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Desde hace muchos años, uno de los objetivos prioritarios en nuestra Fundación ha sido la recopilación de archivos sonoros, procedentes en buena parte del trabajo de campo de diferentes personas e instituciones. Estos archivos han convertido la sede de la Fundación, en la Villa de Urueña, en un lugar de encuentro, no sólo para investigadores españoles y extranjeros de los campos de la etnografía, la antropología, la filología y la musicología interesados en conocer y estudiar nuestra cultura, sino también para aficionados y visitantes en general, que han mostrado su atención hacia los fondos conservados en la Fundación.
A partir de agosto del año 1996 se creó una página web en la que comenzamos a mostrar algunos de los contenidos archivísticos de la Fundación. Esos contenidos han ido incrementándose a lo largo de los últimos tiempos gracias a las tecnologías más recientes, lo que ha ido permitiendo tener una relación más fluida e intensa con los visitantes virtuales, que han ido enriqueciendo con sus consultas e intereses nuestro acervo y la propia concepción del Archivo.
En la página principal se halla un buscador que identifica en primer lugar la consulta del visitante (tenemos entre 4.000 y 6.000 usuarios al día), la dirige hacia su punto de interés y la muestra de forma gráfica o sonora. Si el visitante ha optado por la posibilidad de localizar un pueblo, por ejemplo, el buscador va a mostrarle todas las referencias que se hallan en las diferentes secciones de la Fundación, que se muestran en veinte apartados, pudiendo acceder a cada una de ellas a través de la ficha correspondiente. Si la consulta se dirige específicamente a una localidad pero el visitante ha elegido ya la sección fonoteca concretamente, el buscador le mostrará únicamente las fichas correspondientes a las grabaciones de campo que se han efectuado en esa localidad. Hasta ahora el proceso habitual era que el visitante, una vez realizada la consulta y encontrada la referencia del documento sonoro, solicitara al correo electrónico de la Fundación los datos referentes a esa grabación manifestando su interés por escucharla. Para facilitar y agilizar esa tarea, los más de 28.000 registros existentes en la fonoteca se habían volcado a archivos mp3 lo que permitía contestar rápidamente al solicitante y enviarle por correo electrónico el contenido de su interés. Sin embargo, queriendo ir un paso más allá, hemos puesto a disposición de nuestros usuarios tres modelos nuevos que, suponemos, podrán ser de gran utilidad en el futuro. Uno de esos modelos puede consultarse a través de la página de la Biblioteca Digital de Castilla y León y ofrecerá principalmente los temas recogidos en el área geográfica correspondiente a la Comunidad Autónoma en la que desarrollamos nuestra actividad
http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=20044
Ese tipo de enlaces ofrece la posibilidad de combinar la audición de grabaciones con la visualización de pliegos de cordel de los mismos temas, ya que más de 4.000 pliegos y papeles impresos han sido ya subidos a la Biblioteca digital y se pueden consultar en línea
http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=8566
Otro modelo de consulta, que se activará en breve plazo, permitirá la audición directa de cualquier grabación de campo a través de Wikimedia, con cuyos responsables ya habíamos firmado un convenio para la divulgación de parte del archivo de imágenes de la Fundación.
Finalmente, una nueva aplicación permitirá recurrir a las grabaciones de campo gracias a su geolocalización y a la relación con otros datos geográficos o sociales.
Precisamente el motivo de esta ponencia es poner de relieve las potenciales posibilidades de un archivo gracias a la relación del documento con otros documentos o datos que permitan un fácil acceso e identificación. Recientemente celebramos un simposio en Urueña sobre los impresos religiosos que nos han acompañado durante toda la vida, desde las partidas de bautismo a las esquelas de fallecimiento pasando por las cartillas escolares, los pequeños documentos de confesión o comunión en la parroquia, las participaciones de boda, los recordatorios de primera comunión o la multitud de estampas de devoción, incluyendo aquellas que van más allá de lo religioso y se refugian en la superstición. Contemplando todos estos documentos, estos no-libros, ya que ninguno alcanza la categoría de libro y por tanto a veces ni siquiera han sido catalogados en las bibliotecas constituyendo un auténtico problema para sus cuidadores, nos preguntábamos cuánta información perdemos a diario al no ser capaces de relacionar una pieza, un objeto o un documento con aquellos datos que, no solamente ayudarían a comprender esa pieza sino la mentalidad de quien la generó. En efecto, tras una simple estampa que representa a un santo o santa existe una selección, que casi siempre está motivada por algo que rara vez aparece en el impreso salvo que se exprese de forma manuscrita: simpatía, apariencia, estética, transmisión de un fervor heredado... Existe también una relación con la devoción local, tal vez alentada desde una fuente letrada -vamos a llamarla así- que incluye determinados datos que serán cribados e intuitivamente seleccionados por la mentalidad del devoto. Se puede suponer también que existió una preferencia o una necesidad en el hecho de elegir una estampa o una ilustración mayor para decorar la pared del propio domicilio. También si esa elección fue por el material sobre el que la imagen estaba impresa (tela, seda, papel). Por supuesto entramos en el terreno del patrimonio inmaterial cuando descubrimos que a ese santo o santa se le dirigían unas oraciones específicas que no siempre estaban impresas en la estampa y procedían de un devocionario, de una novena o de la misma tradición oral. Finalmente cabe diferenciar la estampa si el reverso delata que se trata de un recordatorio, de un calendario, de una rifa, de un recortable, de un relicario, de un exvoto o simplemente de una convocatoria. Como se podrá comprobar, este conjunto de metadatos no siempre está a disposición del investigador porque rara vez suele llegar a manos del archivero, cuya labor en ese caso se reduce a describir correctamente el objeto y situarlo en el emplazamiento adecuado.
En un documento sonoro, por ejemplo, debemos contar con varios elementos que lo diferenciarán claramente: en primer lugar, y enmarcando el origen del documento, el interés del entrevistador, que pone el énfasis en un tema y su desarrollo. Por otro lado, la forma de expresión del entrevistado, que puede ser recitada, cantada o por medio de gestos. Además, podremos comprobar el género, que nos permitirá clasificar el documento según las tipologías al uso. El título responderá a criterios establecidos por instituciones o estudiosos cuyo papel en la identificación de ese tipo de documentos haya sido fundamental para el desarrollo de los géneros correspondientes.
Establecidos todos esos elementos diferenciales, nuestra pretensión es que el propio centro de documentación sea capaz de proporcionar al investigador unas vías a través de las cuales relacionar el registro con otros archivos que complementen y arrojen luz sobre su origen y evolución. Vamos a suponer que el usuario de la fonoteca viene buscando unas canciones de un lugar concreto, por ejemplo de la provincia León, que los mozos cantaban a Santa Brígida la víspera de la fiesta de la Santa, es decir el 31 de enero. El archivo debería poner inmediatamente al investigador en relación con la localización geográfica y las especificaciones estadísticas, datos a los que irán unidos elementos iconográficos (algún grabado o pintura de la santa, si es que lo hay, y alguna fotografía de la imagen o del templo en que se la rinde culto). En la descripción del documento aparecerá también, como es natural, el dato de que era una fiesta de mozos y por tanto un rito al que estaban adscritas costumbres como la de tocar las campanas -ya que se decía que la noche de Santa Brígida o de San Tormentero, los diablos se entretenían en fabricar la piedra que luego caería sobre las cosechas-, evitando con el toque continuo y por turnos durante toda esa noche que los diablos se juntasen a preparar el pedrisco. Probablemente el archivo facilitará también la cancioncilla que los mozos recitaban por lo bajo para saber el orden en que debían sonar las dos campanas de la torre:
Ten-te nu-be
ten-te tú
que más pue-de
Dios que tú
(en negrita la campana derecha y en cursiva la izquierda)
Las canciones que los mozos usaban para el rito de la petición por las casas (origen de la consulta y que aparecerán todas relacionadas por pertenecer al mismo ritual y función), con cuyo producto hacían después una merienda, deberán estar relacionadas también por estar enmarcadas dentro del período invernal -no olvidemos que estamos ante un ritual de preparación de la primavera- en el que el disfraz de vieja que caracterizaba a Santa Brígida hilando era llevado por uno de los mozos que precedía a los demás en el recorrido petitorio. También los datos sobre la hagiografía de la santa y la bibliografía sobre el tema que nos permitirán comparar las tradiciones del norte de España con las existentes en Irlanda y Escocia. Si existía un voto de villa que obligaba a guardar la fiesta, si había una cofradía que perpetuaba la celebración y si esa cofradía guardaba los libros de cuentas y los estatutos donde sin duda podrían hallarse datos sobre usos, penas y prohibiciones que completasen la costumbre. La mayor parte de esos datos se hallarán en una de las secciones de nuestra página, denominada Almanaque popular en donde ya se reúnen datos relacionados con la festividad religiosa de cada día del año y las costumbres que genera
http://www.funjdiaz.net/almanaque/ficha.php?id=201
Con todas estas posibilidades, un archivo se convierte en algo más que un contenedor de datos para constituir una fuente interactiva capaz de poner en relación recursos hasta ahora dispersos y susceptible de ser consultada desde conceptos y referencias muy diversos.