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La fiesta del mayo es una de las que con más sentido pueden ser recuperadas en nuestros días por encima de motivaciones religiosas o profanas que en otros tiempos la alentaran. En una Sociedad de espaldas a cualquier tipo de dificultad, cerrados los ojos a la realidad, no viene mal recordar, aunque sea por vía de "lo ejemplar" que se valora menos, el "noviazgo" constante entre individuo y naturaleza que en otros tiempos hubo. La necesidad de depender uno de la otra y viceversa. Así, la fiesta del mayo puede tener un simbolismo cierto y útil. El árbol como necesidad; el árbol como vida, como fuente de bienestar. Como ser viviente que merece nuestro respeto y nuestros cuidados. De nada sirven los gestos hermosos; de nada que unos niños dediquen un día a plantar árboles si sus padres, de quienes reciben realmente la educación, dedican unos cuantos más a arrancarlos o quemarlos.