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Contestando don Julio Caro Baroja a una pregunta de Manuel Garrido Palacios acerca de la accesibilidad actual de los festejos tradicionales gracias a la rapidez y facilidad de desplazamiento de los vehículos, aseguraba que "donde el auto entra, todo se convierte en obstrucción" y añadía haciéndose eco de la aprensión del ser humano hacia las cosas desconocidas: "Como predicaba Mahoma, donde entra el arado entra la deshonra".
Son bien conocidos los fallidos intentos de don Julio de llegar a conducir un coche pese a la obstinada insistencia y los buenos oficios de su gran amigo y colega Julián Pitt-Rivers, quien terminó reconociendo que en mentes tan complejas y superiores como la de Caro Baroja no cabía la simplicidad de la mecánica.
Bromas aparte, preocupa que hoy por hoy se continúe despreciando en muchos países teóricamente "civilizados" cualquier tipo de conocimiento que venga adornado con alguna veta de la tradición. Podría decirse que España participa y aún fomenta todavía desde algunos frentes, esa negación del patrimonio común, llámese éste monumento, expresión popular o idioma. Va a hacer cien años que Rafael Altamira incluía tal negación entre las cuatro contradicciones que a su juicio afligían a nuestro país: "Carencia de amor a la patria española; carencia de estimación de lo propio; carencia del sentido y, sobre todo, de la voluntad del sacrificio por el interés común y carencia de un concepto claro de lo que es la independencia de un pueblo". Como se podrá observar nuestros defectos son más que centenarios y no han sido provocados exclusivamente por ese tipo de progreso del que tan amargamente se quejaba don Julio.