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Revista de Folklore número

510



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Carlancas en el noroccidente zamorano: nuevos datos sobre su uso tradicional

TALEGON, Javier / GARCIA, Félix

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 510 - sumario >



Con el objetivo de proteger el ganado del lobo (Canis lupus), la propia selección de los mastines promovió y mantuvo durante siglos algunas de sus características específicas. Además del porte de estos perros –con frecuencia imponente–, de su ronco ladrido, de los estrechos vínculos que establecen con las reses o de su trabajo en equipo, también se buscó la selección de animales con papadas de piel colgante, una característica anatómica que protegía la tráquea, la yugular y la carótida de los colmillos del depredador. De esta manera, se minimizaba el riesgo de lesiones o de mortalidad de estos perros, imprescindibles en la protección de la cabaña pecuaria, un recurso básico para muchas sociedades humanas de Eurasia donde los lobos disfrutaron de una amplia distribución histórica (1).

Como complemento a esas características físicas, el empleo de collares protectores para cubrir el pescuezo de los mastines –y de algunos perros menores– también debió alcanzar una dimensión importante. Para la geografía española, donde perros guardianes y lobos han interaccionado durante siglos, existieron múltiples tipologías de carlancas (2-6). La experiencia y la habilidad de los artesanos de cada zona, los utensilios y los materiales disponibles y, también, el poder adquisitivo de quien necesitaba las piezas, podrían explicar el uso de variados modelos. Además, la histórica comunicación entre las sociedades ganaderas trashumantes hizo fluir, entre diferentes zonas españolas, soluciones artesanales para elaborar estas piezas.

En el noroccidente zamorano, donde ha existido un enorme patrimonio etnozoológico derivado de la presencia de lobos, son varias las categorías descritas para estas piezas protectoras. De hecho, se emplearon –con diferentes variaciones– collares metálicos (las llamadas carrancas de chapa), collares de cuero (conocidos localmente como carrancas de material) y también collares mixtos. Los dos primeros tipos debieron ser los más utilizados en este territorio durante el siglo xx (5).

Collares de tablas armadas con pinchos

A principios de 2024 se recopila información sobre una carlanca de tablas de madera elaborada y usada en San Juan del Rebollar (comarca de Aliste). La pieza parece que fue confeccionada en 1979 por Luis Poyo y cedida a Lucas Rivas Poyo, informante de 64 años y pastor desde 1975 hasta 1987. Este collar protegió el cuello de un osado y valiente perro de defensa del ganado que se adquiere en Portugal, de diferente raza a mastín y con un peso estimado en 27-30 kilogramos. La carlanca debió tener cinco tablas de madera rectangulares de unos 7 x 11 centímetros. Estas piezas portaban en cada canto lateral un par de alcayatas roscadas y giradas en perpendicular para permitir el enganche con las tablas anexas. Además, cada madera portaba cinco o seis puntas aceradas, de unos cuatro centímetros de longitud. La carlanca no tenía hebillas y se pasada a través de la cabeza del perro.

También en San Juan del Rebollar, en 2024 se recoge otro testimonio a Engracia Cerezal Mezquita, vecina de 86 años que pastoreó ovejas durante su juventud. Según su recuerdo, hacia 1950 un perro manejado en la localidad portaba un collar de tablas armado con pinchos de madera de jara pringosa (Cistus ladanifer) un arbusto característico de la zona. El menor tiempo requerido para la elaboración de estos collares y la falta de acceso a materiales más duros y/o costosos («no había ni pa comprarlas» indica Engracia), explicaría el uso de estos materiales.

Otro testimonio sobre el uso de carlancas de tablas es el de Pablo González Salvador, entrevistado con 82 años en 2024. Este informante también fue testigo de su empleo en Villarino de Cebal (localidad cercana a San Juan del Rebollar). Las tablillas debían tener en su interior una base de cuero que, unida por pequeñas puntas, contribuiría a mantener las defensas firmes.

Para el noroccidente zamorano estos datos son los primeros que se han recogido sobre carlancas elaboradas con madera. De hecho, a pesar del importante esfuerzo metodológico realizado entre 2011 y 2020 con el objetivo de conocer esta y otras temáticas asociadas a la cultura tradicional relacionada con el lobo (5), no se disponía de referencias previas. La escasez de registros sobre estos collares podría explicarse por varios motivos. Por un lado, la preparación artesanal –y quizá muy localizada– de estas piezas podría justificar su rareza. Además, y comparado con otras tipologías que tras dejar de usarse podrían conservarse durante décadas, incluso a la intemperie, estas debieron sufrir un rápido deterioro debido a los insectos xilófagos u otros elementos. Quizá algunas de estas carlancas, ya inservibles, pudieron arrojarse a la lumbre.

Por otro lado, varios especialistas españoles y portugueses consultados –algunos coleccionistas de estas piezas– desconocían el uso tradicional de carlancas de tablas para sus áreas de estudio, una situación que refuerza la singularidad de estas piezas. De hecho, las únicas referencias existentes sobre esta tipología se recogieron en el Museo Etnográfico y de la Transhumancia de Torre de Babia (León), una iniciativa privada que en 2013 expuso dos carlancas de tablas: una empleada por un ganadero local (y posteriormente restaurada) y una réplica.

El uso de madera para elaborar collares protectores no supone un hecho aislado en otras zonas españolas. Según Massip i Gisbert, en Extremadura durante el siglo xix se emplearon collares protectores realizados con bolas de madera y en el Alt Urgell (Cataluña) también se recogen testimonios sobre carlancas de una pieza de madera de olmo (Ulmus sp.) armada con clavos de hierro (4). Por otro lado, los ganaderos de Mallorca han utilizado tradicionalmente el almez (Celtis australis) para confeccionar collares rígidos para proteger –de otros perros y de los bocados de los cerdos– a los canes de la raza Ca de Bestiar; según la cultura pastoril isleña, para elaborar estas piezas que duraban toda la vida del animal, la tabla se ablandaba y se doblaba con tiempo hasta alcanzar la curvatura deseada (7). En otras zonas, como en la provincia de Ávila, también se empleó la madera como base para realizar collares, algunos provistos de astas de toro o puntas de cuerna de ciervo (6).

Collares mixtos

En 2022 y en la localidad de Villardeciervos (La Carballeda), se recogen datos sobre una tipología todavía no descrita anteriormente para el noroeste zamorano. José Antonio Morán Arias, apicultor y ganadero local de 58 años, recuerda el empleo de un modelo de carlanca mixta utilizada para proteger los perros de su familia hasta la década de 1970. Para su confección se emplearon dos materiales principales: cuero (que en la zona solía ser normalmente de vaca) y una lata de hojalata vacía (en concreto una «lata de kilo de escabeche»). Por debajo de la pieza de cuero, se colocaba una banda de lata a la que se le doblaba el borde, quedando así las dos láminas sujetas. Esta segunda pieza retenía la cabeza de las puntas defensivas que atravesaban el cuero, manteniéndolas firmes. Para asir bien la chapa y el cuero se usaron alambres que atravesaban los dos materiales desde abajo. Este collar no disponía de hebillas y, por tanto, se pasaba a través de la cabeza de los perros.

La descripción de estos modelos de carlancas complementa los muchos datos disponibles sobre esta temática y pone de relieve, una vez más, la importante dimensión cultural que la presencia histórica de lobos ha generado en numerosos territorios, como el noroeste zamorano.




BIBLIOGRAFÍA

Fritts, S. H., R. O. Sttephenson, R. D. Hayes & L. Boitani (2003) Wolves and humans, en: Mech, D. L. & L. Boitani (eds), Wolves. Behavior, Ecology and Conservation. University of Chicago Press. Chicago. 448 págs.

Gragera Díaz, F. (2002). El legado del lobo. Editorial Regional de Extremadura. 287 pp.

Gutiérrez Alba, V. (2005). El lobo ibérico en Andalucía. Historia, Mitología y Relaciones con el hombre. Fundación Gypaetus / Junta de Andalucía. 477 pp.

Massip i Gibert, J. M. (2011). El llop i els humans: passat i present a Catalunya. Arola Editors. 300 pp.

Talegón, J. (2021). Carqueisa florida, loba parida. El lobo en la cultura rural del noroeste de Zamora. Llobu, Ecoturismo y Medio Ambiente. 464 páginas.

Del Peso Jiménez, I. (2023). La voz de la carlanca. La trébere. 200 pp.

Benito Ruíz, E. y R. Malo Alcrudo (1992). Las razas caninas españolas. Hispano Europea. 244 pp.




Agradecimientos:

Jorge Escudero, Francisco Gragera, Víctor Gutiérrez Alba, Josep María Massip y Silvia Ribeiro fueron consultados sobre el uso de carlancas de tablas.

José María Manzanas «Tribu» consiguió la primera pista sobre los collares de tablas, cedió dos réplicas sobre estas piezas y facilitó algunos contactos en la zona.

Los tres informantes que aparecen en el texto ofrecieron valiosa información.



Carlancas en el noroccidente zamorano: nuevos datos sobre su uso tradicional

TALEGON, Javier / GARCIA, Félix

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 510.

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