30-11--0001
Pocos trabajos se han hecho en la Península -donde tan abundante cosecha podría aún recogerse- sobre dicterios referentes a los gentilicios. Fermín Caballero y Cecilia Bohl de Faber iniciaron tímidamente la recogida de algunos dictados tópicos entre los que se podían hallar calificativos contra los habitantes de este o aquel lugar por algún hecho sucedido en el pasado, por algún defecto reconocido, por alguna observación justa o injusta sobre su comportamiento, etc. Leite de Vasconcelos publicó en Portugal unos Dictados Topicos do povo portuguez recolhidos da tradiçao oral a los que siguieron los Dictados tópicos del Alto Aragón, reunidos por Joaquín Costa en 1883. En nuestro siglo, Gabriel María Vergara y Antonio Rodríguez Moñino dedicaron su atención (principalmente en el Diccionario Geográfico popular y en los Dictados tópicos de Extremadura, respectivamente) a esta temática tan interesante de la que bien podría decirse que se ha sacado poco provecho. Es necesario saber cómo se denomina a los habitantes de cada pueblo siguiendo el habitual criterio etimológico, pero también conviene conocer cómo les han llamado sus vecinos y por qué lo han hecho. En este caso, una vez más, el folklore viene en ayuda de la historia, aunque sea ésta de carácter local. Una colección completa de dicterios descubriría costumbres olvidadas, cultivos que se practicaron en otro tiempo y que dejaron huella en la vida de los vecinos de talo cual lugar, usos, oficios, defectos, virtudes y tantas otras características que calificaron sus conductas y sirvieron para volverlos a bautizar.