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INTRODUCCION
Una de las preocupaciones que más sintió desde sus orígenes la humanidad, y a la que llegó incluso a rendirle culto, fue la fecundidad, tanto de la tierra, como de los animales, como de la propia especie humana. Nos lo prueban ya en el Paleolítico las pinturas aparecidas en las cuevas y las estatuillas femeninas, conocidas como "venus"; más tarde, los petroglifos o grabados rupestres, también interpretados como signos mágicos para favorecer la abundancia de diversas especies animales; con los romanos, los ritos agrarios y primaverales, continuados hasta nuestros días con los "maios" y las bendiciones de los campos con hachones de paja y con agua bendita a finales de abril y comienzos de mayo.
En lo referente a la humanidad, este culto a la fecundidad prosiguió, como otros muchos, a lo largo de los siglos, incluso después de las prohibiciones efectuadas por el cristianismo, especialmente por San Martín Dumiense en el siglo VI por cuanto de paganismo tenían estos ritos. Es sobradamente conocido que todos los cultos relativos a la fecundidad estaban, y lo siguen estando, muy ligados al agua, fundamentalmente, como elemento propiciador de la vida, aún cuando muchos de esos ritos estén en la actualidad cristianizados, como se puede apreciar en las numerosas "fontes santas" situadas al pie de los santuarios a los que posiblemente dieron lugar, merced a las prácticas precristianas que en ellas se llevarían acabo.
En Galicia, en lo que a la especie humana se refiere, y a pesar de los avances de la ginecología, no pueden ser olvidadas aún hoy ciertas prácticas consideradas como "supersticiosas", en las que interviene, como elemento primordial, el agua.
Hemos de diferenciar, no obstante, entre los ritos llevados a la práctica por mujeres supuestamente estériles, como es el caso del "baño de las nueve olas" en la Playa de A Lanzada (Sanxenxo-Pontevedra), los que realizan las que se "dan de perda", es decir, abortan sin motivo aparente o les mueren los hijos con frecuencia poco después del parto, de uno de los cuales tratan las presentes líneas, y los efectuados por y para ayuda de las parturientas.
EL PUENTE: SITUACION Y DESCRIPCION
El puente a que nos referimos, "A Ponte do Ramo", como es conocido por la totalidad de los habitantes del municipio de Cuntis, en la provincia de Pontevedra, y de las parroquias de otros limítrofes, se halla situado sobre el río Umia, en la carretera local que une la capitalidad municipal con la cabecera de la parroquia de Santa María de Cequeril, pasado el lugar de Sevil, a seis kilómetros y medio, aproximadamente, de la primera carretera abierta entre los años 1925 y 1935.
Antes de la construcción de dicha vía de comunicación ya existía el puente de "0 Ramo", que sirvió de apoyo al actual, más ancho, siendo todavía perfectamente visible desde la orilla del río. Era entonces estrecho, de 1,80 ms. de anchura, de piedra según se aprecia y según los testimonios de quienes le recuerdan, con un amplio ojo central de 10 ms. de diámetro, y dos menores, uno a cada lado, de 4 ms. de luz, apoyados al interior sobre pilares de perpiaños de 2,60 ms. en sentido transversal al río y de 4 ms. en el que discurren las aguas, con las esquinas ligeramente redondeadas aguas arriba, haciendo a modo de suaves tajamares. Al exterior, los arcos menores se apoyan en sendas construcciones fuertes, de perpiaños, que salvan el desnivel. La altura a la que discurre la actual carretera es de 8 ms. sobre el nivel normal de las aguas, siendo la del primitivo de unos 6,50 ms.
Domingo Fontán lo sitúa en su "Carta" de 1845 (1), aplicándole el signo correspondiente a "puente de madera", mientras que Madoz, en su "Diccionario" de 1847 (2), da la noticia de su existencia, pero sin indicación del material de construcción. Por su parte, Francisco Coello, en su "Atlas del Diccionario Geográfico" publicado en 1856 (3), lo recoge también, haciendo pasar sobre él un "Camino de Herradura o Senda". No lo localiza, sin embargo, Tomás López en su "Atlas" de 1810 (4).
Es de destacar el hecho de que actualmente no tenga crucero ni en el centro ni en las entradas. La presencia del crucero es considerada imprescindible por ciertos autores para la validez de la práctica "bautismal" (5). Lo tenía, entre otros, el Puente de o Burgo, sobre el río Lérez, en Pontevedra capital, en donde se celebraba el "bautismo", cuya ceremonia fue narrada por los escritores decimonónicos Andrés Muruáis (6). y Claudio Cuveiro (7), y dibujada por los artistas B. L. Sanmartín (8) y Agustín Portela (9).
Tratando de averiguar si el puente "do Ramo" había tenido en algún momento crucero, consultamos sobre el tema a cuatro personas, todas ellas mayores de setenta y cinco años, del lugar de Sevil: Miguel Somoza Ameijeiras, propietario del molino harinero que se encontraba, aguas arriba, muy próximo al puente y que fue arrasado por la riada del pasado mes de octubre, Manuela Ferrín Portela, José Fuentes y Dolores Escariz Bugallo. Los cuatro informantes nos manifestaron recordarlo en el margen izquierdo del río, si bien no coinciden en lo concerniente a la ubicación, ya que los tres primeros lo sitúan como a unos treinta metros de la entrada del puente, a la altura del molino y en un camino que conducía al lugar de Vilar de Mato, mientras que la cuarta lo ubica inmediatamente a la salida del puente, a la derecha del primitivo camino. Son coincidentes, no obstante, al aseverar que se trataba de una sencilla cruz de piedra, sobre varal, sin ningún tipo de imagen esculpida, al estilo de los que aparecen en los cruces de caminos por los cuales se conducían los difuntos desde la aldea a la iglesia, y conocidos como "camiño dos difuntos", deteniéndose la comitiva a la altura del crucero para rezar un responso.
En cuanto al paradero actual del crucero, el citado Miguel Somoza refiere que al construir la carretera fue derribado, cuidando él de guardarlo en el molino, en donde lo tuvo custodiado hasta hace relativamente pocos años, en que lo puso en la orilla de la vía al objeto de pedir a la cuadrilla que la estaba reparando que lo colocase en su sitio primitivo, pero que una mañana se encontró con que había desaparecido.
Como vestigio arqueológico más cercano al puente, encontramos en terrenos pertenecientes al lugar de Sevil, a la derecha de la carretera, a unos 300 ms. del mismo y a 150 ms. del río, un montículo poco elevado denominado "A Torre dos Mouros", posible fortaleza medieval, actualmente cubierta de maleza, en la que se observaban perpiaños trabajados y en donde la tradición popular situaba unas escaleras que bajaban a una galería subterránea por la que los habitantes de "A Torre" llevaban sus caballos a beber al río Umia.
Coello coloca en su "Atlas" (10) el signo de un "Molino de agua", en la orilla izquierda del río y aguas arriba del puente.
Por su situación, y como único punto válido para cruzar el río en varios kilómetros, era un lugar muy transitado, ya por la gentes que acudía a los molinos, ya por arrieros y carreteros, ya por los mozos que regresaban de visitar a sus novias.
VIGENCIA DEL BAUTISMO PRENATAL
Aún cuando el rito del bautismo prenatal pueda parecer, a los ojos de la cultura actual, una práctica, además de supersticiosa, "arqueológica" y anticuada, nos encontramos en condiciones, por los datos de que disponemos, y que no estimamos conveniente hacer públicos nombres para no herir la sensibilidad de las practicantes, de afirmar que aún no hace muchos años seguía realizándose en "A Ponte do Ramo". De hecho, conocemos a varias mujeres, algunas relativamente jóvenes, que se han sometido a esté ceremonial y a muchas personas que, en más de una ocasión incluso, actuaron como "padrinos" o "madrinas" y ejecutantes del "bautismo", a pesar de la prohibición expresa efectuada en 1747 por el Arzobispo de Santiago Don Cayetano Gil Taboada (11).
DENOMINACION
El acto de "bautizar" a un feto antes de su nacimiento es denominado en la zona de Cuntis "enxembrar" y el efecto o acción es conocido como "enxembramento", lo mismo que en el cercano municipio de Cerdedo (12). Pudiéramos pensar que tal denominación es una deformación de "enxendrar" (engendrar), en el sentido de ayudar a la criatura a formarse definitivamente. Pero nos encontramos con que Rodríguez González en su "Diccionario" (13) recoge la palabra "enxemprar" como acción de "echar agua de socorro al recién nacido", acepción que se corresponde con la portuguesa "enxampIar" (14).
A pesar de que no coinciden los significados, sí son semejantes sus efectos. Tendríamos, pues, en ambos casos, la acción de salvar la vida a un ser humano, en uno a un "nonnato" y en los otros a
un "neonato".
FINALIDAD
Como hemos indicado, el objetivo primordial del "enxembramento" no es otro que el evitar que se produzca un nuevo aborto en una mujer que ya ha sufrido varios o que le fallezcan los hijos de manera continuada al poco tiempo de haber nacido, sin que los médicos encuentren remedio para impedirlo, y, en la mayoría de los casos, después de haber acudido a la divinidad en diversos y, a veces, lejanos santuarios, sin haberse olvidado de los curanderos.
De ahí que las mujeres del contorno que se encontrasen ante dicho problema se decidiesen a acudir al puente con la finalidad de no perder al hijo deseado y de esa manera poder tener descendencia, hecho de suma trascendencia para todos los matrimonios, pero mucho más en Galicia.
EL "BAUTISMO"
Una vez tomada la decisión de realizar el bautismo prenatal, se fijaba la fecha más conveniente en la que se acercaría a "A Ponte do Ramo".
En cuanto al día preferido, los datos que poseemos no nos dan con exactitud uno determinado. Mientras que para algunas es indiferente, hay quien dice que debe practicarse en un martes, al tiempo que otras afirman que ha de hacerse en noche de plenilunio o de cuarto creciente, aún cuando la mayoría se inclina por el sábado, al igual que Lis y Cuveiro (15).
Fijado el día, la mujer embarazada, en compañía de algunos familiares, se dirigía, ya entrada la noche, hacia el puente, evitando hablarse entre ellos durante el recorrido y hasta que se hubiese realizado el "enxembramento". Llegados allí, la mujer y algunos de la comitiva bajaban hasta la orilla por el lado derecho de la carretera en el sentido Cuntis-Cequeril hacia cualquiera de las márgenes del río, dependiendo de la procedencia de los practicantes del rito. En silencio, aguardaban las doce de la noche, ya que antes no podía realizarse el "bautismo", hora que coincide con la establecida en otros puentes (16).
Mientras tanto, dos personas de las que le acompañaban, preferentemente hombres, se apostaban cada una en una entrada del puente, al objeto de retener a la primera persona que pasase y de evitar a toda costa, a partir de la medianoche, que cruzase por él ningún animal ni persona hasta que el bautismo se hubiese realizado; de lo contrario, el ritual no surtiría los efectos deseados.
La primera persona en llegar a cualquiera de los extremos del puente, hombre o mujer, era obligada a descender hasta la orilla para efectuar la ceremonia del "enxembramento" y "apadrinar" a la criatura "nonnata".
El "bautismo" se realizaba bajo uno de los arcos menores del puente, mientras los dos guardianes seguían cuidando de que no pasase nadie por encima, y consistía en que el ocasional "padrino", o "madrina", la mayoría de las veces, desconocido, tomase agua del río, con un recipiente, o con las manos, y la vertiese o salpicase sobre los pechos y sobre el vientre de la embarazada, al tiempo que pronunciaba las palabras "yo te bautizo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", procurando no decir el habitual "Amén", ya que de lo contrario la ceremonia no daría los resultados apetecidos, obligando a tener que volver otra noche.
El rito del "enxembramento" estaba ya consumado, pudiendo los dos vigías descender hasta debajo del puente, junto a los otros de la comitiva. Pero el ceremonial aún no había concluido, ya que en la mayoría de los casos había de celebrarse la "comida" ritual, en mayor o menor cantidad, finalizada la cual arrojaban, de espaldas al río y por encima de la cabeza, los restos a la corriente, como si se tratase de un acto de agradecimiento al Umia por el bien que de él estaban seguros de haber recibido. El hecho de considerar a las fuentes, a los ríos y a los mares como seres vivos, purificadores y generadores de vida, a los que deben ser ofrecidos tributos, principalmente en forma de alimentos, es frecuente en la cultura popular gallega (17).
Pero al "bautizado", como si del bautismo cristiano se tratase, ha de imponérsele un nombre desde ese preciso instante y que tal vez se decidiese durante la "comida". ¿Qué criterios: se seguían para ello? Los datos de que disponemos no nos dan una norma fija. Mientras hay quien apunta a que el deseo de los padres es el que se impone, otros afirman que es la opinión del "padrino" la que impera, tanto es así que en uno de los casos conocidos éste quiso que la criatura llevase por nombre el suyo, y, al nacer gemelos, hombre y mujer, impusieron a ambos el de quien les había "apadrinado" bajo el puente, en masculino y femenino.
Algunas mujeres que han verificado este "bautismo" afirman que el niño "enxembrado" ha de llamarse obligatoriamente Ignacio o Ignacia, según el sexo, sin que sepan explicarnos el motivo.
En cualquiera de los casos, el nombre impuesto en el "bautismo" prenatal es respetado también en el cristiano, pudiendo, no obstante, serle añadido otro que los familiares deseen.
Debe ser. destacado el hecho de que al accidental "padrino" que actuó en "A Ponte do Ramo" se le reconocía el derecho a, si así lo quisiera, apadrinar a la criatura, una vez nacida, en la iglesia.
Casos hay en los que el "bautismo" de "A Ponte" sirvió para iniciar, entre familias alejadas y, hasta esa fecha, desconocidas, estrechos lazos, no sólo de amistad, sino incluso de familiaridad duradera.
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(1) FONTAN, Domingo. Carta geométrica de Galicia.1845.
(2) MADOZ Pascual. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Tomo VI. Madrid. 1847. Pág. 317.
(3) COELLO, Francisco. Atlas de España y sus posesiones de Ultramar del Diccionario geográfico-estadístico-histórico. PONTEVEDRA. Madrid. 1856.
(4) LOPEZ, Tomás. Atlas geográfico de España. 1810.
(5) LIS QUIBEN, Víctor. La medicina popular en Galicia. Pontevedra. 1949. Pág. 224.
(6) MURUAIS, Andrés. O Bautismo. En "El Heraldo Gallego", Orense, núm. 277, 31-VII-1878, págs. 317-318.
(7) Tomado de BARREIRO DE W., Bernardo, Brujos y astrólogos de la Inquisición de Galicia y el famoso Libro de San Cipriano. Coruña, 1885, págs. XLIII-LII.
(8) SANMARTIN, B.I. Un bautizo en el Puente del Burgo. Publicado en "Extracto de Literatura", Santiago, año I, núm. 5, 4 de febrero de 1893, pág. 9.
(9) Publicado en "Guía-Anuario de Pontevedra-Marín", 1940, como ilustración a la reproducción de O Bautismo, de MURUAIS.
(10) COELLO, op. cit.
(11) Constituciones Sinodales del Arzobispado de Santiago. Santiago. 1747. Págs. 35-36.
(12) LIS QUIBEN, op. cit., pág. 224.
(13) RODRIGUEZ GONZALEZ, Eladio. Diccionario enciclopédico gallego - castellano. Tomo II. Galaxia. Vigo. 1960. Pág. 220.
(14) LEITE DE VASCONCELLOS, J. Etnografía portuguesa. Vol. V. Lisboa. 1967. Pág. 48.
(15) LIS QUIBEN, op. cit., pág. 224; CUVEIRO, cit. en nota 7.
(16) MURUAIS, op. cit.; CUVEIRO, op. cit.; LIS QUIBEN. op. cit., pág. 224; BECO-IGLESIAS, Elisardo, La actual medicina popular. Un ejemplo, Coruña, 1981, págs. 211-215; FRAGUAS FRAGUAS, Antonio, Item Bautizo, en "Gran Enciclopedia Gallega", t. 3, pág. 154; PEREIRA-POZA, Antonio, Bautismo intraútero en cinco puentes del Condado de Salvatierra, en Actas del II Coloquio Galaico-Minhoto", vol. I, Santiago, 1984, págs. 397-404.
(17) BOUZA BREY, Fermín, La mitología del agua en el Noroeste Hispánico, Coruña, 1942, y LOPEZ CUEVILLAS, Florentino, O culto das fontes no Noroeste Hispánico, Porto, 1935.