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Interesaría tener noticia de muchos de los grabadores que ilustraron las portadas e interiores de los pliegos sueltos. Cierto que en los primeros siglos (gótico, renacimiento, barroco) tales portadas se surtieron de imágenes utilizadas para fines bibliográficos o de las marcas de los propios impresores, pero las siguientes centurias, y en particular el siglo XIX, conocieron un auge extraordinario de esta clase de papeles hasta el extremo de que algún taller tipográfico debió la buena marcha de su negocio casi en exclusiva a la venta y distribución de coplas, romances y aleluyas. Trabajos como el del ilustrador catalán Noguera, que trabajó para Antonio Llorens y posteriormente para su viuda Cristina Segura, merecerían un estudio monográfico tanto por su interés artístico -innegable en una obra que va mucho más allá de lo estrictamente popular- como por su aportación al estudio de la etnografía y las costumbres de la época que Noguera conocía en su vertiente urbana y rural como pocos. Además de los temas religiosos, obligados en un tipo de literatura como aquel al que servía, el grabador catalán retrató el mundo del teatro, de los mercados, de la alta y baja sociedad, de los paseos, bailes y diversiones populares con un estilo peculiar y digno de mejor fortuna.