). Esas frases tendrán un perfil característico -con un comienzo, un ascenso y un final, o con un descenso hasta el final acoplándose unas a otras para constituir la melodía completa; ascenderán y descenderán por intervalos formando grupos de notas que, dentro de un ámbito no mayor de una octava por lo general, se identifiquen con formas estéticas conocidas o familiares para el propio artista, ajustándose de esa manera a aquel modelo cuyos componentes rítmicos y melódicos se correspondan con los de la comunidad o grupo étnico en que tienen su génesis. El hecho de que esas frases formen un bloque que se va repitiendo a lo largo de toda la composicion, facilitará su aprendizaje.
El difusor
Suele ser también un especialista (es decir, una persona cuyas características –memoria, interés, capacidad gestual, facilidad para la interpretación-, le hacen especialmente apto para esa función); como tal especialista puede estar, en ocasiones, formado en una tradición musical o literaria de carácter local (lo que supondría un aprendizaje progresivo de años), o ser simplemente un rapsoda especializado o un cantor ambulante que recorre los caminos de mercado en mercado, buscando público para sus coplas impresas que vende a módico precio; tanto en el primero como en el segundo caso, se suele acompañar con algún instrumento que facilita la ejecución del tema sirviendo de apoyatura para la interpretación. Este difusor selecciona su repertorio entre las fuentes de que hablábamos hace un instante, acudiendo al tema localista, a algún tema de los creados por músicos ambulantes o a algún fragmento de una obra mayor compuesta por un músico académico. Sus interpretaciones van formando variantes de cada versión, pues cada puesta en escena es única e irrepetible y suele responder a estímulos distintos. Las magníficas intérpretes del romancero español en el ámbito familiar solían conocer también un extenso repertorio de cuentos, canciones y otras expresiones populares con cuyo corpus se identificaban y con el que estaban muy orgullosas.
A veces, ese especialista difusor transgrede las normas del metro octosilábico, hilvanando la primera secuencia con la segunda, merced a una conjunción que rompe la cesura central; parece que, de este modo, los intérpretes añaden cierta expresividad al texto, haciéndolo con gran oficio y libertad, puesto que no deja de ser un fruto de su propia intuición o de la costumbre. En otras ocasiones y sin ningún tipo de dificultad, introduce una sílaba o dos más en el verso, ajustando la melodía con el simple método de repetir una nota de la frase musical: “No me pesa haber venido”, por ejemplo, se transforma en “no me pesa el haber venido; o “de noche duermen con ella" pasa a ser "y de noche duermen con ella". Resultado de todas esas aportaciones son versiones y variantes sin número en cuya diferencia está el gusto y multiplicidad de las producciones.
También existen las versiones tipo, que aparecen repartidas por toda la Península y que se aplican indistintamente a unos y otros romances. Es probable que su difusión se deba, en buena parte, a los cantores ambulantes y ciegos que, en extensa y perfeccionada red, recorrían sendas adjudicadas de antemano que les llevaban a las ferias y mercados correspondientes donde tendrían más o menos asegurada la venta de sus pliegos. Otro escritor del siglo XIX, Antonio Trueba, nos deja en su obra De flor en flor un testimonio inequívoco de hasta qué punto esos ciegos influyeron sobre el caudal de la tradición oral: “Las coplas o romances de ciegos eran una de las mayores delicias de mi niñez. Cuando mi padre iba a alguna feria, esperaba yo con impaciencia su regreso, porque sabía que me había de traer algún “nuevo y curioso romance”. Aunque volviese a las dos de la madrugada, me encontraba despierto esperándole, o mejor dicho, esperando las coplas; y tal acogida encontraban éstas en mí, que no me dormía hasta que las aprendía de memoria o poco menos. Cantarlas y recitarlas era para mí el placer de los placeres...Todavía recuerdo, casi al pie de la letra, muchas de ellas tales como las de Rosaura la del guante, La peregrina Doctora, La enamorada de Cristo, Genoveva de Brabante y otras en que, si se narraba un gran crimen, se narraba también una gran expiación”. Poco a poco, sin embargo, esas coplas y romances le fueron pareciendo a Trueba más malos, sobre todo en el aspecto literario, y, pese a haber hecho acopio de veinte mil, según sus palabras, un día decide deshacerse de ellas contratando a un trapero gallego y formando una gran pira en la era del Mico: “Allí pegué fuego a aquel infame y estúpido centón de groserías morales y artísticas, no sin haber tenido que andar antes a pescozones con el gallego y la gente del barrio, que querían salvar de las llamas lo que yo había condenado a ellas, porque lo creían el prototipo de la belleza artística y moral”.
A veces también las versiones pueden tener su origen en papeles, pliegos o libros recibidos por maestros y párrocos de sus correspondientes fuentes de información (boletines diocesanos, revistas profesionales, pliegos de librerías religiosas, etc). Lo cierto es que este tipo de versiones, cuyas variantes no son excesivas, suele responder a modelos relativamente recientes (de poco más de siglo y medio) cuyos rasgos comunes son todavía, pese a su amplia difusión, más abundantes que los diferenciadores.
-Los receptores. Por último, y en lo que respecta a los receptores, en cualquier ámbito en el que estén y reciban el mensaje (fiesta popular, velada familiar, teatro, café cantante, servicio militar, el templo, etc.), puede afirmarse que su actitud es de dos tipos: Activa, recibiendo y asimilando las versiones interpretadas por el difusor e incorporándolas a su propio repertorio; y pasiva, aceptando o rechazando lo escuchado pero haciendo uso de esa facultad que siempre tiene el público de modificar la inclinación del especialista a través de la elección y el dictamen estético. Durante siglos, los romances que llegaban escritos también eran leídos en las veladas, seranos y filandones al lado de la lumbre, con lo que entraba en juego no sólo el propio texto con su argumento, sino la capacidad de los lectores para transmitir emociones con su entonación y sus gestos.
Todo lo precedente nos ayuda a extraer las siguientes conclusiones:
l. En el proceso de creación y difusión de los romances intervienen "especialistas" que, con un mayor o menor grado de habilidad, contribuyen decisivamente a la formación o remodelación de un repertorio básico literario y musical en el que, junto a romances de notable antiguedad recibidos de una tradición familiar, se introducen otros, procedentes de otras vías de difusión, que se van incorporando en cada generación de acuerdo a las preferencias estéticas de sus correspondientes épocas.
2. En aquel proceso, asimismo, se dan las circunstancias necesarias para que se vaya imponiendo un "estilo" que suele responder a concepciones artísticas; esas concepciones, aun dentro de una rigidez debida al lento desarrollo de sus elementos, evolucionan paulatinamente.
3. El hecho de que ese proceso dé como resultado final versiones anónimas se debe, más a la forma de difusión (que multiplica las versiones) y al hecho de que los propios creadores e intérpretes no tienen conciencia clara de la parte que aportan, que a una imposibilidad real de conocer su origen y nacimiento.
4. La popularidad obtenida por cada uno de los romances, es decir la aceptación por parte de la comunidad del producto creado o recreado, depende tanto de la adecuada transmisión como del grado de aprobación o rechazo que despierte en los receptores. El romance es popular no sólo porque el creador o el difusor introduzcan en él elementos musicales o literarios aceptados por su comunidad, sino porque esa misma comunidad, posteriormente, lo acepta incorporándolo a su acervo. Tradicional, lo es también porque los especialistas se lo van comunicando de generación en generación, produciéndose las lógicas variantes pero perpetuando esquemas musicales y arquetipos literarios cuya sola audición sirve para localizar e identificar su estilo y adscripción geográfica. Precisamente acerca de esos arquetipos escribíamos hace años en el romancero de Valladolid: “Parecen haber prevalecido los temas y personajes que ofrecían características ejemplares, es decir, (aquellos) que por poner en acción los principios arquetípicos que, de forma más o menos oscura mueven o sensibilizan el alma humana, podían seguir interesando a pesar de los cambios de moda y tiempo. Los personajes de los romances se nos presentan, por ejemplo, más como símbolos que encarnan pasiones, ideas o figuras de instituciones y poder, que como seres auténticamente caracterizados. De ahí provienen quizá la arcaica grandeza y feroz dramatismo que algunas de estas composiciones tienen. En cuanto a su posible motivación psicológica en la selección de asuntos por parte de la tradición popular, tres parecen ser los temas fundamentales...: Por un lado, el tema familiar, que aparece en más de la mitad de las versiones; por otro, el sexual, matrimonial o amoroso, que muchas veces se encuentra asociado con aquél; y finalmente, un grupo de temas varios en los que predominan los que podríamos definir como de ejemplaridad social. La importancia de la familia en el romance puede fundarse fácilmente, tanto en la capitalidad que tal institución ha tenido, sobre todo en la sociedad rural, como en la tradicionalidad de ámbito familiar y la influencia de sus transmisores populares. No hay que olvidar tampoco lo que Arthur Ramos llamó “inconsciente folklórico”, paralelamente al concepto de “inconsciente colectivo” de Jung, considerando el valor que los arquetipos psíquicos (dioses, demonios, magos, padre, madre, hermanos) han tenido en todos los folklores. Otros aspectos que pueden haber contribuído, no solamente en la selección de asuntos sino de forma especial en los elementos de cada romance, son el interés y la estética. El interés, porque generalmente el cantor tradicional va apreciando las reacciones del auditorio al que se dirige y puede tender a alargar unos episodios o a acortar y suprimir otros...La estética (entendiendo como tal la propia del romance tradicional) puede haber jugado también su papel como ya hizo notar Ramón Menéndez Pidal al hablar del fragmentarismo”.
El romancero es, pues, un género que -nunca como ahora es importante reseñarlo- ha llegado hasta nosotros gracias a una serie de factores conocidos y estudiados cuya continuidad en el mundo de hoy podría calificarse de auténtico milagro. Desde luego, una de las circunstancias que más contribuyeron a su desarrollo y difusión tuvo mucho que ver, como hemos tenido ocasión de comprobar, con su "puesta en escena", pues si los romances se recitaban o cantaban (es decir, se "interpretaban", se "personalizaban") esa ejecución, más o menos acertada era uno de los pilares que servía de asiento a un repertorio tradicional vivo y abundante. Durante siglos, por tanto, el género fue transmitido por ese núcleo reducido de especialistas cantores, autores de versiones irrepetibles y dotados de una peculiar facilidad para recordar y comunicar; sabemos también que, generalmente, para entregar ese material a la siguiente generación no tuvieron más trabas que las derivadas de su propia carencia de imaginación o de una situación social desfavorable.
Hay algo hoy día, sin embargo, que hace que nuestra situación sea distinta a la de otras épocas: Nunca el público fue tan reticente al contenido y a la forma. Quiere esto decir que con un auditorio como el actual difícilmente hubiesen llegado a nuestros días temas y versiones tan abundantes como los que todavía podemos escuchar en boca de ancianos especialistas. Las causas de esta decadencia -que, por su puesto, no afecta sólo a este género-, podrían explicarse con diferentes argumentos pero, aparte del distanciamiento estético cada vez mayor entre generaciones, habría que ir al núcleo de la cuestión: Qué se comunica y cómo.
Hemos dicho antes que el comunicador, el especialista , expresaba su mensaje y éste era entendido y asimilado sin dificultad, lo que quiere decir que utilizaba un lenguaje por lo menos similar al de su audiencia. ¿Sucede así en la actualidad? Evidentemente, no; el lenguaje hablado está en retroceso y su terreno lo va ganando el mundo de la imagen (el lenguaje escrito también es un código de imágenes), con todas las ventajas e inconvenientes que se quieran ver en el hecho. Estamos pues ante una forma de comunicación cuyo principal vehículo ha quedado desvalorizado, pese a ser el más adecuado para esa función. Por otra parte, aunque se observa que los temas generales tratados por el romancero continúan vigentes dada su constitución arquetípica (relación entre individuos, familia, grupos sociales, etc.), muchos de los valores que "moralizaban" esas relaciones -esto es, buena parte de la ética implícita en los relatos-, está siendo puesta diariamente en entredicho por la propia sociedad a la que debería ir dirigida; así, virtudes como la fidelidad conyugal, la honestidad personal o profesional, la caridad, la bondad, no tienen en el mundo de hoy la misma dimensión e importancia que siglos atrás. Queda de esta forma el especialista desplazado y desamparado por la misma comunidad a la que suponía estar sirviendo, así como dudoso acerca de la importancia del papel que tradicionalmente habia desempeñado; desaparecida la función que realizaba y despreciado su cometido, ¿que queda?. Inevitablemente, el mutismo.
Pese a todo esto, la situación creativa es crítica pero no desesperada. El interés por hilvanar versos para narrar algún hecho se mantiene intacto en muchas personas, aunque cada vez quede más lejano el recuerdo del oficio o de la especialización en el tema. Es evidente que esa inclinación a componer se realizaba hace años con mayor satisfacción y más altos resultados por estar más cercanos los medios para llevarlo a cabo; por vivirse de una forma más natural y familiar la costumbre de "contar" sucesos con palabras.Sin embargo podemos decir con satisfacción que el repertorio romancístico no está cerrado: a la ingente cantidad de textos coleccionados por Ramón Menéndez Pidal , por el Seminario Menéndez Pidal y por tantos recopiladores, habría que añadir las pequeñas aportaciones -pero aportaciones al fin y al cabo- que se están produciendo ahora mismo. Un repertorio no se hace en dos días y, aunque es evidente que nuestra época no contribuye mucho a la composición poética o musical -es más bien prosaica y poco proclive al disfrute poético-, sin embargo no prohibe esa actividad ni la rechaza. Tal vez la ignore o carezca de datos para valorarla, pero en eso estamos. En recuperar la palabra como punto de encuentro y fusión de los distintos pensamientos; en retomar el placer de la expresión verbal, la importancia de la voz como eco sonoro de la imaginación humana y el reconocimiento de un oficio tan viejo como necesario: el de comunicar lo vivido para que sirva de ejemplo a los que han de venir.Además de una forma excelente de prolongar nuestra personalidad en el tiempo, es un magnífico sistema para demostrar nuestro respeto a lo que pensaron quienes nos precedieron.
Si obligatorio es para cualquier pueblo conocer su historia, a fin de extraer -con su estudio y aprendizaje- conclusiones que se puedan aplicar en la mejora de la comunidad, no lo es menos comprender y apreciar aquellos saberes que simbolizan y encarnan una cultura tan vieja como venerable.
Una utilización exclusivamente geográfica de determinados datos nos llevaría a grandes errores, ya que muchos temas se han originado muy lejos de donde ahora se cantan, y si han llegado hasta aquí ha sido por emigraciones familiares o de grandes colectivos y por la difusión que de melodías y textos hicieron músicos ambulantes.
Hay que tener en cuenta, además, que cada persona tiene un repertorio distinto y sólo parte de él coincide -por edad o por preferencias- con los de su generación. Si nos encontramos con un especialista, podremos disfrutar de la riqueza de un amplio repertorio; en caso contrario, no esperemos más de diez o doce temas (seguramente infantiles) mezclados con canciones de moda y motivos religiosos. De cualquier forma, y como ayuda, se puede hacer uso del resumen que damos de cada romance, así como de las líneas con que se inicia (a veces se incluyen varias, todas usuales en esta zona) para refrescar la memoria de nuestro comunicante.
Respecto a la clasificación, como todas, es arbitraria, y sólo sirve de orientación. He hecho una división amplia de carácter temático (profanos y religiosos) para separar después los grupos por actantes o personajes que protagonizan la acción.
En el índice final se ofrecen los títulos por orden alfabético.
Junto a ellos, el número que ocupan en el C.G.R. (Catálogo General del Romancero) que hace años ha emprendido la Cátedra-Seminario Menéndez Pidal. A continuación hay una referencia para que, si interesa, se busquen versiones completas y ya publicadas de esos romances; los que tienen un asterisco son temas de los que poseo un pliego suelto cuya descripción va al comienzo del índice.
RELIGIOSOS
Sobre Jesucristo. A.
A.1. El niño perdido (8/6-5)
El niño Jesús, perdido, llega a casa de un rico y le azuzan los perros; en casa de un pobre, en cambio, le dan de comer. En la siguiente casa le preparan cena y cama pero el niño hace ver a sus benefactores que el reino que representa no necesita bienes de este mundo. Finalmente, encuentra a sus padres y les cuenta lo sucedido.
A.1.1. Madre, a la puerta hay un niño/más hermoso que el sol bello.
A.1.2. El niño Dios se ha perdido/por el cielo no parece.
A.1.3. El niño Dios se ha perdido/por el mundo anda pidiendo.
A.2. Por aquel portillo abierto (8, a-o).
El narrador cuenta que ha hallado a una mujer, cerca del Calvario, a quien ha preguntado por Jesús. Ella responde describiendo la Pasión, y finaliza afirmando que el hombre que beba la sangre de Jesús, que cayó en un cáliz sagrado, será bienaventurado y tendrá asegurada la gloria.
A.2.1. Allá arribita en Belén/siete leguas del Calvario.
A.1.2. Por el rastro de la sangre/que Jesús ha derramado
A.1.3. Por aquel portillo abierto/que nunca le vi cerrado.
A.3. El incrédulo (8, í-a)
Jesucristo encuentra a un hombre melancólico a quien pregunta acerca de la existencia de Dios. Al negarlo aquél, Cristo asegura que la muerte vendrá a por él al día siguiente. El incrédulo pretende confesar, pero ya es tarde; es precipitado a los infiernos, de los que se describen algunos tormentos.
A.3.1. Jesucristo va de caza/de caza como solía
A.3.2. El rey Jorge: fue a cazar/a cazar como solía.
A.4. Labrador caritativo (8, í-a)
Un labrador encuentra a un pobre en lamentable estado. Le recoge y le lleva a su casa, donde le ofrece comida y lecho. A medianoche, el labrador se levanta para ver cómo está el pobre, y ve que es JC, a quien la cama se le ha vuelto una cruz. Se excusa ante El por no haber podido ofrecerle nada mejor, y JC le premia cumplidamente.
A.4.1. En la ciudad de Madrid/la mejor que el rey tenía.
A.4.2. Viniendo un día de arar/como los demás solían.
A.4.3. En la gran Sierra Morena/un labradorcito había.
A.5. Jesucristo en traje de pobre (8, a-a)
JC llega a una posada y pide un vaso de agua; la moza pretende dárselo, pero se opone, con repugnancia, la posadera. Va a otra casa y un labrador le ofrece unos garbanzos que, milagrosamente, se convierten en oro. Finalmente, unos arrieros le llevan hasta la posada otra vez, donde, de nuevo, la posadera le niega auxilio, por lo que es castigada.
A.5.1. Allá arribita/arribita/junto a raya de Navarra
A.5.2. Jesucristo anda pidiendo/en clase de pobre andaba.
A.6. La Samaritana (8, a-a)
JC, de viaje por Samaria, encuentra a una joven junto a un pozo. Le pide de beber, ofreciéndole a cambio una nueva vida en la que jamás tendrá sed; ella se sorprende al comprobar cómo conoce su vida, y pregunta si es algún profeta. JC se da a conocer, y ella se compromete a dejar el camino seguido hasta entonces y a volver las espaldas al mundo y sus tentaciones.
A.6.1. Quién tuviera la fortuna/que tuvo la Samaritana
A.6.2. Un viernes partió el Señor/a la ciudad de Samaria.
A.7. Jueves Santo (8, a-a)
JC reúne a sus discípulos para la última cena y les pregunta si estarían dispuestos a sacrificarse por El. San Juan es quien contesta, afirmando que él no tendría inconveniente en aceptar la Pasión, pero que su muerte no vale nada, y el cambio de una vida por la otra no proporcionaría el perdón al género humano.
A.7.1. Jueves Santo, Jueves Santo/tres días antes de Pascua.
A.8. En el monte murió Cristo (8, e-o)
Es una oración en la que se pide perdón por haber sido el pecado la causa de la muerte de JC; El no murió por sus faltas, sino por las ajenas. Al final se hace una petición a la Virgen para que interceda en la hora de la muerte
A.8.1. En el monte murió Cristo/Dios y hombre verdadero.
A.9. Coronado está el Cordero (8, i-o)
Describe la coronación de espinas, con los golpes y vejaciones que sufre JC por parte de sus guardianes. Finaliza con unas consideraciones en que se invita al alma a ablandarse y seguir un superior modelo de vida. Es uno de los 14 Romances de la Pasión.
A.9.1. Coronado está el cordero/no de perlas ni zafiros.
A.10. En tanto que el hoyo cavan (8, e-e)
Narra la escena en que se despoja a Cristo de sus vestidos y se le arranca la corona de espinas antes de colocarle sobre la cruz y clavarle en ella. Se invoca a María, en el trance amargo, para que el alma deje ese endurecimiento de «pérfido mármol» y se convierta. Es otro de los 14.
A.10.1. En tanto que el hoyo cavan/donde la cruz asienten.
A.ll. En el doloroso entierro (8, a-o)
Otro romance de los 14 de la Pasión, donde se describe la oscuridad que inunda el mundo a la muerte de Cristo; el amortajamiento y el descenso del cuerpo al sepulcro. El autor hace hablar finalmente a JC para convencer al alma de que su amor a la virtud servirá de vínculo entre ambos al morir el pecado y resucitar a una nueva vida.
A.11.1. En el doloroso entierro/de aquel justo ajusticiado.
A.12. Jesucristo va de ronda (8, o-e)
Jesucristo ronda la puerta de un alma que le niega; Cristo le pide que le responda, pues es por ella por quien va a hacerse hombre y pasar los dolores de la Pasión. Acaba el romance con el conocido texto «El que esta oración dijese todos los viernes del año, sacará un alma de pena y la suya de pecado».
A.12.1. Jesucristo iba de ronda/a las doce de la noche.
A.13. El arado y la Pasión de Cristo (8, a-o)
Se van comparando las piezas y funciones del arado con diversos objetos y momentos de la Pasión. La cama es la cruz; el dental, el cimiento; el timón, la saeta que le traspasa el costado; los terrones, las caídas de Cristo hasta el Calvario; la semilla, la sangre que derramó, etc.
A.13.1. El arado cantaré/de piezas le iré formando.
A.14. Los Reyes (8)
Narra el viaje de los Reyes desde Oriente guiados por la estrella, que es el ángel que anunció la nueva a los pastores. Llegan al portal, se postran de rodillas y adoran al niño, ofreciéndole sus presentes. Según lo aprobó la Iglesia, su festividad se celebra el día seis de enero, recordando el bautismo de los Reyes por un ángel (o Santo Tomás) que les pone los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, quienes vivirán, respectivamente, 120, 110 y 83 años hasta el momento de recibir martirio.
A.14 1.Esta noche son los Reyes / segunda fiesta del año.
A.14.2. Buenas noches a la una/buenas noches a las dos.
A.15. Bañando está las prisiones (8, a-a)
Es un paso «a lo divino» del famoso romance sobre Sancho Díaz y su hijo Bernardo del Carpio. En este caso, es Cristo quien llora por la Humanidad, viéndose solo ante la Pasión. Describe la petición por el pueblo de su crucifixión, el lavatorio de manos de Pilatos, la sentencia a muerte, la cruz a cuestas, las caídas camino del Calvario, el encuentro con la madre y con las mujeres de Jerusalén, la crucifixión, las siete palabras, la muerte, la lanzada, la bajada de la cruz, la conducción del cuerpo al sepulcro y la resurrección.
A.15.1. Bañando está las prisiones/con lágrimas que derrama
Sobre la Virgen. B.
B.1. Nacimiento (8, í-a)
San José y la Virgen buscan posada en Belén para dar cobijo al niño que ha de nacer. Tras búsqueda infructuosa, deben alojarse en un portal donde una mula y un buey les sirven de compañía. Es tanta la pobreza, que no tienen ni pañales donde envolver al recién nacido: En B.1.1. bajan ángeles del cielo para traerlos; en B.1.2. San José corta el forro de su sombrero y con él hace siete pañales.
B.1.1. Tan alta iba la luna/como el sol del mediodía.
B.1.2. Esta noche es nochebuena/noche de gran alegría.
B.1.3. En el portal de Belén/parió la Virgen María.
B.1.4. Caminando va José/caminando va María.
B.2. La Virgen y el ciego (8, é)
El niño Jesús pide agua a la Virgen yendo de viaje; ésta responde que los arroyos y las fuentes bajan turbios, pero que más adelante hay una huerta en la que podrán comer algo de fruta. El ciego que está guardando permite que la Virgen y el niño tomen lo que quieran, y en recompensa se le devuelve la vista.
B.2.1. Camina la Virgen pura/camina para Belén.
B.2.2. Huyendo del fiero Herodes/que al niño quiere prender.
B.2.3. De Egipto partió la Virgen/de Egipto para Belén.
B.2.4. Mucho madruga la Virgen/el día de San Miguel.
B.3. Nochebuena (7, a-a)
José y María buscan posada, pero el posadero pregunta antes si tienen dinero; al responder que sólo un real de plata, aquél les niega alojamiento. Buscan un pesebre y allí da a luz María; al rato llegan todos los pastores de la comarca a adorar al niño y llevarle regalos.
B.3.1. Para Belén camina/una niña preñada.
B.3.2. Para Belén camina/la familia sagrada.
B.4. A Belén llegar (6)
En el camino a Belén, José y María se encuentran unos viajeros al anochecer; éstos preguntan a José si lleva hurtada a la joven. Responde que es su esposa. La Virgen acepta que vayan con ellos para no perder el camino. Al llegar a un portal viejo, la Virgen da a luz y llegan los pastores y Reyes a adorar al niño.
B.4.1. A Belén camina/quisiera saber.
B.4.2. A Belén camina/la Virgen María.
B.5. El labrador y la Virgen (8/5)
Huyendo de Herodes, la sagrada familia encuentra a un labrador; la Virgen le pregunta qué está haciendo, y aquél contesta que sembrando piedras. En castigo, se convierte su sembrado en un pedregal. Más adelante encuentran otro labrador, pero en este caso contesta bien, y su trigo grana en un solo día; cuando lo está segando a la mañana siguiente, vienen los soldados de Herodes preguntando por el niño, y el labrador responde que en el tiempo de la siembra pasó por allí. Los soldados regresan enfurecidos, al no lograr su intento.
B.5.1. Al niño de Dios le llevan/huyendo del rey Herodes.
B.5.2. San José y la Virgen Pura/en su lecho descansaban
B.5.3. Huyendo del rey Herodes/que al niño quiere prender
B.6. Soledad de la Virgen (8, e-a)
San José (o San Juan) pregunta a la Virgen por qué está tan triste y no canta. Ella responde que no puede hacerlo sabiendo que a su hijo le están crucificando. Van al Calvario y ayudan a bajar el cuerpo de Cristo; allí ven unas escaleras cubiertas de sangre que hacen exclamar a todo el que pasa por allí: «Aquí murió el Redentor de los cielos y la tierra».
B.6.1. La Virgen se está peinando/debajo de una alameda.
B.6.2. Estando la Virgen pura/a sombra de unas palmeras.
B.6.3. Se está peinando la Virgen/detrás de Sierra Morena.
B.7. Los dos más dulces esposos (8, a-e)
Es el primero de los romances de la Pasión de Lope de Vega. La Virgen se lamenta de la partida de Jesús hacia el Calvario, pues sabe que va a morir por los pecados del hombre. En el breve encuentro la Virgen recuerda a su hijo los tiernos cuidados que le dispensó de niño, y le reprocha que la abandone. El autor invita al alma a que contemple la soledad de María y la acompañe.
B.7.1. Los dos más dulces esposos/los dos más tiernos amantes.
B.8. El descendimiento (8, e-a)
La Virgen quiere que los ángeles bajen a Cristo de la cruz, pero éstos no tienen aún licencia para ello. Entre tanto llega José y Nicodemus con escaleras, descuelgan a Jesús y le envuelven en un sudario. El autor insta al alma a acompañar a María en tal trance y consolarla.
B.8.1. Alma, si eres compasiva/mira, atiende y considera.
B.9. La pastora y la Virgen (8, a-a)
Una pastorcilla ve venir a la Virgen entre una nube. Esta le pregunta si desea ir al cielo con ella, y la zagala le contesta que no puede, pues debe guardar las cabras. Al anochecer, el padre de la pastora se pregunta, inquieto, dónde puede estar su hija, y una voz del cielo le indica que no se aflija, pues la niña está en la gloria, y las cabras, encerradas en el corral.
B.9.1. Zagala que por el monte/por el monte guardas cabras.
B.9.2. Estaba una zagaleja/guardando sus lindas cabras.
B.9.3. Estando un día rezando/vi venir una borrasca.
B.10. El rey y la Virgen Romera (8, e-a)
El rey queda prendado de una bella romera y la invita a comer, a lo que ésta se niega. Al volver a palacio no puede probar bocado, y ordena a sus pajes que vayan a buscarla y no vuelvan sin ella. Cuando los pajes la encuentran, la romera les descubre quién es, y aquéllos regresan a contarlo al rey, quien se lamenta de haber requerido de amores a la Virgen, aunque se conforma con que, al menos, haya pasado por su puerta.
B.10.1. Por los campos de Trujillo/vi venir una romera.
B.10.2. En lo más alto del monte/se pasea una doncella.
B.10.3. Iba el rey a cazar/a cazar por alta sierra.
B.11. La flor del agua (8, a-a)
La hija del rey se levanta temprano la mañana de San Juan para recoger en la fuente «la flor del agua». El jarro se le rompe antes de llegar a la fuente, donde encuentra a la Virgen; ésta le ofrece un jarro de plata antes de marcharse, y la joven le pregunta acerca de lo que le reserva el porvenir. La Virgen se lo predice.
B.11.1. Mañanita de San Juan/cuando el sol alboreaba
B.11.2. Estaba la Virgen pura/al pie de una fuente clara
B.11.3. Allá arriba en aquel alto/hay una fuente clara.
B.12. La devota del rosario (8, í-a)
La hija del rey (o una pastora) es muy devota de María, a quien reza el rosario tres veces al día. La Virgen llega a buscarla para llevarla con ella, pero antes le exige estar en un paraje abandonado sin comer ni beber. Al término del plazo, la Virgen da a elegir a la joven entre casarse, meterse monja o ir al cielo, y la devota elige la última opción.
B.12.1. Un rey tenía una hija/una hija que tenía
B.12.2. Allá arriba en aquel alto/hay una linda pastorcita.
B.13. La Peregrina (7-5)
Un religioso canta a la Virgen, con quien se ha encontrado camino de Santiago de Compostela. Alegre por contar con tal compañía, no se da cuenta de que desaparece la Virgen y tiene que preguntar a los prados y flores si han visto a la peregrina; da las señas de ella, describiendo el cabello, la frente, los ojos y pestañas, la nariz, la boca, la barbilla, la garganta y el talle. Acaba pidiendo perdón por haber sido poco elegante en la pintura.
B.13.1. Camino de Santiago/con grande halago
Sobre Santos y motivos religiosos. C.
C.1. Milagro de San Antonio (8/5)
El pequeño Antonio es advertido por su padre (quien se va a misa) acerca del daño que los pájaros pueden causar a los sembrados si no se les vigila. Antonio decide meter a todas las aves en un lugar para evitar que piquen el grano. Cuando regresa el padre y ve el milagro, llama al obispo para que sea testigo del hecho asombroso, y entonces Antonio, llamando uno por uno a los pájaros, ordena que salgan.
C.1.1. Divino Antonio precioso/suplícale a Dios inmenso.
C.2. Santa Catalina (8, a-a)
Catalina es torturada por su padre en una rueda de cuchillos y navajas, por no querer abjurar de su religión cristiana. Baja un ángel del cielo con la corona y la palma del martirio, y comunica a Catalina que es llamada por Dios para gozar de la gloria que tiene ganada.
C.2.1. En Cádiz hay una niña/que Catalina se llama.
C.2.2. Catalina Catalina/nombre de buena cristiana.
C.3. Santa Elena (8, a-a)
Elena es raptada y muerta por un caballero que había sido albergado en casa de sus padres. De los restos de la joven surge una ermita a la que se dirige el asesino cuando, al cabo de cierto tiempo, regresa por allí. Pide perdón por su acción, pero la Santa se lo niega.
C.3.1. En casa del rey mi padre/un traidor pidió posada.
C.4. Santa Elena (6, a-a)
El mismo asunto del romance anterior.
C.4.1. Estando tres niñas/bordando corbatas.
C.5. San Alejo (8, e-o) (8, o-a)
Alejo se casa con una joven virtuosa, a la que pide licencia para ir a Tierra Santa, dejándola a cambio un anillo cuya piedra se enturbiará cuando él se halle en peligro. Entrega todas sus riquezas y regresa de su viaje; va a vivir, vestido de pordiosero, a la propia casa paterna, donde nadie le reconoce y donde vivirá hasta su muerte sufriendo resignadamente. Al sobrevenir ésta, las campanas doblan solas y resplandece la casa; cuando llegan todos, el santo tiene entre sus manos un papel donde aclara quién es.
C.5.1. Quién tuviera la fortuna/de pasar tantos tormentos.
C.5.2. Padre Santo verdadero/dame tu misericordia.
C.6. Los niños en el horno (8, i-o, ó)
Una viuda cría tres hijos con esmero, pero un día les riñe, y los niños, asustados, se meten en el horno. Les busca por todas partes y no les encuentra; se pone a amasar para hacer pan y enciende el horno. Cuando lo va a barrer, encuentra las tres cabezas. Desesperada, reza a San Antonio, y éste se presenta en traje de religioso para resucitar a los tres cuerpos. El romance termina con una advocación al santo: «y ahora digamos todos/aunque reviente el demonio/vivan nuestros corazones y el bendito San Antonio».
C.6.1. Devotos de San Antonio/escuchar con atención
C.6.2. Criaba una viuda tres/hijos con mucho cariño
C.7. Duda de San José (8, i-o)
La Virgen (de quince años) y San José (de treinta y tres) quedan comprometidos en matrimonio tras florecer la vara de éste y conocer todos que era el elegido para esposo. La Virgen le aconseja que vendan todas las haciendas, las repartan entre los pobres y siga José ejerciendo el humilde oficio de carpintero. Al cabo de un tiempo, llega el ángel Gabriel y anuncia la buena nueva a la Virgen. José, pasados unos meses, observa a su esposa y decide marcharse para no sufrir humillación. Un ángel le confía en sueños el secreto y José acude al cuarto de su esposa para pedirle perdón; ella le pide también disculpas por no habérselo dicho antes, pero no estaba en su mano la licencia para hacerlo.
C.7.1. A unos desposorios castos/invita la iglesia, amigo
C.7.2. Estando un día la Virgen/ocupada en su ejercicio
C.8. La baraja (8)
Con las cartas de una baraja se van considerando los momentos de la Pasión de Cristo y algunos misterios del culto cristiano. En ocasiones el tema se une al de un soldado que está en misa con los naipes y le denuncia su sargento. Cuando es llamado por los superiores, declara que estaba siguiendo a través de las cartas los pasos de la creación del mundo y otros aspectos y creencias cristianas. Preguntado por sus jueces acerca de la razón por la que se salta a la sota en su explicación el soldado dice que porque se parece a su sargento. Sale absuelto. Hay una relación de pliego con el mismo tema en forma de expediente jurídico militar.
C.8.1. Las cartas de la baraja/yo considero en el as
C.8.2. Para cantar la baraja/señores pido atención
C.8.3. Estando un soldado en misa/con el naipe entretenido
C.9. Padrenuestro pequeñito (8)
Oración a Jesucristo para que nos dé una buena muerte. Se mencionan unos altares donde hay una paloma blanca con pico de oro. También se hace alusión a San Vicente, protector contra las tentaciones de día, de noche y en la hora de la muerte.
C.9.1. Padrenuestro chiquitín/Dios nos libre de un mal fin.
C.10. Las doce palabras.
Una por una van diciéndose y «retorneándose» (volviéndose a decir en sentido inverso) doce palabras que corresponden a motivos cristianos: Doce apóstoles, once mil vírgenes, diez mandamientos, nueve meses, ocho coros (angélicos), siete dolores (de María), seis candelabros, cinco llagas, cuatro evangelistas, tres Marías, dos tablas de Moisés y una la que parió en Belén y quedó pura (o el buen sol y la buena luna).
C.10.1. Estas doce palabras/dichas y retornadas
C.11. Pecador contempla (6, á)
El día del último juicio todos nos reuniremos en el valle de Josafat, donde Dios nos tomará cuentas de todo lo hecho en esta vida. El ángel de la Guarda nos acusará y María no podrá defendernos. Se recuerda al alma que el pecado es basilisco que mata, Judas que entrega al cordero y sayón que ultraja la faz de Cristo; quita la gracia y roba la gloria.
C.11.1. Pecador contempla/el día final.
PROFANOS
Sobre Personajes. D.
D.1. Gerineldo (8, i-o)
El paje Gerineldo acuerda con la infanta subir a su habitación cuando el rey duerma; así lo hace, pero mientras ello sucede, el rey despierta y comienza a buscar al paje, encontrándole finalmente en la cama de su hija. Conteniendo su ira, deja la espada entre los dos amantes y el frío del acero les despierta. Gerineldo pretende huir, pero el rey le sale al paso y le anuncia que pronto la infanta y él serán marido y mujer.
D.1.1. Gerineldo, Gerineldo/mi camarero pulido
D.2. Penitencia del rey Don Rodrigo (8, í-a)
Rodrigo, tras la pérdida de España, busca una penitencia para sus pecados. Un ermitaño le aconseja que se introduzca en una cueva con una serpiente de siete cabezas que le va devorando poco a poco. Finalmente, muere, y las campanas doblan solas por su alma, que sube a los cielos.
D.2.1. Por el valle las Estacas/va Rodrigo al mediodía
D.2.2. Don Rodrigo va a caza/a caza como solía.
D.3. Conde preso (8, a-o)
Al conde Miguel del Prado le llevan preso por haber forzado a la hija del rey y sobrina del Papa. El conde se lamenta de que no le puede ayudar en aquel trance su primo Bernardo; alguien le dice que está jugando a los naipes y corren a avisarle. Deja el juego, llega violentamente al patíbulo e impide que ahorquen a su primo.
D.3.1. Al conde le llevan preso/al conde Miguel de Prado.
D.4. Mambrú (7, á) Estrib.
Mambrú va a la guerra, y su esposa le espera en la torre del castillo. Llega un paje con malas noticias: Mambrú ha muerto y ha sido enterrado; describe su entierro y el féretro, encima del cual va cantando un pajarillo.
D.4.1. Mambrú se fue a la guerra/no sé cuándo vendrá
D.4.2. En Francia nació un niño/de padres natural
0.5. El prisionero (8, o-e) (8, ó)
Un prisionero se lamenta de su cautiverio, recordando cómo en la primavera todo lo que está en libertad entona un cántico al amor, mientras que él, en prisión, no puede ver el sol ni la luna, y solo por una avecilla sabe si es de día o de noche. Alguien mata al pájaro, y el prisionero le maldice, pues mata su esperanza.
D.5.1. En mayo y en mayo era/cuando las recias calores
D.5.2. Mes de mayo, mes de mayo/cuando aprieta la calor.
D.6. Mariana Pineda (10, á)
Mariana Pineda es encarcelada por haber sido sorprendida bordando la bandera «de la libertad». En el juicio prefiere no declarar para no delatar a sus compañeros, pese a que llevan allí a sus hijos para enternecerla. Es condenada a muerte, y cuando va hacia el cadalso recomienda a los ciudadanos que se hallan junto a ella que recen un Credo por su alma y no desamparen a sus hijos.
D.6.1. Marianita salió de paseo/y a su encuentro salió un militar
D.7. La serrana de la Vera (8, e-a)
Una serrana matadora de hombres asalta a todos los que se acercan a su cueva. Pasa por allí un soldado (o paje, o vaquero) y es invitado por la mujer a cenar en su escondrijo, donde hay esparcidos huesos y calaveras de anteriores víctimas. Tras la cena, la serrana se duerme, y el soldado aprovecha para salir corriendo. La fiera le persigue, pero sólo consigue lanzarle una piedra con la honda, que le derriba la montera.
El soldado no quiere volver por ella.
D.7.1. En Garganta de la Olla/legua y media de Plasencia
D.7.2. Allá arriba en aquel alto/hay una serrana fiera
D.7.3. En los montes de Carmona/una serrana pasea.
D.8. Atropellado por el tren (8)
Un accidentado por el tren es llevado al hospital, donde le visita su novia. Prefiere morir antes que quedar inválido; ella, al oir eso, cae al suelo como muerta, y él declara que aunque haya perdido los brazos, no ha perdido su querer.
D.8.1. Primera estación del Norte/qué mala suerte has tenido.
D.8.2. Juanillo subió a la barra/por ver si venía el tren
D.8.3. Una máquina en un túnel/a Juanito le cogió.
D.9. Marinero al agua (8, a-a)
Un marinero pide socorro tras un naufragio y se le aparece el demonio. A cambio de la vida del infortunado pide su alma; el marinero dice que el alma es para Dios, y hace un sucinto testamento en el que deja su cuerpo a los peces, etc., etc.
D.9.1. Voces daba un marinero/voces daba que se ahogaba
D.10. Muerte del príncipe Don Juan (8, a-a)
El príncipe Don Juan está enfermo, rodeado de médicos que esperan la llegada de otro más famoso; el diagnóstico de éste es que el joven morirá antes de tres horas. Se le insta a que arregle sus cuentas con Dios y con los hombres. En D.10.2. deja a una joven a quien ha embarazado una cierta cantidad de dinero, pero se lo recriminan alegando que la honra no se paga.
D.10.l. Tristes nuevas, tristes nuevas/que se corren por España.
D.10.2. Dónde vienes Ricardina/tan temprano de mañana
D.10.3. Malo está el hijo del rey/malo está que no sanaba.
D.11. El arriero y los siete bandidos (8, e-o)
Un arriero tropieza con un grupo de hombres que le invita a beber en una venta; el vino que le ofrecen está envenenado, para hacerle morir y robarle, y el arriero lo descubre. Mata a varios de los ladrones y hace huir a los demás. Llega la justicia y le prende, pero el arriero escribe al rey y éste no sólo intercede en su favor, sino que, además, le recompensa.
D.11.1. Caminito de La Mancha/caminaba un arriero
D.11.2. Por las calles de Bembibre/se pasea un arriero.
D.12. Una fatal ocasión (8, i-a)
Una joven es seguida por un caballero, quien finalmente la alcanza y pretende quitarle el honor por la fuerza. La doncella se defiende, y con el propio puñal del agresor, le mata. Tras caminar varias leguas encuentra una ermita, donde pide al ermitaño que la ayude a enterrar el cadáver. Este se niega, y se ve ella obligada a hacer el hoyo; mientras cava la fosa, llora amargamente.
D.12.1. Por la montañita arriba/camina la serranilla
D.12.2. La mañana de San Juan/al punto que amanecía
D.12.3. Por aquellos prados verdes/qué galana va la niña.
D.13. Dónde vas, Alfonso XII (8)
Un narrador pregunta al rey Alfonso adónde se dirige, y al contestar éste que en busca de su esposa, le comunica su muerte con la correspondiente descripción del cortejo funerario. Todo en la Corte está triste por la desaparición de la reina.
D.13.1. Dónde vas, Alfonso XII/dónde vas, triste de ti.
D.13.2. De los árboles frutales/me gusta el melocotón
D.14. La militara (8)
En un pueblo asturiano un matrimonio tiene una niña a la que visten de varón para que un tío la deje la herencia. Como niño le mandan al colegio, y al llegar la edad reglamentaria, va al servicio militar Le toca el Parque de Automovilismo, en Valladolid, donde cumple con todos sus deberes perfectamente; incluso se echa una novia con la que suele ir a pasear o al cine. Un día falta una cartera en el cuartel, y el coronel ordena que todos se desnuden para encontrar al ladrón. Julio se niega, alegando que es una mujer; todos piensan que es una broma, pero finalmente descubren que han estado conviviendo, sin saberlo, al lado de una chica.
D.14.1. Pongan atención señores/lo que vamos a explicar
D.14.2. En un pueblito asturiano/allí una joven nació
D.15. La tortilla del teniente (8)
Un soldado encargado del rancho va a la plaza a comprar un par de huevos para hacer una tortilla a su teniente. Descuidado, se recuesta en un banco y se queda dormido; al despertar echa mano al bolsillo y saca las cáscaras. Empieza a lamentarse delante de la patrona, pensando la que va a decirle su superior. El teniente le arresta por tres meses y luego todos van a preguntarle por los huevos del teniente.
D.15.1. Voy a explicarles, señores/la tonada de un ranchero
D.15.2. Les vengo a explicar a ustedes/las tragedias de un ranchero
D.16. El Pernales (8/6)
Francisco Ríos «Pernales», alegre por el nacimiento de su hija, promete a su esposa dejar el arriesgado oficio de bandolero. Ella, sin embargo, le recuerda que está amaneciendo y que debe huir de nuevo. Antes del anochecer llega a un cortijo donde vive una anciana que no tiene dinero para pagar la renta. Pernales arregla la situación en cuanto sabe quién es el casero. Otro día sale de paseo y alguien le asalta suplantando su personalidad; él se da a conocer, y el asaltante, asustado, le confiesa que lo hace para dar de comer a sus hijos. Francisco Ríos se compadece de él y le da unos duros. Finalmente, Pernales y otro bandido topan con un leñador que les delata a la Guardia Civil. Tras una escaramuza, la Justicia acaba con los dos bandoleros.
D.16.1. Francisco Ríos «Pernales»/está loco de alegría
D.16.2. El veintisiete de julio/fue un día muy memorable
D.17. El convidado de piedra (8, e-a)
Un caballero en la iglesia provoca a una estatua, convidándola a cenar a su casa esa noche. La estatua acude a la cita y se sienta a la mesa; en correspondencia por el convite, invita a su anfitrión a la iglesia la noche siguiente. Allí saca la espada y amenaza al caballero con cortarle en pedazos, para que otra vez no se burle de los santos de la iglesia. En otros casos, en vez de un caballero es un galán quien molesta a los muertos al dar una patada a una calavera; ésta se le quiere llevar al infierno, pero un escapulario que el galán lleva al cuello le salva en última instancia.
D.17.1. Por las calles de Madrid/va un caballero a la iglesia
D.17.2. El día de todos los santos/iba un joven pa la iglesia
D.18. El huésped afortunado (8, ó)
Un caballero encuentra, yendo de paseo, a dos bellas damas, a quienes pregunta si están casadas. Ellas contestan que no, pero a todo lo demás que el caballero propone le dicen que sí. Las lleva a un mesón, cenan (gallinas y capón), beben (vino de unas botellas y un porrón) y se acuestan tras haberse despojado de todas las prendas de vestir.
D.18.1. Una tarde salí de paseo/con mi caballo trotón
D.19. El fusilamiento de García y Galán (8)
Ramón Franco se presenta en Madrid para proclamar la República en 1930. Entretanto, Angel García y Fermín Galán son condenados a muerte tras su sublevación en Jaca. García va a despedirse de su mujer, y ésta se asusta de ver tantos soldados a la puerta; aquél pide el traje de gala y se despide de su hija pequeña con un beso. La madre de García se desmaya, pero él la consuela convenciéndola de que está tranquilo ante la muerte. Galán, entretanto, dice adiós a su esposa, a quien la madre, resignadamente, consuela: «Hija, qué vamos a hacer.» Se oyen disparos por las montañas de Jaca y dicen que han fusilado a dos valientes. Las guitarras se ponen de luto y no quieren tocar.
D.19.1. A las tres de la mañana/en Madrid se presentó.
D.20. Josefa Ramírez (8, e-a)
Josefa, natural de Valencia, es pretendida por el caballero Pedro de Valenzuela. Una noche, estando platicando en la reja con la joven, es agredido por dos traidores que le matan. Ella jura vengarse; se viste de hombre, se va a la sierra y empieza a frecuentar de noche las casas de juego, donde todo se conversa. En cierta ocasión escucha que don Leonardo y don Gaspar de Contreras salieron presurosamente hacia Cartagena, acusados de haber dado muerte a don Pedro. Allí va Josefa y se venga matando a los dos infames. La ciudad se alborota y pretenden prenderla, pero ella se abre paso y, herida, se refugia en la iglesia de San Francisco. Una vez repuesta, sale hacia Cataluña; de camino se libra de siete bandidos y llega a Barcelona, donde se entera de que su padre la busca ansiosamente. Ella embarca para Roma, y su nave es abordada por unos corsarios que la toman presa. La venden a un renegado, quien, al poco tiempo, está satisfechísimo de un escudero semejante. También su esposa, que se enamora del cautivo y, al no ser correspondida, denuncia al marido con engaño que aquél ha pretendido su amor por la fuerza. Le ponen en prisión, y cuando, al cabo de unos días, baja el renegado a azotarle, ella le cuenta que es mujer y que, por tanto, ha sido engañado por su esposa, que le ha contado todo al revés. Confiando en Josefa, mata a su mujer y emprende viaje a Roma, donde quiere ser absuelto de sus culpas. Josefa, entretanto, vuelve a su casa, donde se da a conocer a su padre y le declara su intención de entrar en un convento, donde sigue, a partir de ese momento, una vida ejemplar.
D.20.1. A la que es Madre del Verbo/María, señora nuestra
D.21. El vendedor de nabos (8, a-o)
Un hortelano que tiene un sembrado de nabos apareja el borrico para llevarlos a vender al mercado. En medio del camino le asaltan unos gitanos y se llevan el borrico. Como le dejan los nabos, se pone a venderlos a la puerta de un convento. Sale la madre abadesa y pregunta el precio; el hortelano responde que a tres cuartos el medio kilo. La abadesa considera el precio muy elevado. A la puerta del convento ponen un letrero que dice: «Aquí murió el de los nabos, de una paliza que las monjitas le han dado.»
D.21.1. Mi abuelo tenía un huerto/todo plantado de nabos
D.22. La Gallarda (8, í-a)
Una matadora de hombres, La Gallarda, invita a un joven a su casa. Le advierten que no vaya, pues ha matado a su padre y a sus hermanos. Va y la encuentra peinando cabezas de hombres, entre los cuales descubre la de su padre y sus dos hermanos. La Gallarda le pone de cenar y le hace la cama. A medianoche se revuelve y, con la excusa de buscar su rosario, quiere coger el puñal. El joven se anticipa y le da siete puñaladas; luego pide al portero que le abra, y éste contesta que no, pues Gallarda le mataría. El joven le descubre que está muerta.
D.22.1. Un hijo tenía el rey/uno que no más tenía
D.22.2. La Gallarda se pasea/por unas salas arriba
D.22.3. Estaba un día Gallarda/en su ventana florida
D.23. Muerte de Pepete (8)
José Claro «Pepete» torea en Murcia su última Corrida; en un quite es empitonado por el toro, que le hiere gravemente. Antes de morir, encarga a un tal Manolito que lleve el cadáver a Sevilla. Allí todos lloran desconsoladamente; en especial la novia, con quien iba a casarse el diestro a los dos meses. Todos acompañan al féretro hasta el cementerio. Acaba el romance con una reflexión filosófica: «Gloria, ilusión y dinero no nos sirven para nada, pues la muerte nos llama a todos».
D.23.1. Un día siete de septiembre/de mil novecientos diez
Sobre parejas. E.
E.1. La infantina (8, í-a)
Don Pedro sale a cazar y le anochece en un bosque. A medianoche ve en lo alto de un árbol una niña resplandeciente; le pide que baje y le pregunta quién es. Ella responde que está embrujada y el plazo del hechizo cumple al día siguiente, por lo que ruega al caballero que la lleve con él. Este contesta que ha de consultar a su madre; cuando regresa, la infanta se va con su padre el rey y sus hermanos, y Don Pedro lamenta no haberse decidido antes.
E.1.1. A cazar iba Don Pedro/a cazar donde solía.
E.2. Me casó mi madre (6, i-a)
Una joven es obligada por su madre a casarse con un hombre al que no quiere. Al poco tiempo descubre que el marido tiene una amante a quien va a visitar todos los días; el descubrimiento la irrita, hasta el extremo de no poder concentrarse en nada al llegar a su casa. Cierra bien las puertas para que él tenga que llamar cuando llegue; en ese momento le descubre que lo sabe todo. El la abofetea, y ella le denuncia a la Inquisición.
E.2.1. Me casó mi madre/chiquita y bonita
E.2.2. Ese sevillano/que no adormecía.
E.3. La pedigüeña (8)
Un caballero requiere de amores a una joven, quien pone unas condiciones tan abusivas que él desiste del empeño, despidiéndose con el deseo de que encuentre a alguien que la pueda satisfacer en tan descabelladas peticiones. La niña manifiesta su poco interés por lo que el caballero haga o deje de hacer.
E.3.1. Un francés vino de Francia/en busca de una mujer
E.3.2. Un estudiante venía/de estudiar en Salamanca
E.3.3. Salí de la casa juego/cansadito de perder.
E.4. La vuelta del marido (8, e-a/i-o)
Un soldado regresa de la guerra y doña Ana le pregunta por su esposo, que estaba en ella. El soldado le pide diferentes cosas a cambio de contestarle acerca de él o de traerle sano y salvo. Tras rechazar los presentes por insuficientes, el soldado confiesa que lo que desea es el cuerpo de doña Ana. Esta contesta, airada, que para eso no necesitaba a su marido. El, entonces, se da a conocer como el verdadero esposo, y los dos se reencuentran felizmente.
E.4.1. Estaba la Doña Ana/bordando paños de seda
E.5. La esposa fiel (8, é)
Un soldado regresa de la guerra y es interrogado por una mujer acerca del paradero de su marido. Le da señas precisas, y el soldado responde que murió. Ella declara que esperará otros tantos años, y si no regresa, se meterá monja y meterá monjas a sus hijas. El soldado se da a conocer como el esposo.
E.5.1. Soldadito, soldadito/de dónde ha venido usted
E.5.2. Estaba la coronela/a la puerta del cuartel
E.5.3. Oiga usted, señor soldado/usted que ha servido al rey.
E.6. Luz eterna (7-5)
Adela está enferma de celos porque Juan, su antiguo amor, quiere a Dolores. Las amigas llegan a verla y le cuentan que ya se va a celebrar la boda. Adela pide a su madre que cierre la puerta y le encarga que la amortaje con el vestido de novia. Cuando pasa el entierro, Juan, arrepentido, entra en su casa y llora amargamente; al cabo, va al cementerio, donde el sepulturero le advierte que lo que queda de Adela es para la tierra. (En algunas versiones se da un tiro).
E.6.1. Una niña muy guapa/llamada Adela
E.6.2. Un chico festejaba/con una chica
E.7. La apuesta ganada (8, a)
Un joven hace una apuesta de acostarse con una doncella, para lo que urde el plan de vestirse de tejedora y así poder acceder a la casa e incluso a la cama de la joven. Esta se lamenta, al amanecer, del cambio sufrido por su compañero de lecho, que se acostó tejedora y se levanta tejedor.
E.7.1. Tengo yo una apuesta, madre/y la tengo que ganar
E.7.2. Apostado tengo, madre/con el rey de Portugal.
E.8. La dama y el pastor (8) Estrib.
Una dama intenta atraer, por diferentes medios, la atención de un pastor, quien rechaza una y otra vez las insinuaciones y requerimientos de aquélla, con la excusa de que debe atender su ganado.
E.8.1. Pastor, que estás enseñado/a dormir entre retama.
E.9. El rondador desesperado (8)
Un joven advierte a la muchacha de la que está enamorado sobre lo funesta que resultaría su boda con otro hombre. Al tiempo de la ceremonia nupcial se tendría que celebrar el funeral de él, y mientras unas campanas anunciaran alegres los esponsales, otras tendrían que doblar a muerto.
E.9.1. El sábado por la tarde/por tu puerta me paseo
E.9.2. Me han dicho que tú te casas/así lo publica el pueblo
E.10. La difunta pleiteada (8, í-a)
Don Juan y Doña Angela se aman, pero ella ha sido prometida por su padre a un rico mercader. Don Juan se ausenta y ella se casa, pero muere de tristeza al poco tiempo. Regresa aquél y va a visitar a su amada, encontrándose con una joven que le anuncia que ha fallecido. Acude a la tumba y quiere suicidarse, pero la Virgen hace un milagro y permite que vuelva a la vida Doña Angela. El mercader pone pleito, mas la justicia falla a favor de los enamorados.
E.10.1. Palabras de dos amantes/que uno a otro se tenían
E.10.2. De las doncellas de ahora/Doña Angela es la que priva.
E.10.3. Un rey tenía una hija/como el alma la quería.
E.11. La adúltera del cebollero (8, e-o)
Pasa un vendedor de cebollas con su mercancía y pregunta a una señora que está en el balcón si le da posada. Ella contesta que no está su marido en casa y que puede subir. Preparan de cena dos perdices, y un conejo que se come el cebollero; se ponen a hacer la cama, y ella cae de espaldas y él de cabeza. A los nueve meses nace un niño.
E.11.1. Por las calles de Madrid/se pasea un cebollero
E.12. Los hermanos huérfanos (8)
Enrique, el mayor de dos huérfanos, debe marcharse de casa para trabajar, olvidándose con el tiempo de su hermana Lola. Esta, entretanto, se ve pretendida por un joven y acepta casarse con él; al cabo de unos años ella confiesa a su marido que tiene un hermano y van a buscarle. En el camino muere el esposo de Lola y vuelve a quedar sola; se pone a pedir limosna y un caballero la requiere para que vaya a su casa, donde promete socorrerla. Allí pretende abusar de ella, y Lola recuerda en voz alta que si estuviese su hermano Enrique saldría en su defensa. El caballero, avergonzado, se da cuenta de que es su hermana, y se arrepiente ante ella de su infame proceder.
E.12.1. Eran dos hermanos huérfanos/nacidos en Barcelona
E.13. Rosita encarnada (10)
El novio de Rosita, que regresa de la Guerra de Africa con la esperanza de casarse con ella, la encuentra ya desposada. Ella le confiesa que no quiere a su marido; el mozo le recuerda los regalos que le dio al marchar, y pide que se los devuelva. Rosita echa la culpa de todo a sus padres, y el soldado promete matarles a todos. Se contiene de momento por no acabar con la vida del hijo que ella lleva en sus entrañas. Después de un tiempo, Rosita da a luz una niña a la que llaman como a su madre. El primer día que sale a misa se presenta su antiguo novio y la apuñala. Al oir el crimen sale el marido preguntando quién ha sido el traidor.
E.13.1. Ya venimos de la Guerra de Africa/porque todo lo trae la pasión
E.14. La lavandera requerida por su hermano (10)
Una joven huérfana se mantiene cosiendo y lavando ropa. Su hermano, que es un depravado, en vez de protegerla se enamora de ella. Un día le confiesa su amor, y ella contesta que prefiere morir mil veces; el hermano, rabioso, la mata de un tiro en la cabeza y entierra el cuerpo en una viña (o en un huerto). Todos la buscan y no la encuentran hasta que un perro, por el olor, saca los restos. En algunas versiones los vecinos denuncian al hermano y éste es condenado, intercediendo por él la propia joven, que resucita; en otras, condenan a una criada, y el infame queda libre.
E.14.1. En Santa Eulalia vivía una niña/más hermosita que el puro sol
E.14.2. En Santa Amalia había una joven/blanca y hermosa como un jazmín
E.15. Agustinita y Redondo (8)
La hija de Antonio Moreno, Agustinita, enamorada de Redondo, está enferma y quiere despedirse de él. El padre, cruelmente, lo impide. Muere Agustinita, y Antonio Moreno va detrás del duelo fumándose tranquilamente un cigarro. Redondo va también, y cuando llegan al cementerio dice unas palabras y muere (o es apuñalado por el padre; o resucita la joven, se agarran de la mano y se van).
E.15.1. En el pueblo Sieteiglesias/habita una señorita
E.15.2. En el pueblo Sieteiglesias/ha muerto una señorita
E.15.3. En un pueblo hay siete iglesias/habita una señorita
E.16. Seducida y salvada por el rosario (8, a-o)
Una dama (o criada) se enamora de un galán, que la rapta. Después de andar por unos montes, él le confiesa que va a matarla tras haberla gozado, pero antes de cometer el crimen piensa descansar un rato. Ella se pone a rezar el rosario y a llorar; él, que lo está escuchando, pregunta al levantarse por los arroyos de agua que están a sus pies. Contesta ella que han sido las lágrimas de sus ojos. Ablandado, el galán le perdona la vida y promete ir con ella adonde vaya.
E.16.1. El día Pascua de flores/por ser día señalado
E.17. Galán que corteja a una mujer casada (8)
Un galán va a misa y se encuentra a una joven muy bella. Cuando acaba la ceremonia la sigue y la aborda en un portal, declarándole su amor. Ella contesta que es casada y no puede faltar a su marido. Desconsolado, el galán se va a un arroyo, donde escucha cantar aun jilguero, y le pregunta cómo podría conseguir el amor de aquella mujer. El jilguero contesta que tratándola con firmeza (fineza) logrará ablandarla. Sigue los consejos. En unas versiones alcanza su deseo y acaba el texto con una frase de la joven: «Clara soy, Clara me llaman, siendo Clara me enturbié, por eso no diga nadie de este agua no beberé». En otras versiones no consigue su objetivo y se despide de su amada.
E.17.1. Un lunes por la mañana/fui a misa comulgante
E.17.2. Una mañana temprano/yendo a misa comulgante
E.17.3. Clara soy, Clara me llaman/siendo Clara me enturbié
E.18. Aliarda (8, a-o)
Aliarda se enamora del hijo de un conde; en la iglesia le hace señas, pero el niño está atento a la misa. Cuando termina, se acerca y le pregunta a Aliarda qué desea. Ella dice que le acompañe hasta casa. De camino, el niño va como un santo por donde le ve la gente, pero en donde no le ve nadie la va requiriendo de amores. Ella acepta, pero vaticina que, como es muy joven, no será discreto y lo dirá luego todo en palacio.
E.18.1. Ya tocan a misa en Roma/en la iglesia de San Pablo
E.18.2. Ya tocan a misa en Roma/en la iglesia de Santiago
E.19. La hija del penal (6, 10, 5)
Una joven, hija del carcelero de un penal, se enamora de un prisionero que esta allí por haber matado a quien deshonró a su hermana. Ella, enternecida, quita las llaves a su padre y consigue dar la libertad al preso.
E.19.1. La hija del penal/me llaman siempre a mí
E.20. Amores contrariados (8, á)
Un soldado que va a cazar se enamora de una joven como una blanca paloma. La pide en matrimonio a sus padres, pero éstos le rechazan y la meten en un convento. Hasta allí va el soldado a mirar a su amada, quien le devuelve la mirada y llora amargamente. El la consuela, anunciándole que se ha de casar con ella y que ha conseguido la licencia del capitán general.
E.20.1. En Santo Domingo entré/no me dejaron pasar
E.21. Los Sacramentos de amor (8)
Un rondador canta o explica los siete Sacramentos con una glosa personal a cada número que parece indicar que él es el destinado a recibir el amor de la dama a la que ronda. Acaba en el séptimo Sacramento, el matrimonio, declarando que lo quieran sus padres (en unas versiones) o no (en otras), con ella se ha de casar.
E.21.1. Aquí me vengo a sentar/aquí a este canto labrado
E.21.2. Los Sacramentos son siete/y te los vengo a explicar
E.21.3. Si quieres oir madama/los Sacramentos cantar
E.21.4. Para poder explicar/estos siete Sacramentos
E.21.5. Aquí me pongo a cantar/por dar vado a mis tormentos
E.21.6. Si quieres que yo te cante/los Sacramentos en verso
E.22. Los Mandamientos (8)
Como en el caso anterior, son glosas amorosas a los diez Mandamientos de la religión Cristiana.
E.22.1. Los Mandamientos de amor/niña, te vengo a cantar
E.22.2. En el primer Mandamiento/la primer cosa es amar
E.22.3. Los Mandamientos de amor/te vengo a cantar, paloma.
E.23. La bastarda y el segador (8, a-a)
El emperador de Roma tiene una hija bastarda a la que pretenden varios caballeros, aunque todos se ven rechazados; los padres quieren que sea monja, pero ella prefiere casarse. Se enamora de un segador con hoz de oro y empuñadura de plata, a quien manda llamar por medio de una criada. Cuando llega, le pregunta si le puede segar su senara; el segador pregunta que dónde está, y ella contesta que ni en alto ni en bajo, sino en un lugar oscuro debajo de sus enaguas. En algunas versiones él responde que esa senara no está reservada para él; en otras hace trece gavillas, aunque no llega a catorce, por lo que ella le maldice; en otras muere de purgaciones y, finalmente, en otras, la bastarda queda embarazada y da a luz.
E.23.1. El emperador de Roma/tiene una hija bastarda
E.23.2. La serena de la noche/la clara de la mañana
E.23.3. El presidente de Europa/tiene una hija muy guapa
E.24. El reguñir, yo regañar (8, ó). Estrib.
Una mujer se lamenta de que su madre la haya casado con un pastor, ya que no la deja ir a misa ni al rosario ni al sermón y la obliga a estar en casa remendándole el zurrón.
E.24.1. Casóme mi madre/con un pícaro pastor.
E.25. Un martes de Carnaval (8)
Una joven aprovecha la confusión del Carnaval para vestirse de gitana y seguir a su novio. El, sin conocerla, le pide que le adivine el porvenir. Aprovecha ella para decirle que su principal defecto es que corteja a dos mujeres, una rubia y otra morena (que es ella). Le augura que si se casa con ésta, será afortunado, mientras que el matrimonio con la rubia le traerá mala suerte. El declara que se casará con la rubia aunque le cueste la vida, momento que aprovecha ella para descubrir su disfraz y despedirse de él para siempre.
E.25.1. Un martes de Carnaval/de gitana me vestí
E.25.2. El domingo por la tarde/de gitana me vestí
E.26. Laura Gómez (8)
Un novio, en un baile, se enfada con su novia por haberle hecho el desaire de no recoger su sombrero cuando se lo tiró para sacarla a bailar. Al salir del baile la apuñala. Después de muerta, confiesa que lo ha hecho sin razón, pero le molestaba que una mujer a la que él hubiese querido fuese amada por otra persona. Pide el pañuelo negro a su madre para ponerse de luto, pero ésta se lo niega, llamándole criminal y augurándole que pagará su crimen.
E.26.1. Atención pongan, señores/para poder explicar
E.26.2. El veintiuno de enero/una copla vo a cantar
E.27. La criada y el señorito
Una joven casquivana, a la que no pueden poner freno ni su padre ni sus hermanos, quiere ponerse a servir y va a casa de don Pepito; el ama le pregunta qué sabe hacer, y tras enumerar sus habilidades, la contratan por un duro al mes. Al señorito le empieza a gustar la chica, y poco a poco le va regalando dinero y joyas, de modo que se puede pasear por las calles con más lujo que el ama. A poco la pretende un chico, y el señorito se opone; a los siete meses, sin embargo, ya no puede fregar y don Pepito le dice que se tendrá que ir. Ella, un poco insolente, se niega, alegando que «A ver quién carga ahora con el mochuelo».
E.27.1. Cuando la Guillerma/tenía quince años
E.28. El retrato (6)
Un rondador pretende hacer un retrato ideal de la dama a quien corteja. Comienza por la cabeza, el cabello, las cejas, los ojos, los oídos, las orejas, la nariz, los carrillos, la boca, la barbilla y la garganta, para seguir por los brazos, dedos, pechos, cintura, vientre, ombligo, las «partes ocultas», los muslos, las rodillas, los pies y las plantas. Se solía cantar como ronda de mayo.
E.28.1. Ya estamos a treinta/del abril cumplido
E.28.2. Padre, padrenuestro/que estás en los cielos.
E.29. Muerte de la inocente calumniada por el diablo (8, e-a)
Un comerciante se ve obligado, por negocios, a salir de viaje, dejando a su esposa a punto de dar a luz. El diablo, vestido de religioso, le sale al paso para decirle que su mujer le engaña. Ciego de ira, regresa a su casa, y pese a que una criada le saluda con la noticia del nacimiento de su hijo, él sube a la cama donde está la parida y le asesta cinco puñaladas; al niño le pega contra una piedra y le mata también. Emprende viaje de nuevo, y otra vez le sale al camino el diablo, a quien confiesa que acaba de matar a su hijo y a su esposa. El demonio le ofrece su cíngulo para que se ahorque, y cuando está a punto de hacerlo, llega un penitente (Cristo) que echa al mal espíritu y ordena al comerciante que regrese al hogar, donde encontrará sanos y salvos a quienes antes mató. Así lo hace y pide perdón a su mujer, echándole la culpa al diablo.
E.29.1. Estrella resplandeciente/saludando a las estrellas
E.29.2. En la ciudad de Madrid/que es ciudad nombrada y buena
E.30. El difunto penitente (8, e-a)
Un galán deshonra a una doncella, pues, tras engañarla, no quiere casarse con ella. Después de una enfermedad, durante la cual promete que se casará con ella si sana, muere sin poder cumplir su propósito. Como es devoto de San Francisco, una intercesión del santo le permite regresar al mundo tras haber sido juzgado y reparar su falta. Se pone a trabajar en una casa donde, todas las tardes, enciende una hoguera y se tira en ella. El amo, enterado de la extraña penitencia de su criado, y sabedor por él mismo de la causa, se ofrece a pagar la deuda del penitente con dinero. El difunto busca a la joven y le entrega la suma como dote para que pueda casarse; finalmente, se despide recibiendo el descanso merecido.
E.30.1. Allá arriba en aquel alto/saludando a las estrellas
E.30.2. Un galán de firme amor/tuvo con una doncella
E.31. El crimen de Galicia (8)
Una joven tiene relaciones con un mozo de otro pueblo, que, pasado un tiempo, la abandona. A partir de ese momento empieza a ser cortejada por otro más serio, de quien el anterior se siente celoso. Promete que si la joven no es para él, no será para nadie, y un día en el monte la asesina; abre el cadáver y se coge la asadura, La lleva al pueblo, pide en una taberna que se la preparen y, mientras tanto, va a invitar al novio formal de la asesinada. Tras la cena, el criminal lleva al mozo a ver a su novia y, ante el cuerpo muerto, le anuncia que él será el próximo. El mozo le pide unos minutos para echar un cigarro, y con esa excusa saca un revólver que llevaba preparado y pega varios tiros al asesino. Se entrega a la justicia y todos testifican a su favor
E.31.1. En un pueblo de Galicia/que la letra no declara
E.32. La zagala requebrada (8, 10, 12)
Una pastora es requebrada por un señorito, quien le ofrece su amor pese a la distinta condición; promete llevarla a un colegio y enseñarle a vivir en sociedad. Ella contesta que no se avergüenza de su oficio, pues es el que tuvo su padre, ni tampoco le importa ir en albarcas. El señorito le pregunta si está enamorada; ella contesta que no y que tampoco lo está de él. Al fin cede cuando le ofrece su reloj de plata y le da un beso de amor. El señorito confiesa su felicidad por haber hallado los ojos negros que buscaba.
E.32.1. Estando yo en mi rebaño/se acercó a mí un señorito
Sobre familia. F
F. 1. Delgadina (8, a-a).
Un rey se enamora de una de sus hijas, Delgadina, a quien, por no plegarse a sus deseos, encierra en una torre sin comer ni beber. La joven se asoma a la ventana y, sucesivamente, pide ayuda a sus criados, a sus hermanos, a su madre y a su padre. Finalmente, éste, ante la promesa de su hija de cumplir las condiciones impuestas, ordena a sus criados que la den de beber y la suelten; pero cuando llegan a la celda ya está muerta; su cama está rodeada de ángeles, y la de su padre, de demonios y serpientes.
F.1.1. Un rey tenía tres hijas/y las tres como la plata
F.2. Tamar (8, a-a)
El hijo del rey moro se finge enfermo en la cama para que éste le envíe a Tamar (Altamar, Ultramar, etc.), su propia hermana, de la que el joven está enamorado. Ella sube a la habitación a llevar algún alimento y el falso enfermo salta sobre ella forzándola. La hija acude a su padre a protestar, pero no es atendida. A los nueve meses tendrá un hijo que, si es varón, será príncipe de España, y si es hembra, monjita de Santa Clara. (En alguna versión Tamar prefiere suicidarse).
F.2.1. Un rey moro tenía un hijo/que Tranquilo se llamaba
F.2.2. Un rey tenía una hija/que se llamaba Tamara.
F.2.3. Tres hijos tenía el rey/todos tres como una grana.
F.2.4. Se paseaba Ultramara/por la sala Ultramarina.
F.3. La doncella guerrera (8, ó) (8, ó/á)
Un padre se lamenta de que su esposa no haya tenido hijos varones que puedan ir a pelear a la guerra. La hija más pequeña sale en defensa de la madre y pide permiso para vestirse de soldado; lo consigue pese a los inconvenientes y observaciones que el padre hace respecto a su diferencia física con un varón. En la guerra, el hijo del rey se enamora de ella, pero, desorientado ante la tendencia de sus sentimientos y con la duda de si corteja a un hombre o a una mujer, consulta a su madre. Esta le recomienda diferentes pruebas para cerciorarse, que fallan sucesivamente ante la discreción de la doncella. La última prueba, sin embargo, descubre su identidad, y o bien vuelve a casa de sus padres, a donde después llega el hijo del rey a buscarla, o bien éste mismo la consuela comentando que su más ferviente deseo era que ella fuese realmente una mujer.
F.3.1. En Sevilla a un sevillano/siete hijas le dio Dios.
F.3.2. Si reventaras, María/por el lado del corazón.
F.3.3. El rey manda pedir gente/de cada casa un varón.
F.3.4. Pregonadas son las guerras/de Francia con Aragón.
F.4. El conde Niño (8, á)
El conde está cantando mientras su caballo bebe. La reina, que está oyéndole desde el palacio, cree que es una sirena del mar, pero es desengañada por su hija, la infanta, que reconoce el cántico de su amado. La reina, enojada, manda matar al conde, y la princesa muere poco después; sus almas van pasando por diferentes procesos (árboles, pájaros), siendo siempre perseguidos por la madre cruel. Finalmente, se convierten en una ermita y una fuente milagrosa donde acuden a sanarse muchos enfermos; la reina, que ha quedado ciega, pretende curarse allí, pero los enamorados le niegan el perdón.
F.4.1. Madrugaba el conde Niño/mañanita de San Juan
F.4.2. Se pasea Fernandito/por las orillas del mar.
F.4.3. Mañanita, mañanita/mañanita de San Juan.
F.5. La condesita (8, á)
Se declara una guerra y el conde debe partir; si no vuelve antes de siete años, la condesa podrá casarse de nuevo. Pasa el plazo, pero ésta decide no cumplir la voluntad de su esposo, sino salir a buscarle disfrazada de romera. Después de un tiempo de peregrinación, y gracias a las indicaciones de un vaquero (o paje) le encuentra, dispuesto a contraer matrimonio con otra mujer. La condesa se presenta a él y le descubre su identidad; el conde cae desmayado, pero al despertar decide regresar con su primera esposa.
F.5.1. Se han pronunciado las guerras/pa Francia y pa Portugal
F.5.2. Esta noche es Nochebuena/y mañana Navidad
F.5.3. Ya se marcha el conde Flores/ya se marcha ya se va.
F.5.4. Harta estaba la condesa/harta y cansa de llorar
F.5.5. Se han formado grandes guerras/por encima Gibraltar
F.5.6. La quinta está sentenciada/y el conde se va a marchar
F.6. Casada de lejas tierras (6, e-a)
Una joven, casada en tierras lejanas, añora su casa y su familia. Pasa el tiempo y le llega el primer parto, ante cuyos síntomas llama urgentemente a su esposo. Este pide a su madre o su hermana que la atiendan, pero ambas se despreocupan del caso con crueles expresiones. Finalmente, desesperado, debe acudir a casa de la madre de su esposa, quien, en efecto, se ofrece a acompañarle, pero cuando regresan del viaje es demasiado tarde: las campanas doblan ya por la joven.
F.6.1. Se casa la niña/del mandil de seda
F.6.2. Una casadita/de lejanas tierras.
F.7. Don Bueso (La hermana cautiva) (8, í-a)
Don Bueso va a tierra de moros a buscar una cautiva. Al llegar a una fuente se encuentra a una joven lavando y la confunde con una mora; ella dice que es cristiana y ha sido llevada allí por la fuerza. El la invita a que vuelva a tierra cristiana a la grupa de su caballo, y ella acepta. Según van llegando, la joven reconoce su propia casa, de donde fuera arrebatada hace años. Don Bueso se alegra de haber recuperado a su hermana y hace partícipe a la madre de la buena nueva.
F.7.1. El día de los torneos/ pasé por la morería
F.7.2. Mañanita mañanita/mañanita de primor
F.7.3. Vamos a cantar, señores/estos cuplés de la niña
F.7.4. Un rey tenía una mora/que ningún caso le hacía
F.8. Don Bueso (6, í-a)
El mismo asunto que el anterior.
F.8.1. Camina Don Bueso/mañanita fría
F.8.2. Allá por los campos/de la verde oliva.
F.9. El corregidor y la molinera (8/5).
Un molinero está casado con una bella mujer a quien pretende el corregidor. Ella se opone a las relaciones, pero, finalmente -tras recibir seguridades por parte de aquél de que su marido estará ausente moliendo-, acepta acostarse con él. El marido regresa de improviso y halla dormidos a los dos amantes; se viste la ropa del corregidor, acude a casa de éste y se acuesta con su esposa. Al despertar la molinera y el corregidor y ver la ropa del molinero, presienten que han sido descubiertos y van apresuradamente a casa del corregidor, donde, discretamente, arreglan el lío con prudencia y una comida.
F.9.1. En Jerez de la Frontera/un molinero afamado
F.9.2. En la provincia de Huelva/había un molinero honrado
F.10. La mala suegra (8, á) (8, a-e)
La suegra de Arbola escucha cómo ésta, a punto de dar a luz, se queja de no estar en casa de sus padres. La sugiere que vaya allí y, mientras, ella se ocupará de atender a su hijo. Cuando llega, intencionadamente, tergiversa las palabras de Arbola, advirtiendo al hijo que han sido gravemente insultados por aquella y reclamando una satisfacción. El esposo ofendido llega apresuradamente a casa de los padres de Arbola, y pese a que ella está débil, pues acaba de parir, la obliga a acompañarle. Arbola muere desangrada, y el niño, milagrosamente, habla condenando a la abuela perversa.
F.10.1. Se pasea doña Arbola/por su palacio real
F.10.2. Marbuena se paseaba/de la sala al ventanal.
F.10.3. Se paseaba Carmela/por una sala muy grande.
F.11. Sufrir callando (8, i-o)
Una casada lamenta haber cambiado de estado, pues su esposo la maltrata. No quiere decirlo a su padre, pues el casamiento lo quiso ella; tampoco a su madre, pues la hará llorar; a sus hermanas, menos, pues matarían al marido. Prefiere sufrir en silencio, aceptando, pese a todo, las faltas de su esposo.
F.11.1. Siendo yo chiquita y niña/me casé con Don Rodrigo
F.12. Las comadres borrachas (8, é) Estrib.
Tres comadres se reúnen a merendar el día de San Andrés, pero comen y beben tan desatinadamente, que acaban el ágape viendo visiones. Llega el marido de una de ellas y la emprende a palos con todas.
F.12.1. Se juntaron tres comadres/todas de un barrio las tres
F.12.2. Ellas eran tres comadres/y de un pueblo todas tres.
F.13. El quintado + la aparición (8, e-a/í)
Un soldado que va triste a la guerra es preguntado por su capitán acerca del mal que le aqueja. Al saber que se ha casado recientemente y ha tenido que dejar a su esposa, el capitán le concede permiso para regresar. Cuando llega cerca de su casa, el soldado se encuentra una aparición que le advierte que es el espíritu de su esposa y le recomienda que se case de nuevo para tener una hija y ponerle el nombre de ella.
F.13.1. Ciento y un quintado llevan/todos van para la guerra
F.13.2. Ya ha pasado el mes de mayo/y también la primavera
F.14. Las tres cautivas (6, í-a)
Tres niñas son cautivadas por un rey moro, quien las entrega a la reina para que le sirvan. Cierto día, la más pequeña encuentra a un anciano que anda buscando a sus hijas; al reconocer en él a su padre, corre alborozada a contarlo a sus hermanas, que comienzan a llorar. La niña expresa su confianza en que el moro se apiadará y las libertará. (En otras versiones es la mora quien las entrega al padre, y en otras, el moro las encierra en una mazmorra.)
F.14.1. A la verde verde/a la verde oliva
F.14.2. En el campo el moro/en el mes de oliva.
F.15. La infanticida (8. e-a)
La esposa de un comerciante le engaña con un alférez; un hijo pequeño observa todo y da cuenta de ello al padre. La adúltera, en venganza, le descuartiza y prepara la lengua, estofada, para que el padre la cene. Cuando va a probar el primer bocado se oye la voz del niño advirtiéndole del cruento hecho. El comerciante la entrega a la justicia, que la condena a ser descuartizada. (En otras versiones es arrastrada a los infiernos.)
F.15.1. En la provincia de Burgos/en una pequeña aldea
F.15.2. Quién ha visto fuentes claras/que no las turbie la arena.
F.16. La hermana avarienta (8, í-a)
Dos hermanas se casan con dos indianos, uno de los cuales es un jugador. La esposa de éste enviuda pronto, viéndose obligada, por necesidad, a pedir para dar de comer a sus hijos. Va a casa de su hermana, pero ésta le niega la ayuda. Cuando regresa a casa el marido y se entera, le reprende y acude presuroso a auxiliar a la cuñada, pero llega tarde. Sólo vive el niño más pequeño, quien maldice a su tía, diciendo que irá a los infiernos. Al volver a su casa, apesadumbrado, el indiano encuentra a su esposa colgada de una viga.
F.16.1. Un rey tenía dos hijas/sólo dos hijas tenía
F.16.2. Cásanse las dos hermanas/juntas se casan un día
F.17. Albaniña (8, ó)
Una señora que está asomada aun balcón invita a un soldado que pasa por allí a dormir con ella, ya que su marido está ausente. Cuando menos lo esperan, éste regresa, y ella debe bajar a abrirle apresuradamente. De camino hacia el dormitorio, el marido pregunta por las prendas y objetos que va observando y que no son suyos; ella responde con evasivas. Finalmente, llega a la cama y encuentra al soldado en ella. Le agarra del bigote y le tira por el balcón. (O lleva a la esposa a casa del padre, para que la enseñe mejor.)
F.17.1. Estaba una señorita/sentadita en su balcón
F.17.2. La mañana de San Juan/antes de salir el sol
F.18. Capea de los mozos de Monleón (8, i-a/a-o)
Un joven, contra la voluntad de su madre, quiere ir a una capea. Como último recurso para oponerse a la decisión de su hijo, la madre le maldice, deseando que vuelva muerto de la corrida. El joven y sus amigos buscan al toro y le llaman; la primera cornada es suficiente para acabar con la vida del hijo maldecido, a quien devuelven a casa en un carro tal como su madre lo deseó. Esta enloquece y sale a buscar al toro que mató a su hijo, pero ya ha sido encerrado.
F.18.1. Madre, déme usted la ropa/que me voy a la corrida
F.18.2. Los mozos de Monleón/se fueron a arar temprano.
F.19. La novia del conde de Alba (8, í-a) El conde de Alba (o el duque), que está prometido a Doña Ana, se ve obligado, por voluntad real, a romper su palabra y casarse con la hija del rey. Doña Ana muere al saberlo, y cuando le hacen la autopsia, encuentran el corazón invertido. Al cabo de un tiempo, el rey observa que su yerno lleva luto y le pregunta la razón; el caballero contesta que lo hace por Doña Ana, que murió por él y a quien sigue queriendo.
F.19.1. Cartas van y cartas vienen/que se corren por Sevilla
F.19.2. Tristes nuevas, tristes nuevas/que se corren por Sevilla
F.19.3. Duque de Alba, estás casado/si no, yo te casaría.
F.20. Rico Franco (8, é)
Isabel es raptada (o ganada en el juego) por un mozo que, además, ha matado a sus padres y hermanos. De camino, la joven llora, y el mozo le pregunta por qué lo hace; ella finge tener sed y muestra su deseo de tomar una pera, para lo que pide el cuchillo que él lleva. Al ofrecérselo él, ella lo toma del revés y se lo clava al mozo, vengando así el mal recibido.
F.20.1. En Madrid hay un palacio/que le llaman de oropel
F.20.2. Un rey tenía una hija/que se llamaba Isabel
F.20.3. En Madrid hay una niña/que la llaman Isabel.
F.21. El lindo Don Juan (8, e-o)
Don Juan es advertido por el demonio (o una mujer de la que está enamorado) de que su esposa le engaña (o le quiere envenenar) con un primo suyo. Corre a su casa, y pese a las súplicas de la inocente, la mata y hace lo mismo con sus hijos. El abuelo (o la abuela) se entera y acude a la casa, pero encuentra sanos y salvos a los nietos (y en algunas versiones, a su hija), gracias a la intervención de una «Señora» que pasó por allí y les dijo que su madre estaba en el cielo, y su padre (y la amante), en los infiernos.
F.21.1. Estaba Don Juan un día/a la cercada de un huerto
F.21.2. En la ciudad de Madrid/se pasea un caballero.
F.21.3. Estando Don Juan de Oca/en su cerca mitad huerto
F.22. Blancaflor y Filomena (8, e-a)
Una madre (o un padre) se pasea con sus dos hijas. Un caballero pide en matrimonio a la mayor, pero le dan la más pequeña. Se casan, se van a vivir lejos, y al cabo del tiempo vuelve él con la excusa de que su esposa está embarazada y debe llevar a la otra hermana para que la ayude; por el camino la requiere de amores, y al no ser correspondido, la viola y le corta la lengua. Un pastor (o un pájaro) que pasa por allí lleva la triste noticia a la otra hermana, quien malpare y guisa al niño que acaba de tener para que su esposo lo cene cuando llegue. Hay unas consideraciones morales que finalizan el romance.
F.22.1. Por las orillas del río/doña Urraca se pasea
F.22.2. Carmela se paseaba/allá por Sierra Morena
F.22.3. Por las orillas del Duero/paseaba Isabel bella
F.22.4. Doña Arbola se pasea/por sus palacios de seda
F.22.5. Un rey tenía dos hijas/Blancaflor y Gerumbela.
F.22.6. Por la ciudad de Madrid/pasea doña Manuela.
F.23. Hilo de oro (8, é)
Un caballero viene de Francia y pregunta por las hijas de una señora, pues le han dicho que son muy bellas. Ella contesta que a él no le importa, y el caballero, enojado, dice que se va a ir a contárselo a la reina. La señora le da entonces a elegir entre sus tres hijas y le pide que trate a la elegida muy bien, a lo que se compromete el caballero.
F.23.1. De Francia vengo, señora/de por hilo portugués
F.24. La rueda de la fortuna (8, e-a)
Un galán filosofa sobre la Fortuna que, haciendo girar su rueda, le ha traído a una tierra extraña donde ha visto a una preciosa mujer en un balcón. Le pide un clavel de su maceta, y tras un breve diálogo, sube a acostarse con ella. El marido, que está en el campo, tiene un presentimiento y regresa a su casa, hallándola cerrada. Rompe la puerta y entra, encontrando al galán y a su mujer durmiendo a pierna suelta. La despierta y le pregunta por qué lo ha hecho si él le daba de todo lo que quisiera. Ordena que dé el pecho al hijo de ambos y que le mande a casa de la abuela. Mata a los amantes y sale a la plaza; se quita el sombrero y dice: «Cuernos dentro, cuernos fuera. Quien quiera vaca y carnero (o cancín y borrega), vaya a mi casa por ello.»
F.24.1. Oh, rueda de la fortuna/nunca te estuviste quieta
F.24.2. La rueda de la fortuna/nunca se pudo estar quieta
F.25. Pedro Carreño (8)
Un matrimonio valenciano tiene una hija enamorada de un tal Pedro Carreño. A los padres no les gusta el novio y prefieren casarla con un pariente (primo o sobrino). Se preparan las bodas y María se desmaya en medio de la ceremonia; pide permiso para ir al jardín y, desesperada, se tira al pozo. Al ver que no regresa, todos empiezan a buscarla y la encuentran ahogada. La sacan del pozo y hallan una carta en un bolsillo, donde declara su amor por Pedro. Este llora como un niño.
F.25.1. En la provincia Valencia/muy cerquita de una aldea
F.25.2. En la provincia Valencia/un matrimonio vivía.
F.26. En la estación de Alicante (8)
Un soldado licenciado que vuelve para su casa se encuentra en el tren con una señora que lleva un niño en brazos. Charlan y traban cierta amistad. Ella le pide que cuide de su hijo mientras baja a beber agua. La señora no vuelve, y el soldado tiene que hacerse cargo del niño. Llega a su pueblo, le cuenta todo a su novia y, tras casarse, adoptan al bebé. El pequeño crece y va a un taller mecánico, donde se especializa. Al cabo de unos años se traslada a Barcelona y se coloca de chófer en casa de una rica señora. Esta, muy contenta con él, le ofrece matrimonio para que pueda heredar todo su capital. El joven acepta, confesando que así podrá dejar dinero a los que le criaron, ya que su madre le abandonó. La señora descubre que es ella quien le engendró, pero por no manchar el honor de la familia, actuó injustamente abandonándole. Promete compensarle y le pide perdón.
F.26.1. En la estación de Alicante/a un tren subió un militar.
F.27. Celos y honra (8, a-a)
Dos caballeros, grandes amigos, se enamoran de una misma dama que está celosamente guardada por su hermano. Una noche, en las Comedias, don Jorge comprueba, por un anillo que lleva la joven y que él había regalado antes a don Diego, que está siendo engañado por ambos. Ella se pone colorada, pero él no le da importancia. Sí se la da, en cambio, don Diego, muerto de celos por haber visto a su dama hablando con don Jorge. Va a su casa, le reta y le mata. Lo mismo hace después con la joven. Al ruido, sale el hermano y, enfurecido, por haber sido engañado, asesina a don Diego.
F.27.1. En la ciudad de Madrid/por los caños de las aguas.
F.27.2. En la corte de Madrid/dos caballeros triunfaban.
F.28. Madre, Francisco no viene (8, a-a)
Teresa tiene un novio llamado Francisco, que suele visitarla cada semana. Un día tarda más de lo acostumbrado, y la joven se inquieta; su madre intenta tranquilizarla recordándole que están en tiempo de sementera y estará entretenido en el campo. En esto llega un jinete en una yegua anunciando que Francisco se muere porque le ha cogido un toro. Teresa pregunta las señas del astado y pide a su madre que le baje la ropa de luto. Cuando llega a casa de Francisco, le sacan a enterrar entre cuatro. Teresa se despide.
F.28.1. Teresita tenía un novio/que Francisco se llamaba
F.28.2. Madre, Francisco no viene / madre, Francisco ya tarda.
F.29. Conde Claros (8, á)
Claros se revuelve inquieto a medianoche; no le deja dormir el amor que profesa a doña Clara. Va donde ella está y se tienden bajo un rosal. Un escudero lo está viendo y acude a contárselo al rey; éste exige la verdad a su hija o la hoguera. Ella manda un recado por un paje (pajarito o sobrino, en otros casos) al conde quien, a toda prisa, llega el lugar donde van a quemar a Clara. Se disfraza de fraile y sube a confesarla; le pregunta que quién es el padre de la criatura que lleva en sus entrañas, y ella responde que Claros. Entonces descubre su disfraz, la sube a su caballo y pasa por encima de la hoguera.
F.29.1. A eso de la medianoche/cuando los gallos cantar
F.29.2. Nochebuena, nochebuena/que es Pascua de Navidad
F.29.3. Tres hijas tenía el rey/todas tres en un igual
F.30. Conde Alarcos (8, i-a)
El rey ordena al conde Alarcos que se case con su hija, a la que, en tiempos, dio palabra de casamiento. Entre tanto el conde se ha casado y ha formado una familia, por lo que el mandato le desespera. Cuando llega a su casa no puede probar bocado, pues la tristeza se lo impide. Finalmente confiesa a su esposa que el rey le ha pedido que la mate. Pregunta ella si es posible esconderse en casa de sus padres, a lo que responde el conde que, en ese caso, moriría él. Entonces ella acepta, pero le pide que no lo haga con puñal, sino estrangulándola con una toca. Antes de morir pide dar de mamar a su hijo más pequeño,al que augura, que su nueva madre le arrullará de día y le pegara de noche. El niño habla para condenar a su padre y anunciar la salvación de su madre.
F.30.1. El rey manda que te mate/y me case con su hija
F.30.2. Cómo no me casa, padre/cómo no me casaría
F.30.3. Estaba doña Isabel/al balcón como solía
F.31. Una encantadora joven (8, 7)
Una joven y un mozo tienen relaciones, tras las cuales ella queda encinta. El se desentiende, y la joven da a luz, ocultando al recién nacido en un barranco. Pasa un pastor por allí, se encuentra al niño y le lleva a su casa, entregándoselo a su mujer, quien cuida de él. Le bautizan y, pasados los años, encaminan sus pasos hacia la vocación eclesiástica. Estudia para cura y llega a ser párroco en la población. Al cabo de cierto tiempo llega a confesarse una señora muy triste, que resulta ser su propia madre, a quien el sacerdote perdona, considerando que la culpa no fue suya, sino del hombre que la perdió.
F.31.1. Una encantadora joven/sostenía relación
F.32. Julia Rodrigo (8)
Julia, hija de un viudo comerciante, es pretendida por un barbero, de quien, finalmente, se enamora. El padre pretende prohibirlo, pues ha preparado la boda con un capitán muy rico. Al no poder convencerla ni con argumentos ni con amenazas, la encierra en un cuarto, atada de pies y manos. El barbero, alarmado por la desaparición de Julia, da parte a la justicia; registran la casa del comerciante y encuentran a la joven muerta. Junto a ella, una nota en la que explica la causa de su muerte y concede el perdón a su padre. Este, desde la cárcel, escribe una carta arrepintiéndose de todo y reconociendo el castigo que merece.
F.32.1. A nuestro divino Dios/y a la Virgen soberana
F.32.2. Un comerciante ya viudo/vivía en dicha ciudad
F.33. El pastor y la mala madre (8)
Una mujer desnaturalizada abandona a su hija recién nacida. Un pastor, atraído por los gritos de la niña, la recoge y la lleva a su choza, donde la crían junto a otra hija que tienen Pasado el tiempo, se casa con un chófer, y yendo un día con el camión, encuentran a una anciana abandonada; la cobijan en su casa, y al poco tiempo, en una celebración familiar, vienen a visitarles el pastor, su mujer y la hija. A través de aquél, la anciana se entera de que la joven que ha sido tan buena con ella es adoptada y conoce todos los detalles del caso. La vieja, entonces, se pone de rodillas y pide perdón a su verdadera hija. Esta la perdona y le asegura que se quedará en su casa hasta que muera.
F.33.1. Al alcalde de este pueblo/le pedimos por favor
F.33.2. En la provincia Sevilla/en el pueblo de Lebrija
F.34. Despedida del soldado (7, 5)
Un soldado, herido de muerte, escribe una carta a su madre, en la que manda un último recuerdo para sus hermanos y para su novia, a quien pide perdón por no poder cumplir su promesa de casamiento. Describe el lecho donde espera su último momento, ayudado a morir por dos monjas que rezan por él y ponen a su cabecera un crucifijo. Termina diciendo a su madre que no llore, pues sobre el féretro pondrán la bandera.
F.34.1. El veinte de junio/oh Dios amado
F.35. Qué hermoso pelo lleva (7, á)
Elisa va en coche a ver a su padre; lleva hermoso pelo que le ha peinado su tía con peines de oro y horquillas de cristal. Muere Elisa y la llevan a enterrar en caja de pino y tapa de cristal. Encima van cantando tres pajaritos y acompañan al féretro un cura y un sacristán cojos. Es copia del tema de Mambrú; de hecho, algunas versiones terminan con la frase: «Elisa de Mambrú».
F.35.1. Elisa va en un coche/la lleva su papá
F.35.2. A Atocha va una niña/hija de un capitán
F.36. La infanta seducida (8, a-a)
La hija del rey queda embarazada y éste se lo nota; ella, sin embargo, achaca sus trastornos a un dolor de cabeza. Cuando pare pretende ocultar al niño, y encarga al padre que, envuelto en una capa, le saque de su habitación, pues si lo sabe el rey, les cortaría la cabeza. El caballero sale y se encuentra en la escalera al rey, a quien pretende engañar sobre lo que lleva en su capa.
F.36.1. En el jardín del amor/hay una rosa encarnada
F.36.2. En el campo hay una flor/que está toda deshojada
F.37. El crimen del zapatero (8)
Un zapatero asesina aun acreedor con cuya esposa mantiene relaciones y esconde el cadáver bajo la cama, echándole cal para impedir su descomposición. Al cabo de cierto tiempo pretenden deshacerse del muerto, pero son descubiertos por un pastor que avisa a su amo y les denuncian.
F.37.1. En la provincia Albacete/en el pueblo Balazate
F.38. Conflictos de conciencia en la guerrilla cubana (7, 10)
Un soldado es apresado junto con otros por los insurrectos cubanos. Al saber que va a morir, suspira por su madre. El cabecilla insurrecto pregunta de dónde es y el nombre de sus padres; el soldado sólo puede dar el de la madre, pues no conoció a su progenitor. El cabecilla se identifica como su padre y les da la libertad. Antes de despedirse da dinero a su hijo y se marcha para la guerrilla de nuevo.
F.38.1. Caminan cien soldados/con sus sargentos pa Nueva York
F.39. Oración de la Virgen del Carmen (8)
Milagro obrado por la Virgen del Carmen sobre un soldado que llevaba su escapulario durante la guerra de Cuba. Un regimiento sediento se acerca a beber agua a una fuente y es asaltado por unos insurrectos. Mueren muchos, y otros son tomados prisioneros. Cuando van a fusilarlos, uno de ellos se despide de su madre y de Burriana, su pueblo natal; el cabecilla le pregunta si no tiene padre, y el soldado contesta que sí, pero abandonó a su madre embarazada de tres meses. Descubren que son padre e hijo, y el insurrecto propone al soldado que deserte y se quede con él. Este no quiere deshonrar a su patria ni al Ejército y prefiere volver a España o ser fusilado. El padre le entrega dos mil reales y le da la libertad. Acaba el romance con una oración a la Virgen del Carmen para que termine en breve plazo la guerra de Cuba.
F.39.1. Te pido, Virgen del Carmen/tu sagrada protección
F.40. El crimen de Ceclavín (4, 8, 10)
Una viuda, por dinero, intenta entregar a su hija en brazos de un hombre rico. La joven prefiere perder la vida antes que ver su honor atropellado. A pesar de ello, la madre prepara la cita; cuando entra el caballero, la hija asesta dieciséis puñaladas a su madre y mata también a aquél, pese a que intenta ablandarla confesándole que es casado y tiene tres hijos inocentes. Tras estos hechos, se entrega y, ante el juez, declara que lo hizo por no perder su honor. La meten en la cárcel, y allí se quita la vida, acusando a su madre de haber sido la causante de su perdición.
F.40.1. En Ceclavín/señores, se cometió
INDICE
En este índice van los títulos de los romances y canciones, siguiendo en lo posible la nomenclatura del CGR (Catálogo general del Romancero); junto a cada título, el número que ocupa en dicho Catálogo y una referencia para quien desee buscar una versión ya publicada en los siguientes libros o revistas:
CF = J, Díaz, L- Diaz, J. D- Val: «Catálogo folklórico de la provincia de Valladolid». Tomos I, II, IV y V. Diputación de Valladolid, 1978-1982.
CNP = J. Diaz: «Cancionero del Norte de Palencia». Diputación de Palencia, 1982.
CP = J. Diaz, L. Diaz: «Cancionero de Palencia II». Diputación de Palencia, 1983.
RF = «Revista de Folklore». (Se indica el número de la Revista). Caja de Ahorros Popular. Valladolid.
RC = Narciso Alonso Cortés: «Romances de Castilla». Diputación de Valladolid, 1982.
CED = Centro Etnográfico de Documentación. En el Centro están archivadas versiones correspondientes a más de 200 temas romancísticos diferentes, para quien desee consultarlas.
Las versiones tradicionales de los romances que tienen asterisco proceden, probablemente, de algún pliego o imprenta similar a los que se reseñan a continuación y que obran en mi poder.
«Bañando está las prisiones». Madrid, Plaza de la Cebada, 96.
«Coronado está el cordero». Imprenta Hijos de J Pastor, Cantarranas 26. Valladolid, 1888.
«El Corregidor y la Molinera». Imprenta Abanico. Hospital, 19 Barcelona.
«El crimen del zapatero». Imprenta Rodríguez de Llano. Rodas 26. Madrid.
«Los dos más dulces esposos». Imp. Hijos de J. Pastor, Cantarranas 26. Valladolid, 1888.
«Duda de San José». Autor: José de Arcos. Córdoba. Luis de Ramos.
«En el doloroso entierro». Imprenta Hijos de J. Pastor, Cantarranas 26. Valladolid, 1888.
«En la estación de Alicante». Imprenta Rodríguez de Llano, Rodas 26. Madrid.
«En tanto que el hoyo cavan». Imprenta Hijos de J. Pastor. Valladolid, 1888.
«Una encantadora joven». Imprenta Horacio Rodríguez, Norte 13. Madrid.
Imprenta Rodríguez de Llano, Rodas, 26. Madrid (El autor de la letra es Manuel S. Miralle y de la música el maestro Villajos).
«La hija del penal». Imprenta Horacio Rodríguez. Norte 15. Madrid.
«Josefa Ramírez». Abanico, Biblioteca Moderna. Barcelona. Imprenta Universal. Travesía de San Mateo 1. Madrid.
«La lavandera requerida por su hermano». Poseo un pliego chileno de la década de los treinta.
«La militara» (La mujer soldado). Tipografía Minerva. Angustias 3. Valladolid.
Imprenta Rodríguez de Llano, Rodas 26. Madrid.
«Mariana Pineda». Imprenta Universal. Cabestreros 5. Madrid.
«Oración de la Virgen del Carmen». Imprenta Rivas. Logroño.
Imprenta Rodríguez de Llano, Rodas 26. Madrid.
«El pastor y la mala madre». Imprenta Rodríguez, Norte 15. Madrid.
«La peregrina». Imprenta Santarén. Valladolid, 1858.
«San Antonio y los pájaros». Imprenta Rivas. Logroño.
Imprenta Rodríguez de Llano, Rodas 26. Madrid.
En todos los casos, la variación entre la versión tradicional y la de pliego es mínima y debida a la acción transformadora de los especialistas en la tradición oral quienes, por fallos en la memoria o por recreación alteran el material recibido.
A BELEN LLEGAR 0533 CF II, p. 138 ADULTERA DEL CEBOLLERO, La CF I, p. 282 AGUSTINITA y REDONDO 0625 CF II, p. 180 ALBANIÑA 5031 CF II, p. 201
ALIARDA 0149 RF 21
AMORES CONTRARIADOS 0186 CED
APUESTA GANADA, La 0255 RC 147
ARADO y LA PASION DE CRISTO, El 0880 CF V, p. 263
ARRIERO y LOS SIETE BANDIDOS, El 0134 CF II, p. 137
ATROPELLADO POR EL TREN 0156 CF I, p. 278
BAÑANDO ESTA LAS PRISIONES 0029 CED .
BARAJA, La 0470 CF I, p. 254
BASTARDA y EL SEGADOR, La 0161 RF 4
BLANCAFLOR y FILOMENA 0184 CF I, p. 185
CAPEA DE LOS MOZOS DE MONLEON, La 0371 CF II, p. 139
CASADA DE LEJAS TIERRAS, La 0155 CF I, p. 202
CELOS y HONRA 0147 RC 104
COMADRES BORRACHAS, Las 0275 CP 15
CONDE ALARCOS 0152 CF I, p. 173
CONDE CLAROS 0159 CF I, p. 166
CONDE NIÑO, El 0049 CF I, p. 44
CONDE PRESO 0230 CED
CONDESITA, La 0010 CF I, p. 58
CONFLICTOS DE CONCIENCIA EN LA
GUERRILLA CUBANA 0210 CED
CONVIDADO DE PIEDRA, El 0591 CF I, p. 96
CORONADO ESTA EL CORDERO CF V,p.72 .
CORREGIDOR y LA MOLINERA, El 0218 CF I, p. 68 .
CRIADA y EL SENORITO, La 5005 CED
CRIMEN DE CECLAVIN, El 5015 CF II, p. 154
CRIMEN DE GALICIA, El CF V, p. 232
CRIMEN DEL ZAPATERO, El CF V, p. 229
CURA ENFERMO, El 0177 CF V, p.214 CURA SACRILEGO, El 0083 CF I, p. 105 DAMA y EL PASTOR, La 0191 CF I, p. 148 DELGADINA 0075 CF I. p. 75 DESCENDIMIENTO, El 0706 CF II, p. 144
DESPEDIDA DEL SOLDADO CF V, p. 221
DEVOTA DEL ROSARIO, La 0212 CP 23
DIFUNTA PLEITEADA, La 0217 CF I, p. 101
DIFUNTO PENITENTE, El 0209 CP 13
DOCE PALABRAS, Las 0423 CF IV, p.8
DON BUESO (8) 0169 CF I, p. 110
DON BUESO (6) 0169 CF I, p.110
DON GATO 0144 CF I, p. 242
DONCELLA GUERRERA, La 0231 CF I, p. 191
DONDE VAS ALFONSO XII 0162 CP 71
DOS MAS DULCES ESPOSOS, Los CF II, p. 141
DUDA DE SAN JOSE 0777 CF I, p. 129
EL REGUÑIR, YO REGAÑAR 0171 CNP 147
EN EL DOLOROSO ENTIERRO CF V, p. 182
EN EL MONTE MURIO CRISTO 0664 RC 218
EN LA ESTACION DE ALICANTE 5012 CF II, p. 168
EN TANTO QUE EL HOYO CAVAN CF V, p. 75
ENCANTADORA JOVEN, Una CF II, p.156
ESPOSA FIEL, La 0113 CF I, p. 231
FATAL OCASION, Una 0232 CF I, p. 65
FLOR DEL AGUA, La 0104 CP 17
FRAY PEDRO 0665 CED
FUSILAMIENTO DE GARCIA y GALAN, El 0158 CNP 101
GALAN QUE CORTEJA A UNA MUJER
CASADA, El 0203 CF V, p. 239
GALLARDA, La 0200 RF 20
GERINELDO 0023 CF I, p. 50
HERMANA AVARIENTA, La 0374 CF V, p.212
HERMANOS HUERFANOS, Los CF II, p. 181
HIJA DEL PENAL, La CF V, p. 259
HILO DE ORO 0224 CF V, p. 239
HUESPED AFORTUNADO, El 0612 CED
INCREDULO, El CF I, p. 126
INFANTA SEDUCIDA, La 0138 RF 10
INFANTICIDA, La 0096 CF I, p. 82
INFANTINA, La 0363 RF 6
JESUCRISTO EN TRAJE DE POBRE CNP 135
JESUCRISTO VA DE RONDA 0727 CF V, p.215
JOSEFA RAMIREZ 5007 CF II, p. 164
JUEVES SANTO 0064 CF I, p.l40
JULIA RODRIGO CF II, p. 177
LABRADOR CARITATIVO 0185 CF I, p.121
LAURA GOMEZ CF I, p. 288
LAVANDERA REQUERIDA POR SU
HERMANO, La 5023 CF II, p. 166
LINDO DON JUAN, El 0166 CF IV, p. 161
LOBA PARDA, La 0235 CF I, p. 152
LUZ ETERNA 0195 CF I, p. 160
MADRE, FRANCISCO NO VIENE 0193 CED
MALA SUEGRA, La 0153 CF I, p. 87
MAMBRU 0178 CF V, p. 207
MANDAMIENTOS, Los 0199 CF I, p. 246
MARIANA PINEDA 0175 CF V, p. 211
MARINERO AL AGUA 0180 CF II, p. 142
MARTES DE CARNAVAL, Un CF V, p. 206
ME CASO MI MADRE 0221 CF I, p. 207
MILAGRO DEL TRIGO, El 0512 CF II, p. 143
MILITARA, La CF II, p. 172
MOLINERO y EL CURA, El 0461 CF I, p. 211
MONJA POR FUERZA, La 0225 CF I, p. 214
MUERTE DE LA INOCENTE CALUMNIADA
POR EL DIABLO 0608 CF V, p. 236
MUERTE DE PEPETE CF V, p. 223
MUERTE DEL PRINCIPE DON JUAN 0006 RF 6
NACIMIENTO 0593 CF V, p. 216
NIÑO PERDIDO, El 0179 CF II, p. 148
NIÑOS EN EL HORNO, Los 0143 CED
NOCHEBUENA 0710 CED
NOVIA DEL CONDE DE ALBA, La 0508 CF I, p. 181
ORACION DE LA VIRGEN DEL CARMEN CED
PASTOR y LA MALA MADRE, El 0213 CED
PADRENUESTRO PEQUEÑITO CF V, p. 227
PASTORA y LA VIRGEN, La 0214 CF II, p. 141
PECADOR CONTEMPLA CF V, p. 226
PEDIGüEÑA, La 0204 CF I, p. 156
PEDRO CARREÑO CF II, p. 165
PENITENCIA DEL REY DON RODRIGO 0020 CF II, p. 140
PEREGRINA, La 5006 CED
PERNALES, El CF II, p. 158
POR AQUEL PORTILLO ABIERTO 0034 CF II, p. 146
PRISIONERO, EL 0078 CED
QUE HERMOSO PELO LLEVA 0696 CF V, p. 209
QUINTADO + LA APARICION, El 0480 CF I, p.267
RETRATO, El 0548 CF V, p. 96
REY Y LA VIRGEN ROMERA, El 0192 CF I, p. 273
REYES, Los 0120 CNP 19
RICO FRANCO 0133 CF I, p. 197
RONDADOR DESESPERADO, El 0188 CF I, p. 237
ROSITA ENCARNADA 5019 CF II, p.174
RUEDA DE LA FORTUNA, La 0132 CF V, p. 272
SACRAMENTOS DE AMOR 0211 CF I, p. 250
SAMARITANA, La 0187 CNP 125
SAN ALEJO 0141 CP 99
SAN ANTONIO Y LOS PAJAROS 0194 CF I, p. 117
SANTA CATALINA 0126 CF I, p. 219
SANTA ELENA (8) 0173 CF I, p. 262
SANTA ELENA (6) 0173 CF I, p. 265
SEDUCIDA Y SALVADA POR EL ROSARIO 0208 CF V, p. 214
SERRANA DE LA VERA, La 0233 CF V, p. 242
SOLEDAD DE LA VIRGEN 0098 CF I, p. 144
SUFRIR CALLANDO 0273 RF 12
TAMAR 0140 CF I, p. 39
TORTILLA DEL TENIENTE, La 0763 CF II, p. 151
TRES CAUTIVAS, Las 0137 CF I. p. 224
VENDEDOR DE NABOS. El 0765 CED
VIRGEN Y EL CIEGO, La 0226 CF I. p. 134
VUELTA DEL MARIDO, La 0113 CF I. p. 228
ZAGALA REQUEBRADA, La 5011 CED