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Ha venido a ser habitual, sobre todo entre los musicólogos que se dedicaban a estudiar el folklore musical de una comunidad, establecer unas escalas sobre las cuales, teóricamente, se basaría la mayoría de las canciones de ese grupo y -también teóricamente- serviría para identificarlo.
Parece que últimamente se tiende a revisar este uso, concediendo más importancia a lo que se denomina "estilo", que sería algo así como un cauce mejor definido (las escalas serían solamente un esqueleto) dentro del cual "construyen" y se sienten a gusto tanto los músicos populares como sus oyentes. Ese estilo se podría materializar y traducirse en melodías concretas (breves, sencillas y fáciles de asimilar) cuya combinación -arbitraria o intencionada- conformaría o determinaría un "gusto" musical, éste sí verdaderamente identificador. El estudio completo de estos paradigmas melódicos daría una idea más perfecta del desarrollo y evolución de una tradición musical, al poder incluso asimilarlos a períodos históricos y al contrastarlos con ejemplos musicales de distinta extracción, de cuya influencia no habrían podido sustraerse.