21-11-2015
El título de esta Partitura hace referencia a la canción tan popular escrita por "Ferrusquilla", más conocido en la vida real como José Ángel Espinosa, actor mejicano y compositor de canciones, y podría ser perfectamente un resumen de la existencia que suponemos estar viviendo y la aspiración de la que nos gustaría vivir. Pasamos el tiempo apresurados y espoleados por una angustia pretendidamente piadosa que parece que nos regala sus horas todas las mañanas pero en realidad se queda con ellas. No es que vivamos por delante de nuestra época o disfrutemos de una capacidad augural, es que tenemos una necesidad irrefrenable de ocupar todos los segundos del día para demostrarnos a nosotros mismos que estamos vivos y activos. A veces vamos solos, y en otras ocasiones llevamos un coche como quien pasea un perro y va pensando en otra cosa (y por eso parece que el coche o el perro lo llevan a él). Los relojes de todo el mundo tienen sus esferas llenas de gentes que madrugan o que no se han acostado todavía y esperan a que padres y madres preocupados preparen las mochilas de sus hijos con libros y bocadillos a modo de talismanes con los que se supone que podrán defenderse de los dragones que se encontrarán en el camino al colegio o en el colegio mismo. Quienes hayan tenido tiempo de leer el periódico comprobarán que la economía no es buena pero lo parece, que las decisiones que la están alterando permanentemente no se toman aquí y que además ninguna de esas decisiones tiene que ver con las personas o con el sentido común sino con las estafas permanentes o con las pirámides de Ponzi.
A los que prefieren la edición digital, los espera la selva de los simpáticos y agudos psicópatas que todo lo critican y que opinan de la vida y de las personas desde el impune anonimato, respetado escrupulosamente por las propias publicaciones que albergan y publican sus detritos. Del mismo modo que la gente del campo aliviaba antes el cuerpo de mañanita en el corral, así los modernos Columelas nos enseñan dónde y sobre quién arrojar el estiércol que sus mentes estuvieron cuidando y volteando para que llegara a su destino calentito y lo más hediondo posible. Pasaron los tiempos del papel en que quien quisiese opinar había de pasar por la ventanilla de la identificación para hacerse responsable de sus opiniones y de sus actos...
Todas estas cosas y muchas más se encuentra el ciudadano o el pueblerino (qué sentido más negativo sigue teniendo la denominación del que huye del bullicio de la vida urbana) que deciden levantarse de buena mañana impelidos por una ilusión densa como la niebla y como la niebla disipable. Lo que Horacio suponía que haría feliz al ser humano -el poder cultivar el campo heredado de los padres con una pareja de bueyes propia- es hoy tan imposible de alcanzar como la luna, y los negocios de los que el poeta romano aconsejaba huir han convertido al individuo de nuestro tiempo en esclavo de sus deseos sin posibilidad de manumisión. Las condiciones en las que Horacio basaba la dicha humana -estar libre de deuda como la antigua raza de los hombres, no despertarse con el trágico bufido de la trompeta de guerra y no asustarse de las iras del mar- han cambiado, porque las deudas, las guerras y los mares que se tragan a despavoridos emigrantes se nos han hecho tan cotidianos como el comer o el respirar.
En Méjico -lo comentaba al iniciar esta partitura-, llaman "Ferrusquilla" a uno de los actores y compositores más respetados y queridos en el país azteca: José Ángel Espinosa. El apelativo le viene de la época de su juventud, cuando tuvo que interpretar un personaje de ficción, el capitán Ferrusquilla, que mantenía el interés de los niños en la cadena radiofónica XEQ. En esa cadena comenzó a hacerse más conocido de día en día gracias a sus interpretaciones y tuvo sus primeros contactos con quien durante un breve período de tiempo habría de ser su novia, Blanca Estela Pavón. El padre de ella, al ver que José Ángel estaba tan enamorado de su hija que se pasaba las noches en pijama junto a su ventana, le dejaba entrar dos o tres minutos a verla antes de echarle hasta la noche siguiente. Después de formalizar las relaciones vivieron un tiempo de felicidad formando compañía hasta el día en que un contrato los separó a la fuerza: un empresario de Oaxaca, sin presupuesto para pagar a la compañía entera, decidió que fuese ella sola. En el viaje de regreso, el avión en que viajaba se estrelló y el pobre Ferrusquilla se enteró del trágico accidente mientras acompañaba a Jorge Negrete a San Luis Potosí...
Parecería que estoy hablando de un desconocido si no fuese porque todos sin excepción hemos cantado -tristes o alegres, en solitario o acompañados-, alguna de sus canciones. Mencionaré las dos más populares, "Échame a mí la culpa" y "El tiempo que te quede libre". Solamente por esos títulos ya merecería José Ángel Espinosa pasar a la posteridad y recibir la consideración de compositor más que notable. Su humildad y su bonhomía le dictan en la segunda un texto a través del cual sabemos que quiere ser generoso con la actividad y ocupaciones de su amada, a la que incluso anima a entregarse a tareas humanitarias, pero la súplica con que remata cada final de estrofa me recuerda la parábola del buen samaritano que alivió y ejemplarizó nuestras infancias: "el tiempo que te quede libre, si te es posible dedícalo a mí". ¿Y qué decir del otro tema, el de "Échame a mí la culpa"? ¿No podría servir de reflexión, si es que ello fuese posible, a la legión de maltratadores que a diario nos llenan de vergüenza y ensucian siglos de esfuerzos por mejorar de la humanidad entera?: "dile al que te pregunte, que no te quise; dile que te engañaba, que fui lo peor. Échame a mí la culpa de lo que pase, cúbrete tú la espalda con mi dolor, y allá en el otro mundo en vez de infierno encuentres gloria y que una nube de tu memoria me borre a mí". Pese a vivir en uno de los países que se consideran más machistas del universo, Ferrusquilla es un ejemplo vivo y una persona querida y admirada. A sus casi cien años confiesa haber compuesto cerca de 200 canciones y humildemente declara que, aunque no le tiene miedo a la muerte, preferiría seguir viviendo unos años más porque la vida es hermosa. Evidentemente lo sería si hubiese muchas personas como él, modesto, sencillo, recatado y siempre dispuesto a ayudar a los demás pese a haber sufrido pérdidas terribles como la de su hija menor que murió al ser embestido su coche por una furgoneta que conducía un borracho imprudente.
Quienes conocían a Ferrusquilla se sorprendieron de que Louis Malle le llamara para interpretar el papel del Dictador en la película "Viva María". Como si hubiese cometido un crimen que nunca cometió, el pobre José Ángel aceptó dulcemente que los terribles focos del rodaje acabaran con su ya dañada vista. Cuentan que Jeanne Moreau, haciendo de samaritana buena y dedicándole el tiempo que tenía libre, se entretenía entre escena y escena en darle tiernas y cuidadosas friegas en los ojos a Ferrusquilla para que pudiese aguantar la siguiente toma...