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Zorita es una localidad de la provincia de Cáceres, partido judicial de Logrosán. Su término –que tiene una extensión de 199´98 kms cuadrados- queda delimitado por los siguientes cerros: En el Noroeste, la Peña –o monte Cabeza del Águila– con 799 m. En el Este, Vallejudío con 437 m. En el Sur, con Sierra Brava de 370 m. Y en el Oeste con Cabeza Parrales de 447 m. y Lebañuelo de 4221 m.
En la dehesa de las Caballerías, situada a cuatro kilómetros de la localidad, se encuentra el templete de Fuente Santa, obra barroca del siglo xvii. Es una pequeña construcción de base cuadrangular, con contrafuertes de esquina y entre ellos arcos apuntados, con balaustradas en los lienzos. Se cubre con un cerramiento de arcos cruzados en cuyo centro está el anagrama Ave María. En el año 1550 se colocó la pila que recibe el agua sobrante del Apocito de la Fuente Santa, fue adquirida por el Sr. Visitador, tal y como quedó constancia el mayordomo don Bernal Pérez y costó 500 maravedíes. El herrero don Juan Loro hizo el caño para la misma fuente, cobrando 20 maravedíes.
A la ermita, en la que se venera la sagrada imagen de la Virgen de Fuente Santa, se accede por un camino adecentado que cae en rampa. Que se ejecutó estando el Bachiller Villatoros en la parroquia de San Pablo, en el año 1574, fueron maestros canteros de la obra don Alfonso Sánchez –vecino de Santa Cruz de la Sierra- y don Francisco del Río, quienes recibieron como salario 128 reales[1]. Volvieron a realizarse obras en la calleja en el año 1882[2].
La ermita de Fuente Santa es una construcción de una sola nave, dividida en dos tramos cubiertos con bóvedas de aristas divididas por un arco ojival que se apoya en pilares adosados. Se accede al interior mediante un porche formado por cuatro arcos de medio punto que se apoyan interiormente en columnas de ladrillo y al exterior en gruesas columnas de granito, y otro arco lateral. En el primer arco nos encontramos con piedras con la TAU (con forma de un trébol de cuatro hojas en el interior de un octógono), símbolo que labraron los canteros, pero también podría tratarse del símbolo de la orden templaria.
El interior de la ermita está decorada con un zócalo de azulejos. La sacristía está adosada a un lateral. El camarín octogonal está cubierto con bóveda de paños, al que se accede a través de una puerta sita en la cabecera. La cúpula está ricamente ornamentada con pinturas alusivas a María, la Ascensión a los cielos, la Huída a Egipto, la Muerte de Cristo, y temas locales con la representación de la Virgen de Fuente Santa asistiendo a los peregrinos, la aparición del manantial de agua para socorrer a los peregrinos, la donación de la corona de Pizarro, etc.. Sobre la cúpula se asienta la linterna rematada con una cruz y una veleta. Se ha utilizado como aparejo la mampostería en muros y sillares en vanos y contrafuertes.
El coro fue construido en 1882, fecha en la que también se realizaron reformas y se construyeron las bóvedas y altares (que fueron demolidos para conseguir mayor amplitud), contratando al alarife trujillano don Antonio Gutiérrez, cobrando 3846 reales, según recogemos datos del mayordomo don Granjo Villarejo[3]. También se abrieron en el coro o tribuna dos vanos para dar mayor luminosidad al interior. También se realizó la pavimentación del presbiterio y en la capilla de la Virgen, con baldosas que imitaban el alabastro, gracias a la donación de don José Peña[4]. Otras obras importantes realizadas en la segunda mitad del siglo xix fue la modificación de la fachada principal de la ermita sustituyendo el antiguo portal por las actuales arcadas con sus correspondientes bóvedas, apoyadas sobre columnas de granito al exterior y de ladrillo en el interior[5]. En 1813, se construye el atrio de la ermita con un total de 6748 reales, por orden directa del Sr. Alcalde don Rodrigo Moreno[6].
Tenemos noticias documentales de algunos bienes muebles que pertenecieron a la ermita. En el año 1549 se concierta la fábrica de un nuevo retablo –«que sustituyó a otro anterior en que está la imagen de nra. Sra. y abrazada con el Niño Jesús en brazos, es de tres órdenes el dcho retablo y está pintado y dorado», presuponemos que de estilo gótico- para la ermita de Fuente Santa[7], que contó con el mecenazgo del obispo don Gutierre de Vargas, obispo de Plasencia desde 1523 hasta 1559. El mayordomo don Juan de la Mancha consigna los primeros pagos de la obra con la entrega de 8.000 maravedíes que fueron aprobados por el Visitador don Luis Carro. Lo ejecutó el artista Juan Barrasa, pintor y decorador, artista que trabajaba al servicio del obispo de Plasencia, porque leemos:
A que se lleve la imagen a Jaraicejo para que pinte la cara del Niño y el pecho, y que se lleve el pintor el pedazo de la talla que se quede para que se pinte y dore, lo cual se lleve luego[8].
Tenemos constancias documentales de la existencia de otro retablo, ejecutado en los años finales del siglo xviii por un artesano que tenía taller establecido en Berzocana[9]. El retablo actual –al quedar destrozado el citado retablo dieciochesco por los destrozos causados por la terrible tormenta del 6 de octubre de 1950–, es obra de las Escuelas Profesionales Salesianas de Sarriá (Barcelona), fue consagrado el día 30 de abril de 1954.
El retablo consta de tres hornacinas, ocupadas en la actualidad, la central por la Virgen de Fuente Santa coronada con una cartela coronada y con el anagrama alusivo a María, la del lado del Evangelio por San Joaquín y San Blas en el de la Epístola. Separan las hornacinas gruesas columnas salomónicas, decoradas con angelotes y hojarascas. También fabricaron una artística mesa de altar de mármol, apoyada en cuatro columnas, consagrada por el Sr. Obispo de Plasencia don Juan Pedro Zarranz, el día 1 de mayo de 1954, con motivo de una visita pastoral.
En la ermita, se conserva un curioso lienzo pictórico de cuatro metros de largo por setenta centímetros de ancho, que representa la procesión que se realizaba el lunes de Pascua con la imagen del titular San Pablo[10]. Es un curioso desfile procesional al que asisten numerosos personajes. Encabeza la procesión un hombre que porta sobre sus espaldas, un peregrino con su bordón, de cuyo extremo pende la calabaza. Le siguen seis hombres que van tocando instrumentos y algunos danzarines. A continuación, seis hombres forman un curioso montaje en altura de tres cuerpos, semejante en la actualidad al hombre llamado Caragol, con otros más, que se apilan en altura en algunas festividades de poblaciones catalanas[11].
Continuando con el cortejo procesional, doce caballeros vestidos con ropajes del siglo xviii, siguen a los danzarines. Cinco de los caballeros portan banderas. Les sigue la cruz parroquial con manga de tambor, que lleva un sacristán, acompañado de otros dos, para turnarse en la procesión. Junto a ellos un monaguillo con una campana. También están los jóvenes «candeleros», cuatro mozos llevando cada uno una vela en la mano. Los mozos que, sin duda alguna, recogían la limosna de la Candela de los domingos de Cuaresma y que tenían su puesto de honor en la tradicional procesión denominada del voto de la Candela. Cuatro clérigos portan la imagen de San Pablo con sus atributos, la cruz-espada y el libro, titular de la iglesia parroquial de Zorita. Sigue a la imagen el palio, cuyas varas sostienen cuatro caballeros vestidos con trajes elegantes y otros cinco caballeros portando sus bordones. Entre estos últimos y las trece mujeres que aparecen al final va un caballero sin bordón. Esta sería la versión de la obra original.
Don Joseph María Rossell, casteller de la Colla Jove dels Xiquets de Tarragona, realizó un estudio comparativo del cuadro que publicó y fotografió don Teodoro Fernández en el año 1972, con la fotografía realizada por Rossell en el año 2000[12]. En este análisis comparativo se observa claramente que el lienzo que actualmente se encuentra en el paramento de la subida de la escalera al camarín no es el mismo que el que existía en 1972. Estoy de acuerdo con el Sr. Rossell que se ha intentado hacer una falsificación del cuadro original, no coincide en múltiples aspectos, la posición de las piernas de los músicos y grupo de danzarines, el grupo de caballeros abanderados no se corresponde con la obra original, han desaparecido las calabazas que argumentaba don Teodoro Fernández, y en el actual portan lanzas; el grupo de la cruz procesional es totalmente distinto, así como los portadores de la imagen de San Pablo; el grupo de peregrinos del lienzo original que portan calabazas poseen un tamaño menor que en el lienzo actual y el grupo de catorce mujeres que van en la procesión, son figuras hieráticas que no se corresponden con las mujeres pintadas en el lienzo actual, además no coinciden las vestimentas. Podemos concluir que el lienzo que se conserva en la actualidad en Fuente Santa no es el mismo que el original, y esta conclusión la refrendamos sin entrar en más detalles como las plumas de los danzantes, el tañedor de laúd, la batuta del director, los palillos del tamborilero o los lazos de los estandartes, como afirma el Sr. Rossell muy acertadamente.
El 25 de enero, fiesta de la Conversión del Apóstol San Pablo, el Cabildo y la ciudad trujillana organizaban una procesión con la imagen de la Virgen de la Coronada, partiendo de su propia ermita y acompañada por el Cabildo Mayor de Beneficiados y Capellanes, justicias y pueblo devoto. Era protocolaria una visita a Santa María, la mayor, y ante la Madre de Dios se cantaba una antífona litúrgica mariana, entonando el preste la oración final correspondiente, para dar gracias a la Soberana Señora por su eficacísima intervención, claramente milagrosa, en la decisiva liberación de la ciudad del poder de los árabes, ocurrida el día 25 de enero del año 1232. Y justamente el mismo día se celebraba otra procesión en Zorita, partiendo de la iglesia del apóstol San Pablo, con la imagen del santo titular para llegar a la ermita de Ntra. Sra. de Fuente Santa celebrando allí una misa solemne.
Existen referencias a «Fuente Santa», no como ermita sino como terreno ya en el siglo xiv, en tiempos del monarca Alfonso XI[13]. En tiempos de este monarca hubo un deslindamiento de varias caballerías del concejo, entre ellas se encontraban La Zarza, Fuente Santa y Zorita[14]. Estas caballerías se explotaban para pasto o a pasto y labor como otras dehesas. El concejo generalmente las arrendaba por uno o varios años, tal y como hemos explicado con anterioridad.
El terreno de Fuente Santa formaba parte de «las caballerías» que tenía Trujillo en esta zona. Dehesa cuyo origen estaría en el reparto de tierras realizado después de la Reconquista a caballeros, pero no cumplieron su fin y quedaron en poder del concejo. Fuente Santa fue una de ellas[15], que por el valor de sus ingresos engrosaba el mayor número de maravedíes a las arcas de Trujillo, además de La Zarza, Zorita, Cañamero, Los Cerros, Navacebrera, Las Abiertas y El Turcal.
Los traslados de arrendamiento y decisiones sobre las demarcaciones de las tierras cercanas a la ermita de Fuente Santa partían de Trujillo[16], hasta que Zorita se eximió de la jurisdicción de Trujillo, tal y como hemos estudiado en el proceso histórico. Hubo graves litigios administrativos entre mayordomos, capellanes y parroquias, sobre todo durante el siglo xvi. Existieron serias discrepancias en torno a la propiedad de la imagen y su ermita, dando origen a un largo pleito jurídico[17]. Se había presentado una demanda para quitar a Zorita su inviolable derecho y la posesión que la Parroquia de San Pablo Apóstol gozaba, tanto de la imagen de la Patrona como del culto, ermita y sus pertenencias. En primera instancia acudieron al Visitador Diocesano impugnando la propiedad[18]. A lo largo de los años, le fueron presentando al Visitador una serie de traslados legalizados para defensa de los derechos del pueblo a tener la posesión de la ermita, Patrona y bienes. El 26 de enero de 1560 fue nombrado obispo de Plasencia don Pedro Ponce de León. El asunto quedó zanjado con sentencia favorable para la parroquia de Zorita.
Una tradición legendaria nos explica que «unos peregrinos, en pleno mes de Agosto, van en peregrinación a Guadalupe. Sedientos, quedan exhaustos, e invocan a la Virgen. Una luz los rodea y una bella mujer les indica que caven en ese lugar con los bastones y que encontrarán agua. Y allí aparece». Por tanto, el relato nos refiere que la celestial Señora se apareció a unos peregrinos, cansados y agotados, para mostrarles el misterioso caudal de agua fresca que corría a flor de pies, donde hoy se alza el rústico templete denominado de la Fuente Santa.
Los extremeños, ya desde la Edad Media, mostraban una predilección en sus devociones por la Virgen María, que era titular de más de la mitad en las parroquias y de otras tantas ermitas. La devoción a la Virgen había sido introducida en España por los cistercienses y difundida a través de la Orden de Alcántara a las otras órdenes militares y al resto de la Iglesia.
Hemos de reconocer objetivamente que existen en toda la geografía extremeña múltiples leyendas y tradiciones, de dudosa o escasa fiabilidad, surgidas ordinariamente del afecto cordial, más que de testimonios verdaderos y evidentes. Sin ir más lejos, citamos el caso del hallazgo de los restos de San Fulgencio y Santa Florentina, en las abruptas serranías de las Villuercas, cerca del río Guadalupe, junto con una imagen de Ntra. Sra., que recibió la advocación de Virgen de Guadalupe –hacia 1340– (Baja Edad Media). Según la tradición, fueron escondidos en este lugar durante la Alta Edad Media, cuando los mozárabes huyeron de Sevilla, lugar de procedencia de los restos, para evitar su profanación. Los restos de los Santos, se conservan en Berzocana.
CLAVES-COMENTARIO: Leyenda Etiológica que explica el hallazgo de una fuente. La fiesta más popular es «La Velada», el 14 de Agosto, en que el pueblo marchaba de noche con candelas encendidas desde la parroquia a la ermita y allí se la hacían ofrendas. La Virgen se comporta como una Dama Blanca, asociada al agua y a la noche. El agua, beneficio de primera necesidad para cualquier ser viviente, ha sido uno de los elementos más buscado y glorificado por la humanidad. En todas las religiones el agua ha sido considerada como un componente divino. Así, por ejemplo, los fenicios creían que un dios al que llamaban Aleyin, que significa: el que cabalga sobre las nubes, era el dios de la lluvia, el dios que hacía crecer las plantas que los alimentaba y cuyo espíritu se podía encontrar y venerar en fuentes, manantiales, arroyos y ríos. En la mitología griega descubrimos que el mar Océano estaba considerado como un inmenso río —poderosa corriente del río Océano—, nos dice Homero en su obra: «La Iliada». Un inmenso río que bajado del cielo era el padre de las fuentes, de los arroyos y de los manantiales... En la religión cristiana también en el agua se ha percibido el espíritu puro y eterno de la divinidad. En la época en que los romanos y los visigodos ocupaban esta tierra de Extremadura, hubo algunos grupos que poblaban esta zona por la cual existían muchas fuentes que manaban agua cristalina y servían para abastecer con holgura a todas las familias que habitaban por el monte. Sin embargo, entre todas las fuentes, había una en concreto que chorreaba un agua gustosa, delicada, saludable y mucho más cristalina que las demás. El agua de la fuente se convirtió por aquella época, o se había convertido ya, en un agua medicinal, muy apta para curar numerosas enfermedades.
En latín: «fuente santa». Nombre de advocación mariana: Nuestra Señora de la Fuensanta. Hay otros santuarios nacionales con este nombre, destacamos el de Murcia y el de Jafre (Girona).
La patrona de Zorita es la Virgen de Fuente Santa, y en su honor se celebran las fiestas de «La Velá», que tienen lugar, tradicionalmente, durante los días 15 al 17 de agosto[19], previamente el lunes de Pascua de Resurrección se solemniza una romería precedida de una misa campestre en la ermita. Esta festividad de la Pascua en la ermita se celebraba –según tenemos constancia documental– desde el siglo xvi[20]. En los días previos, cuatro mozos denominados «candeleros», que eran elegidos anualmente, solicitaban por las casas la limosna para la ofrenda pública de la Candela, que consistía en velas o candelas, cantidades económicas e incluso ofrendas de animales. Todo el conjunto de regalos era ofrecido a la Virgen en la ermita un día de las Pascuas, costumbre que se prorrogaría hasta bien entrado el siglo xix[21]. Se organizaba una procesión desde la iglesia de San Pablo hasta la ermita. En la misa solemne, que se celebraba a la llegada a la ermita, durante el ofertorio, los mozos presentaban las ofrendas recaudadas. Es muy probable –tal y como hemos explicado en el apartado dedicado a los bienes muebles que posee la ermita– que el lienzo «la torre humana» que se conserva en la ermita represente esta procesión, donde igualmente se llevaba al santo titular de la parroquia, San Pablo.
Antigua es también la celebración de la vigilia litúrgica ante la gran fiesta del misterio asuncionista de María. Comenzaba con el canto solemne de Vísperas del oficio divino para pasar a una larga noche de oración en la ermita, velando toda la noche ante la imagen de la Virgen de Fuente Santa. Con el tiempo, se popularizó el nombre de La Velada o La Velá para recordar aquellas noches que pasaban los devotos orando en la ermita.
A partir de 1759, tenemos constancia documental de la construcción de una cocina aneja a la ermita que importó 1753 reales[22]. Al terminar la noche de meditación o velar ante la imagen de la Virgen, se preparaba un desayuno para reparar las fuerzas consumidas en la vigilia nocturna.
La costumbre tan piadosa de velar a la Virgen por la noche, se remonta al siglo xvi –según los libros documentales que disponemos–. Para los asistentes a la Velá del día 14 al 15 de agosto envío un Visitador diocesano, en el año 1554, que se dispusiese una habitación dentro de la casa del santero, para «que se construya un aposento para los que vinieren a velar y que se compre una sartén y un asador y un caldero»[23].
A lo largo de los años, según se refleja por los Libros parroquiales, se fueron ampliando los actos religiosos y festivos. Por las cuentas del año 1745 conocemos que los gastos de la gran fiesta de la Asunción, celebrada en la ermita, totalizaron 171 reales por varios conceptos. El día 14 de agosto, por la tarde se cantaban ante la imagen las Vísperas. Al terminar, en una habitación aneja a la ermita se ofrecía un aperitivo. Al día siguiente, se celebraba la fiesta mayor con una misa solemne, oficiada por tres sacerdotes. Uno de ellos, pronunciaba el sermón. Después de la Misa se ofrecía el desayuno a los participantes en los cultos. Después, se cantaban las segundas Vísperas del oficio asuncionista para sacar en procesión –en unas andas– a la imagen de Fuente Santa –algunos años se hacia la puja o subasta de los brazos, y con poca frecuencia se realizaban danzas en torno a la ermita–.
Esta costumbre de velar a la Virgen de Fuente Santa terminó con la orden sinodal del siglo xviii. En la visita del día 19 de mayo de 1765, realizada por don Pedro López Sobrino, canónigo prebendado de Plasencia, Visitador General. Escribió este mandato:
En atención a estar prohibidos por Constitución Sinodal que no se consientan ni en iglesias ni en ermitas Veladas de noche, por los gravísimos inconvenientes que prescriben... y que en la Visita que celebró D. Diego de Castejón, Visitador que fue deste obispado, en esta parroquia en 12 de marzo del año pasado de 1613, las prohibió con la mayor severidad, y que en virtud de lo uno y de lo otro en el anterior próximo pasado año de 1764 se quitó la Velada de la ermita del día de la Asunción a los cielos de Ntra, Sra. de la Fuente Santa en la víspera, 14 de agosto, por el Bachiller D. Juan Arias de Chaves, Cura Rector que fue desta parroquia, revalidando dicho señor actual Visitador la fuerza de la citada Visita...mandó bajo pena de excomunión mayor, trina canónica monitione en derecho praemissa, latae sententiae... que los Curas Tenientes, eclesiásticos, ni otras personas algunas vayan a dicha Velada a dicha ermita, y bajo la misma censura, los santeros della cierren las puertas con su llave, luego que se ponga el sol dicho día 14 de dicho mes de agosto, y lo mismo excutarán en los días y tiempos del año[24].
Precisamente, como explicamos en el apartado dedicado a la representación el lienzo de la procesión, la ermita de la Coronada en el campo trujillano tuvo ciertas relaciones con la de Fuente Santa. Se prohibió la procesión que se realizaba desde dicha ermita hasta Trujillo el lunes de Pascua. La ermita de la Coronada[25], situada a 10 kms. de Trujillo y, propiedad de la villa de Trujillo, fue entregada a los caballeros Templarios hasta la extinción de dicha Orden, por el Papa Clemente V con la bula Vox in excelso (3 de abril de 1312), volviendo la villa de Trujillo a correr con la dotación y culto de esta ermita y por voto solemne del pueblo, recordando la victoria sobre los árabes (1232)[26], iban los trujillanos con el Concejo todos los años en procesión a dicha ermita el lunes de Pascua de Resurrección y se celebraba una suntuosa fiesta en honor de Ntra. Sra. de la Coronada. Esta costumbre duró hasta el año 1687, fecha en la cual tuvo lugar la celebración del Sínodo placentino, la Constitución VIII dice: «Que ninguna procesión se haga à iglesia, ò Hermita, que diste mas de media legua del Lugar, salvo à algun Santuario celebre en tiempo de urgentissima necesidad»[27]. Desde entonces se perdió el culto en la ermita de la Coronada, mientras que en Zorita continuó según se desprende del Procesionario que lleva el Cabildo Mayor de Beneficiados y Capellanes de la ciudad de Trujillo en todas las procesiones ordinarias y extraordinarias que hace en el año, el cual es hecho de orden de dicho Cabildo Mayor, por don Antonio García de Zejos, Beneficiado propio de la Santa Vera Cruz y Capitular de dicho Cabildo (año 1720), y como revela la visita de 1765 a Zorita por don Pedro López Sobrino, esta costumbre de la vigilia en la ermita de Fuente Santa continuó realizándose por los fieles devotos zoriteños, ante tal incumplimiento de la orden eclesiástica por los vecinos que querían continuar con esta entrañable y piadosa tradición.
En la actualidad la fiesta que se celebra en honor a la Virgen de Fuente Santa tiene connotaciones religiosas y «populares». Se traslada a la imagen desde la ermita al pueblo en procesión solemne, se celebra el novenario y el día 15 la fiesta mayor, con procesión de la Patrona por la Plaza de la localidad para retornar a su ermita en los dos días siguientes a la festividad. En los días que la Virgen permanece en el pueblo, se celebran fiestas que hemos denominado «populares» que consisten en corridas de toros o festejos taurinos, artilugios para chicos y mayores, verbenas, nombramiento de reina y damas de las fiestas con actos lúdicos que tienen lugar en el parque, verbenas, y fuegos de artificio, que se remontan al siglo xix los primeros fuegos artificiales o cohetes que se adquirieron para las fiestas[28], etc.. Todo un elenco de atracciones y espectáculos para que los zoriteños y visitantes disfruten de unos días de alegría veraniegos en su pueblo.
María de Fuente Santa –finamente policromada– está en pie, sujeta a su Hijo con la mano izquierda y, la mano derecha en la que originariamente llevaba una fruta esférica[29], le ha sido alterada para sostener un moderno cetro que depende todavía de las formas puristas, aunque ya ciertamente deriven hacia el barroquismo de mediados del siglo xvii[30]. La Virgen hace un ademán de inclinar ligeramente su cuerpo hacia un lado, como las «Odegetrias» bizantinas. Viste túnica de color rojizo decorada con decorada con elementos vegetales estofados[31] y las típicas cardinas góticas, ceñida al cuerpo con un cíngulo, presentando alto talle, plegada con soltura y de manera naturalista, como es propio de lo gótico. El cuello de la túnica no está tan ajustado a la garganta de la Virgen, como era habitual en épocas anteriores. Lleva un ampuloso manto de color verdoso con dibujos en zig–zags y estrellas doradas[32], con ribetes en los bordes, donde le han sido adaptados cabujones de forma ovoidal verdes y rojos, tallado basando en angulaciones, típicas del gótico hispano–flamenco que se desarrolla en la segunda mitad del siglo xv. Por debajo asoma uno de los zapatos de punta redondeada que calza Ntra. Sra. El Niño viste túnica, con ajustado escote y bendice con la diestra.
Madre e Hijo ostentan unas facciones muy ingenuas. El rostro ovalado de la Virgen está enmarcado por largos y negros cabellos que le caen en cascada por la espalda y hombros. El cabello del Niño se dispone a modo de casquete.
La postura de la Virgen de la Fuente Santa responde a la Odegetria. Precisamente, el historiador Nicéforo Calixto nos indica que en el siglo IV la hermana de Teodosio II colocó un icono con la representación de la Virgen en la iglesia constantinopolitana de Odegón («calle de los guías»), a esta Virgen desde entonces comenzaron a llamarla Panagia Odegetria («la que guía»). De pie con el Niño en su brazo izquierdo y la mano derecha apoyada sobre el pecho sosteniendo una fruta esférica. El Niño con túnica, poseía nimbo y bendecía al modo latino con la derecha, sosteniendo en la izquierda un rollo de pergamino o el Libro de los Siete Sellos alusivo a su segunda venida apocalíptica. La figura de Jesús en actitud deífica y bendiciendo, están concebidas ambas imágenes con sentido teológico y con carácter teofánico.
Por todos los detalles expresados, es probable que la imagen sea obra de finales del siglo xv, realizada por un artista anónimo local. No obstante, esta imagen presenta confusiones, ya que no responde a su aspecto primitivo. Ha sufrido múltiples alteraciones[33].
En la noche del 6 de octubre de 1950, una tormenta produjo una descarga eléctrica que alcanzó el camarín, la imagen y el retablo, ocasionando graves desperfectos. Las imágenes de la Virgen y el Niño Jesús perdieron gran parte del brazo derecho. El pelo y el manto de la imagen de la Patrona quedaron carbonizados y la corona rota. Fue restaurada por el equipo de don José María Alcácer, en el Museo del Prado de Madrid. La peana de la Virgen también sufrió desperfectos, encargándose una nueva en 1966 al artista sevillano don Manuel Seco Velasco por valor de 26.702 pesetas.
En 1522 el capitán Gonzalo Pizarro, padre de Francisco Pizarro, hizo vínculo y mayorazgo de todos los bienes que poseía en este pueblo a favor de su hijo legítimo Hernando Pizarro[34] que se casó con su sobrina Francisca Pizarro, del matrimonio nació un hijo que fue el sucesor en los derechos de bienes, el descendiente se casó con Estefanía de Orellana y tuvieron al primer marqués, reconocido por sentencia real en 1629, el cual logró que se cambiase el nombre del pueblo de La Zarza en Conquista (por el título del marquesado que alude a la conquista del Perú).
En la iglesia de Conquista de la Sierra estuvo –durante un tiempo– enterrado don Gonzalo Pizarro y Rodríguez de Aguilar –hasta que Hernando Pizarro ordenó trasladarlos a la parroquia de San Francisco de Trujillo–, padre de los famosos Pizarros conquistadores. Murió el 16 de septiembre de 1522 en el cerco de Amaya, estando a las órdenes del duque de Nájera y del Conde de Miranda[35]. Aún se encuentra en la iglesia de Conquista la losa funeraria de María de Aguilar, una hija bastarda de Gonzalo Pizarro: «AQUÍ YACE MARIA DE AGILAR, HIJA DE GOCALO PICARO».
La Zarza o Conquista de la Sierra, fue el lugar donde crecieron juntos los hijos de Gonzalo Pizarro. A excepción de Francisco Pizarro, desechando la teoría de algunos lugareños que consideran que había nacido aquí, pues los Pizarro vivieron en La Zarza en 1522, y ya hacía veinte años que Francisco Pizarro se había marchado a América. Porque tal heredad sólo fue de su padre a partir de su matrimonio en 1503 con Isabel Rodríguez de Aguilar. Cuando se casó su padre, Francisco Pizarro hacía ya un año que estaba en América. Juan Pizarro, que regalaría las coronas a la Virgen de Fuente Santa, fue el usufructuario de la viña y huerta de La Zarza junto con su tía materna Estefanía de Vargas y su hermana Inés Rodríguez de Aguilar (que fue la mayor de las hijas de Gonzalo Pizarro, incluyendo las bastardas)[36].
Siempre ha gozado la Virgen de Fuente Santa de merecidos devotos. Precisamente, desde el obispado de Plasencia, sus visitadores han exhortado al pueblo a ofrecer limosnas para el culto a la Virgen. Por citar algún ejemplo, acabadas las obras que se realizaron entre 1770-1773, el Visitador. Lic. Don José Fernández Díez, el 29 de mayo de 1773, exhortó en la Visita general realizada en la ermita, que era un deber religioso que los vecinos de Zorita obsequiaran a la Virgen con donativos. De hecho, desde el siglo xviii aparece la costumbre de regalar a la Virgen de Fuente Santa el pegujal, pequeña porción de siembra o de ganado que los pobladores ofrendaban para sufragar los gastos de la ermita y culto.
El problema surge al tratar de explicar la historia del culto a la Patrona, la tradición legendaria y fechar la imagen de la Virgen y el Niño. Al difundirse estos relatos lignarios, según un modelo establecido, los monjes o el pueblo sencillo no buscaban la verosimilitud. Su objetivo era el de incorporar al culto de una imagen el «medio ambiente» legendario que entrase más entrañablemente en el corazón del pueblo[37]. Pero, cada época tiene su idiosincrasia y no se puede aplicar a una época pasada criterios que hoy estimamos insustituibles. Es difícil captar el mensaje de unos hombres medievales que creían en un mundo en el que casi todo era simbólico.
Consideramos que el vulgo popular unido a la tradición legendaria de los peregrinos que sofocaron su sed en un manantial existente en esta zona, provocaron que en los años finales del siglo xv –y no antes– la villa de Zorita construyera en este lugar una ermita y un «monumento» digno en aquel lugar donde existía un manantial. El culto popular sufragó los gastos para que un artista local tallase la magnífica imagen de la Virgen de la Fuente Santa y el Niño. Porque, aunque han desaparecido los libros de cuentas de fábrica e inventarios de esa época, las características estilísticas de las imágenes de la Virgen y el Niño, y los restos más antiguos que se conservan de la primitiva ermita corresponden a los años finales del siglo xv. No tiene nada que ver con las creaciones de un arte, cronológico y espacialmente fronterizo, sin grandes exigencias estéticas como correspondía a la mentalidad de sus devotos: soldados y campesinos, colonos de las tierras de la Extremadura Leonesa. Con ellos llegarían imagineros poco cualificados, prestos a llenar el vacío icónico de su nueva tierra, cuando no traerían sus entrañables imágenes protectoras, rudas como ellos mismos[38]. Tenemos en la Diócesis placentina obras de notable calidad artística como es el caso de la Virgen del Sagrario de la Catedral de Plasencia o la Virgen de Guadalupe, obras románicas cuyas características estilísticas y artísticas no tienen semejanzas con la Virgen de Fuente Santa. Está más en consonancia con otras imágenes como la Virgen de los Hitos de Jaraicejo o Nuestra Señora de la Salud de Plasencia, de cuya imagen podemos destacar que –al igual que la Virgen de Fuente Santa de Zorita– se trata de una «Odegetria» bizantina, la Virgen está en pie y sus proporciones son esbeltas, afilándose a la base como corresponde al período gótico final. Ntra. Sra. sostiene al Niño con ambas manos, este descansa en el brazo izquierdo de su Madre. El cabello le cae en cascada por la espalda y sobre los hombros, en torno al agradable óvalo del rostro, de una manera flamenquizante, tratamiento usual a finales del siglo xv[39]. El Niño presenta algunos caracteres iconográficos semejantes al Niño que lleva entre sus brazos Ntra. Sra. de la Esclarecida, de la parroquia de Santiago de Cáceres (obra del último cuarto del siglo xv).
Ntra. Sra. viste túnica y manto muy ricos, dorados y estofados con abundantes motivos geométricos y vegetales que enriquecen la efigie. La túnica de la Virgen María ostenta un característico escote cuadrado que puede fechar la imagen en los últimos años del siglo xv, escondido tras el lujoso manto, que está abrochado al centro, rasgo característico en la moda de la segunda mitad del siglo xv. El manto cae hacia los pies en acartonados y paralelos pliegues, concebidos con gran elegancia, en donde se notan las violencias angulaciones propias del estilo gótico, dejándonos ver los zapatos de punta redonda que calza Ntra. Sra. Además, el cinturón con el que se ciñe la túnica está situado a buena altura en el talle, lo cual también prueba que es una imagen de derivación gótica. Características que nos proporcionan un dato clave y de especial relevancia para relacionar la estatura con la etapa hispano–flamenca de finales del siglo xv. Además, la talla propiamente dicha no puede negar su adscripción a modelos de estirpe hispano–flamenca[40].
Numerosas donaciones ha recibido la Virgen de Fuente Santa a lo largo de su historia: ricos mantos bordados con pedrerías, manteles, rosarios, etc.. Según queda constancia en los libros de cuentas existentes en la parroquia de San Pablo: frontales, casullas, manteles, sábanas, camisas de la Virgen, candeleros, lámparas de plata, cálices, copones, navetas[41]. En el Inventario de bienes de la ermita del año 1795 se citan un total de treinta y nueve piezas de plata[42]. Los mayordomos de la Virgen, siempre preocupados por el decoro de la ermita, adquirieron obras para engalanarla. Por ejemplo, en 1879 entregaron 20 reales al Sr. Serrano por dos cuadros en lienzo que trajo para la ermita, y una cruz de plata de meneses para la manga[43].
Y más cercanos a nosotros, a mediados del siglo xix, la cofradía adquiere un realejo para acompañar los cánticos de las fiestas celebradas en el santuario[44]. En la actualidad, la Virgen de Fuente Santa es cubierta con tres ricos mantos, uno para cada ocasión propicia. Un manto le regaló una novia en los años 60 del siglo xx, doña Ana Navarro donó a la Virgen un magnífico manto de terciopelo bordado en oro, y en nuestros días, la Cofradía adquirió otro en talleres de bordados de Madrid.
Al quedar destrozada la corona con motivo de la tormenta, el pueblo encargó una nueva confeccionada y engalanada con preciosas joyas, brillantes perlas, platino, diamantes y gran cantidad de plata y oro. Con ésta fue coronada la Virgen de Fuente Santa el día 15 de agosto del año 1967 por el entonces párroco de San Pablo Apóstol don Teodoro Fernández Sánchez. Asimismo, para realizar el traslado de la venerada imagen desde la ermita a la parroquia de San Pablo que en los días festivos era transportada a hombros, se encargó una carroza para evitar dañar en el traslado a la imagen de la Virgen y el Niño. Fue fabricada en Sevilla, en el taller del orfebre pasionario don Antonio Marmolejo, importando la obra 63.450 pesetas.
Hace dos años, doña Elena Cano Broncano, regaló a la Virgen de Fuente Santa y al Niño sendas magníficas coronas.
EL HIMNO A LA PATRONA
Estrofas del himno a Ntra. Sra. de la Fuente Santa
Fuente Santa, blancura de armiño,
es piedad, esperanza y amor;
es un beso de ardiente cariño
que a Zorita su Madre le dio.
Entre aromas de viejas memorias
con reflejo de intenso arrebor,
los Pizarros pregonan sus glorias
en las tierras del oro y del sol.
A sus pies rica fuente escarlata
rebosante de gracias brotó
es un arca que llave de plata
con suspiros de amores abrió.
Quiero asirme a tu manto de nieve
y entre arrullos de tierna canción
que tu brazo hasta el cielo me lleve,
donde amarte será mi ilusión.
Siete siglos de ofrendas piadosa
en la fuente que tu rostro vio,
dulce Madre, leal y amorosa
de la villa que en tu honor creyó,
son testigos del llanto y dolores
que ante Ti con fervor derramó
este pueblo que en viejos albores
tu visita y tu amor mereció.
El sediento, el enfermo e el niño
que angustiado a tus plantas llegó
siempre halló en tu pecho el cariño
que a sus hijos la Madre ofreció.
Es tu seno una fuente escondida
de esperanza, de dicha y salud;
y a quien vive tu fe en esta vida
su delicia en la otra eres Tú.
Música: María Amparo Fuster, profesora del Real Conservatorio de Música de Madrid. Compuesto en el año 1964.
NOTAS
[1] II Libro de Cuentas de la ermita (1543-1613), fol. 89. La construcción de la calzada para facilitar el acceso a la ermita había sido aprobada por el Visitador Dr. Roldán el 11 de junio de 1557. fol. 32 del Libro de Visitas de la iglesia de San Pablo de Zorita. Mi agradecimiento al sacerdote don Pedro Sánchez Méndez por las facilidades otorgadas para la investigación en el Archivo Parroquial de Zorita.
[2] Libro de Cuentas de la ermita, 1882, fol. 120.
[3] Libro de Cuentas de la ermita, 1882, fols. 120 vº y 123. En el contrato se especifica también que el artífice Sr. Gutiérrez decoró las tres bóvedas nuevas, pero no realizó la pintura del presbiterio, este año de 2005 ha sido restaurada y policromada por artistas locales.
[4] II Libro de Cuentas de la ermita o Libro de Mayordomía (1543-1613). Parroquia de San Pablo Apóstol, 1543, fols. 121 ss.
[5]Por 384 arrobas de cal se pagaron 768 reales. (Rb.1 32. Fol. 98) Por 9.700 ladrillos abonó 388 reales. El transporte de los mismos importó 183 reales que fueron pagados a Miguel Holguín. (Rb.1 33 y 34 respectivamente.). Los Maestros Alarifes percibieron por hacer las bóvedas en el portal, según el recibo 21, la suma de 800 reales. Para la misma obra se abonaron a Juan Agustín Blázquez 302 reales. (Rb.1 36). Libro de Cuentas de la ermita de Fuente Santa (1788-1929).
[6] Libro de cuentas de la ermita o Libro de Mayordomía, 1813, fol. 54 vº.
[7] II Libro de cuentas de la ermita o Libro de Mayordomía (1543-1613). Parroquia de San Pablo Apóstol, 1543, fol. 2. También queda constancia de la existencia de la Virgen de Fuente Santa y el Niño en dicho retablo en octubre del año 1543. Queda constancia de un nuevo dorado del retablo entre el 17 de marzo de 1551 y el 1 de octubre de 1555, fol. 22 vº.
[8] Si sumamos los distintos pagos entregados al artista Barrasa por los conceptos de pintura y dorado del retablo, sumarían en total 95.574 maravedíes. Segundo Libro de Cuentas o Mayordomía. Parroquia de San Pablo Apóstol, 1543, fol. 14.
[9] Libro de Cuentas de la parroquia de San Pablo, 1788-1929. Aparece anotado un adelanto de 3435 reales para la ejecución de un retablo, no se menciona ningún artista. Pero, en el Libro de Visitas de 1796, fecha en la cual estaría ya finalizado el retablo, se aprueba pagar al maestro Alonso Serrano de Berzocana otros 2400 reales. Si sumamos estas partidas económicas y el dorado del retablo que sumó 1550 reales, el coste total del mismo ascendería a 7.385 reales.
[10]Procesionario que lleva el Cabildo Mayor de Beneficiados y Capellanes de la ciudad de Trujillo en todas las procesiones ordinarias y extraordinarias que hace en el año, el cual es hecho de orden de dicho Cabildo Mayor, por don Antonio García de Zejos, Beneficiado propio de la Santa Vera Cruz y Capitular de dicho Cabildo. Año 1720. Este libro se encontraba en la iglesia de Santa María la Mayor de Trujillo. El último en estudiar dicho libro fue don Teodoro Fernández Sánchez, de hecho, en el periódico La Opinión de Trujillo y en los Coloquios Históricos de Trujillo, hizo mención en varias ocasiones a este libro. En la actualidad no se conoce su paradero. Convendría tenerlo custodiado en la parroquia de origen (Santa María la Mayor de Trujillo) pues nos ofrecería muchas luces acerca de estas procesiones que se realizaban desde las parroquias a las ermitas y viceversa.
[11] FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, T: «Una torre humana». Revista de Estudios Extremeños, tomo XXVII-II-1972, pp. 291-295.
[12] ROSSELL I MAYO, J. M: «Análisis comparativo del cuadro representante de una procesión con torre humana que se exhibe en la ermita de Fuente Santa de Zorita». Revista de la Sociedad Arqueológica de Extremadura, núm. 2, año 2002, I época, pp. 147-158.
[13] Los primeros testimonios sobre la existencia de la ermita se remontan documentalmente a mediados del siglo xvi. Lo cual no quiere decir que no existieran Libros eclesiásticos anteriores. Comprobamos documentalmente que, al menos desde el siglo xvi, ya hubo cabildeos y serias discrepancias en torno a la propiedad de la imagen y su ermita, dando origen a un largo pleito jurídico. Pleitos que quedaron anotados en las Cuentas de mayordomía de la Fuente Santa, rendidas el 18 de julio de 1559.
[14] Archivo Municipal de Trujillo, leg. 5, núm. 15.
[15] Archivo Municipal de Trujillo, leg. 64, fol. 3 vº. Se arrendaban por el concejo por uno o varios años tras celebrarse una subasta pública. Archivo Municipal de Trujillo, leg. 7 ss, núms. 1-5 (años 1478-1518).
[16]Escritura de deslinde de un pedazo de tierra al sitio de la Cabeza del Águila en Fuente Santa otorgada entre Trujillo y Zorita. A 1 de mayo del 1539 ante Florencio de Santa Cruz. Año 1539. Archivo Municipal de Trujillo, leg. 1-3-78-1. Folio 18; Traslado del arrendamiento que el lugar de Zorita hizo de su dehesa boyal y ejido. Para llevarlo al pleito que siguió la Ciudad de Trujillo con las villas: Berzocana, Robledillo, La Cumbre, Abertura por la dehesa Caballerías. Archivo Municipal de Trujillo, año 1579. Leg. 1-2-49-2; Escritura de censo por 3 mil maravedíes sobre las viñas de Fuente Santa que el Concejo de Trujillo otorgó a favor del Concejo de Zorita. En Trujillo a 20 de Febrero ante Juan Rodríguez Caramaño. Archivo Municipal de Trujillo, año 1540. Leg. 1-3-78-1, folio 18. Escritura de censo de 3 mil maravedíes anuales otorgada a favor de Trujillo por el Concejo de Zorita sobre las viñas que en Fuente Santa plantaron los vecinos de esta villa y que les respeta y cede. En Trujillo a 20 de febrero ante Juan Rodríguez Caramaño. Archivo Municipal de Trujillo, año 1540. 1-3-78-1. Traslado de la Provisión Real en Madrid a 21 de agosto refrendada de Fernando Vallejo para que Trujillo diera testimonio del valor de diversas dehesas Caballerías para pieza del pleito que seguía con Zorita al eximirse de su juridicción el cual fue dado por Pedro Manglano ante quien se hizo este traslado en Trujillo a 10 de mayo de 1636. 21 folios. Archivo Municipal de Trujillo, año 1635. Leg. 1-6-225-23.
[17]Cuentas de mayordomía de la ermita de Fuente Santa, rendidas el 18 de julio de 1559.
[18]Según consta en el libro de las Cuentas de la ermita (op. cit.), Archivo parroquial de San Pablo de Zorita, fol. 45.
[19] El día 1 de noviembre de 1950, Pío XII definió solemnemente la Asunción de la Santísima Virgen María: «Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.»
[20]El visitador don Pedro Matías Nieto hace constar: «Por ciertas disensiones entre los mayordomos, que fueron y es, de la fábrica de la ermita de Ntra. Señora de la Fuente Santa y las personas que se nombran cada un año para pedir limosnas para la Candela que se ofrece en dicha ermita por Pascuas de Resurrección, ordena que los tres machos cabrios que mandaron unos pastores a Ntra. Señora y los percibieron los que en este año piden dicha limosna, y valieron 50 reales, por esta vez y sin hacer ejemplar para adelante, perciba el mayordomo 2 ducados y medio, y en lo sucesivo nunca más se dejen ir las limosnas a poder del mayordomo», Libro de Cuentas o Mayordomía, fol. 28.
[21] El año 1884 se anota la última recaudación llevada a cabo por los mozos para la ofrenda de la Candela: «Limosna de los Candeleros, en dos o tres veces que han salido a recoger en este año, entre dineros, garbanzos y huevos... 13´20 reales». Libro de Cuentas de la ermita de Fuente Santa, 1788–1929.
[22] II Libro de Cuentas de la ermita, fol. 73.
[23] FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, op. cit., p. 38.
[24] Libro de Visitas de la parroquia de San Pablo de Zorita, 1758–1780.
[25] Construida por el maestre Gil de Cuéllar, autor de la Sala Capitular de la catedral placentina o capilla de San Pablo. Esto lo afirma por primera vez NARANJO ALONSO, C.: Trujillo y su tierra. Trujillo, 1923, p. 110. Es importante ver el estudio del Catedrático de la Univ. de Valladolid, Dr. don Salvador Andrés Ordax sobre esta ermita y este arquitecto, en B.S.A.A., tomo LIII, Valladolid, 1987, pp. 304–309.
[26] La imagen de la Virgen de la Coronada (actualmente en la iglesia de San Martín de Trujillo) tiene vaciada su espalda, característico de las imágenes fernandinas que acompañaban a los ejércitos. Es probable que esta imagen llegara a Trujillo con las tropas cristianas traídas por los templarios, en la reconquista definitiva del 25 de enero de 1232. Estableciéndose su culto enseguida. Según los Anales Toledanos, Trujillo fue reconquistado por el Maestre de Alcántara, ayudado por el obispo de Plasencia y algunos caballeros del Temple y Santiago.
[27] Synodo Docesana del Obispado de Plasencia, celebrada por el Ilvstrissimo y Reverendissimo Señor Don Fr. Joseph Ximenez Samaniego, Obispo de Plasencia. En la Civdad de Plasencia, los días XI al XV del mes de mayo del año de M.DC. LXXXVII. En Madrid, Oficina de Melchor Alvarez. Año M.DC.LXXXXII, fol. 255.
[28] Los primeros cohetes se compraron en Orellana en el año 1814, importaron 60 reales (fol. 58), también en las fiestas de Pascuas se compraba pólvora para los fuegos de artificio, año 1884 (fol. 124 vº). Libro de Cuentas de la ermita (1788–1929). Parroquia de San Pablo de Zorita.
[29] Por medio de la exégesis de las Sagradas Escrituras los Padres de la Iglesia intentan reconciliar el Antiguo Testamento con el Nuevo, identifican a María como la nueva Eva, en el sentido del perdón de los pecados. A partir de este momento, y con la aparición de los Apócrifos de la Biblia (siglos II y III), se observa una creciente devoción a María. Si los Evangelios canónicos son muy parcos en noticias puramente narrativas, los escritos apócrifos, son indudables fuentes iconográficas repletas de narraciones. La manzana y otros frutos similares, en la mano de María, son reflejo de la mujer apocalíptica para convertirse en la nueva Eva que venía a salvar lo que se había perdido a causa de una manzana. TRENS, M.: Iconografía de la Virgen en el Arte Español, Madrid, 1947, p. 15.
[30] La única referencia al cetro de plata de la Virgen aparece citada en el Libro de Cuentas, año 1849, fol. 74 vº, siendo mayordomo don Fernando Gil.
[31] Curiosamente, este tipo de flores con pétalos estaban ya presentes en muchas de las orlas que circundan las viñetas de las Cantigas de Alfonso X. Vid. GUERRERO LOVILLO, J.: Las Cantigas. Estudio arqueológico de sus miniaturas. Madrid, 1949. Esta imagen de Fuente Santa guarda muchas semejanzas con la patrona de El Torno, estilística y artísticamente.
[32] Decoraciones frecuentes en la moda española de finales del siglo xv. Véanse los estudios de BERNIS MADRAZO, C.: Indumentaria medieval española. Madrid, 1955. «Indumentaria española del siglo xv: la camisa de mujer». A.E.A. Tomo XXX, Madrid, 1957, pp. 187 ss. «Modas moriscas en la sociedad cristiana del siglo xv y principios del xvi». Bol. Real Academia de la Historia, CXLIV, Madrid, 1959. «La moda en las imágenes góticas de la Virgen. Claves para su fechación». A.E.A., XLIII, núm. 170, Madrid, 1970. Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos. I. Las mujeres. II. Los hombres. Madrid, 1978–79.
[33] Además de la restauración llevada a cabo tras los desperfectos ocasionados por la tormenta de 1950, en el año 1858 se retocó la imagen por valor de 80 reales, según consta en el fol. 98 (recibo 21), Libro de Cuentas de la ermita. Ese mismo año se efectuaron obras en el portal (500 reales) y la sacristía (206 reales), fols. 96 y 96 vº. Libro citado.
[34] Manuscrito de Esteban de Tapia, Crónicas trujillanas del siglo xvi, op. cit., pp. 296 y 297. NARANJO ALONSO, C.: Trujillo sus hijos y monumentos. 2ª ed. Serradilla, 1929, p. 32.
[35] CUNEO VIDAL, R.: Vida del conquistador del Perú don Francisco Pizarro y de sus hermanos Hernando, Juan y Gonzalo Pizarro y Francisco Martín de Alcántara. Casa Editorial Maucci. Barcelona, 1934, p. 34. CUNEO VIDAL, R.: Vida del conquistador don Francisco Pizarro. Lima, Gráficas Morsom, 1978. BUSTO DUTHURBURU, JOSE ANTONIO del: Francisco Pizarro y Trujillo de Extremadura. Ed. Studium. Lima, 1983, p. 58.
[36] Hay que recordar que el heredero que quedó con vida tras las azarosas aventuras americanas fue Hernando Pizarro, que vivió en Conquista de la Sierra o La Zarza junto con su esposa Francisca Pizarro durante las obras de su residencia, el palacio del Marqués de la Conquista en Trujillo. Y, la vinculación de los Pizarro y los Añascos se remonta al siglo xiv, cuando vivía en 1310 en Trujillo don Gonzalo Sánchez Pizarro que se unió en matrimonio a una dama noble de la Casa de los Añascos, sus sucesores fueron Sancho Martínez Añasco Pizarro y Alfonso Martínez Pizarro. Este enlace comprometió la militancia de los Pizarro por el linaje de los Añascos durante varias generaciones.
[37] MUYMEN, J.: El enigma de las Vírgenes Negras. Barcelona, 1973, p. 135. HERRAN, L.: Historia, culto y leyenda de las apariciones marianas. Estudios Marianos. Vol. de la Sociedad Mariológica Española. Madrid, 1961, p. 265.
[38] Existen numerosas obras de los períodos románico y gótico en la Diócesis placentina que representan a Ntra. Sra. con el Niño Jesús. RAMOS RUBIO, J.A.: Imaginería y pintura medieval y tardomedieval en la Diócesis de Plasencia, op. cit. RAMOS RUBIO, J. A.: «Imaginería Medieval en la Tierra de Trujillo». Congreso sobre «La Tierra de Trujillo desde la época prerromana a la Baja Edad Media», celebrado en la sede de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, sita en Trujillo, entre los días 18, 19 y 20 de noviembre de 2004.
[39] Tallados con unas estrías semejantes a las que ostenta la Virgen de Fuentes Claras, de Valverde de la Vera y Ntra. Sra. de la Piedad, de El Torno.
[40] No estamos de acuerdo con la afirmación que realiza don Teodoro Fernández en su libro, considerando que la Virgen es obra del siglo xiii, no posee características artísticas, documentales ni estilísticas que nos permitan estar de acuerdo con esta fecha. «Cuando los restauradores y técnicos del museo Nacional del Prado examinaron esta imagen, después del último martirio, padecido por el rayo vengador de 1950, todos convinieron en opinar que se trata de una talla policromada de final del siglo xiii». FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, op. cit., p. 104. Sin ningún tipo de rigor artístico, el mismo don Teodoro relaciona la Virgen de Fuente Santa con imágenes tan conocidas como la Virgen Blanca de León, la de la Sede de Sevilla (además es una imagen sedente, del más puro estilo románico) y otras muchas con marcados parentescos estilístico, al que se quiere asemejar erróneamente con la imagen de Ntra. Sra. de Fuente Santa.
[41] Es frecuente en las visitas realizadas a la ermita de Fuente Santa por el visitador apostólico quedar constancia escrita de todos los bienes que poseía la Virgen de Fuente Santa. Eran numerosos en los siglos xvi y xvii, según queda certificación escrita (en fotografía exponemos algunos) por los mayordomos Rodrigo Cumbreño o Miguel Sánchez. En los inventarios que se realizan en los años finales del siglo xviii, ya no se detallan las piezas muebles una a una, por tanto, no hay constancia de las coronas de plata, que se mencionan repetidas veces en inventarios anteriores y presuponemos regalase Juan Pizarro, así como numerosos objetos de plata: dos cálices con la patena, dos vinajeras, incensario, naveta, cuchara, una lámpara, tres cruces de plata con piedras finas, diez relicarios con marcas de plata de diversos tamaños, ocho medallones de plata, un alfiler de plata con piedra encarnada; cinco rosarios, dos con medallas de plata y tres de cristal; ropas para la Virgen, cofre con los manguitos de la Virgen; dos andas, una encarnada y otra verde; frontales, candeleros para el altar, dos casullas, dos dalmáticas, dos facistoles (para el coro), un atril, cuatro albas, dos atriles para el altar, cuatro espejos para el camarín grandes, cuatro pares de manteles, etc...
[42] Inventario de Juan Sánchez Loro, mayordomo, Libro de Cuentas o Mayordomía, 1795, fol. 48 vº.
[43] Libro de Cuentas o Mayordomía, 1878, fol. 152. Recibos 14 y 17. En 1881 queda constancia en el Libro de Cuentas la preocupación por adecentar la ermita interior y exteriormente, blanqueándola (recibo 6) y construyendo la cubierta de altares colaterales (recibo 30), fols. 118 vº y 119 vº, Libro de Cuentas, 1881.
[44] La ermita había tenido un órgano y libros corales y facistol. Según queda constancia documental. Libro de Cuentas o Mayordomía, 1789, fols. 4 y 9.