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El turrón sigue siendo lo es desde hace mucho tiempo uno de los elementos indispensables en la Navidad. Aunque sus orígenes son bastante confusos hay algunas leyendas curiosas sobre su nacimiento: Lo más probable es que proceda de los tiempos de la dominación musulmana en el Levante español; la utilización de miel, almendras o avellanas en su preparación así parece indicarlo. En cualquier caso, ya desde el siglo XV existe en catalán la palabra "torrón" o terrón, refiriéndose a un dulce, parecido a un conglomerado de tierra, que se hacía por Navidad. En el siglo XVII y preparado en cajas se enviaba de unas cortes a otras como signo de amistad, constituyendo un regalo apreciadísimo. En Barcelona se cuenta que, en tiempo de Felipe IV y durante el asedio de las tropas reales a la ciudad, las autoridades catalanas ofrecieron un premio a aquel proveedor de alimentos que consiguiera producir uno que no se corrompiera y permaneciera inalterable y comestible durante mucho tiempo; un confitero llamado Turrons presentó, entre dos obleas, una masa compacta de almendras y miel y se llevó el premio. Otra versión dice que fue en 1703, y con motivo de una epidemia, cuando se convocó un certamen para crear un dulce que se mantuviera más de un mes sin perder sus cualidades: ganaron Pablo Turrons y Pedro Xercarius y se dice que de ahí le viene la denominación.
Como hemos visto, sin embargo, su historia es muy anterior y ya Cobarruvias, a comienzos del siglo XVII, habla de él como "cierta golosina que se hace de avellanas, almendras, nueces y piñones y se tuesta con miel".