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Resumen
El lobo Caín es un romance popular abulense, recogido en pliego de cordel, en fechas muy tardías, basado en hechos reales acaecidos en Navalmoral de la Sierra (Ávila) en el verano de 1956. El interés de este radica principalmente en lo anacrónico de su aparición cuando son ya escasos los crímenes divulgados en coplas e incorporados al imaginario a través de la tradición oral. Se hace un repaso a los hechos y como se vivieron en la comunidad y a la documentación que generó tanto en prensa como el propio pliego de cordel.
PALABRAS CLAVE: literatura oral, etnomusicología, pliego de cordel, tradición oral.
Introducción
Algunos autores, estudiosos del romancero, suelen distinguir entre romances tradicionales y romances vulgares o populares, dependiendo de los distintos grados de tradicionalidad que presentan, es decir su importancia y relevancia en vivir en variantes.
Muchos de los romances viejos (publicados ya en cancioneros y romanceros desde el siglo xvii y transmitidos de forma oral) han tenido un importante recorrido durante los siglos posteriores, lo que ha permitido, a través de la oralidad, que ofrezcan muchas variantes textuales y melódicas. Por el contrario, los modernos pliegos de cordel o «coplas»[1] se han apoyado para su transmisión mayoritariamente en la escritura, pues su momento histórico de creación es mucho más moderno, los temas que tratan son más prosaicos y mundanos y el lenguaje mucho menos poético (MENDOZA DÍAZ-MAROTO, 2000). Es por ello por lo que muchos de los recopiladores los consideran infra literatura, a pesar de que convivieron con el romancero viejo en la memoria viva de los informantes y conformar el último período de creación de este (REY GARCÍA, 2022).
Con todo, aunque la aparición de romances populares novelescos, noticieros y burlescos donde se relatan crímenes, homicidios y asesinatos se remonta como mínimo al siglo xviii, será a partir del siglo xix, vinculado a los folletines, y en el siglo xx cuando, con la aparición del tremendismo[2], se haga popular en exceso el detalle de los horrores asociados a los delitos de sangre. El crimen, especialmente en los últimos tiempos del pliego de cordel, suscitará un interés enorme, influido directamente por las corrientes periodísticas de sucesos (RIBALTA DELGADO, 1999-2000).
Dentro de todos los crímenes que acaecían y se recogían en pliegos, fueron acaso los asesinatos pasionales los que tenían un público más fiel, a los que habría que sumar los parricidios, filicidios o como es el caso, el fratricidio y demás variantes.
Estos pliegos de cordel son una serie de hojas, muchas veces de colores, destinadas a propagar textos literarios entre las masas populares lectoras, que se incorporaban posteriormente a su transmisión por los cauces de la tradición oral. Su difusión se hacía muy a menudo a través de vendedores ambulantes ciegos[3]. Desaparecidos los ciegos se encargarían de ello los vendedores ambulantes que además voceaban las historias para que el pueblo las pudiera aprender oralmente, utilizando en la mayoría de los casos melodías facilonas o de moda, que se reutilizaban para distintas historias. Las más de las veces, carecían de fecha y del nombre de la imprenta de donde surgían y la composición de estos recaía en poetas avezados o compositores que, en contacto con los mismos ciegos, plasmaban en unos cuantos versos los hechos más desgarradores. Más modernamente, sobre todo en el siglo xx, los autores de estos pliegos bebían directamente de las noticias escritas y sus crónicas de sucesos. Con todo, solía ser común que en las propias localidades surgieran vecinos aficionados a la creación de coplas que ponían en solfa sucesos de toda índole.
Son muchos los informantes que distinguen entre los romances y «las coplas»[4]. Mientras los romances viejos son aprendidos de generación en generación en las reuniones familiares, las coplas o esta literatura de cordel las aprenden de los copleros en las calles y plazas, a través de las impresiones de bajo coste, que hasta los años 60 abundaron en nuestro mundo rural.
Son pocos los ejemplos de pliegos de cordel incorporados a las recopilaciones y estudios de los romances, a pesar de que forman parte de los cantos narrativos de las comunidades y que son valorados precisamente por la historia cercana que cuentan[5]. Con todo, este tipo de documentos empiezan a ponerse en valor y comienzan a aparecer registrados en los últimos trabajos editados[6].
Muchos de los elementos comentados aparecen sorprendentemente en el caso de estudio, a pesar de lo tardío de lo ocurrido acaecido en 1956[7], cuando los pliegos de cordel estaban en sus últimas manifestaciones[8]. De alguno de estos pliegos de cordel tardíos se puede hacer un seguimiento bastante exhaustivo en la prensa del momento, otros muchos fantasearán con ellos y cambiarán nombres, lugares y protagonistas para actualizar los sucesos y darle frescura a la noticia, haciendo imposible su localización.
Un repaso a los hechos, al trato que se les dio en prensa y a los testimonios de los vecinos que lo vivieron en primera persona, así como al análisis del propio pliego de cordel conformarán el objetivo principal de este trabajo.
El crimen de Navalmoral
Navalmoral de la Sierra, es una pequeña localidad del Valle del Alberche, una de las comarcas serranas de la provincia de Ávila, encajada entre la Sierra de la Paramera al norte y la Sierra de Gredos al sur. A mediados del siglo xx contaba con sus máximos poblaciones, con algo más de 1500 almas, que se mantenían a base de la ganadería familiar de ovejas, cabras y vacas, estas últimas mayoritariamente destinadas al tiro. Una agricultura de cereal, principalmente centeno, y algarrobas y una buena viña y huerta de fréjoles y patatas configuraban el sustento de las paupérrimas economías locales.
El domingo 29 de julio de 1956 se perpetra un doble crimen en el término de Navalmoral, del que fueron víctimas Tomás Martín Redondo y Carmen Andrés Blas. El hecho conmocionó a toda la provincia y fue seguido tanto por la prensa abulense como por periódicos de tirada nacional. Pero antes de desgranar lo sucedido hagamos una breve reseña de los protagonistas y el móvil del asesinato.
Tomás era cocinero en el restaurante madrileño «La Barraca». Natural de Navalmoral, había construido un pequeño chalé a las afueras de la localidad donde disfrutaba del tiempo vacacional. Su pareja sentimental[9], Carmen, era compañera de trabajo en el mismo restaurante madrileño.
Fructuoso Martín Redondo, hermano de Tomás, se acaba declarando culpable de lo ocurrido. El móvil de este fue, al parecer, una deuda económica que tenía adquirida Fructuoso con su hermano Tomás y que este último insistía en recuperar.
De los acontecimientos se hicieron eco durante muchas jornadas la prensa de la época, protagonizando noticias en periódicos provinciales y nacionales (Diario de Ávila, Diario Palentino, ABC, 7 FECHAS, Pueblo…)[10]. Fructuoso, de 56 años, estaba casado con Pacífica Nieva San Segundo, con la que tenía cinco hijos y que también fue acusada de encubridora. Fructuoso era conocido con el sobrenombre de Tío Lucero «el manco» al estar impedido del antebrazo izquierdo debido a un accidente laboral que sufrió dos años antes. Una descarga eléctrica trabajando en el mantenimiento de la fábrica de la luz de Navalmoral, del que era el encargado, le dejó en tal situación.
Curiosamente, este trabajo de electricista le hizo protagonista, años antes del macabro suceso, de otra sorprendente noticia que conviene recordar. Corría el mes de septiembre del año 1929. Una tormenta de agua, el lunes 9 de septiembre, hace reventar una «vejiga»[11] por encima de los Dos Arroyos, provocando una enorme tromba de agua en la cabecera que discurriría río abajo. Hasta la fábrica de la luz fueron a refugiarse todas las mujeres que, en aquel momento, se encontraban lavando en el río. La misma fábrica era el hogar de Fructuoso y Pacífica, su mujer, donde criaban a un hijo de apenas dos meses. Estando a punto de ser arrastrada la fábrica y todos los vecinos por la riada, Fructuoso consigue salvar a doce personas, pereciendo en el intento tres de las mujeres y su pequeño Lorenzo. Por este heroico hecho, Fructuoso Martín, recibirá años más tarde el reconocimiento de la Cruz de la Beneficencia[12].
Así describe los hechos la prensa local:
Por una de las ventanas vio, la esposa de Fructuoso, llegar a éste a todo correr cuando ya la fábrica estaba casi por completo rodeada por las aguas; entonces Pacificación, en vista del peligro que corría su marido, le gritó: ¡Sálvate tú, que el niño y yo perezcamos!.
Mas Fructuoso, desoyendo el mandato, dio la vuelta por un puente que existe a unos dos kilómetros pudiendo llegar al sitio más alto y allí con la ayuda de palos, pudo salvar a doce personas, que fueron Adelaida Expósito, Feliciano Arranz, Antonio Valdechita, Teodora González, Gregoria Meneses, Marcelina González, Alejandro Peral, Carmen Nieva, María González, Nicolasa Nieva y a su esposa Pacificación Nieva, no logrando salvar ni a su hijo Lorenzo, ni a las hermanas Emiliana y Nicolasa González y Ramona Peral, que como saben nuestros lectores fueron arrastradas por la corriente.
Diario de Ávila del 11 de septiembre de 1929
Pero volvamos a los acontecimientos que nos ocupan, durante el mes de julio y agosto de 1956 el personal se afanaba en los trabajos de la cosecha, acarreo de la mies, trilla y limpia en las eras. Eran días de mucho trajín. Así los recoge la prensa de la época:
El autor del crimen ha resultado ser Fructuoso Martín Redondo, de cincuenta y seis años de edad, casado y padre de cinco hijos, hermano del cocinero asesinado, a quien requirió con engaños para que se trasladara a su finca y al que golpeó, repetidamente con una azada hasta dejarle muerto.
A las once de la noche de ese día y en la misma casa, situada a unos trescientos metros del pueblo, golpeó a Carmen Andrés Blas hasta dejarla sin sentido. Después la estranguló y arrojó el cadáver a un pozo inmediato. A la una de la madrugada del día 30 volvió al lugar del suceso y enterró el cuerpo de Tomás Martín Redondo en un patatar.
Se ha comprobado que el móvil del crimen fue una antigua deuda, y que el asesino se apoderó de 6320 pesetas que llevaba en su poder.
ABC, jueves 2 de agosto de 1956
El día del crimen era domingo por la tarde y había baile en los salones del pueblo. Una sobrina de Carmen se había acercado hasta Navalmoral para pasar unos días con su tía, haciendo buenas migas con la hija de Fructuoso que era de su edad, ambas mocitas quinceañeras. Fructuoso, a la vuelta de matar a su hermano, en su finca de Navamelque, y ya en casa, fue requerido por Carmen que le preguntó por su hermano. La hija de Fructuoso, Pacita, consiguió que su padre les diera dinero a las dos adolescentes para que acudieran al baile ese día y que luego durmieran en su casa. Carmen volvió sola para el chalé a esperar la vuelta de Tomás. Paqui Gómez García, vecina y amiga de ambas muchachas, también de quince años, nos relata sus recuerdos que vivió en primera persona:
Esa misma tarde, el marido, Fructuoso, se marchó con su hermano, Tomás, al huerto a Navamelque y ella (Pacífica, la mujer) se quedó y nos quedamos nosotros allí y nos hizo un chocolate. Estuvimos toda la tarde y como tardaba, se vino con nosotras Carmen, a esperarle aquí (en casa de Fructuoso), que ya serían, pues casi las 9 o 9:30 (de la tarde).
Y ella le preguntó a Fructuoso cuando llegó ¿pero no ha venido tu hermano, Tomás? Uy, sí, hace mucho que se vino, dice, ¡pero si no ha ido a casa! (exclamó Carmen) y entonces la señora nos dejó y se marchó, yo es que del nombre no me acuerdo… y se marchó a la casa y entonces le dijo Pacita (la hija de Fructuoso) a la sobrina (de Carmen) ¿por qué no te quedas esta noche conmigo aquí y vamos al baile? le voy a decir a mi padre, a ver si me da (dinero) porque pagábamos 50 céntimos para entrar al baile. Y el criminal, Lucero, les dio el dinero y la hija dijo, ¡Mi padre que me ha dado dinero!, Fíjate y no se ha hecho de rogar para dejarnos ir… notaba algo raro, pero ¿cómo ibas a pensar que iba a haber pasado eso?
Y entonces…es cuando ya esa noche, yo ya me vine a mi casa… la chica, la sobrina, se quedó aquí y esa noche fue cuando la debieron de matar.
Informes dictados por Paqui Gómez García
Con este doble asesinato pretendía que las sospechas de la muerte de Carmen recayeran sobre Tomás.
Al día siguiente, el lunes por la mañana, un obrero descubre el cuerpo sin vida de la mujer flotando en el pozo. El cuerpo de Carmen se había liberado de la piedra con la que fue arrojada. Tomás, su pareja, permanece desaparecido y era el principal sospechoso:
Y a ella pues la llevarían al pozo y la tiraron, pero es que le pusieron una piedra y ahí se soltaría y por eso a la mañana siguiente flotó… ellos lo habían pensado bien de atarle, tirarla al pozo y la piedra que le cayera al fondo…pero como falló…por eso salió a flote entonces claro, cuando fue uno de al lado a las vacas, iría por agua para las vacas, y vio flotar el cuerpo. Y entonces le echaban ya la culpa al marido (a Tomás), porque claro, como el marido no aparecía y estos decían: ¡Uy, ese se ha ido por ahí! Este está en Cuba, decía, o en Sudamérica. Se ha cogido y se ha ido, porque traía un maletín de dinero y se ha ido al extranjero y tal… porque claro les convenía. Y luego hubo un anónimo, que por eso se descubrió el muerto enterrado allí entre patatas. Porque el anónimo… dijeron que fueran a buscarle a tal sitio (a Navamelque) que allí estaba enterrado y acertaron.
Informes dictados por Paqui Gomez y Lali Pérez
Inmediatamente citan a declarar a su hermano Fructuoso en el Juzgado de Ávila. Niega haber visto a su hermano, que hasta el momento era el principal sospechoso. A la mañana siguiente, martes, una pareja de la Guardia Civil descubre el cuerpo sin vida de Tomás bajo unas matas de patatas en la finca de Navamelque. Fructuoso confiesa ser el autor del fratricidio.
Las sospechas se extienden a su mujer, Pacífica, pues se entendía que ella había tenido un papel de encubridora. Los dos, Fructuoso y Paz, son conducidos, detenidos, en medio de un gran tumulto vecinal a los escenarios de los crímenes donde se procede a la reconstrucción de los hechos.
Al muerto le llevaron al depósito (con el carro), donde ya estaba Carmen. Y luego a ellos, como vino la policía, pues iban amarrados y todo el pueblo detrás de ellos, que eso se estilaba mucho antes si robaba alguien o algo y le detenían, pues le corrían por todo el pueblo para que… ¡Y le pasearon por todo el pueblo! y venga a chillar...¡¡criminales!! ¡¡criminales! y bueno, no les dejan porque iba la Guardia Civil, si no alguien… ¿Los querían matar? Sí, hasta sus hijos, los propios hijos llamándoles criminales ¿que habéis hecho? llorando. Bueno, lo pasaron muy mal y eso. Y oye, se iban los dos, sin una lágrima, ¡con una frialdad! Parecía de película. Yo de eso me acuerdo, que mi padre llevaba las vacas con el carro, iba por delante y mi abuela detrás y lo llevaban allí (a Tomás). Nosotros fuimos hasta el cementerio detrás del carro.
Era tremendo... Fue una cosa increíble y para nosotros pequeños… luego una, una hija de ellos, la pequeña Mari, que era mi tía su madrina y entonces no quería quedarse en su casa porque decía que le daba miedo su madre y se iba a acostar allí donde mi tía.
Informes dictados por Paqui Gómez y Lali Pérez
El caso tiene una fuerte repercusión en prensa y las fotos del criminal son expuestas para escarnio público en Ávila.
Bueno, fuimos a Ávila y en el Mercado Grande estaban. ¿Tú sabes? Cuando anunciaban las películas que ponían todos los carteles, pues así estaba él… con un chaleco sin camisa, mira ¡¡ay ay ay!!! Allí, era el criminal, las fotos, todas las fotos, y la familia. Todo expuesto en el Mercado Grande, en Santa Teresa, en el mercado de Santa Teresa. Lo exponían porque era un criminal ¡un caso único! Único… como el caso que había pasado en Navalmoral para que se vieran las fotos y estaba en unas pancartas así puesto como cuando anunciaban los cines, pues allí estaban expuestas.
Informes dictados por Paqui Gómez y Lali Pérez
Fructuoso y Pacífica ingresan en prisión y su sentencia será efectiva en 1958. Durante la defensa se discrepa de la relación de hechos, alegando que se produjo una fuerte discusión entre los hermanos, pues Tomás reclamaba la deuda con intereses, abusando de su superioridad física frente a Fructuoso que, arrebatado de miedo, acabó golpeando a su hermano hasta matarle y que posteriormente, haciendo culpable de todo a su pareja Carmen, totalmente desquiciado, bajo los efectos de un trastorno mental transitorio, le causó la muerte. Por otro lado, se negaba la participación en los crímenes de su mujer Pacífica, que fue obligada a callar bajo amenazas del propio Fructuoso.
Quizá, Tía Paz, porque quizá ella era cómplice, decían que es que le obligó y no está quitado que le obligara. ¡Tú me ayudas a esto! y en vez de delatarle, se calló y le obedeció, como antes sabes que también había que obedecer al marido, ¡porque si no vas tú! porque así era la cosa.
Informes dictados por Teña García
Con todo, la sentencia firme, del 25 de junio de 1958, condena a Fructuoso Martín Redondo por un delito de asesinato[13] sobre la persona de Carmen Andrés a una pena de treinta años, a un delito de homicidio sobre su hermano Tomás a una pena de veinte años de prisión, a un delito de hurto a una pena de un año de reclusión y a un delito de inhumación ilegal a una pena de seis meses de prisión. Por otro lado, su mujer Pacífica, será condenada como encubridora de un delito de hurto. Ambos cumplieron sus penas.
De sus hijos menores de edad se harán cargo los servicios sociales durante algún tiempo. Exceptuando a una de las hijas, ya casada cuando ocurrieron los hechos, el resto de los hijos acabaron abandonando la localidad y rehaciendo sus vidas lejos de Ávila, olvidando un hecho que marcó a toda la familia para siempre.
El pliego de cordel
Los truculentos sucesos se plasmarían rápidamente (probablemente ese mismo año) en pliegos de cordel, en las rotativas de la imprenta madrileña ARAPILES[14], situada en la calle General Ricardos de la capital de España, como consta en el propio pliego.
La autoría de muchos de estos romances corría a cargo de compositores asociados muy probablemente a la propia imprenta, que bebería directamente de las noticias escritas disponibles en la prensa. A pesar de ello, en un primer momento se sacan unas coplas en el pueblo por dos vecinas, Tía Clara y Tía Valeriana, aunque serían las coplas escritas (acaso las mismas), y distribuidas por un coplero de Pedro Bernardo, las que finalmente se recuerden.
¿Oye, y te acuerdas tú de que cantaran las coplas estas del crimen? ¡Claro! Y luego vino un coplero…Bueno, aquí se sacaron… los mismos del pueblo, las sacaron… cómo sacaban las coplas cuando se quedaba una embarazada y todo eso. Y luego venían unos de estos que venían medio ciegos, que eran poetas y venían vendiéndolas y las venían diciendo. Sí, pero primero en el pueblo enseguida se sacaban las coplas. Y vendían las coplas en papel y nos las aprendíamos y cantábamos.
Vivía tía Clara, ¿no? ¿tú te acuerdas de tía Clara[15]?, que era también a la que le gustaban mucho estas cosas… Y unas de las estrofas… yo creo que la hizo ella. Porque era… a mí me encantaba tía Clara… yo iba mucho (a su casa) de pequeña y tenía una de libros de romances y fíjate en esa edad, pues nos encantaban los libros de romances...El Conde Linos y todo ese lío, pero a mí me encantaba.
Informes dictados por Paqui Gómez
¿Y escúchame, y tú te acuerdas de que vinieron vendiendo coplas del crimen? Pues es que quizá las coplas las sacaran aquí. Sí, las sacaron aquí, las coplas las sacaron aquí.
Informes dictados por Rosalía Sánchez
Mi madre, Clara y Tía Valeriana sacaron unas coplas de lo de Tío Lucero, pero no las escribieron, yo era muy pequeña, tenía once años. Pero luego vinieron vendiéndolas el coplero de Pedro Bernardo, que vendía también el calendario zaragozano. Mis padres tenían amigos en Pedro Bernardo y siempre que venía el coplero la iba a ver, tenían buen trato. Mi madre sabía leer y escribir, pero mi padre no.
Informes dictados por Daniela Meneses (hija de Tía Clara)
Aun sabiendo de la existencia del pliego desde hace muchas décadas, no fue posible localizar una copia de este hasta el verano de 2022, cuando Blanca Carvajal nos enseña una fotocopia de El Lobo Caín. En ella descubrimos la fragilidad del documento o copla (remendado y desvaído hasta la saciedad), que estaba hecho para durar relativamente poco tiempo y que, a pesar de ser escrito, su finalidad primera y última era la oralidad[16] pues el romance se mantiene vivo en todas esas gentes que vivieron los hechos en primera persona hasta nuestros días, mucho después de la desaparición material del pliego escrito.
La melodía es tonal, como se corresponde a todas las recopilaciones de romancero moderno. Con una imitación rítmica de vals, que junto con el pasodoble fueron dos géneros muy en boga a principios del siglo xx, y que sirvieron de soporte a buena parte del baile agarrao, justo en el momento cuando el romancero de coplas se popularizaba en nuestros pueblos (EMILIO REY, 2022).
En su aspecto musical son composiciones consideradas de poco valor, popularizantes, decadentes y cargadas de un lirismo sin categoría que siguen el estilo empobrecido y sensacionalista de los textos (PÉREZ RIVERA, 2015). Estas músicas se incorporan velozmente a los repertorios de los músicos tradicionales, especialmente a los bailables[17], causando sensación y aires de libertad al poderse acercar los cuerpos, desplazando al baile antiguo suelto o conviviendo con él. Rápidamente se incorporan estas melodías al romancero último[18] (PÉREZ RIVERA, 2015).
La transcripción musical se ha realizado a partir de la grabación de una versión fragmentada del pliego, recogida a Eugenia (Teña) García (de 81 años) en Navalmoral de la Sierra (Ávila) en agosto de 2024. Se cantan dos estrofas inconexas del romance, correspondientes a los versos 11-12 y 17-18. La métrica musical se ajusta al compás de 6/8, con inicio en anacrusa para cada uno de los motivos y frases musicales, coincidiendo los acentos musicales con las sílabas fuertes del texto. Se observa la combinación de patrón troqueo y yambo (larga-breve y breve-larga) y una analogía con formas músico-bailables como el «valseado». El fragmento transcrito presenta una estructura musical de período binario perfecto, es decir, se compone de una frase musical de ocho compases, con dos semifrases de cuatro compases cada una con función antecedente-consecuente. La estrofa se repite con diferente texto e idéntica música, para conformar una pieza musical de 16 compases, en tonalidad de Do Mayor, con clara sinergia de la sintaxis poético-musical.
Como copla local tuvo una difusión geográfica muy limitada. El título juega con la metáfora de El Lobo Caín, incluyendo además del recurrente término del lobo[19], asociado tantas veces a los asesinatos, el de Caín, identificándolo directamente con el fraticidio.
El pliego se articula en 19 estrofas de 4 versos cada una. En cuanto a la métrica es un romance, de ocho sílabas, donde los pares presentan rima asonante y los impares quedan sueltos. El pliego presenta un texto estrófico con una separación espacial en el pliego que permite visibilizarlas mejor al que las lee. Está separado en dos partes, algo muy frecuente en este tipo de obras.
El inicio sirve de atención del respetable público avisando de lo que se van a encontrar:
«Escuchar el vil suceso,
que solo contarlo aterra
y tuvo por escenario,
Navalmoral de la Sierra»
Conserva, el pliego, los nombres de los personajes (al menos de las víctimas: Tomás Martín Redondo y Carmen Andrés) así como el lugar geográfico de los hechos (Navalmoral de la Sierra). Introduce también elementos muy modernos para la época, como son las vacaciones en «el chalé»[20] que contrasta con la casa serrana que era mayoritaria en esa época.
Realza las cualidades piadosas de las víctimas (buenos, cabales y confiados) frente a las terroríficas del asesino (traicionero, insano, maldito, ruin, sin piedad, cobarde, carnicero, depravado), fantaseando sobre una realidad que difícilmente podemos concretar en la condición humana, caprichosa en todas sus circunstancias.
El desarrollo del pliego remarca las partes más morbosas de la historia: la muerte de Tomás en la huerta a golpe de azadón y el asesinato de Carmen y su arrojo al pozo, así como la confesión de los hechos delante de la Guardia Civil. Finaliza el mismo interpelando a la justicia y a la figura del asesino cainita.
El lobo Caín
Dedicado al horroroso crimen de Navalmoral de la Sierra
PRIMERA PARTE
Escuchar el vil suceso / que solo contarlo aterra
2 y tuvo por escenario / Navalmoral de la Sierra.
Al pie de la sierra hay / un chalet que es propiedad
4 de Tomás Martín Redondo / un hombre bueno y cabal.
Disfrutando vacaciones / se encontraba en el chalet
6 una mujer bondadosa. / llamaba Carmen Andrés.
Un hermano de Tomás, / por éste favorecido,
8 con moneda de traición / pagaba el bien recibido.
Que hay personas en el mundo / de proceder tan insano,
10 que del que reciben pan / suelen morderle la mano.
Navalmoral de la Sierra / tiene un lobo carnicero,
12 que está sediento de sangre / por el maldito dinero.
Tomás le dijo a su hermano / te convido a merendar
14 en la finca, no me faltes / y fue el lobo a devorar.
Bueno siempre y confiado / sin sospechar la traición
16 no vió al hermano asesino / agarrar el azadón.
¡Maldito! seas maldito, / maldito lobo ruin,
18 a golpes mató a su hermano / lo mismo que hizo Caín.
Carmen impaciente espera / aquel bueno de Tomás
20 y es el hermano quien llega / tan tranquilo el criminal.
SEGUNDA PARTE
Donde está tu hermano di, / donde que estoy esperando
22 espera por él en casa / se ha quedado trabajando.
Aquella noche a las diez / necesitando más sangre
24 hasta el chalet bajo el lobo / para sorprender a Carmen.
Abre que traigo un recado / de tu hermano para ti
26 abrió Carmen confiada / quien lo iba a presentir.
Con una barra de hierro / la golpeó sin piedad
28 hasta dejarla sin vida / el cobarde criminal.
Y para borrar el crimen / se fue a su hermano a enterrar,
30 a Carmen la arrojó al pozo / y se marchó a descansar.
Bajan por la calle bajan / bajan buscando el cubil,
32 armados con sus fusiles / la heroica Guardia Civil.
Ya sospechan del hermano / que el crimen quiere negar
34 bendita sea la justicia / que le hizo confesar.
De nada le sirvió al hombre, / despiadado y carnicero,
36 el quererse disfrazar / con una piel de cordero.
Qué puede esperar el hombre / tan depravado y ruin
38 que a golpes mata a su hermano / lo mismo que hizo Caín.
El pliego de cordel, apenas una octavilla con los versos fue vendido por los copleros, figura todavía muy recordada hasta los años 60.
Pues esto eran los copleros que sabes que ganaban dinero y ellos los hacían y luego venían por aquí…y vendían todo lo que querían ¿Y tú te acuerdas de los copleros cuando venían? Sí, era gente normal, era gente normal que se ve que se dedicaban a eso. Si tienen un poquillo y si había un suceso que contar o eso… ellos lo ponían, lo engordaban un poco y lo adornaban. Te lo decían en así (en papel) …Y entonces vendían un montón. Aquí vendieron un montón de esto que las trajo el coplero.
Informes dictados por Teña García
Conclusiones
El romancero ha pervivido a su oralidad durante más de siete siglos. Este tipo de romances de pliego de cordel se han conservado sin variantes al prevalecer sus versiones escritas sobre las orales y suponen la última pervivencia de estos cantos narrativos, la mayoría de calidad ínfima, donde la música es simplemente un soporte para su divulgación, recuerdo y venta.
Sorprende, este pliego, por lo tardío que aparece y por su carácter más local. Llama la atención la viveza con la que todavía aparecen estas pequeñas historias truculentas escritas en papel, pero con vocación de oralidad en un momento en el que, ya traspasada la primera mitad del siglo xx, la radio estaba considerablemente implantada desde los años 30 y la televisión empezaba a emitir de manera regular ese mismo año de 1956. Con todo, el pliego El Lobo Caín fue ampliamente divulgado y es todavía muy conocido entre la población más mayor que lo sufrió en primera persona. Lo tremendo de los hechos acontecidos donde todos, sin excepción, fueron víctimas no se ha olvidado todavía después de casi 70 años, formando parte de la memoria viva en los recuerdos de la población.
Agradecimiento
Este trabajo no hubiera sido posible sin la aportación del propio pliego, las tonadas y los recuerdos de mucha gente que lo mantenido hasta el día de hoy en su memoria. En estos momentos nos acordamos de Blanca Carvajal, Teña García (1943), Purificación del Peso (1946), Rosalía Sánchez (1937), Daniela Meneses (1945), Paqui Gómez (1941) y Lali Pérez (1943). A todas ellas mi más sentida gratitud. Todos los testimonios orales aquí plasmados fueron registrados en agosto de 2024 en Navalmoral de la Sierra (Ávila). Especialmente agradecido a Susana Arroyo que me encaminó en mis dudas musicales de la tradición oral.
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RIBALTA DELGADO. Josefina (1999-2000). Un romance popular del siglo xx: El crimen de Níjar. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales del IEA.
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TEJERO ROBLEDO, E. (1994). Literatura de tradición oral en Ávila. Institución Gran Duque de Alba de la Diputación Provincial de Ávila. Ávila.
ZAMARRÓN YUSTE, Pablo (2024). Música Popular y Tradición Oral en El Carracillo (Segovia). Vol I.
NOTAS
[1] Romances y distintas narraciones similares aprendidas a partir de impresiones modernas. Algunos autores distinguen entre los eruditos (salidos de la pluma de los poetas del xviii) y los de pliego moderno (del siglo xix y xx y cuya finalidad era impresionar a la audiencia con sucesos macabros).
[2]El folletín es un género dramático con tramas muy rebuscadas y poco creíbles, que luego se incorporará a fotonovelas y series televisivas o radiofónicas. El tremendismo es una técnica literaria narrativa desarrollada en la novela española de la década de los años 40 del siglo xx, marcada por la crudeza y el lenguaje desgarrado, la marginación de los personajes y los defectos físicos y mentales de los mismos. Corriente literaria muy marcada por el contexto social de posguerra.
[3] A partir del siglo xviii los ciegos tenían acceso a las relaciones de reos ajusticiados, a partir de las cuales confeccionaban sus relaciones en verso destinadas a la venta pública de los mismos (BOTREL, 1993), es por ello que sea conocidos también como «romances de ciego».
[4] Miguel Manzano en su Cancionero Leonés los denomina Coplas locales mientras que en su Cancionero popular de Burgos Coplas locales y de circunstancias.
[5] Navalmoral de la Sierra cuenta con un pequeño pero interesante ramillete de ejemplos del romancero viejo que fueron recopilados en DEL PESO (2021). La mala noticia (El Mambrú), La loba parda, La Lisarda (Conde Claros en hábito de fraile), La dama y el segador (El Emperador de Roma), La mala suegra. La Carmela. El corregidor y la molinera, La dama y el pastor, La gallarda, Los pajaritos de San Antonio, La hermana cautiva (Don Bueso), La boda estorbada (El Conde Flores), La Virgen y el ciego, El cura enfermo, Agustinita y Redondo, El calderero. y El caracol gigante son los ejemplos recogidos.
[6]Miguel Manzano incluye ejemplos de ellos en sus cancioneros de León y Burgos (MANZANO, 1989 y 2001), José Manuel Fraile en sus trabajos de Madrid y Aliste (FRAILE, 2022 Y 2023), Carlos Porro en su obra de la Montaña Palentina (PORRO, 2015), Emilio Rey en su Romancero de Palencia (REY, 2022), David Alvárez Cárcamo en sus estudios de la tradición leonesa (ÁLVAREZ, 2024) o Zamarrón en la comarca segoviana del Carracillo (ZAMARRÓN, 2024). Muchos otros autores incidieron en su importancia anteriormente como Caro Baroja (CARO BAROJA, 1996), Luis Díaz Viana (DÍAZ VIANA, 1983), Joaquín Díaz (DÍAZ, 1992). De este último destaca especialmente su trabajo de puesta en valor de los pliegos de cordel en su Fundación Centro Etnográfico de Urueña. Todavía son muy escasas las referencias en la provincia de Ávila en el estudio del romancero más tradicional (echando en falta un trabajo de catalogación necesario al respecto) y aún más escasos los trabajos que recopilan ejemplos de estos géneros tardíos. Se pueden citar a JAÉN (2023), TEJERO ROBLEDO (1994), LÓPEZ (2024), HERNÁNDEZ (1990) o SÁNCHEZ GONZÁLEZ (2022)
[7] PORRO (2015), en su obra sobre el romancero de la Montaña Palentina, documenta un interesante pliego de cordel tardío, de 1959, que recoge la muerte de la muchacha Laudelina, en Aguilar de Campoo (Palencia), con fuerte repercusión mediática. RIBALTA (1999-2000) hace lo propio con el afamado crimen de Níjar, acaecido en 1928.
[8] Los pliegos de cordel son, acaso, una de las últimas pervivencias del romancero, arrastrado a desaparecer en un mundo globalizado completamente tecnológico donde existen otros canales para el entretenimiento distinto a la oralidad secular, y donde el mundo de la palabra está siendo agredido por la cultura de la imagen, convirtiéndonos a todos en meros espectadores pasivos y mudos de las mismas noticias seculares (DIAZ, 1992).
[9] Tomás Martín estaba separado de su primera mujer con la que había tenido descendencia.
[10] Una búsqueda de las noticias recogidas en la hemeroteca histórica nos ha permitido completar y seguir de cerca los sucesos. Se pueden consultar on line, en la hemeroteca virtual, las siguientes referencias: Diario de Ávila (20/08/1956, 25/06/1958, 20/06/1958, 21/06/1958, 25/06/1958), Pueblo: Diario del trabajo Nacional (02/08/1956), El Diario Palentino (02/08/1956), ABC (02/08/1956), 7 FECHAS (08/07/1958).
[11] El fenómeno de las vejigas o vejigones del Sistema Central está ampliamente difundido en la tradición oral. En esencia son grandes movimientos de tierra, piedras y agua en zonas de gran pendiente y cierta inestabilidad, que acaban desplazándose ladera abajo hasta que se encauzan, produciendo daños y destrozos allá por donde pasan.
[12] La Orden Civil de Beneficencia fue creada a mediados del siglo xix, para el reconocimiento de los servicios extraordinarios realizados en ocasión de calamidades públicas.
[13] En el asesinato deben concurrir necesariamente alguna de las siguientes: alevosía, ensañamiento o interés económico.
[14] De la misma imprenta aparece referenciado el pliego de cordel, sin año, «Horroroso crimen de un hijo que mató a su madre» de la colección de pliegos de cordel de la Fundación Centro Etnográfico Joaquín Diaz de Urueña, Valladolid.
[15] A Clara Alonso la pudimos entrevistar en 1995, con 84 años, conservando en su memoria interesantes testimonios sobre el rabel en Navalmoral que están recogidos en DEL PESO (2021). De la misma manera, Tía Clara y una de sus hijas, Nati, fueron informantes del musicólogo Bonifacio Gil en una de sus misiones, corría el año 1959.
[16] Conviene recordar que, a pesar de los grandes esfuerzos de alfabetización del país en la década de los años 30 del siglo pasado, es muy probable que los porcentajes de analfabetos se mantuvieran altos en estas áreas serranas, alrededor del 20% de la población no sabría ni leer ni escribir o lo haría con dificultad. Son muchos los testimonios de informantes que así lo reflejaban y que mantuvieron en la memoria viva un importante bagaje romancístico heredado de sus mayores a pesar es estar muy justos con el manejo de las letras. No en vano, el Valle del Alberche fue una de las zonas recorridas por las Misiones Pedagógicas entre 1931 y 1934. Navalmoral acoge una de esas sesiones en julio de 1932 (GONZÁLEZ SÁNCHEZ, 2021).
[17] También a los tejidos de cintas y trenzados del árbol o del cordón, donde estas composiciones valseadas aparecen asiduamente en estos repertorios de danzas de danzantes.
[18] Entre el conjunto de temas recopilados por RNE (programas Raíces y El Candil) analizado en la tesis doctoral de Lola Pérez Rivera se incluyen una serie de romances modernos valseados divulgados en pliego de cordel («Rosita encarnada», «Rosita la cigarrera», «Teresa y Francisquillo» o «La capa de las mujeres»).
[19] Por esos años, además, se había recrudecido la presión de exterminio del lobo en la comarca, acabando con la presencia de las consideradas «alimañas» en los años 60, volviéndose a expandir la especie apenas hace 25 años.
[20] Este «chalet» fue la primera casa vacacional que se construyó en Navalmoral, situada a las afueras, y que a pesar de su buena factura y su excelente ubicación ha seguido deshabitada desde entonces conociéndose como «la casa del crimen», convirtiéndose en una casa maldita. «Solo venían por las vacaciones ahí, al Chalet… la casa el crimen, se quedó por la casa el crimen. De hecho, luego que la han vendido, cuando se enteraron por lo visto que era la casa del crimen, yo no sé si la vendieron o la han dejado ahí olvidada y no han vuelto… como que te impone un poco». (Informes dictados por Teña García).