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Es evidente la importancia del niño como guardador de la tradición folklórica; así, por ejemplo, Luis y Nieves de Hoyos consideraron lo infantil como una característica complementaria de lo folklórico. Para estos autores lo folklórico se caracteriza por tres causas o esencias fundamentales, como son: lo tradicional, lo popular y lo anónimo; y por otros tres hechos complementarios, como son: el regionalismo, lo racial o antropológico y el predominio esencial y constante de lo femenino y de lo infantil por ser la mujer y el niño los perdurables guardadores de la tradición folklórica (1).
Efectivamente los niños recogen en sus juegos tradiciones, costumbres..., una multitud de hechos muy significativos y que determinarán en gran medida su propia personalidad.
De este modo, desde las primeras palabras y notas musicales que recibe (nanas, cantos de cuna...), el niño se convierte en depositario de todo el acervo cultural y tradicional que le rodea al ir recibiendo y acumulando toda una serie de usos, costumbres y canciones, que tienen tras sí el valor del paso de los siglos.
Ese acervo cultural y familiar, que recibe inconscientemente, se irá aumentando poco a poco, al relacionarse con otros niños, con los juegos y canciones que éstos le aporten. Se constituye, pues, el niño en depositario, portador, renovador y transmisor de unas determinadas formas de comportamiento que conocemos como folklores (2).
Los juegos, en particular, tan ligados al niño desde sus primeros años, pueden considerarse como una enseñanza para vivir en grupo, una enseñanza que incita al individuo a dar a conocer sus habilidades (fuerza, rapidez, puntería...), generalmente en los chicos, o a expresar sus anhelos e ilusiones, especialmente en las chicas. Todo ello, en la mayoría de los casos, ajustándose a un ritual propio, bien con palabras, canciones o signos cuya utilidad es intentar mantener inalterable el juego.
Aún con pocos meses de edad, el niño, inconscientemente, se convierte en receptor de usos, costumbres y canciones, cargados de vida y sentimientos, cuya función principal es divertirle y entretenerle; tal es el caso de estas cancioncillas:
"Palmas, palmitas,
higos y castañitas,
pastillas de turrón,
¡qué buenas que son!,
que viene tu papá
y te trae un perrito
que dice: ¡gua-guá!"
(Cancioncilla para que los niños pequeños aprendan a dar palmadas.)
"Cuando vayas a por carne
que no te corten ni por aquí,
ni por aquí...,
¡sino sólo por aquí!"
(Se va señalando el brazo del niño hasta llegar a la axila, donde se le hacen cosquillas.)
Incluso, a través de alguna de estas primeras cancioncillas, el niño puede llegar ya a percibir la relación familiar aunque ejemplificada, como en este caso de "Los cinco lobitos", en el mundo animal:
"Cinco lobitos (3)
tiene la loba,
cuatro rabotes
y uno sin cola."
(Los niños aprenden a hacer un movimiento giratorio con la mano.)
Posteriormente, al crecer y, con ello, evolucionar la personalidad del niño, comienza su vida en sociedad dentro de la pandilla, bien en su calle y barrio o en la escuela; con ello evoluciona también el tipo de costumbres, canciones y juegos, y también su temática, que pasará a ser más real y más cotidiana. También a partir de aquí comienzan a distinguirse los juegos de los niños y de las niñas: cada grupo se cierra a la intromisión de los demás, recurriendo a expresiones como "los niños con los niños..."
Producida esta separación, en las costumbres y juegos de los niños prevalecerá el afán de superación y el desarrollo de aptitudes como la fuerza, la agilidad o la resistencia. Un ejemplo nos lo ofrece el juego de "El Rey", en el que un jugador hace de rey y los demás de vasallos. El rey tiene que adivinar el oficio que representan, con mímica, cada uno de los vasallos. Una vez adivinados todos los oficios sale corriendo tras ellos y, según los va pillando, los mete en la cárcel hasta que pille a todos; entonces hará de rey el primero que haya sido encarcelado. Entre el rey y los vasallos se entabla el siguiente diálogo:
-Buenos días, Majestad.
-Buenos días, mis vasallos: ¿de dónde venís?
-De su reino.
-¿y qué oficio tenéis?
(En ese momento los vasallos representan, con mímica, su oficio.)
En las niñas, por el contrario, predomina insistentemente el tema del amor, el noviazgo y el matrimonio, como reflejo del ambiente social, de la mentalidad que prevalece aún en la actualidad, especialmente en el mundo rural. Este ambiente social, que en otras épocas llegó a ser obsesivo, queda plasmado en el alma infantil y así, como señala A. Carril (4), uno de los juegos favoritos de las niñas es el de "las mamás" -las casitas, las comiditas-, escuela de mujeres y reflejo de la mentalidad española que hacia la mujer se ha tenido.
Intentaremos, a continuación, corroborar estas afirmaciones transcribiendo algunos ejemplos del folklore infantil (rimas, juegos, supersticiones) que hemos recogido (5) en Jumilla, ciudad situada al NE de la región murciana. El término municipal limita al norte con la provincia de Albacete y al este con la de Alicante por lo que la ciudad, sus habitantes y sus costumbres participan en parte de las características de las citadas provincias, especialmente de la manchega. Su población, principalmente agrícola, es de 21.166 habitantes.
RIMAS Y JUEGOS FEMENINOS
La edad en que se accede al matrimonio es el tema del juego de comba, para saltar la cuerda, "¿De cuántos años te quieres casar?", consistente en que, tras esta pregunta, se da a la cuerda y se van contando los saltos: "de uno, de dos, de tres...", hasta que falle la chica que está saltando. Curiosamente el juego da por sentado que todas las chicas quieren casarse (6).
Esa idea de que la chica es la que "quiere casarse" se repite también en el juego "Pimientos colorados", juego en que las chicas hacen dos filas y, cantando, entablan todas un diálogo con otra chica que baila entre las dos filas y que, al final, dirá el nombre de su novio al oído de una chica cualquiera, la cual tendrá que salir después a bailar, iniciando de nuevo el juego. El diálogo es el siguiente:
-"Pimientos colorados,
azul y verde,
la señorita......(nombre de la que está medio)
casarse quiere.
Bien, bien,
no quiere que sepamos
quién es su novio:
¿quién es?
-El mocho de la escoba
que es un bimboyo.
-¿Dónde vas?
-A por leche.
-¿Tú solita?
-Como siempre.
-¿Tienes novio?
-Sí.
-¿Quién es? (lo dice al oído de otra chica)
-Ya sabía yo
que casarse con......(nombre del chico)
iba a ser su perdición,
chin, pon."
La idea aparece aún más claramente en la siguiente canción de corro, titulada "La señorita", donde la chica piensa tanto en su deseada boda que está a punto de perder la vida por esa causa:
"La señorita (7)......(nombre de la chica)
se quiere casar
y se va a morir de tanto pensar.
Si piensa con su novio,
su novio no la quiere
por eso......(nombre de la chica)
de pena se muere.
A......(nombre) le vamos a dar
chocalate con aguarrás
y a su novio le daremos
chocolate con piñuelos.
Que salga usted, (8)
que la quiero ver bailar,
saltar y brincar,
y dar vueltas al aire.
Por lo bien que lo baila
esa moza,
déjala sola,
sola que baile."
Incluso en la siguiente, y tan conocida, canción infantil de "El señor don Gato" la iniciativa seguirá de parte de la hembra, de la gatita, que consultará al gato "si quiere ser casado". Al igual que en la canción anterior, una chica baila entre dos filas y, en el estribillo, se para y mueve la cintura a ambos lados:
"Estaba el señor don Gato (9)
sentadito en su tejado,
marramamiau, miau, miau,
sentadito en su tejado.
Ha recibido una carta
que si quiere ser casado...
con una gatita parda,
sobrina de un gato pardo...
El gato por ir a verla
se ha caído de un tejado...,
se ha roto siete costillas,
el espinazo y el rabo...
Lo enterraron por la tarde,
a la hora del pescado...
Al olor de la sardina
el gato ha resucitado,
marramamiau, miau, miau,
el gato ha resucitado."
La postura masculina queda aún más clara en la canción de corro "Su capitán", pues el hombre "tiene una mujer en cada puerto" y puede escoger la que quiera para casarse..., sólo, en el caso de que "alguna vez se haya de casar". La canción es buena muestra de todo un tipo de mentalidad femenina: el hombre ((no quiere casarse" y engañará a la chica en la menor ocasión; se desprende, en consecuencia, que toda precaución que adopten las chicas será poca. Para esta canción, las chicas forman dos filas y una de ellas baila en medio; al terminar la canción elige una chica rubia y baila con ella, luego escoge una morena y, en la siguiente ocasión, elige a una chica cualquiera que será la encargada de comenzar de nuevo el juego.
"Su capitán (10) (bis)
de un barco inglés, (bis)
en cada puerto tengo una mujer.
La rubia es (bis)
fenomenal (bis)
y la morena tampoco está mal.
Si alguna vez (bis)
me he de casar (bis)
me casaré con la......(rubia o morena)
Podemos ir comprobando, pues, que, bajo la aparente inocencia de las canciones infantiles que utilizan las chicas, existe toda una mentalidad, toda una filosofía que se está marcando y grabando, inconscientemente, en su alma infantil.
En ocasiones, incluso bajo la aparente inocencia de algunas canciones, podríamos descubrir significados muy distintos. Así, en la siguiente canción de corro, "El cuartel", donde la niña va a recibir la idea de que ha de tener cuidado con los militares, se narra, además en primera persona para acercarlo más al oyente, cómo, mientras una chica pasaba por un cuartel, vino el coronel "a pegarme un pisotón"; el aumentativo y la expresión "vino a pegarme" indican que el personaje, calificado luego como "cacho de animal", comete su mala acción a conciencia y con toda su mala fe, hasta el punto de que la niña tuvo que estar quince días "sin poderse menear".
""
Esta anécdota, este simple suceso, da pie a una petición: la narradora pide a las demás chicas que no vayan al cuartel "porque los soldados les pisan los pies". Hasta aquí todo parecería muy inocente si no fuese porque no se pide precaución a todas las chicas sino solamente a "las niñas bonitas": ¿por qué los soldados sólo pisan el pie a las niñas bonitas y no a las feas? ¿Qué significado puede subyacer bajo ese inocente "pisar los pies"?
Para esta canción las chicas se colocan también en dos filas y una de las chicas baila en medio: al decir "les pisan el pie" la que está en medio ha de pisar tres veces a una chica cualquiera (que luego saldrá a bailar, continuando el juego), cuando dicen "larguito por alante" se estira el vestido, "cortito por atrás" se lo levanta, y cuando dicen "adiós, mi capitán" saluda militarmente. Observamos al final de la canción, en ese estirar y levantar la falda, un cierto atisbo de coquetería femenina, un cierto exhibicionismo como muestra de lo que será la presunción quinceañera:
"Pasando por el cuartel (11)
se me cayó un botón
y vino el coronel
a pegarme un pisotón.
¡Qué pisotón me dio
el cacho de animal
que estuve quince días
sin poderme menear!
Las niñas bonitas
no van al cuartel
porque los soldados
les pisan los pies.
Si eres chiquitita
y te pisan el pie,
te compraré un vestido
de color café.
Larguito por delante,
cortito por detrás,
con cuatro volantes
y adiós, mi capitán."
En la siguiente canción, "La lechera", creo que existe también, bajo su aparente inocencia, un significado algo fuerte, con bastante miga, en los cuatro primeros versos. Juegan dos chicas, una frente a otra, y, siguiendo el ritmo de la canción, van haciendo una serie de movimientos con las manos: entrecruzamientos, palmadas...; al decir "leche condensada" hacen como que beben un vaso de leche; cuando dicen "Con café" se quedan inmóviles ya que quien se mueva, pierde:
"La lechera, si, señora,
ha puesto una lechería,
donde venden, donde compran
más de noche que de día.
Hay gente que le gusta
la leche condensada,
hay gente que le gusta
la leche con café, café."
A veces una simple cancioncilla puede mostrar una cierta coquetería, un cierto gusto por amoríos y aventurillas, como la canción siguiente, "Al corro Manolo", donde se nos muestra a una chica que, por un momento, ha quedado sola, sin la vigilancia de sus padres. Es una canción de corro en la que, al final, se hace lo que indica la canción:
"Al corro, Manolo, (bis)
mi papá está en los toros,
mi mamá más allá;
¡que me caigo una culá!"
Un cierto atisbo de coquetería femenina subyace, también, en las dos canciones de comba siguientes, "El cocherito" y "Al pasar la barca":
"Al cocherito, leré, (12)
me dijo anoche, leré,
que si quería, leré,
montar en coche, leré.
Y yo le dije, leré,
con gran salero, leré:
no quiero coche, leré,
que me mareo, leré."
"Al pasar la barca (13)
me dijo el barquero:
las niñas bonitas
no pagan dinero.
Yo no soy bonita
ni lo quiero ser.
Al volver a pasar
me volvió a decir:
las niñas bonitas
no pagan aquí."
En ocasiones un simple sintagma del tipo "en el jardín del amor" puede matizar toda una canción; este es el caso de "Adelancha", canción de corro dondee se entabla el siguiente diálogo entre una chica, que está en medio del corro, y todas las demás:
"Adelancha, (14)
había una lancha,
en el jardín del amor
de las rosas que cogiste
dime cuál es la mejor. (bis)
La mejor es una rosa
que se viste de color,
del color que se le antoja
y verde tiene las hojas.
Tres hojitas tiene verdes
y las demás encarnadas:
te escojo a ti, mocita,
por ser la más resalada."
Conviene observar, también, que en los usos, costumbres y juegos de los niños no suele aparecer un amor altruista, platónico, sino real y práctico. Así, por ejemplo, en la canción siguiente, "El vaquero", la boda se realiza nada más conocerse los protagonistas ("al día siguiente") y, también rápidamente, con una breve mención al desmayo de la novia en mitad de la boda, nace el primer hijo ("al poco tiempo").
Anotaremos, aún, dos cosas: el papel tan secundario que se da a la parte masculina en todo lo referente al matrimonio (la chica dirá: "yo me casé", "ya tuve un hijo") y, por otro lado, el hecho de que el tema del vaquero no es tradicional sino que está influido, especialmente en el baile, por las películas del Oeste americano. Es una canción de corro en la que todas las chicas bailan como si fueran chicas de un salón vaquero; en el estribillo hacen como que sacan las pistolas, disparando y, al final, caen al suelo:
"En un salón había un vaquero
con dos pistolas,
(Estribillo)
¡A cheribu, a cheri, a cheri, (15)
detengan al vaquero!
y a media boda
me desmayé. (bis)
¡A cheribu, a cheri...
Al poco tiempo
ya tuve un hijo
y le llamaron
el vaquerín.
¡A cheribu, a cheri...
Al poco tiempo
se fue a la guerra
y le mataron,
¡ay, qué dolor! (bis)
¡A cheribu, a cheri..."
No es, por tanto, el amor el elemento primordial para el matrimonio, según se desprende de las canciones infantiles, sino que lo iguala o sobrepasa el hecho de que la boda está en función de tener hijos. Ya hemos mencionado anteriormente que uno de los juegos favoritos de las niñas es el de "las mamás". Transcribiremos ahora una cancioncilla donde dos chicas, una frente a otra, realizan una serie de movimientos con las manos: palmadas, ponerse una inyección..., el último de los movimientos es el que nos interesa: hacen como que acunan un niño:
"Pepita quería ser
enfermera del hospital. (bis)
Pinchazo, vacuna.
y el niño está en la cuna."
En juegos como los de "las mamás, las casitas, las comiditas... " subyace la idea de que el lugar de la mujer es la casa. Son numerosos los refranes y las expresiones populares que recogen esta idea: "la mujer y la sartén en la cocina están bien", "la mujer, la pata quebrada y en casa" "la mujer y la gallina por andar se desatinan", etc. En relación con esto anotamos la siguiente canción, donde aparece una de las faenas caseras de la mujer: lavar la ropa. Pero, además, tenemos que hacer dos observaciones: el comienzo de la canción no tiene sentido, son fórmulas que trascienden la lógica y el entendimiento de los mayores ya que su importancia, como señala Carril (16), estriba en su utilidad y no en su comprensión; en segundo lugar es uno de los escasos juegos, recogidos por nosotros en Jumilla, en donde aparece mencionado "el vino", pese a ser un elemento tan fundamental y característico en toda la zona:
"Mai se fo yuti,
tú eres yuti,
tú eres ancla,
au, au, au.
La señorita
del cuarto (o quinto)
piso lava la ropa
con vino tinto,
au, au, au."
Semejantes a otras que ya hemos descrito son las tres canciones siguientes. La primera, "Quisiera saber", es una canción de comba, para saltar la cuerda:
"Quisiera saber
cuál de estas cosas
voy a ser:
casada, soltera, (17)
viuda o monja,
casada, soltera..."
(El juego termina cuando la que salta "hace falta" y, según la palabra en que haya fallado, ese será su "futuro".)
La segunda, "Veo gente", es una canción para saltar con una goma elástica:
"Veo gente a mi alrededor,
chicos y chicas tomando el sol;
tú me dices hola,
yo te digo adiós,
vamos a la playa de Benidor."
En la tercera, en la canción de corro de "La media naranja", aparece el tema de la despedida:
"Viva la media naranja, (18)
viva la naranja entera,
vivan los guardias civiles
que van por la carretera.
Ferrocarril, camino llano,
se va mi amor, se va mi hermano,
se va mi hermano, se va mi amor,
se va la prenda que adoro yo,
que adoro yo."
Y terminamos este apartado de los juegos femeninos anotando una nueva canción de comba donde, curiosamente, no queda demasiado bien parada la figura de la chica:
-"¿A dónde vas, culona,
con ese culo?
-A la pescadería
a comprar besugos.
-El pescadero dice
que no hay besugo,
¿a dónde vas, culona,
con ese culo"?
RIMAS Y JUEGOS MIXTOS
Al acercarse a la adolescencia, niñas y niños sienten que va disminuyendo aquel rechazo natural del que hablábamos anteriormente, y buscan un acercamiento a base de juegos (muchos de ellos femeninos, como los de corro) cuyo tema, casi único, es el amor llegando, incluso, a temas de tipo erótico y del gran tabú: el sexo.
En el juego que transcribimos a continuación, "Yolanda y Yolando", nos encontramos con todo el ciclo vital humano excepto los primeros años, los de la niñez, que no interesan a los jugadores puesto que ya se consideran "mujercitas y hombrecitos". Para jugar se forman dos filas: una de chicas y otra de chicos, se colocan de frente y, en cada estrofa, salen alternativamente una chica y un chico y, acercándose a quien esté frente a él o ella, va haciendo diferentes movimientos, según marca la canción:
-"Yo me llamo Yolanda,
Yolanda, Yolanda,
yo me llamo Yolanda,
Yolanda de verdad.
-Yo me llamo Yolando,
Yolando, Yolando,
yo me llamo Yolando,
Yolando de verdad.
-Yo a ti no te quiero,
te quiero... (hace señas con el dedo)
-¿Por qué no me quieres,
me quieres...?
-Porque me robaste,
robaste, robaste,
porque me robaste,
robaste mi collar.
-Yo te lo devuelvo,
devuelvo...(hace como que se lo pone)
-Ya somos amiguitos,
amiguitos... (bailan los dos)
-Ya somos novios,
novios... (se cogen de la mano)
-Ya nos hemos casado,
casado... (se ponen los anillos)
-Ya tenemos un hijo,
un hijo... (lo acunan)
-Ya tenemos trabajo,
trabajo... (dan como martillazos)
-Ya somos abuelitos,
abuelitos... (con un garrote, cojeando)
-Ya nos hemos muerto,
muerto... (se caen al suelo)
-Ya salimos de la tumba,
la tumba... (con los brazos adelante, como espíritus)
-Ya somos cenizas,
cenizas... (se cogen y se caen juntos)
-Ya somos angelitos,
angelitos, angelitos,
ya somos angelitos,
angelitos de verdad." (se van como volando)
Con alguno de estos juegos los grupos de chicas y chicos, adolescentes, intentan acercarse al otro grupo eliminando las barreras de la timidez y la vergüenza ante los primeros amoríos, generalmente platónicos. Así, en el siguiente juego el motivo central es el beso al chico o a la chica que más guste; para ello, chicos y chicas forman un corro, entrelazando las manos, y, al ritmo de la canción, se van dando pequeñas palmadas: a quien le toque la última palmada le tocará, también, la suerte de dar un beso al jugador, del otro sexo, que prefiera; después inicia él, de nuevo, el juego:
"El conejo de la suerte
a la hora de almorzar.
se ha escapado esta mañana
Ya está aquí,
haciendo penitencia
con cara de vergüenza.
Tú besarás
a quien te guste más."
Dentro de este tipo de juegos que promueven el acercamiento entre las pandillas de distinto sexo, los más populares son los que se basan en las denominadas "prendas" y que, según la confianza que lleguen a tener los chicos y chicas de cada pandilla, pueden llegar a situaciones bastante eróticas pero, en general, su función es descubrir qué chico o chica gusta a los componentes de cada grupo. Estos juegos pueden ser jugados solamente por chicos o chicas, es decir, por separado. Anotaremos tres modalidades de este tipo de juegos.
Para el primer modelo, "Las prendas", se nombra a un jugador para que haga de "madre" y ésta, sin que los demás lo sepan, da una piedra a un jugador y, luego dice:
"Una piedrecita se ha perdido
y nadie sabe dónde ha ido.
Que salga a buscarla..." (un nombre)
El jugador nombrado dice quién cree que tiene la piedra: si no acierta paga una prenda y si acierta la paga quien tiene la piedra. Cuando todos los jugadores han dado su prenda, la madre las va sacando, de una en una, y manda a su propietario hacer una prueba: dar la vuelta a una manzana, dar un beso a alguien, etc.
Una segunda modalidad es el juego de "La abeja reina", en el cual se elige por suerte a uno de los jugadores que hace la función de "abeja reina" y que mandará a cada jugador hacer tres cosas. Cuando todos las han hecho, el jugador que mejor haya realizado las pruebas se convertirá en la nueva "abeja reina".
Por último, en el juego de "¿Atrevido, verdad o beso?", se elige por suerte a una "madre", la cual hace esta pregunta a cada jugador y, según la respuesta que obtenga, le ordena hacer algo relacionado con ello. Por ejemplo, si responde "atrevido" le ordena hacer algo divertido; si responde "verdad" suele preguntarle si le gusta fulano o fulana y debe responder "verdad" o "mentira"; finalmente si dice "beso" ha de dar un beso a quien diga la madre.
Pero quizá el juego más erótico, donde todo gira alrededor del sexo, es en el de "Palico tieso". Suele ser jugado únicamente por chicos y consiste en que, cada uno de los jugadores, pone un "palico", un palo pequeño, sobre el suelo y echa tierra alrededor del palo de modo que éste quede en posición vertical. Después se establece un orden, por suerte, entre los jugadores y, según ese orden, cada uno irá quitando con el dedo un poquito de la tierra que rodea al palo, y así hasta que se caiga el "palico". Aquel jugador cuyo palo sea el primero en caer, será el perdedor y tendrá que sacar su pene para que todos los demás jugadores "se la escupan". Si juega alguna chica y pierde, enseñará también su órgano sexual pero no se lo escupen. Si alguien se niega a enseñarlo tendrá, a cambio, que hacer alguna prueba, generalmente peor, la cual será propuesta por los demás jugadores.
SUPERSTICIONES
Con la adolescencia continúa existiendo una clara separación entre los juegos de los chicos y los de las chicas. Los juegos de los primeros tienden cada vez más a medir la capacidad de resistencia, de aguante..., con un mayor componente de violencia; las chicas, por su parte, van accediendo a romances y canciones más extensas cuyo tema, principalmente, sigue siendo el amor.
Pero en las chicas, sobre todo a partir de los 15 años, el tema del matrimonio va a mostrarse no tanto en los juegos, que van quedando relegados junto con la edad infantil, sino en otra faceta del folklore: las supersticiones.
Remontándonos en el tiempo podríamos enumerar algunas supersticiones relativas al matrimonio como las que, por ejemplo, se desprenden de un sermón que predicó en Murcia a mediados del s. XVIII Fr. Pedro Sánchez Ruiz (19): "La doncella que quiera saber el nombre del futuro compañero de su vida, debe tirar un cubo de agua a la calle, en punto de las doce de la noche de la víspera de San Juan, esperar que algún trasnochador pise en lo mojado y preguntarle su nombre, que es el que tendrá su futuro: si no le basta saber su nombre y quiere adivinar la profesión u oficio, eche un huevo en un vaso de agua, también en punto de las doce; la clara dibuja un barco si el futuro será marinero, un martillo si carpintero, etc...; soltera o viuda que dude sobre los propósitos de quien la requiera de amores, coja un grano de trigo y una gran miga de pan, amase ésta introduciendo aquél de modo que no sepa en qué parte para el grano, haga tres de la miga, coloque uno de los pedacitos debajo de la almohada, otro en el brocal de un pozo y el tercero en la puerta de la calle y vea al despertar del día siguiente dónde para el grano: si bajo de la almohada, boda segura; si en el brocal, el novio no está decidido; y si en la puerta, allí debe poner al galán, porque no lleva buen fin...".
A finales del siglo XIX la santa más invocada por los niños murcianos, según Díaz Cassou, era Santa Ana, patrona al mismo tiempo de las embarazadas y de las estériles, en coplas como la siguiente:
"A Santa Ana porque no paría
quisieron echar del templo,
y ella por quedarse dentro
parió a la Virgen María." (20)
A mediados de nuestro siglo aún era posible encontrar en Jumilla supersticiones como la que sigue (21): en la noche de San Juan, las mujeres que querían saber el oficio de su futuro marido derretían plomo al fuego en un cazo y lo vertían en un recipiente con agua; al fundirse el plomo tomaba formas caprichosas que, cada una de las mujeres, aplicaba con su imaginación al oficio que esperaba o deseaba para su marido.
Pero, ¿cuál es la situación actual? No pensemos ingenuamente que la técnica y el progreso han relegado y hecho olvidar todas las supersticiones sobre noviazgo y matrimonio. Si es evidente que muchas se han perdido, también lo es que otras se han conservado. De este modo, aún es posible recoger, entre las jóvenes jumillanas de 15 a 18 años, supersticiones referidas al matrimonio, como las siguientes (22): durmiendo con un haba de siete granos bajo la almohada se sueña con quien te vas a casar; contando siete estrellas durante siete noches, sueñas, a la noche siguiente, con quien te vas a casar; para saber si una persona te quiere se deshoja la margarita; se tira una flor mientras se piensa en la persona que te gusta y si cae hacia arriba es señal de que te quiere; si te pones un traje de novia que no sea el tuyo no te casas; lo mismo ocurre si te pones la corona de la novia y si te pones un anillo de matrimonio antes de casarte; también es mala suerte acostarse en la cama de boda; la novia ha de llevar algo azul, algo prestado y algo viejo, pues esto da buena suerte; cuando una pareja de novios se está casando, si se les caen las arras es señal de mala suerte; al salir de la iglesia la recién casada arroja el ramo de flores y quien lo coja se casa la primera; cuando unos recién casados se ponen debajo de una olivera y la mueven, según las olivas que caigan van a tener hijos o hijas...
CONCLUSIONES
A la vista de todo lo anteriormente expuesto cabe resaltar que el tema del matrimonio, incluyendo en él todo lo referente al amor, noviazgo y boda, no es ajeno al folklore infantil aunque queda relegado, casi exclusivamente, al folklore infantil femenino, quedando el tema reflejado, sobre todo, en juegos, canciones, romances y, con el paso a la adolescencia, en supersticiones.
Pero, como hemos podido comprobar comentando algunos ejemplos, el carácter que el folklore infantil de Jumilla otorga al matrimonio es muy diferente al que, teóricamente, debería encontrarse en una "sociedad moderna"; más bien da la impresión de que el ambiente que rodea al matrimonio sigue anclado en los usos y costumbres que, aún a principios de siglo, mantenían casi todas las clases rurales de la provincia murciana; usos y costumbres que fueron recogidos por Mariano Ruiz-Funes en su obra Derecho Consuetudinario y Economía Popular de la provincia de Murcia, y que nos servirán de pauta para mostrar su mantenimiento en el folklore infantil de Jumilla. Así, según Ruiz-Funes (23):
1º El matrimonio no es para las clases rurales más que la necesidad de complementarse económica y fisiológicamente. Las mujeres, en particular, "convencidas de su superioridad, poco apasionadas, ecuánimes, van de ordinario al matrimonio guiadas por la conveniencia, y eligen de sus pretendientes al que creen que les ha de asegurar mejor la vida de tranquilidad y bienestar a que aspiran".
Entre los ejemplos que hemos presentado anteriormente podemos entresacar algunos datos demostrativos de esta situación en frases como "las niñas bonitas no pagan dinero", en el hecho de que la boda se realiza casi sin pensar ("al día siguiente" de conocerse), que el señor don Gato sea el que tiene que decidir "si quiere ser casado" o no, e incluso en el simple hecho de la recompensa que recibe la niña ("si eres chiquita / y te pisan el pie / te compraré un vestido / de color café").
2º El matrimonio no es más que un medio de tener descendencia que los auxilie en sus labores y que sea en su vejez la que subvenga a su vida.
El tema de la descendencia aparece en expresiones del tipo: "cinco lobitos / parió la loba"; "al poco tiempo / ya tuve un hijo"; "ya nos hemos casado... / ya tenemos un hijo"; "el niño está en la cuna"; y en la superstición de los recién casados que mueven la olivera.
3º El hombre y la mujer suelen ir al matrimonio "en frío": no se aman ni se repelen; se respetan y conviven mansamente.
De este hecho parece desprenderse, por ejemplo, que el capitán pueda decir despreocupadamente que "en cada puerto / tengo una mujer"; que Yolanda y Yolando se casen pese a que ella ha dicho claramente "yo a ti no te quiero"; y que la boda se realice precipitadamente, "al día siguiente" de conocerse.
4º Los hombres, siendo aún muy jóvenes, se declaran a una mujer y se casan.
La excesiva juventud de los protagonistas se manifiesta en las numerosas reiteraciones del sintagma "las niñas bonitas"; en los constantes diminutivos: chiquita, gatita, Pepita...; y en esa "señorita" que, en el juego de Pimientos colorados, ya tiene novio aunque aún cumple con faenas, como ir por leche, propias de la más pequeña de la casa.
5º Las mujeres, por sus condiciones de inteligencia y sagacidad, atienden en muchos casos a las relaciones de orden exterior del matrimonio y son las directoras y consejeras de la sociedad familiar.
Algún aspecto del carácter de la mujer queda reflejado en las expresiones: "yo no soy bonita / ni lo quiero ser"; "al día siguiente / yo me casé... / al poco tiempo / ya tuve un hijo"; "al corro, Manolo, / mi papá está en los toros, / mi mamá más allá"; y en el hecho de que en el romance del señor don Gato no sea este personaje quien tome la iniciativa.
En definitiva, la postura de los jóvenes, especialmente de las chicas, ante el matrimonio, según nos muestra el folklore infantil (y no olvidemos que la personalidad del niño estará muy determinada por todo lo que se vaya grabando en su alma inocente), presenta aún un carácter muy tradicional. Hay que hacer constar, por otra parte que, aunque estos ejemplos están recogidos en Jumilla, ni ellos ni las conclusiones se refieren únicamente a esta zona geográfica, pues el folklore infantil adquiere un carácter especial que lo iguala y asemeja al de otros niños y niñas de muy diferente región (24).
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(1) HOYOS SANZ, Luis de, y HOYOS SANCHO, Nieves de: Manual de folklore. La vida popular tradicional en España. Madrid, Ediciones Istmo (Textos redivivos, 2), 1985, pág. 33.
(2) CARRIL RAMOS, Angel: "Sugerencias y acotaciones al folklore infantil", I Encuentro de cultura tradicional y folklore. Murcia, Editorial Regional, 1981, págs. 245-267.
(3) Hemos recogido en Jumilla otras dos versiones de esta rima: "Cinco lobitos / tiene la loba, / cuatro sin rabo / y uno con cola"; "Cinco lobitos / tiene la loba, / cinco lobitos / detrás de la escoba, / cinco parió, / cinco crió / y a los cinco su madre / la teta les dio". Esta segunda versión está muy extendida en otras zonas; por ejemplo en Valdecaballeros (Juan RODRIGUEZ PASTOR: El habla y la cultura popular de Valdecaballeros (Badajoz), Tesis Doctoral, inédita, Cáceres, Univ. de Extremadura, 1983, pág. 270) y en La Mancha (ECHEVARRIA, Pedro: Cancionero musical manchego. Madrid, C.S.I.C., 1951, pág. 271).
(4) CARRIL RAMOS, A.: Op. cit., pág. 260.
(5) Han sido nuestros informantes: Antonio J. Abellán, Pascual Cahigüela, José Luis González, Pascual González, Emilio Guardiola, Mª Teresa de Jesús Martínez, Ana J. Molina, Josefa Puche y Francisca Zaragoza. Todos ellos son estudiantes de BUP y sus edades oscilan entre los 15 y 17 años. Sólo la canción titulada "La Señorita" nos ha sido facilitada por una señora mayor de 50 años, Francisca Francisco García. La recogida del material se efectuó entre los meses de enero y marzo de 1986.
(6) Muy similar es el siguiente juego, recogido por RODRIGUEZ PASTOR (Op. cit., pág. 347): "Ehcoba, ehcoba: / ¿de cuántoh sañoh / se celebra la boda? / De uno, / de doh, / de treh, / de cuatro...".
(7) Muy similares son las canciones infantiles "La señorita Isabel" (recogida por CURIEL MERCHAN, Mariano: "Juegos infantiles de Extremadura", Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, I. Madrid, 1944, pág. 183) y "La señorita María" (RODRIGUEZ PASTOR, Juan: Op. cit., pág. 326).
(8) Este estribillo está recogido también, por ejemplo, por GIL GARCIA, Bonifacio: Cancionero popular de Extremadura. Badajoz, Diputación Provincial, 1961, 2ª edic., II, pág. 168.
(9) Este popular romance está documentado, entre otros, por CURIEL MERCHAN: Mariano: Op. cit., pág. 164; GIL GARCIA, Bonifacio: "Juegos infantiles de la provincia de Badajoz", Revista de Estudios Extremeños, I-IV. Badajoz, 1953, pág. 641; RODRIGUEZ PASTOR: Op. cit., pág. 323; ECHEVARRIA BRAVO: Op. cit., pág. 425; COSSIO, José María de: Romances de tradición oral. Buenos Aires, Colección Austral, nº 762, 1947, pág. 131; y HENRIQUEZ UREÑA, Pedro: "El español en Santo Domingo", Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, V. Buenos Aires, 1940, pág. 115.
(10) Con el título de "Soy capitán" está recogida esta canción por RODRIGUEZ PASTOR, J.: Op. cit., pág. 330.
(11) Recogida también por RODRIGUEZ PASTOR, J.: Op. cit., pág. 332.
(12) Es una canción muy extendida: ECHEVARRIA BRAVO: Op. cit., pág. 428; RODRIGUEZ PASTOR: Op. cit., pág. 342; GIL GARCIA, Bonifacio: Cancionero..., canción nº 62.
(13) Recogida por GIL GARCIA, B.: Cancionero..., pág.207; y RODRIGUEZ PASTOR, J.: Op. cit., pág. 341.
(14) Con el titulo de "Al levantar una lancha" está recogida por GIL GARCIA, B.: Cancionero pág. 173; y RODRIGUEZ PASTOR, J.: Op. cit., pág. 324.
(15) Debe ser derivación del término "sheriff".
(16) CARRIL RAMOS. Angel: Op. cit., pág. 266.
(17) El cambio en /1/ de la /r/ y viceversa, es frecuente en el habla de Jumilla.
(18) Recogida también por GIL GARCIA, B.: Cancionero..., pág. 128; y RODRIGUEZ PASTOR. J.: Op. cit., pág.330.
(19) Citado por DIAZ CASSOU, Pedro: Almanaque Folklórico de Murcia. Murcia, Tip. La Paz, 1893 (reeditado con otros trabajos en Tradiciones y costumbres de Murcia (Almanaque folklórico, refranes, canciones y leyendas). Murcia, Edic. de la Academia Alfonso X el Sabio, 1982, p982, pág. 57).
(20) DIAZ CASSOU: Op. cit., pág. 67. Por la misma época Mariano RUIZ-FUNES GARCIA (Derecho Consuetudinario y Economía de la provincia de Murcia -reimpresión-. Murcia, Edic. de la Academia Alfonso X el Sabio, 1983) señala que "las mozas (murcianas) no están desprovistas de supersticiones respecto de los medios de encontrar novio. Creen en algunos puntos que una flor de cardo chamuscada en un candil la víspera de San Juan, cuyos pétalos al día siguiente están florecidos, es indicio cierto de novio. En Calasparra y Cieza ponen la misma víspera de San Juan un huevo del día en una palangana de agua, y si a la mañana siguiente presenta la forma de un barco, otro signo cierto. Finalmente, esa misma noche a las doce, completamente desnudas, ciernen harina de espaldas a la artesa, y en la harina aparece un dibujo, símbolo del oficio del futuro marido. En Cehegín encuentran novio si van a la ermita de San Ginés y dan un golpe con la cabeza en el altar mayor" (págs. 38-39).
(21) Transcrita por TOMAS ORTUÑO, Francisco: "De Jumilla a mitad de siglo", Feria y Fiestas de la Vendimia. Jumilla, Editada por la Comisión de Fiestas, agosto, 1981.
(22) Recogidas por RODRIGUEZ PASTOR, Juan: "Apuntes sobre las supersticiones", en prensa en la revista El Picacho. Jumilla, 1986.
(23) RUIZ-FUNES GARCIA: Op. cit., pág. 50.
(24) HOYOS SAINZ: Op. cit., pág. 311.