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En días pasados se han celebrado en Madrid unas jornadas de trabajo sobre «Patrimonios musicales de tradición oral», convocadas por el Centro de Documentación Musical del Ministerio de Cultura. Aparte de la recopilación y estudio de la música de tradición oral, se han contemplado aspectos insoslayables, como la inclusión de este género en la educación general así como en la específica musical, y su presencia en los medios de comunicación; se vieron también temas polémicos, como el de la creación y difusión artísticas, tan lejanos teóricamente del acervo cultural de tipo tradicional y tan cercanos sin embargo en la realidad, como hemos intentado demostrar repetidamente desde estas páginas. Finalmente, la política cultural, ausente por lo general de los programas de los gobiernos a no ser con finalidades oportunistas, obtuvo también una parte de la atención de especialistas e investigadores.
Nos complace comprobar que el proceso creativo, imprescindible para la cabal comprensión de la tradición oral, está presente en las deliberaciones de los expertos tanto como lo está en la vida real. Creemos que el control ejercido habitualmente en tiempos pasados por la propia comunidad sobre la aportación de novedades al corpus tradicional se ha debilitado y conviene devolver un cierto equilibrio a los diferentes planos en que se desarrolla actualmente esta silenciosa pero importante actividad.