Joaquín Díaz

EDITORIAL


EDITORIAL

Revista de Folklore

Los afiladores

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El oficio de afilador, pese a ser uno de los más antiguos y populares de entre los que la tradición nos ha legado, tiene poca literatura. Miguel Gamborino graba a comienzos del siglo pasado en su famosa colección "Los Gritos de Madrid", una preciosa colección de los tipos que, por esas fechas, se veían y escuchaban pregonando sus mercancías por las calles de la capital del reino. El amolador, cómo no, está incluido en ese ramillete y Gamborino nos lo muestra de pie, ante su característica rueda de amolar accionada por pedal sobre la que está cayendo un chorrillo de agua, afilando un cuchillo o una navaja. Dice Ramón Gómez de la Serna que los niños, casi siempre crueles en sus pequeñas obsesiones, perseguían a estos personajes gritándoles: "El carro español y el burro francés ", aludiendo a la tradición de que fuesen originarios de Francia los afiladores. Don Francisco de Quevedo ya hace mención de esta circunstancia cuando en "La Fortuna con seso y la Hora de todos" escribe: "El amolador, que hablaba el castellano menos zabucado de gabacho, dijo: Nosotros somos gentilhombres malcontentos del rey de Francia; hémonos perdido en los rumores, y yo he perdido más por haber hecho tres viajes a España, donde, con este carretoncillo y esta muela sola, he mascado a Castilla mucho y grande número de pístolas, que vosotros llamáis doblones". El español con quien está conversando el afilador se queja a continuación de la escasa calidad de los productos franceses más conocidos de la época (fuelles, ratoneras, alfileres y cuchillos) particularidad que obliga a sus compatriotas a renovar constantemente la mercancía y a comprar a los vendedores ambulantes que vienen del vecino país.

Hay también tradición parece que más reciente de que los afiladores viniesen de Galicia y más concretamente de Orense. Aunque han ido modernizando su impedimenta (de la piedra con pedal al pequeño motorcillo) y adaptándose a los tiempos (carretón, bicicleta, motocicleta, coche) sus escalas características han seguido sonando en las calles de pueblos y ciudades llamando a los usuarios a poner a punto los filos de sus navajas, tijeras y cuchillos.