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Revista de Folklore número

510



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Folletos que desfiguran el cristianismo

RESINES, Luis

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 510 - sumario >



Resumen

Paralela a las enseñanzas bíblicas, a la oración litúrgica, a las doctrinas oficiales de la Iglesia, discurre una difundida religiosidad enormemente sospechosa. Esta religiosidad desconoce toda reflexión teológica seria, ignora o tergiversa la palabra de Dios, y suscita unas prácticas teñidas de cristianismo, que difícilmente se pueden llamar cristianas. Tienen mucho de superstición, cuando no de magia. La difusión de tales criterios por impresos sueltos, por fotocopias, por folletos, se lleva a cabo por personas o colectivos que se dicen creyentes, pero que se aferran a una religiosidad trasnochada, retrógrada, cuando no plagada de errores y desviaciones doctrinales, como se muestra en el artículo. ¿No será preciso revisar esta literatura de apariencia menor, para discernir, en lugar de dejarlo correr?

Palabras clave

Revelaciones, apariciones, videntes, devociones, cielo, pecado, salvación.

Abstract

There is a common very suspect religiosity, very, enormous suspicious, in front or in parallel to biblical knowledges, liturgical prayers, oficial doctrine of the Church. This religiosity let unknown all theological reflections, let ignore or distort the same Sacred Scripture, and let possible some practics with forms and expresions of christianism, but with a great difficulty to recognise them as true christians. In these religiosity there is very much of superstition, and perhaps of magician practics. The diffusion of these forms is certainlly make with pamphlets, fotocopies, short printed papers by persons or colectivs who say they are believers, but all of them have a hackneyed religiosity, in very much opportunities with errors and doctrinal deviations, as it is shown in this article. ¿It is the moment to re-examine this minor litterature?

Key words

Revelations, apparitions, seers, devotional practics, heaven, sin, salvation.

¿Y qué puedo decir de los que se gozan engañándose a sí mismos con imaginarios perdones de sus pecados? Van midiendo como con reloj la duración de su tiempo en el purgatorio, y contando los siglos, los años, meses, días y horas con la precisión de una tabla matemática, sin error alguno.

Tampoco diré nada de los que, confiados en ciertas fórmulas y cadenas de oraciones mágicas –inventadas por algún impostor para bien de su alma o para sacar dinero–, se prometen toda clase de riquezas, honores, satisfacciones, salud perpetua, vida larga y rematada de una vigorosa ancianidad.

Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura (escrito en 1509)

El análisis que sigue ha sido precedido de años en los que he ido acumulando una larga serie de folletos, estampas, fotocopias, etc., de lo más variopinto, relacionadas con el mundo religioso. La reciente costumbre de poner a la entrada de las iglesias una mesa o estantería en la que los asistentes pueden depositar o retirar los impresos que deseen, ha dado pie a que hayan cobrado fuerza para darse a conocer diversas manifestaciones de devoción por parte de los más variados grupos o asociaciones. Ha habido personas que han depositado en esas mesas los impresos más dispares y más disparatados, puestos allí a disposición de quien quisiera retirarlos. En muchos de ellos se difunden las prácticas y los criterios más peregrinos disfrazados de religiosidad, disfrazados de cristianismo.

No hace falta ningún requisito, ninguna formación, ningún criterio más que el propio, para proclamar por escrito una devoción, una aspiración, una súplica,... Hacer copias y depositarlas en la estantería es sencillo. Y además suele ser barato. Por otro lado, aprovechando la entrada o la salida en el templo (o yendo a él exclusivamente para efectuar el depósito) está garantizado en gran medida el anonimato. Cada persona que deposita esos impresos lo hace con el deseo de que otros compartan sus gustos, devociones, criterios, que le parecen los más importantes del mundo.

En el caso de quienes dejan los impresos y acuden además a la celebración correspondiente, lo más probable es que oigan una predicación bien distinta de su percepción personal; también es posible que la comunidad que celebra exprese en sus cantos, proclamaciones, actitud, otra cosa bien diversa de lo que dicen los impresos que han dejado a la entrada. Si estas personas por casualidad recurren alguna vez a la lectura del evangelio o de otros libros bíblicos no se les ocurre establecer contraste entre lo que leen en el texto bíblico, y lo que han difundido en los impresos. Y si, aún más difícil, establecen tal contraste, dejan prudentemente a un lado lo que dice el evangelio, para aferrarse a los criterios de lo que han depositado en la estantería, que constituye en el fondo su más íntimo convencimiento.

Lo que menos importa es que haya contradicción entre el evangelio y los impresos de tal o cual devoción, porque eso no crea problema en su fuero interno. En caso de que hubiera conflicto, el intercambio con otras personas afectas a sus gustos o criterios lo despeja con rapidez.

El resultado práctico es que circula con facilidad, con frecuencia, un seudocristianismo que se aproxima a prácticas esotéricas: busca la salvación por atajos más cómodos; propicia un sentimentalismo bien diverso al compromiso que se deriva de la verdadera fe; se aferra a visiones y revelaciones privadas y deja a un lado la gran Revelación que Dios ha hecho en su Hijo Jesús; se apoya en la permisividad de que tales impresos no están prohibidos; apela al miedo, por las graves consecuencias que se seguirían de no hacer algo necesario, o de dejar de cumplir lo establecido en ellos. Este falso cristianismo se sustenta en los responsables de la Iglesia cuando éstos dan pie para ello; pero cuando no es así, busca sus apoyos en los motivos más desconcertantes.

Todo este cúmulo de impresos circula y circula. Lo hace en un nivel de cristianos de a pie, con escasa formación, dispuestos a acudir y a secundar las más inverosímiles llamadas. En esos impresos apenas se encontrará un nombre de reconocido prestigio; difícilmente se podrá leer un texto bíblico; no será nada frecuente una reflexión teológica que exponga fundamentos equilibrados y pensados. Tampoco es rara en estos folletos la manipulación de la biblia, siempre que conviene, a fin de adobar esos supuestos mensajes cristianos para procurar dotarlos así de credibilidad. Los mensajes más frecuentes son simples, directos, ingenuos. Las enseñanzas que los apoyan son breves, sin necesidad de justificar lo afirmado. A veces, incluso, con faltas de ortografía y de sintaxis; pero, ¿qué más da?

Propician una religión de “toma y daca”, de negociación con Dios (o los santos). Una religión de compraventa, con precios en general baratos. Aseguran el éxito y la felicidad, la obtención de lo que se ha pedido, cuando no la misma salvación, a cambio de unas prácticas devotas.

La mayor parte de estos impresos son anónimos: no se sabe quién los ha escrito, quién está detrás, quién es responsable. Detrás de algunas de estas manifestaciones, a veces, se vislumbran nombres, personas e instituciones responsables. Para quien los acepta, poco importa, porque el interés se desliza con rapidez hacia lo que se dicta que es necesario hacer para conseguir sus aspiraciones, sin importar ni quién lo afirma ni qué fundamentos tiene para ello. Eso exigiría una más extensa explicación que no está dispuesto a consultar. Lo otro es más rápido: es suficiente hacer lo que se le dicta; y basta. En los momentos actuales, estos panfletos se han incrementado con la facilidad de la impresión de hojas y folletos, con los precios asequibles de las fotocopias, con la disminución del analfabetismo pues cualquiera puede imprimir, y cualquiera puede leer lo que otro imprime o dice. Que aquello valga o no valga, que sea válido o no lo sea, es otro asunto en el que no se entra.

El evangelio, la biblia, han sido sustituidos por unos folletos o fotocopias. El mensaje del evangelio se ha diluido en unas prácticas que consuelan a la persona y la dejan satisfecha, apaciguan sus temores, ofrecen garantía de obtener lo deseado. El Hijo de Dios, Jesús, venido a la tierra para traer la salvación, se ha visto desplazado por mediadores que usurpan su misión universal. La proclamada prioridad de la palabra de Dios sólo lo es en teoría, ante propuestas más inmediatas, que la ocultan, la desplazan, la solapan con otras manifestaciones y revelaciones de origen pretendidamente divino. El centro se ha deslizado lentamente, sin ruido, desde Jesús y su palabra, a otras personas y otros medios; y esto se ha hecho sin escándalo, sin sangre. No ha habido una escisión en la Iglesia; nadie ha proclamado a los cuatro vientos una herejía; pero ha surgido un cristianismo melifluo, acomodaticio, descafeinado.

Como esto ha sucedido desde hace tiempo, uno a uno, cada folleto, cada devoción, cada práctica ritualista, cada supuesta o real revelación privada, apenas ha levantado polvo, y por lo mismo ha continuado funcionando, difundiéndose. Al pararse a reflexionar, es posible contemplar el conjunto, que se muestra prolongado en el tiempo y extenso en sus ramificaciones. La acometida es muy vieja en la Iglesia; y hay testimonios abundantes que corroboran que siempre ha habido quien ha combatido este fenómeno con energía.

Algunos de estos impresos disponen del visto bueno de la autoridad eclesiástica. Se autoriza, porque no contiene nada directamente contra la fe, pero... ¿con qué criterios se examinan las publicaciones que aspiran a ser aprobadas? Otros impresos, que constituyen la mayoría, ni lo tienen ni se plantean tenerlo, porque no lo necesitan para difundir sentimientos o criterios propios.

Es preciso preguntarse: ¿dónde están los vigilantes de la Iglesia?; ¿para cuándo la labor de autorizar o desautorizar?. Además, ¿con quién prefieren no enfrentarse, si hay que intervenir?, ¿o es preferible no intervenir, y dejar correr? «Vigilante» se dice en griego «episcopos», de donde ha salido el castellano «obispo». ¿Dónde están los vigilantes de la Iglesia?, ¿dónde están los obispos de la Iglesia?; ¿sólo tienen ojos para ver excesos en una dirección, y no otros en la dirección contraria?; ¿sólo se ha de contener y vigilar lo «avanzado», y no se ha de inspeccionar lo «tradicional»? ¿No será que quienes tienen que vigilar están escorados en esa dirección?

A lo largo de una serie de años he ido recogiendo estos impresos y folletos a la puerta de las iglesias, al acudir a la celebración, y al salir de ella. Algunos estaban en la estantería de la entrada desde días antes; otros, por el contrario, no estaban cuando yo entraba, y sí cuando salía; la deducción es obvia al comprobar que alguien que acude a la celebración cristiana se rige por los criterios que constan en los folletos o estampas que depositan. Se trata de alguien a quien la fuerza del propio evangelio proclamado y celebrado no le ha hecho cambiar de criterios, y a quien la reflexión en la homilía no le ha convencido. Por el contrario, sí he visto a algunos que se sonreían o reían con franqueza siempre que he hecho alusión a estos panfletos. Pero siento no haber convencido a todos.

Siempre he echado un vistazo a estos papeles. Y los he ido guardando. Ahora me he puesto a clasificarlos, como primera medida, y a comentarlos, contrastándolos con el evangelio. Yo mismo me he visto sorprendido de la cantidad acumulada, uno a uno. Y, desde luego, no son todos los que circulan, ni mucho menos. Porque no he pretendido jamás abarcar la totalidad, y porque hubiera sido imposible, de haberlo intentado. Los que aparecen son una parte. Y no hay más remedio que mirar un poco más allá y sospechar cuánto se ha difundido, y cuánto se ha escrito difundiendo estos criterios como una epidemia cualquiera. La conclusión cae por su propio peso: es una cuestión demasiado importante como para dejarla correr. Son muchas las incongruencias, las afirmaciones fútiles, los sentimentalismos, que acometen a un cristianismo que quiere ir en serio; frente a una fe sólida la dificultad es verla refrenada por tantos convencimientos de tan poca consistencia, pero que tanto influyen en multitud de cristianos.

¡Si se hubieran empleado todos esos medios y energías en difundir el evangelio... !

El examen de estos impresos seguirá el orden en que los he agrupado: Primero, sobre o en torno a Jesús, con un apéndice sobre la divina misericordia, y sobre su corazón. Sigue otro grupo que gira en torno a María, con muy diversas manifestaciones. El tercer grupo versa sobre algunos santos; este grupo podría ser infinito. El cuarto y último se centra en los ángeles. Al final hay otros de muy difícil clasificación. Como aparecerá evidente, hay conexión entre unos y otros, que no son compartimentos cerrados, sino que las apreciaciones van y vienen en cualquier dirección. Pero no había más remedio que organizarlos de alguna manera para que apareciera una cierta continuidad alrededor de unos centros de interés. Siempre que sea posible y no resulten demasiado extensos, reproduciré los textos mismos, para no filtrarlos, sino para comentarlos, después de haberlos expuesto tal como aparecen impresos, como aparecen en sus publicaciones concretas.

Grupo 1: Jesús

Jesús niño • Muestra nº 1

Un mínimo de orden señala la conveniencia de comenzar por la infancia. A este respecto, una oración italiana, traducida al castellano, lleva el título de Oración al Niño Jesús. Es oración que, según indica el folleto, se reza todos los días en el santuario de Arenzzano, regido por los carmelitas italianos. Allí está ubicado el Santuario di Gesù Bambino di Praga, que pretende ser el centro de irradiación mundial de esta devoción. La estampa, que procede de allí, dice en la oración adjunta: «Concede, oh pequeño Rey, los tesoros de tu misericordia... ». ¿No resulta un tanto ridículo llamar así a Jesús? La liturgia, y la propia biblia cuando hablan de Jesús y de los pocos datos de su infancia, en Mateo y Lucas, jamás le denominan así. Con hablar del niño resulta suficiente. ¿No es momento de dejar las cursilerías devotas y emplear los términos precisos? Con el niño, el niño Jesús, el evangelio tiene más que suficiente. ¿A qué esa especie de exaltación poco seria?

Por otra parte, ¿dónde estriba la diferencia entre invocar y orar a Jesús, el Señor, y orar a Jesús niño?, ¿es preciso invocarle de forma peculiar en cada una de las etapas de su vida, una a una? La sobriedad ya apuntada de Mateo y Lucas se ve confirmada en la carta a los Hebreos cuando afirma que «ha sido probado en todo como nosotros, excepto en el pecado» (Hb. 4, 15). Ya es bastante con afirmar que es en todo como nosotros, sin distingos de edad, de etapas de su vida; sin necesidad de fraguar un título de pequeño rey, casi de opereta, que contrasta frontalmente con el título que pendía de su cruz: «Jesús, el nazareno, el rey de los judíos».

Muestra nº 2

Si he mostrado el punto flaco de la oración anterior, resulta imposible fijarse en los numerosísimos que se contienen en la Novena bíblica al divino niño Jesús, libro en 8º, de 144 páginas, de reciente publicación colombiana, con muy numerosas ediciones. Cuenta con la aprobación del obispo de Granada, en Colombia. No es fácil entender que para alentar la devoción a Jesús, o al niño Jesús, se puedan hacer los malabarismos que el libro presenta; esto es simplemente manipular a los creyentes con una devoción acaramelada.

Para muestra vale un botón que se ofrece en la primera página, cuando trata de justificar cómo empezó la devoción al niño Jesús en la antigüedad: «... empezó en el Monte Carmelo, en Israel, pues a ese hermoso monte, cercano a Nazareth iba frecuentemente el Divino Niño acompañado de sus padres José y María y de los abuelitos san Joaquín y santa Ana, a pasear y a rezar». Es fácil apreciar de entrada el sólido fundamento bíblico del libro, que acude sin vacilar a lo más notable de la Palabra de Dios. Prefiero no seguir; con la muestra es bastante.

Jesús adulto • Muestra nº 3

Es preciso centrarse en la vida adulta de Jesús, y la primera información que salta a la vista es la que proclama sin asomo de duda una estampa cuyo pie dice Soy Jesús, maestro y amor: podría servir de título identificador, y al título sigue una invitación a poner en práctica de forma inmediata el amor a Jesús: «¡Contémplame... Ámame... Bésame». El reverso de la estampa no tiene desperdicio. En él se indica que la imagen que se presentaba en el anverso es del pintor H. Hofmann. Acaso no sería una información muy notable, de no ser por lo que está escrito como si se tratasen de palabras del mismo Jesús de Nazareth, dirigidas al portador de la estampa: «Jesús: “¡Hijo mío! Esta estampa es la verdadera imagen que Yo tenía en mi edad adulta cuando predicaba por Palestina como Maestro”...». Sorprende el tino de Hofmann con sus pinceles; ni se sabe cómo dio con la verdadera imagen, pero es, sin dudarlo, candidato al premio más alto que sea posible imaginar.

El texto de la estampa continúa asegurando que «mis apóstoles me saludaban besándome en la cara, ¿por qué no vosotros?». No termina ahí la cuestión, puesto que siguen las palabras del mismo Jesús, quien asegura: «... por cada beso de amor [se supone que a la estampa] os concedo la salvación de mil pecadores que no me conocen ni me aman». Nueva e inesperada vía para la salvación de los hombres; no constaba en el evangelio, donde sólo quedan reflejados los besos amorosos de la mujer que se coló en casa de Simón y le ungió y besó los pies (Lc. 7, 36-50); también aparecen los besos de Judas (Mt. 26, 49). El resto de lo impreso invita a propagar la estampa y sus sorprendentes afirmaciones. Y concluye, a modo de firma, con «Jesús», para que nadie se atreva a dudar de la veracidad de lo escrito. Por si cupiera alguna duda, la estampa en cuestión cuenta con licencia eclesiástica.

Muestra nº 4

Se trata de otra estampa que representa un calvario, en el que sobrepuesto, a la altura de las rodillas de Jesús, hay un corazón traspasado, rodeado de corona de espinas, con otro círculo externo de estrellas. El título con que se encabeza es Ofrecimiento de la hora de guardia. Es preciso entender este título, porque al final del texto la atribución colectiva del mismo está avalada por la Guardia de honor del Sagrado Corazón de Jesús. El bueno de Jesús, que se rodeó de marginados y sencillos, tiene ahora una guardia de honor. Sorprendente. Guardia que hace honores al corazón, aunque no consta que los haga al resto de la persona. Además, se certifica que la oración de ofrecimiento ha sido compuesta por «la hermana María del Sagrado Corazón Bernaud».

Hay que estar al tanto para saber que esta religiosa de la Visitación recibió en Bourg-en-Bresse (Francia), el 13 de marzo de 1863, una «inspiración» para fundar esa guardia de honor ya mencionada. Si está fundada por inspiración (divina), ¿cómo no hacerla caso, pues está a la misma altura que los libros inspirados de la biblia? ¿O es que hay inspiraciones de categorías diversas? La ventaja que tiene la estampa es que el ofrecimiento que contiene es mucho más breve y ligero, mucho menos comprometedor, que la lectura y asimilación de cualquier libro bíblico.

Muestra nº 5

Oración a la sangre de Cristo. Mala cosa es la de realizar una disección de Jesús, cuya consecuencia es que surjan devociones particularistas a las manos, a los pies, al corazón, a la sangre o a las llagas,... «¿Está dividido Cristo?», pregunta Pablo (1Co. 1, 13). En lugar de centrarse en Jesús y en su entrega total por los hombres, las miras estrechas y supuestamente devocionales se fijan de manera exclusiva en esto o en aquello. Mal favor le hacemos. Por otro lado, cuando el nuevo testamento habla de la sangre de Cristo como precio al que hemos sido rescatados (1Pe. 1, 2.19), lo hace con una seriedad que dista mucho del tono de este impreso.

Allí se habla de «preciosa sangre», dando a entender con el adjetivo no que se trata de bonita o exquisita, sino que se tiene en cuenta su especial valor, pues se trata del «precio» que él ha pagado por nuestro rescate. En el impreso examinado se la designa también como «sangre divinísima». Hay mucha diferencia entre la sobria expresión bíblica y este ridículo superlativo del impreso. Por otra parte, si ya el adjetivo «divino» se refiere en exclusiva a Dios, no hay necesidad de superlativo, y menos aún para aplicarlo a una parte del cuerpo humano de Jesús. El desconocido autor del texto no se quedó satisfecho y volvió a la carga calificándola de «divinísima lluvia». Y, por si aún se hubiera quedado corto en sus alabanzas, repite la intentona con la expresión «¡Oh jugo divino de vida!».

En la oración, se invita a quien la pronuncie a que acoja la sangre de Jesús y la derrame sobre el mundo para purificarlo, cual nuevo Moisés que asperjaba con la sangre de los novillos inmolados la tienda de la alianza (Ex. 29,12; Lv. 1,5). Surge, además, el componente nacionalista para que el orante derrame la sangre de Jesús «sobre nuestra patria España». Burda manipulación respecto a lo que la palabra de Dios enseña sobre el valor redentor de la sangre de Jesús, es decir, de su muerte voluntaria, sin pararse en particularismos nacionalistas miopes.

Muestra nº 6

Oración al santo Cristo de las cinco llagas. Las representaciones en pintura o escultura de Jesús en la cruz, aún vivo, quedan excluidas de esta oración; sólo muerto aparece la herida del costado. En esta estampa en particular se aprecia un detalle extravagante: «... Señor Jesucristo que por las cinco llagas que sufriste en la cruz redimiste al mundo... ».

Resulta ridículo afirmar el particularismo que la redención de los hombres vino por las cinco llagas de Jesús. No es serio reducir a esto la redención. Y no hay más que contrastarlo con la enseñanza bíblica: «A este Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías» (Hch. 2,10). Quien firma esta oración es la cofradía de la sagrada pasión de Cristo, de Valladolid.

Muestra nº 7

Novena a las santas llagas. Continúa el asunto de las llagas, esta vez en forma de novena, que además incluye un «rosario de las santas llagas». A diferencia de la muestra anterior, ahora ya no se trata de poner la atención en el número cinco, sino en que las llagas son «santas». ¿Y los cabellos, no son santos?, ¿y no son también santas las uñas?, ¿y las costillas no son igualmente santas?

El tríptico indica que la iniciadora de semejante devoción es María Clara Chambon, religiosa de la Visitación en el convento de Chambéry, en Francia. Como suele suceder en estos casos, la devoción es fruto de unas apariciones, pues se le manifestó el Señor desde 1866 en numerosas ocasiones. En palabras de la vidente, que transmite este particular mensaje de Jesús, «mi Padre se complace en el ofrecimiento de mis sagradas llagas».

La vida, la enseñanza, la muerte y la resurrección de Jesús quedan en un segundo plano porque el Padre Dios se complace en el ofrecimiento de sus llagas. Algo resulta trastocado, puesto que Hb. 10, 14 enseña que «mediante una sola oblación ha llevado a la perfección definitiva a los santificados». La oblación plena de Jesús, de todo su ser, se minimiza hasta dejarla en la penumbra, y, en cambio se polariza en sus llagas. Lo que extraña es que en su revelación, Jesús no le comunicara a la vidente que quedaba suprimido el texto de Hb. 10,14, citado antes. De otro modo, una revelación y otra no encajan bien.

Dicha novena incluye el rosario de las santas llagas, extraño en verdad, pues está señalado que se hagan unas plegarias por las cuentas pequeñas y otras por las cuentas grandes, que no se sabe en qué consiste. Pero el tríptico añade con toda seriedad que «hacia 1867-1868, y por voluntad expresa del Señor» se estableció este rosario en la comunidad de la Visitación. Es preciso abrir un nuevo registro de aquellas nuevas órdenes por voluntad expresa del Señor, que no constan en las páginas bíblicas. Pero el tríptico cuenta con la oportuna aprobación eclesiástica.

Muestra nº 8

Oración a la llaga del hombro de Jesús. Según esta nueva aportación, ya no son cinco las tradicionales llagas de Jesús, pues es preciso añadir una sexta, que se había pasado por alto a otros devotos, y de la que no había dicho nada Dios Padre al complacerse en las otras llagas. ¡Lamentable despiste! Ésta tiene un fundamento histórico, que la hoja volandera precisa: «Preguntando san Bernardo al Divino Redentor cuál fue el dolor que más sufrió y más desconocido por los hombres, Jesús le respondió: “Yo tenía una llaga profundísima en el hombro sobre el cual cargué mi pesada cruz; esa llaga es la más dolorosa de todas. Los hombres no la conocen. Honrad, pues, esta llaga y haré todo lo que por ella pidáis”».

Brotan dos aportaciones notables: La primera es que hay que completar el relato de la pasión en los cuatro evangelios, con un nuevo dato de revelación, inusitado. La segunda es que la llaga se convierte en llave para pedir a Jesús lo que se quiera, pues pedirlo apoyados en otra razón tiene menos eficacia que ésta, garantizada por las palabras mismas de Jesús. Al final de la hoja se hace una propuesta sobre el sagrado Corazón (ya no se centra en la llaga del hombro), y se hace constar con nitidez que la hoja tiene el «nihil obstat», para mayor seguridad.

Muestra nº 9

El anuncio de un retiro espiritual llevado a cabo por James Manjackal incluye una oración por la santidad. Parece que no era suficiente con pedir a Dios que sea santificado su nombre, y se necesitaba aún otra oración más. Precisamente ésta, que en un momento dice: «te expreso mi gran deseo de llegar a ti más íntimamente para ver tu cara con mis ojos, oír tu voz a través de mis oídos, oler la dulce fragancia de tu divinidad y probar tu precioso amor y por tanto tener una experiencia personal completa de tu presencia. Oh, Señor, déjame tocar sus santas heridas con mis manos (hacerlo)...».

A la mencionada oración acompaña otra hoja titulada Carta de amor del Padre, con una serie de citas bíblicas, que con frecuencia son reproducidas a la vez que manipuladas, al extraerlas del contexto en que figuran en la biblia; la hoja en cuestión termina firmada nada menos que «con amor, tu Padre, Dios omnipotente». Constituye un magnífico ejemplo de cómo se puede amañar y falsificar una especie de declaración amorosa de Dios, tergiversando citas bíblicas en lugar de invitar a la lectura serena y limpia de la biblia, la palabra misma de Dios

Ya había salido otra expresión escrita en que el firmante de la comunicación era «Jesús» (muestra nº 3); ahora, quien ratifica lo escrito en el impreso es «tu Padre, Dios omnipotente». Sería importante dar con el documento original, porque dispondríamos nada menos que de la firma del propio Dios. Se olvidó de poner su firma al pie de la biblia, pero ahora no ha cometido el mismo error.

Muestra nº 10

Novena al santo Ecce homo. Un momento de la pasión, narrado únicamente por el evangelista Juan, se convierte en objeto de una novena: la devoción y el agradecimiento no se centran en Jesús que asume voluntariamente su pasión y muerte, porque lo único que centra a quien hace la novena es el instante en que es mostrado para pública vergüenza.

La novena dispone una oración muy larga y retorcida, sentimental y a veces ridícula («... ¡quién fuera un querubín para entender pasión tan amarga y un serafín para amarla... !»). El remate llega en una jaculatoria cuyo tenor literal es: «Reconocida, sentida y adorada sea la amarga pasión». Si la pasión debe ser «adorada», no entiendo qué quiere decir adorar. El término adorar es nada menos que reverenciar y honrar a Dios en el culto religioso que le es debido; consiste en el reconocimiento de Dios como ser supremo, creador, redentor y salvador. Esto incluye cuantas acciones Dios lleva a cabo en favor de los hombres; y nosotros, inteligentes, le reconocemos como Dios, le adoramos, como respuesta de sus criaturas. Pues bien, ceñir la adoración a la pasión, y más concretamente a la exhibición pública de Jesús ante los congregados frente el Pretorio en Jerusalén, que reclamaban su muerte, es devaluar el sentido de la adoración.

Muestra nº 11

Cambio de escenario, y desde la pasión vamos a la eucaristía. Concretamente a la comunión en la mano, que, según una expresión de la hoja que tengo a la vista, «es el peor mal que existe en el mundo de hoy». La frase anterior aquí va entrecomillada, como corresponde a una cita, pero en el original impreso aparece también entrecomillada, como declaración de Teresa de Calcuta. Desconozco si ella lo ha manifestado, pero es perfectamente posible disentir de lo escrito, sin poner en peligro la fe, ni menoscabar su fiel servicio a Dios y a los hermanos.

La hoja señala a Estanislao Guaita como uno de los promotores de combatir la práctica de la comunión en la mano, ya que tal normativa está organizada para acabar con la Iglesia (debe haber un error de fechas pues indica dos: 1888 y 1989, distintas para la actuación de Guaita). Pone también como adversario de la fe cristiana a Pablo Roca, canónigo de Perpignan y grado 33 de la masonería. Acaso por eso indica más adelante que la comunión en la mano es una «infiltración masónica en el interior de la Iglesia, ya que les ha sido predicha por mí en Fátima». En este caso las comillas indican que es una cita, aunque no aparecen en el texto como revelación particular; sí consta, en cambio, otro texto entrecomillado como palabras dichas por nuestra Señora en Fátima.

Pero sospecho que en toda la hoja hay una notoria manipulación cuando se pone en boca de María lo que sigue: «La bestia negra semejante a una pantera es la masonería. La bestia con dos cuernos semejantes a un cordero es la masonería, infiltrada dentro de la Iglesia, es decir la masonería eclesiástica (Apocalipsis 13, 1.1)». El texto del apocalipsis no es así, sino: «Y vi subir del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, con una diadema en cada cuerno y un título blasfemo en cada cabeza». Nada se dice de dos cuernos, sino diez, ni tampoco que los cuernos sean semejantes a un cordero. Ni menos aún que la madre de Jesús haga las labores de una exégeta autorizada. Sospecho que quien ha escrito el texto ha querido referirse a Ap. 13, 11, pero no ha acertado, ni en la cita, ni en la interpretación. La hoja en cuestión ha procurado rodearse de autoridades para rechazar la comunión en la mano, y así apela a las revelaciones al padre Stefano Gobbi, en Italia (1989), al mensaje Bayside, de New York (1978), al mensaje «Cruz Blanca», de Utrera (Sevilla, 1989), a las revelaciones a María Valtorta, en Italia (1974), a Benedicto XVI (2008), y a Juan Pablo II.

La hoja incluye un aviso que destaca como algo importante: «Si las autoridades eclesiásticas, aconsejarán (sic) comulgar en la mano por miedo a contagios de supuestas pandemias, avivemos nuestra fe en Cristo, que es nuestra salud, vida y resurrección, como dice san Pablo». Quisiera saber dónde dice eso san Pablo; y aunque la cita paulina se refiera sólo a la última frase, tampoco la hallará nadie en la biblia.

Muestra nº 12

Prosigue el tema de la comunión en la mano en un tríptico titulado Promesas del Señor a los que no reciban la comunión en la mano. Si la muestra anterior ponía el acento en una campaña orquestada para destruir la Iglesia, y se empleaba la palabra «sacrilegio» (muestra nº 11), en esta otra se cambia el tono para enumerar hasta 17 promesas hechas por el Señor, es decir, Jesús. Se las hizo «estando sumergida en profunda oración... a un alma privilegiada... »; «se ha decidido por ahora velar la identidad de esta persona».

Las promesas para quienes no reciban la comunión en la mano son un cúmulo de dichas, gracias, especiales poderes en sus manos, don de discernimiento de espíritu, sus nombres estarán escritos en su corazón (no en el libro de la vida, como indica el Apocalipsis), aumento de virtudes, superación de tentaciones,... A las promesas anteriores se une en el mismo tríptico otra lista de promesas para quienes difundan estos mensajes; en este caso, los dones son: conocimiento de los corazones, gloria excelsa en el cielo, larga vida espiritual, grandes bendiciones, guía en las empresas que se propongan, luz suficientísima (sic), gracias incontables.

El impreso circula sin «imprimatur», pero como fuente de legitimación cita AAS, 29 de diciembre de 1966, (mal citado, por cierto: «las AAS»); con ello indica que no hace falta aprobación ninguna para «escritos relativos a apariciones y revelaciones». Ni en 1996 ni en 1997 hay decreto alguno de la Congregación de la Fe en este sentido.

Muestra nº 13

El santo sacrificio de la misa. Es el título de un díptico que firma el Cenáculo María Inmaculada. Aunque parece que podría centrarse en la presentación de la misa, o de sus partes, la mitad de su texto se centra en la cuestión de comulgar en la mano, como una práctica totalmente rechazable. Para avalar este criterio, además de un testimonio de Juan Pablo II, acude nada menos que a un texto del concilio de Trento.

Pero no termina ahí la cosa, porque el texto citado está manipulado, y se inventa una parte que Trento no dijo, cuando asegura lo que Trento estableció. He aquí los textos. El díptico comentado dice, con entrecomillado: ««Que los laicos tomen la comunión de manos de los sacerdotes y que los sacerdotes celebrantes se comulguen a sí mismos» Magisterio de la Iglesia DS. 881. Concilio de Trento, ses. XIII, c. 8, can. 10». Aunque la sigla «DS» remite a la edición del Enchiridion symbolorum... , a partir de la edición 32ª, en la obra iniciada por H. Denzinger, y completada por A. Schönmetzer, quien ha asesorado al autor del díptico lo cita por alguna edición anterior, con numeración antigua. El número citado, el nº 881 de la edición antigua, a partir de la edición 32ª de la obra es DS 1648, y su texto es como sigue: «los laicos reciban la comunión de los sacerdotes, y que los sacerdotes celebrantes comulguen por sí mismos (= «... ut laici a sacerdotibus communionem acciperent, sacerdotes autem celebrantes se ipsos communicent»»). Nada dice Trento sobre comulgar en la boca o en la mano, por la sencilla razón de que entonces no se planteó la cuestión, y lo que se había rechazado en Trento era la práctica de algunas comunidades reformadas en las que los laicos se servían directamente la comunión, sin intervención del sacerdote o ministro presidente. Esto que hace el díptico es simple y vil manipulación, haciendo decir al concilio de Trento lo que no dijo, y difundiéndolo como si hubiera enseñado en contra de la comunión en la mano; y con esos presupuestos falsos se pretende inducir a una forma de comunión, al rechazar la otra con el recurso a la mentira.

Muestra nº 14

Se trata de un folio multicopiado, que, en un membrete, hay que atribuir a la Dr. Mary Jane Even, de Nebraska. Superando todo lo imaginable, lleva este título Mensajes públicos dictados por Jesús y María y José a su secretaria, Dr. Mary Jane Even - Mayo 1998. El sorprendente título deja desarbolado a cualquiera, puesto que no se trata de una visión o revelación que pudiera ser interpretada con mayor o menor acierto; se trata de algo mucho más riguroso, pues los mensajes han sido dictados, lo que no deja margen para la duda; además la información desborda todo lo conocido, porque hasta ahora no se sabía que Jesús, ni sus padres, tuvieran una secretaria, conocida con nombre y apellido.

El hecho de que sean mensajes dictados equivale a situar estos mensajes por encima de los textos bíblicos, pues en ellos, Dios inspiró a unos autores humanos para que comunicaran su palabra y pusieran en juego sus cualidades personales para hacerlo. Es evidente que estos mensajes dictados tienen mucha más fiabilidad y peso. Es lástima que los padres conciliares del Vaticano II, al hablar de la Revelación, olvidaran esta importantísima fuente, y se limitaran a señalar otras dos, la biblia y la tradición, con la pérdida correspondiente que supone la omisión de estos dictados.

Mary Jane Even relata su visión en primera persona; en ella percibió a un sacerdote que distribuía la comunión, tras el cual estaba el propio Cristo. Cuando el sacerdote daba a uno la comunión en la boca, el propio Cristo le daba también la comunión; pero cuando alguien comulgaba en la mano, «Jesús recibía un golpe en la cara, como el de un boxeador».

¿Para qué seguir? Si el mensaje está dictado a su secretaria y es directo y explícito, si las consecuencias son las que aparecen transcritas, no hay más que decir. La segunda parte del mensaje es posible figurársela: habla sobre el aborto.

Muestra nº 15

En esta ocasión se trata de una tarjeta con una imagen de un Jesús cósmico que contempla desde el espacio sideral a la tierra, mientras a su alrededor hay estrellas, luna, nubes galácticas. Le acompaña otra tarjeta que incluye esta insólita oración de la que trascribo lo más destacado: «... Tu que eres nuestro amo y señor (...) tienes dormido al «agujero negro» de esta nuestra galaxia la «Vía Láctea» para que no destruya el sol, estrellas, planetas y la tierra misma».

Se califica por sí sola. Por otra parte, cuánta distancia entre lo transcrito y la confianza que Jesús nos enseñó en el padrenuestro y en el resto del evangelio.

Muestra nº 16

Penetramos en el terreno del corazón de Jesús. Lo escribo con minúscula, porque el corazón de Jesús, como su hígado, su espina dorsal o sus nervios son partes del cuerpo humano que asumió plenamente, sin falsas apariencias ni engaños al hacerse hombre en plenitud. Tiempo después se ha producido una trasposición desde la víscera cardíaca hacia el amor que Jesús expresó a los hombres («Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos» [Jn. 15, 13]), que es manifestación del amor de Dios: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único». Y se ha llegado a la distorsión, hasta personalizarlo con una representación diferente de la persona de Jesús, tanto que se habla por separado de Jesús de Nazareth, y del Sagrado Corazón (ya con mayúsculas), por más que algunos se empeñen en hablar y demostrar una identificación absoluta entre las dos realidades.

Para las personas sencillas, con no demasiada formación, se trata de dos personas diferentes o casi, casi. Con la misma diferencia que estas personas de escasa formación perciben entre la Virgen del Carmen, y la Virgen de las Angustias, por poner un ejemplo; aunque se diga y repita que son invocaciones diferentes de la misma persona. De ahí que para muchos –para el gran número de lectores habituales de hojas volantes y panfletos– no haya dudas que una cosa es dirigirse a Jesús, y otra diferente es invocar al Sagrado Corazón. Las diversas representaciones plásticas contribuyen no poco a acrecentar la diferente percepción: un Jesús con el pecho desnudo en el que sobresale un corazón flamígero, ceñido con corona de espinas es bien diverso de otras muchas representaciones de Jesús.

Pues bien, un díptico patrocinado por las Hijas del Corazón de Jesús, de Granada, tiene esa representación en cubierta; sigue una oración titulada Te alabo, Padre, y te doy gracias; está bien compuesta en su casi totalidad, y se dirige al Padre (como indica el título) como Señor, pero hacia el final aparece la siguiente expresión: «Gracias, Corazón de Jesús, por mi cruz de cada día (...) Corazón de Jesús, enséñame a orar...». Y, concluida la oración, el slogan «comulga el primer viernes». No tiene explicación clara que la oración cambie por sorpresa de destinatario (Padre al principio, Corazón de Jesús al final); y el slogan, breve, no dice más. No explica por qué hay que comulgar los viernes y no los martes, ni por qué el primero y no el cuarto viernes.

Muestra nº 17

Un díptico que proviene de la revista Ave María, de Barcelona, consagra dos de sus cuatro páginas a María y al mes de mayo, y las dos restantes al Sagrado Corazón, con su mes propio, su consagración peculiar y su gran promesa: «Jesucristo dijo... ». Puede que lo haya dicho, pero entre una revelación particular, privada, y el evangelio, palabra misma de Dios, la diferencia es muy clara en favor de éste. Pero, por sorpresa, el evangelio no se cita ni una sola vez en el impreso, ni tampoco ninguna otra página de la biblia. Por tanto, quien quiera saber lo que Jesús dijo tendrá que acudir ... a esta fuente. Si esto no se llama religión sesgada, ¿cómo se llama? ¿Cómo es posible silenciar el evangelio, y, al contrario, dar la voz a una revelación privada?

La referida hoja comienza recordando al lector que él es cristiano. Pero en el cristianismo que aquí se presenta se solapa con impunidad lo que Jesús ha dicho, sin problema, y sin inmutarse. También, unas líneas más adelante se comete otra tropelía, al trastocar las palabras de san Cipriano de Cartago: «No puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por madre» (De Ecclesiae unitate, 6 [PL 4, 503]); pero en la hoja comentada se quita la palabra «Iglesia», y se sustituye por «María». Tampoco pasa nada, porque todo vale, incluso la manipulación y la mentira, con tal de hacer el bien. ¿O no?

Muestra nº 18

Es una hoja anónima con este título: Oración al Sagrado Corazón de Jesús. En el curso de la misma se produce insensible pero real el deslizamiento hacia el Corazón de Jesús y se pierde la perspectiva de la persona de Jesús de Nazaret. Al comienzo se emplea la expresión «Señor Jesucristo»; una sola vez más, al final se dice: «buen Jesús»; dos veces figura «Corazón de Jesús»; y cinco veces más se habla simplemente de «corazón». La deriva queda muy clara.

Muestra nº 19

Consiste en una estampita de pequeño tamaño, diseñada para llevar a diario entre los objetos personales. Este diseño la aproxima mucho a un amuleto, sea de la religión que sea, que pretende proteger al portador de todos los males que le acechan y rodean. Si el amuleto lleva un signo cabalístico y esotérico es rechazable; si el amuleto lleva un elemento de origen cristiano pasa a ser aceptable.

De la misma existen al menos tres modelos. El primer modelo consiste en una efigie pequeña con una leyenda que lo circunda: «Detente... el Corazón de Jesús está conmigo», y una breve invocación en el reverso. El segundo modelo ostenta también el título de Detente. Lo peculiar es que no hay efigie de Jesús, sino sólo el corazón sangrante; además hay una intencionada mezcla patriótica, ya que el dibujo está enmarcado en una cruz con los colores de la bandera española. Inscritas, hay dos frases: la primera igual que la del modelo anterior; la segunda es «Reinaré en España». De nuevo el elemento nacionalista expresión de un nacional-catolicismo trasnochado.

El tercer modelo, similar al anterior, está firmado por la Comunión tradicionalista carlista, que no tiene inconveniente en adicionar su slogan con la mezcolanza de criterios que le caracteriza: «Dios, Patria, Fueros, Rey», y que lo difunde polarizando en el grabado su síntesis de Dios y patria, como si no hubiera otras posibilidades.

Por otra parte, es oportuno saber que estos elementos surgieron en la Guerra civil de 1936, como una hipotética defensa contra las balas enemigas que protegía a quienes los portaban. En un clima bélico, hubo quien se agarró a un clavo ardiendo, máxime si tenía adjunto el poder divino. A casi un siglo de esa guerra, hay que continuar defendiéndose no de las balas, sino de satanás, la tentación, la pasión, la tristeza, el infierno... Así lo declara el segundo modelo en su reverso. Parece que se han olvidado de la enseñanza de Jesús: « ... no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal». Para algunos fanáticos o ardientes impulsores de estas estampitas, el refugio socorrido es: lo uno... y además lo otro. Sutil modo de ser cristianos y, a la vez, de rectificar la enseñanza de Jesús.

Muestra nº 20

Ya ha aparecido en la muestra anterior el lema que da título a este impreso: Reinaré en España. Tanto en el slogan como en el impreso se funden los motivos de la devoción al corazón de Jesús y las razones patrióticas. La razón de hacerlo así consta en la oración que aparece a la vuelta, que no deja de ser peculiar. En efecto, la oración está dirigida al «amable Corazón de nuestro Rey». Es una forma alambicada que marca con nitidez la distancia entre Jesús de Nazareth, y el amable Corazón, por más que se pretenda negar la divergencia. Además, resulta curiosísima porque se le recuerdan a la segunda Persona de la Trinidad santa (por si se le habían olvidado) dos extremos: primero, la promesa que había hecho («Reinará en España vuestro Corazón sacratísimo, con más veneración que en otras partes»); la segunda, se le advierte que la iglesia de san Ambrosio donde hizo hace años su promesa es hoy el «Santuario Nacional vuestro» (otra versión indica: Basílica Nacional de la Gran Promesa).

La oración concluye con estas tres invocaciones: «Sagrado Corazón de Jesús, velad por España; Sagrado Corazón de Jesús, proteged a España; Sagrado Corazón de Jesús, salvad a España». De nuevo el corte patriótico recrecido por triplicado.

No seré yo quien pida explicaciones a Jesús de Nazareth sobre sus razones. Pero siempre he oído y tengo entendido –creo que bien– que un criterio para corroborar la validez o no de unas apariciones es que no se contradiga con lo que el propio Dios ha dicho en su palabra, en la biblia, en la divina revelación, como la denomina el concilio Vaticano II. No veo muy claro que no haya contradicción entre el lema «Reinaré en España», y la enseñanza de la palabra de Dios: «Después de esto miré y vi una muchedumbre enorme que nadie podía contar: gentes de toda nación, raza, pueblo y lengua; estaban de pie delante del trono y del Cordero» (Ap. 7, 9). Planes divinos de salvación para todos, sin límites, sin fronteras, sin nacionalidades, ¿cómo casan con una preferencia nacional tan marcada? Y la triple invocación velad, proteged y salvad a España, ¿no tiene mucho de exclusiva?; ¿qué pasa con Perú... ?, ¿y con Afganistán... ?, ¿y con... ?

Por otro lado, la oración comentada está redactada en segunda persona del plural, respetuoso, que utiliza el «vos». En cambio, cuando la liturgia oficial de la Iglesia se dirige a Dios (en conjunto), o a Jesús, con un fuerte tinte procedente del latín, emplea el «tú». ¿Qué razón puede haber para semejante cambio, si la oración se dirige al mismo Jesús?

Muestra nº 21

Casi en continuidad con la hoja anterior, una hoja suelta tiene una oración con el simple título Al Sagrado Corazón. En ella se dice: «tuya es España y tuya quiere ser». ¿No habíamos quedado que «toda la tierra es del Señor»? (Sal. 24, 1); por otro lado, ¿todos los españoles quieren ser suyos?; ¿no hay ateos?, ¿no hay creyentes de otras religiones? Por esta misma consideración realista, ¿no habría que ser más comedidos al decir «te consagramos esta España»?

Más adelante prosigue: «Envía tu Espíritu sobre España». El libro de los Hechos de los apóstoles informa: «Se hallaban entonces en Jerusalén judíos piadosos de todas las naciones de la tierra» ... «Estas palabras les llegaron hasta el fondo del corazón, así que preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos?» (Hch. 2, 5.37). Un número indefinido se conmovió como consecuencia de la primera venida del Espíritu Santo, y se adhirieron a la fe; los había de muchos lugares, pero es posible que no hubiera ningún español, y por eso es lógico pedir ahora que el mismo Espíritu venga sobre España.

La oración concluye con una mirada a María a la que llama «Reina y Señora de España». Ya es hora de dejar a un lado el componente nacionalista y cambiarlo por una actitud serenamente religiosa, y pensar y expresarse como seres humanos que invocan a Dios, sin más añadidos, nacionalidades ni preferencias.

Muestra nº 22

Esta muestra se sale de lo ordinario en este tipo de manifestaciones, puesto que está constituida por un libro de 653 páginas. Su título es: La verdadera devoción al Corazón de Jesús, y el subtítulo «Dictados de Jesús a Marga». Carece de nombre de autor, editorial, pie de imprenta, la fecha, desde el depósito legal es 2009. Dispone de un prólogo firmado por «el director espiritual de Margarita», y no proporciona más datos de la vidente, Marga o Margarita, velada por el silencio. La propia vidente tiene una introducción que firma como Marga.

El título tiene dos partes muy nítidas. La primera es una larga explicación de la devoción al corazón de Jesús, en la que proporciona elementos bíblicos, históricos, y trata de fundamentarse en autoridades que avalan con poca o mucha fuerza la mencionada devoción. Parece que hay que deducir que esta parte primera tiene por autor el desconocido director espiritual, que maneja datos e información, no siempre con mucho acierto, con la finalidad de justificar la devoción.

La segunda parte cambia de estilo, y se podría indicar que la autora es Margarita. En esta parte aparecen multitud de relatos de visiones, apariciones y comunicaciones; unas veces son de Jesús, otras de María, otras del arcángel san Miguel; hay alguna de algún santo. Van desde el año 1998 hasta el 2008 (La obra está editada en 2009). La cantidad de relatos es grande y variada, y en todos ellos predomina el estilo directo como si fuera la transmisión de palabras exactas, copiadas al pie de la letra. Domina un tono melodramático con súplicas, desahogos, lamentos, e incluso amenazas; además, un tono sentimental de efusiones, anhelos, deseos y aspiraciones. Aunque en ocasiones aparecen referencias bíblicas, desde luego no es el estilo dominante, pues la diversidad con cualquier libro bíblico es más que notoria. Cabe la sospecha de que las referencias bíblicas a pie de página se han añadido para completar las declaraciones de las visiones correspondientes.

Es imposible reproducir la cantidad de información. Me limito a dos referencias que cada uno puede juzgar según estime oportuno. La primera corresponde a 2006, y se encuentra en la p. 533. En ella, Jesús le dice a la visionaria: «¡Te basta un instante para comprobar que estoy locamente enamorado de ti! Que estos días de desolación no han sido más que un regalo para mi amada, que la amo desde toda la eternidad. ¡Te amo! ¡Te amo!».

La otra referencia se localiza en la p. 625, en la conclusión del libro, donde aparece literalmente: «Jesús: Comenzaré a dictarte ahora la devoción para el reino nuevo». Jesús dicta a su vidente y Margarita escribe al dictado del propio Jesús. La autoridad es máxima; no existen intermediarios que pudieran retocar o deformar el mensaje dictado. Pero lo que sigue se parece muy poco a las numerosas referencias que el evangelio recoge en la predicación de Jesús, que comienza precisamente con el anuncio del Reino de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca» (Mt. 1, 15).

Creo que estos dos ejemplos sirven para hacerse una idea de por dónde discurre todo lo demás. Ni al principio, ni al final hay constancia de que disponga de autorización eclesiástica para su impresión.

Muestra nº 23

El tríptico que constituye esta muestra lleva por título Basílica-Santuario de la Gran Promesa. Valladolid. Esta editado por iniciativa de unos fieles cercanos a la Basílica.

Un subtítulo añade además: Templo expiatorio. En conjunto, la pretensión es dar a conocer un templo, como tantas guías turísticas de promoción; pero es claro que hay mucho más de ideología presentada a los fieles que acuden a este templo; cordialmente aceptada por ellos mismos, porque lo que en realidad propone es fomentar la simpatía hacia el corazón de Jesús. Para muestra vale un botón: «Si el Corazón de Jesús traspasado por la lanza, ha quedado abierto siempre para nuestra bebida, ¿cómo pueden permanecer cerradas las puertas del Templo dedicado a Él?». Esta frase es una declaración de intenciones, y no corresponde al estilo de una guía turística.

Quien ha redactado el folleto no tiene el más mínimo escrúpulo en manipular la biblia, retorciendo textos, y aplicándolos sin aviso ninguno a este templo particular y concreto, como si la palabra de Dios se hubiera escrito pensando en el mismísimo edificio. Así, en cubierta reproduce el texto de 2Cro. 7, 15-16, según el cual Dios estará atento al culto que se le tribute en «este templo». Pero no se advierte en ninguna parte que dicho texto forma parte de las ceremonias de consagración del templo de Jerusalén edificado por Salomón, en torno al año 976 antes de Cristo; tampoco indica que el 587 o el 586 tal templo fue destruido; ni señala que a la vuelta del destierro, el año 537, se puso la primera piedra del segundo templo; ni que, tomada Jerusalén por los griegos, en los años 167 a 164, el templo fue profanado y dedicado a Zeus Olímpico; ni que el año 164 fue purificado y dedicado de nuevo; ni que entre los años 20-19 antes de Cristo comenzó la reconstrucción por Herodes el Grande; ni que el año 70 después de Cristo fue incendiado y destruido por las tropas romanas a las órdenes de Tito; ni que el evangelio pone en labios de Jesús la consideración de que no quedaría de él piedra sobre piedra. El tríptico examinado sí repite estas palabras textuales de Jesús (Lc. 21, 6), pero de nuevo manipuladas, retorcidas con una intención espiritual, al asegurar que «el Corazón de Jesús es nuestra «roca de refugio», el único Templo que perdura, mientras que de lo demás «no quedará piedra sobre piedra Lc. 21, 6».

El salmo 144, 1, más otra cita del salmo 25, 8, también reproducida, están igualmente retorcidas, pues ambas se refieren al templo de Jerusalén, al edificado por Salomón. (Por cierto, emplea la abreviatura de «Sl» para indicar salmo, y cita por la numeración de la Vulgata, que hoy no se utiliza). Pero todo cuanto eran alabanzas y glorias para aquel templo, provisional y caduco, se aplica literalmente al edificio actual de Valladolid, con absoluto desparpajo. El redactor desconoce (o pretende desconocer) la enseñanza de Hb. 8, 5: «dan culto de lo que es sombra y figura de las realidades celestiales», por tanto, culto efímero y puramente provisional.

Pero llega más lejos su atrevimiento al aplicar a este templo la metáfora de la visión de Ez. 47, 9, sobre el agua que manaba del templo. Se para ahí, en esa aplicación del texto de Ezequiel; y no se osa afirmar que el edificio existente en Valladolid sea la viva realización de la visión de la Jerusalén celestial que transmite Ap. 21, ya que en esa visión no hay templo alguno, pues Jesús, el Cordero, es su templo.

Es posible que el redactor estuviera enterado, pero prefirió desconocer la enseñanza de Jesús. Él mismo, ante la pregunta que le formularon de si hay que adorar a Dios en el templo de Jerusalén o en el de Garizín, enseñó con meridiana claridad: «Ha llegado la hora en que los que rinden verdadero culto al Padre lo adoran en espíritu y en verdad. El Padre quiere ser adorado así» (Jn. 4, 23).

Toda esta sarta de manipulaciones y verdades a medias, retorcidas y no explicadas, tienen la misión de exaltar que en el antiguo templo de san Ambrosio tuvieron lugar las apariciones o revelación de Jesús a Bernardo de Hoyos en 1733 o en años sucesivos. Como la consideración se desplaza desde Jesús, el nazareno, al Sagrado Corazón de Jesús (identificación problemática), el folleto comenta la imagen hecha por Félix Granda con Jesús sobre el globo terráqueo sostenido por cuatro ángeles «que representan su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad». Sorprendente. El concilio de Trento no llegó tan lejos (Con. Trid., s. XIII, 7 feb. 1550. Decretum de s. Eucharistia, c. 1, y canon 1; DS. 1636 y 1651), pues habla de estos términos al afirmar la presencia de Jesús en la eucaristía.

El tríptico constituye todo un ejemplo de interesada y retorcida manipulación, que nada tiene que envidiar a otras muchas alteraciones de la verdad simple y pura.

Muestra nº 24

Otro impreso diferente, en esta ocasión es un díptico que sigue la misma dirección del anterior. Responde al título de Basílica nacional de la gran promesa, y el subtítulo es Templo expiatorio del Sagrado Corazón. Un recuadro sintetiza el contenido del impreso: «Peticiones de impetración y expiación de las lámparas encendidas». La explicación se centra en «los dos monumentos de las «vírgenes oferentes» con sus lámparas encendidas en esta basílica, que ponen de relieve su carácter expiatorio. En este templo estamos llamados a velar elevando continuas súplicas a Dios orando sin desfallecer (Lc. 18, 1)».

Para quien no lo conozca, lo que el impreso califica de «monumentos» son lámparas con un pie de alabastro en que están talladas tres vírgenes que portan sendas lámparas de aceite, que aluden a la parábola de Jesús (Mt. 25, 1-13); desde la base se eleva un mástil metálico que se abre en siete brazos de los que penden sendas lámparas pequeñas; al ser dos artefactos, suman un total de catorce lámparas. Vinculadas a ellas se formulan a continuación catorce «peticiones para cada una de las catorce lámparas».

Es evidente que resulta posible hacer menos o más peticiones a Dios por causas bien diversas. Pero vincular el número de súplicas al número de lámparas es, además de ridículo, algo próximo al fetichismo, como si Dios tuviera que ir atendiendo las peticiones en función de cada una de las lámparas. Pero esto es lo que da a entender la «impetración y expiación de las lámparas encendidas». Si no hay lámparas, o si no están encendidas, o si hay otro número de luces, o si se invoca a Dios en otro templo, ¿Dios ya no atiende las súplicas de sus hijos? Parece claro que la indicación del evangelio va en otra dirección: «Vuestra luz brille de tal modo delante de los hombres que, al ver vuestras buenas obras, den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt. 5, 16).

Grupo 2º: La divina misericordia

Dios es clemente y misericordioso. Él mismo lo enseña en la biblia (Neh. 9, 31), y el propio Corán hizo suya esta enseñanza como la primera afirmación de fe para los musulmanes (Sura 1,1). Por consiguiente, hablar de la misericordia de Dios es hablar de Dios mismo. Y esto es tan viejo como el antiguo testamento.

Por consiguiente, insistir en los últimos años en la divina misericordia, en este orden de las palabras, con un icono o cuadro en particular, y con unas formas peculiares de devoción es pretender desconocer lo que el mismo Dios había mostrado y Jesús de Nazareth había hecho patente en su actitud y en su enseñanza.

La supuestamente nueva devoción comenzó con una revelación particular de Jesús a María Faustina Kowalska. Como cualquier revelación o visión de esta naturaleza, no está por encima de la revelación pública y solemne que Dios ha hecho en la Escritura, ni puede contradecirla, al proceder del mismo origen. Por otra parte, el carácter de revelación o devoción particular no marca ninguna obligación para que haya de ser aceptada por todos los creyentes.

Juan Pablo II aceptó personalmente esta devoción y, desde su posición singular en la Iglesia trató de impulsarla; pero en modo alguno es obligatoria. Por otro lado la imagen más difundida, de un Jesús con unos rayos de colores surgiendo de su pecho denota un sentido estético discutible y un notable mal gusto,... aunque se acomode a la sensiblería piadosa.

Muestra nº 25

Tríptico con la imagen y el lema «Jesús, confío en Ti». Se inicia nada menos que con esta afirmación: «Hay un mensaje nuevo de nuestro Señor Jesucristo para el mundo de hoy». ¿Qué ha pasado con el evangelio?, ¿ya se ha quedado desfasado, inútil, viejo?, ¿el nuevo testamento ha pasado a formar parte y se ha integrado en el antiguo, y a partir de ahora hay un novísimo testamento?

Hacer una afirmación como la transcrita es simplemente tirar por la borda toda la enseñanza del propio Jesús recogida en su evangelio, y la del propio Dios, transmitida por la biblia. Enseñanzas como éstas las han hecho siempre todos los visionarios, y la Iglesia las ha rechazado constantemente señalando que Dios no puede decir cosas nuevas, contradiciéndose a sí mismo. Es sorprendente que en el caso presente la Iglesia no haya rechazado la hipotética «novedad», con la misma energía. Es seguro que habrá quien lo justifique, con la añagaza de que no se trata de «un mensaje nuevo», sino de decir nuevamente lo antiguo.

El tríptico recoge numerosas citas tomadas de sor Faustina, en alguna de las cuales se incluyen afirmaciones falsas referidas al antiguo testamento, sin que nada se altere. Además, las citas contienen promesas abundantes, gracias especiales, seguridad plena,... Leer esta literatura y leer el nuevo testamento es percibir que se están leyendo dos escritos diferentes entre los cuales hay una distancia abismal, como si se tratara de dos mundos independientes. Por otra parte, una especie de oración litánica repite afirmaciones que se asignan a la «misericordia divina», donde simple y llanamente se podía hablar de Dios. Es decir, que el Dios que se da a conocer a los hombres y que envía a su Hijo al mundo para salvarlo queda desplazado. La sutil sustitución de «Dios» por «divina misericordia» no resulta inocua, no es tan ingenua como pudiera pretenderse, pues conduce a la exaltación de un atributo de Dios, sin hablar del mismo Dios.

El tríptico en cuestión propicia una serie de rezos en particular, con una especie de rosario que sustituye el padrenuestro por otra invocación; otro tanto sucede con el avemaría y con el gloria. Además, está indicado que el rezo ha de hacerse a las tres (se supone que a las tres de la tarde, o acaso de madrugada). También se indica que quien realice este rezo tiene garantizada la salvación. Esto resulta bastante diferente de lo que transmite Mt. 19, 17, cuando le preguntaron cómo conseguir la vida eterna: «- ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es bueno. Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». ¿Se habrá quedado desfasada la enseñanza de Jesús ante el nuevo mensaje que alienta esta devoción?

Muestra nº 26

En la misma línea, otros impresos hablan de Conversaciones con Jesús de la misericordia durante 30 días. Se supone que lo que hay que hacer es recitar, repetir o meditar lo que dice el impreso durante 30 días. Nueva propuesta numérica, que produce el efecto deseado si no se falla en la cuenta de los días. Este tipo de práctica se parece bastante a la magia y al curanderismo, donde el efecto pretendido está ligado a actuaciones, días, formas, etc. previamente fijados e inamovibles, porque sólo de esta forma producen resultado. Una normativa así es lo más opuesto a la fe, que consiste en la confianza absoluta en Dios, con independencia de regulaciones prescritas.

Además, tengo a la vista variantes mal copiadas (son testimonio del poco nivel cultural por parte de los copiadores). En un impreso, que parece el original del que han copiado otros, le recuerda a Jesús: «tú sabes de todo». Resulta que Jesús es Dios, pero es bueno recordárselo al mismo Dios. (Lo copia dice: «tú lo sabes de todo»). Para que la oración sea productiva, se le comunica al que la usa en un momento determinado que hay que «pedir la gracia», y poco más adelante se insiste «pedir la gracia con fe». Y como muestra del compromiso adquirido, «mandaré imprimir mil oraciones ... y las dejaré en las iglesias». Por lo visto, la labor de fotocopiar es una labor de apostolado y de evangelización muy digna de consideración.

Muestra nº 27

Novena a la divina misericordia. Es un díptico que expande esa devoción con otras prácticas, como es el caso de esta novena, aunque de fondo mantiene un estilo similar. Lo más llamativo es la preocupación que manifiesta por «salvar almas»: hasta once veces lo repite en varios contextos diferentes. ¿Y los cuerpos... ? Parece ser que no importan. Lo único que importan son las almas, mostrando un absoluto desprecio de los seres creados por Dios con alma y cuerpo, y desoyendo la afirmación de la fe cristiana sobre la resurrección corporal y plena, como enseña el nuevo testamento. El díptico constituye toda una lección de una falseada antropología de la salvación.

La novena discurre por una serie de peticiones que se sugieren para cada día. En una de las peticiones se tiene presente a las almas tibias, y el texto las recuerda de la forma siguiente: «... las almas tibias, las cuales, en tu agonía del Huerto de los Olivos, te causaban repugnancia y aversión como cadáveres fétidos». Notables calificativos, que buscan aumentar el fervor y la devoción de quien practica la referida novena.

El responsable de esta Novena es el franciscano Antonio Corredor, que dirige el CMB (no sé qué es), desde Cáceres para toda España. Este buen religioso no se muerde la lengua en su escrito, y emplea con generosidad el término «misericordia» no menos de veinte veces, y además lo adoba con el adjetivo misericordiosísimo en doce ocasiones. Para tranquilidad de los más inseguros se precisa: «Con censura eclesiástica».

Muestra nº 28

Son variantes del folleto anterior, que responden al título Devoción a la misericordia divina. En el propio folleto, se ha añadido con una estampilla otro subtítulo que parece importante y que faltaba en alguna versión anterior: «Jesús, María y José os amo, salvad almas». Y este subtítulo debe ser tan preceptivo que, en otros folletos similares, ha habido quien lo ha añadido a mano, para poder difundirlo sin que faltara algo importante.

La variante respecto a la muestra anterior (muestra nº 27) es que no incluyen la novena, sino palabras de sor Faustina y una muestra de la actuación de Juan Pablo II en este asunto. Como en el texto añadido en estampilla se incluía a María y a José, se dedican unas invocaciones o breve plegarias a María; de José, recluido en el silencio, no se vuelve a hablar. También estas hojas disponen de la aprobación eclesiástica, que viene nada menos que desde El Salvador, por parte del obispo de la diócesis de San Miguel, Miguel Ángel Morán Aquino.

Muestra nº 29

Responde al título de Fiesta de la divina misericordia. Desconozco a qué año se refiere. Es un folio fotocopiado. Recoge en el anverso frases diferentes que exaltan la celebración de la fiesta, frases atribuidas al propio Jesús, a sor Faustina o a Juan Pablo II. Resulta curioso que sea el mismo Jesús de Nazareth quien pida su fiesta, cuando en todas las demás fiestas del calendario cristiano, ha sido la Iglesia quien con mejor o peor acierto ha establecido fiestas para recordar uno u otro aspecto de la salvación, o la memoria de algún santo; aquí, al contrario, se anticipa el deseo del peticionario, Jesús de Nazareth.

El reverso de la fotocopia, abunda en las mismas consideraciones, salvo un recuadro que cita al concilio Vaticano II (LG, 11; CD, 30) a propósito de la recepción del sacramento de la penitencia, del que ha hablado antes.

Muestra nº 30

Diversas estampas. Son impresos más breves, que no contienen tanta información como los anteriores, sino que, con letra más reducida, o en el reverso de la imagen representada, transmiten información. Existen varios modelos (al menos los que tengo a la vista). Algunos incluyen una oración, tan alambicada como las de los impresos anteriores. Otros incluyen horarios de culto en una determinada localidad. La variedad permite sustituir unos párrafos por otros, y cada estampa dispone de su estilo peculiar.

Hay una en particular que destaca entre las otras, pues en el reverso cita entrecomillada una promesa de Jesús (se supone que tomada de los escritos de la visionaria), que se condensa en «prometo que quien venera esta imagen no perecerá». Cristianismo fácil, poco exigente, ceñido a la actitud de venerar una imagen. Además, incluye unas notas para el poseedor de la estampa, que la sitúan en la línea más precisa de los amuletos religiosos: «Lleva siempre contigo esta imagen: en la cartera, en el bolso... ¡Llévala sobre todo en tu corazón y reza». Como mayor garantía para reafirmar lo anterior, se añade: «Pon en tu casa una de tamaño mayor».

Muestra nº 31

Para que no se pudiera tildar de falta de referencia a la biblia y para que no se hiciera sospechoso de sustituir la recta fe cristiana por otros elementos o prácticas menos claras, otro díptico ofrece en dos de sus cuatro caras una imagen de la divina misericordia y de la virgen de Guadalupe, y en las otras dos, la coronilla o rosario de la devoción anterior, más una formulación de los mandamientos del decálogo, con un breve comentario, que señala para cada uno algunas formas de no cumplirlo.

Así se asocia una referencia bien fundamentada en la palabra de Dios con otra de pura devoción, con el agravante de que no se presenta ninguna distinción entre estos dos aspectos, y, para quien no está suficientemente advertido, a ambas se les concede la misma importancia. Esto es otra forma artera de adulterar la información dando a entender, sin decirlo, lo que no es cierto, pues poner en el mismo plano la palabra de Dios y una devoción particular, peca de devaluar la palabra de Dios, o de exaltar al nivel que no le corresponde un sentimiento de devoción. El responsable firma como «ecjeverriarosario».

Muestra nº 32

El siguiente ejemplo lo constituye una hoja impresa que lleva por título Quien sufre por amor a Jesús crucificado salva almas y se salva a sí mismo. Y añade a continuación: «de la sagrada escritura». Esta afirmación es falsa, y hay que manifestarlo sin rodeos, pues no aparece en ningún lugar de la biblia. Lo más parecido, con matices bien diversos, por cierto, es lo que consta en St. 5, 20: «el que convierte a un pecador de su camino desviado se salvará de la muerte y cubrirá multitud de pecados». Pero parece que, para conseguir una mayor cantidad de adeptos a un modo de vivir el cristianismo, valen todos los medios, incluida la manipulación de la palabra de Dios. En este caso se da por bueno que el fin justifica los medios, incluso la aberración de ir contra la misma palabra de Dios, para pretender servir a Dios. Corrobora el abuso cuando lo repite unas líneas más adelante.

Pero no es la única ocasión que sucede esto en la misma hoja cuando afirma: «San Pablo dice: “Alegráos cuando sufrís por amor a Jesús crucificado, porque cuando venga a juzgarnos, desbordaréis de gozo”». San Pablo jamás escribió eso. Pero todo vale cuando se presenta además entrecomillado, para darle mayor seriedad.

Igualmente, como en muestras anteriores (nº 27 y 28), se polariza la atención en las almas, que debe ser lo único importante; el cuerpo debe ser deleznable, aunque sea obra de Dios creador y santificador. Una falsa espiritualización lleva a despreciarlo, a desconocerlo, a no darle importancia alguna; dicho de otra manera, a no valorar la obra de Dios.

Lo mismo que en otras hojas volanderas, toda la preocupación que ha de tener un cristiano comienza y termina con la propia hoja, cuando dice expresamente: «Si lees este escrito y lo practicas, Jesús te mirará con ojos de ternura infinita... y además, Él será, en el día del juicio, el sol de tu felicidad. Así lo ha dicho en la Sagrada Escritura». Ternura, sol de felicidad, manipulación de la biblia al inventar y falsificar la palabra de Dios. ¿Se puede en verdad llamar cristiano a este modo de orientar a las personas incautas? El responsable de semejante tropelías responde a la sigla ADAPP, de San Cugat del Vallés.

Es posible que el autor suscite mucha devoción con la hoja que ha ideado, pero desde luego no ha tenido en cuenta lo que sí que enseña la palabra de Dios: «Si el profeta tiene la presunción de decir en mi nombre una palabra que yo no he mandado decir, o si habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá» (Dt. 18, 20). Es posible que la hoja contribuya a salvar muchas almas con sus correspondientes cuerpos, pero el falso profeta, el autor de la misma, se ha buscado su perdición con ella.

Muestra nº 33

Es un díptico, con una imagen de un rostro, supuestamente el de Jesús. En el interior se precisa que es la «reconstrucción del Rostro de Jesús según la Sábana Santa. Nasa». El título que ostenta al comienzo del texto declara La santa faz. Por si no hubiera quedado suficientemente claro.

Una breve nota histórica informa que Jesús «promete el 28-3-1975 a su instrumento (!) en Dozulé (Francia) que todo hogar que rece diariamente esta oración será protegido contra todo cataclismo y derrama en los corazones su divina misericordia». Conecta, por consiguiente, con las referencias anteriores, ya examinadas. Pero ahora el vidente es otro, a quien se denomina con el calificativo de instrumento. Cuando estamos seguros que Dios ha dado el don precioso de la libertad al hombre, cuando ha hablado y ha dejado que los autores sagrados se expresaran según sus posibilidades, he aquí que el mismo Dios asume a alguien de Francia (hombre o mujer) y lo convierte en su instrumento. Poco tacto.

El díptico dispone de una declaración inicial que se pone en labios de Dios Padre (no de Jesús). Según su texto la «santa faz aplacará los castigos que enviará a la humanidad»; pero en las casas donde se hallare «habrá luz para librarse del poder de las tinieblas (...) y daré orden a mis ángeles para que sean preservadas de los males que enviaré». Esta declaración se cierra con este misterioso texto entre paréntesis que no aclara origen, ni fuente, ni procedencia del mensaje: «(Mensaje «Cruz Blanca» 20-8-1970)». Aunque no se aclare el origen del mensaje, sí está patente la advertencia que encierra.

Además, hay una anotación práctica: «Se recomienda colocar la santa faz en un lugar de preferencia de los hogares, y por el lado interior de la puerta de la calle mirando hacia adentro. Ello es una señal de protección divina como lo fue la sangre del cordero en el dintel de las casas de los israelitas en Egipto». Las instrucciones son claras y precisas. Así, y no de otra forma, se obtiene la protección pretendida. Este tipo de detalles, ¿no está muy próximo a como funciona la magia en que hay que observar un determinado ritual para que el sortilegio haga efecto?

No ha concluido el recorrido por el díptico, que reserva la última hoja a una cruz simple, sin color, con este pie: «Cruz gloriosa (Dozulé)». En otros ejemplares ha habido un despiste y se ha eliminado el acento final de Dozulé, con lo que queda más confuso.

Hay un desfase cronológico en todo ello, que no resulta fácil entender. Si las promesas tuvieron lugar en Francia en marzo de 1975, ¿cómo se entiende la fecha del mensaje de Dios Padre en agosto de 1970? Pero todavía hay más, porque una doble advertencia informa que está permitida su difusión por Pablo VI, en AAS (= Acta Apostolicae Sedis) 58-1966, 1186, es decir, nueve años antes de que tuvieran lugar las promesas que anuncia el impreso. (Es preciso recordar que la muestra nº 12 señalaba también para su aprobación Acta Apostolicae Sedis, pero con la fecha de 29 diciembre de 1966).

Grupo 3: María

Las devociones en torno a la persona de María, la madre de Jesús, también se han visto adornadas o acompañadas de una serie de revelaciones más o menos ciertas, pero siempre en la línea de revelaciones particulares, y por consiguiente, de libre consideración a la hora de aceptarlas o no por parte del cristiano.

Es obligado señalar que, aunque en algunas ocasiones tales manifestaciones y sus correspondientes devociones se presenten equilibradas y supeditadas al poder superior de Dios, no siempre sucede así, y, aunque no se diga, en ocasiones se ofrecen a los lectores de una manera absoluta.

Muestra nº 34

Es una sencilla estampa que porta en el reverso el título La devoción de las tres avemarías.

Cuenta con licencia eclesiástica expedida en Madrid el 11 de febrero de 1957. Comienza por reproducir unas palabras del evangelio (sin cita); indica que son palabras de Jesús: Mt. 16, 26. A continuación, la propuesta a bocajarro. «¿Quieres salvarte? Encomiéndate a la Virgen María?». Ya ha aparecido antes (muestra 24ª) que, según Mt. 19, 17, la indicación que Jesús hace para responder a esta pregunta no es precisamente la respuesta que la estampa ofrece, sino la de cumplir los mandamientos. Jesús no dio como respuesta a esta pregunta que había que encomendarse a su madre. Ciertamente las dos respuestas no son idénticas ni mucho menos. Pero quien difunde esta devoción no tiene problema es sustituir la misma palabra de Dios por otra propuesta bien distinta, sin sentir que está haciendo trampa.

Además de la trampa señalada, el texto sigue diciendo «que es omnipotente suplicando a su Divino Hijo» (con el subrayado en el original). Nueva trampa, y pirueta teológica sutil: no se puede decir que María es omnipotente, pues sería ponerle en la categoría de divina; pero sí que es omnipotente a la hora de suplicar. Dejar caer las cosas sin demasiado rigor equivale a darlas a entender, pero sin afirmarlas plenamente. La omnipotencia de María a la hora de suplicar es tan amplia que todo lo que pida lo consigue; procedimiento infalible. Omnipotencia no absoluta, no divina, pero omnipotencia al fin y al cabo. Además de solapar la palabra de Dios, sin problema, una insinuación teológica montada sobre el equívoco sirve para apuntalar la devoción que se pretende difundir.

Por si no fuera aún suficiente, el texto prosigue: «La Virgen inmaculada prometió a santa Matilde y a otros santos, que quien rece diariamente (sic, también subrayado) las tres avemarías tendrá su auxilio durante la vida y en especial a la hora de la muerte». ¿Cómo dudar de las promesas de María? Los que reciben esas promesas son un colectivo difuso: santa Matilde y otros santos, desconocidos o no precisados. Y además, la práctica ha de ser con condiciones, pues de no hacerlo a diario carece de eficacia. Práctica religiosa, de inspiración cristiana, pero sometida a unas reglas no evangélicas, que la aproximan a las de la magia más pura y exigente. Parece que estuviéramos aún en los tiempos de Gonzalo de Berceo, con los sorprendentes hechos y conversiones obrados por santa María, narrados en sus Milagros de Nuestra Señora.

Estampa pequeña, pero llena de descalabros que inducen a una confusión que rebosa ingenuidad.

Muestra nº 35

«El 25 de marzo de 1945 la Santísima Virgen se apareció en Amsterdam a Ida Peerdeman, transmitiéndole una serie de 56 mensajes a lo largo de 15 años. En estos mensajes María pide explícitamente al Papa y a la Iglesia la proclamación de un nuevo dogma: el de María Corredentora, Medianera y Abogada, como colofón de la doctrina mariana. Cuando este dogma sea proclamado, Ella promete dar la paz, la verdadera paz al mundo».

Es la narración sucinta de los hechos que propone un impreso en doble forma de estampa y también como díptico. Nueva visión, nueva visionaria, nueva fecha, nuevo lugar, y nuevo mensaje. Parece que se trata de una cadena de visiones y mensajes (no todos coinciden en lo que enseñan, muestran o solicitan) que dejan a un lado el mensaje de Jesús, el de la palabra misma de Dios. ¿Para qué se habrá tomado Dios la molestia de enviar a su Hijo Jesús al mundo?, ¿para qué ha confiado a los hombres su palabra? Con formas, expresiones y estilo en apariencia cristianos, la palabra de Dios queda arrinconada por este tipo de propuestas reiteradas.

Segunda cuestión, tras contemplar la reiteración del mensaje: María pide explícitamente la proclamación de un dogma. Inaudito. En toda la historia de la Iglesia jamás había habido una irrupción sobrenatural tan evidente para alguna proclamación dogmática. Esta tarea forma constitutivamente parte de la asistencia infalible que Dios ha prometido a su Iglesia; es una labor que ésta ha procurado discernir a lo largo del tiempo, proclamando aquellos dogmas que estimó necesarios para un conocimiento y una vivencia más clara de la fe. La historia de los dogmas es la del acompañamiento diario del Espíritu a la Iglesia para conocer con mayor certeza la fe y así poder explicitarla.

Desde 1945 hasta 1960, a lo largo de 15 años, según estos impresos, María insistió en ello a su vidente. El 11 de octubre de 1962 tuvo lugar la apertura del concilio Vaticano II; en él se rechazó semejante propuesta que se había originado desde grupos más tradicionalistas y menos inclinados a un entendimiento ecuménico. Y ahí tenemos planteado el gran problema: Dios conduce y guía a su Iglesia, que en la solemne asamblea conciliar rehúsa estimar esta petición; por otro lado, el mismo Dios, por medio de María, se lo pide al papa y a la Iglesia de forma explícita. ¿Cómo puede pedir Dios dos cosas opuestas?. ¿O acaso puede ser que María haya tomado la iniciativa, sin contar con Dios? Todavía cabe una tercera posibilidad, al ser poco creíble la segunda: ¿será que la Iglesia reunida en concilio es infiel a Dios, que se lo pide con vehemencia? Los más fanáticos tradicionalistas se sitúan en este terreno.

No se puede concluir aún la reflexión, porque según el mensaje del impreso, cuando tal dogma se proclame, María (no Dios) traerá la paz al mundo. ¿No suena esto a chantaje? ¿Puede estar María chantajeando a la Iglesia?: si hay dogma, paz asegurada; si no hay dogma...

La Iglesia asistida por el Espíritu Santo, camina descubriendo la luz de Cristo, también en cuanto a la proclamación de los dogmas. Algún miembro de la Iglesia ha intervenido en estas apariciones: «Constat de supernaturalitate apparitionum. Haarlem, 31-5-2002» (= consta que las apariciones son sobrenaturales). Antes de esa fecha, el 31 de mayo de 1996, el entonces obispo de Haarlem-Amsterdam, Hendrik Joseph Alois Bomers, y su auxiliar Joseph Marianus Punt, hoy titular de la diócesis, autorizaron la veneración pública de María con el título de María de todos los pueblos. Todavía varios años antes, el 11 de febrero de 1951, la Virgen dictó una oración según la cual «la señora de todos los pueblos que un día era María, sea nuestra abogada». De hecho, en las estampas consta en holandés «de Vrouwe van alle Volkeren», o en castellano «la señora de todos los pueblos». Yo no tenía idea de que María hubiera sido un día señora de todos los pueblos; creía, con el Salmo 8, que lo era Dios.

Muestra nº 36

Apariciones de Fátima, sucedidas desde 1916, ampliamente conocidas. La información que cabe destacar en este punto es la aparente disputa de organizaciones distintas que tratan de capitalizar el asunto en su propio provecho.

Por un lado tengo a la vista impresos con el marchamo de «Ejército azul - Sol de Fátima»; por otro lado, coincidente, Ediciones Sol de Fátima, que en un folleto de 1997 indica que el Ejército Azul se fundó en 1947 en Estados Unidos.

Además, entra igualmente en liza otra nueva agrupación, la Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima, cuya dirección y teléfono no coinciden con la anterior. En un folleto publicita un libro de José Mariné. El mismo libro es también puesto a la venta por otra asociación, con el nombre de TFP- Covadonga, sin que se pueda saber si el libro se difunde por varios canales; o si el autor ha pasado a integrar otra asociación; o si una es una mera pantalla que encubre la otra.

En otro folleto diferente, con el mismo apartado postal que la Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima, se publicita otro libro, esta vez de Juan Clá Díaz, de quien se afirma que es miembro de la asociación Heraldos de Cristo (que está siendo investigada por Roma, sobre prácticas no demasiado honestas). Esta misma asociación figura igualmente de forma expresa en otro folleto fomentando el mensaje de Fátima.

Varios aspirantes a polarizar el tema de Fátima, a mediar en ello, y a llevar las aguas en diversa dirección. Intereses humanos y muy posiblemente intereses económicos en juego.

Muestra nº 37

La imagen forma parte de un calendario de pared del año 2006. (Supongo que algo similar se habrá reproducido otros años, antes y después). En él figura por el anverso una imagen de la Virgen del Carmen en color; y en el reverso, una reproducción de la misma imagen en blanco y negro. Bajo esta segunda, una corta e insufrible leyenda: «en la vida, protejo; en la muerte, ayudo; después de la muerte, salvo». Así de breve. El calendario es obra de los carmelitas, y por tanto también la difusión de esta enseñanza.

¿Desde cuándo salva la Virgen? Según la palabra de Dios, «Jesús salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt. 1, 21); «¿Quién podrá salvarse? Jesús los miró y les dijo: - Para los hombres esto es imposible, pero para Dios es posible» (Mt. 19, 25-26). «Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará» (Hch. 2, 21, que cita a Jl. 3, 1-5). «Nadie más que él puede salvarnos, pues sólo a través de él Dios nos concede a los hombres la salvación sobre la tierra» (Hch. 4, 12). ¿A qué seguir citando?

¿Cómo es posible afirmar que María salva, y dejar a un lado algo tan capital, tan básico?

Muestra nº 38

Es una estampa A la virgen del Carmen. Presenta una serie de breves invocaciones dirigidas directamente a María, pero ninguna a Dios, siendo así que Jesús nos enseñó a los cristianos a presentar nuestras súplicas a Dios. Tan sólo se menciona a Dios en una súplica en que se dice: «...dadme amor de Dios». Parece que hay que concluir que hemos alterado la enseñanza del evangelio.

En la misma línea que la muestra anterior, la presente estampa dice con todas las letras «Virgen del Carmen, salva mi alma». Con arreglo a esto, la salvación viene de la Virgen del Carmen, y el más elemental conocimiento del castellano así lo entiende. No dudo que habrá quien luego añada retorcidas explicaciones para justificar el texto impreso con sutilezas sin cuento. Pero la persona sencilla que lee y reza en castellano entiende sin rodeos que quien salva es la Virgen del Carmen.

Muestra nº 39

Caminemos con María hacia Dios. Así se titula una pequeña estampa con el motivo gráfico de la Inmaculada. La oración del dorso tiene un título que la define sin confusión: «Oración por España». Se le pide a María que vele por España, que salve a España; se le recuerda también que España es nación mariana por excelencia, esta España tan vuestra,... Se mezcla la súplica a María con la oración a Jesús presente en la eucaristía y se le recuerda también que es tan amado por los españoles... Religión y patria, o Patria y religión, que tanto montan.

Inevitablemente viene a la memoria aquella promesa de reinar en España con preferencia, cuando la enseñanza que transmite la palabra de Dios es que para él no hay fronteras ni preferencias nacionales, ni nada que distinga y aventaje a unos de otros. Los fautores de esta oración apenas han caído en la cuenta de que Dios ha hecho otros planes para los que cumplen su voluntad, «sean de la nación que sean»: «Pues la promesa es para vosotros, para vuestros hijos e incluso para todos los de lejos, a quienes el Señor nuestro Dios llame. (Hch. 2, 39); «Verdaderamente ahora comprendo que Dios no hace distinción de personas, sino que, en cualquier nación le es grato el que respeta a Dios y obra rectamente» (Hch. 10, 34-35).

El mismo estilo patriotero y falseador de la palabra de Dios y de su enseñanza tiene otra hoja que responde al título de Inmaculada Concepción Patrona de España, que mezcla la imagen de María con los colores de la bandera nacional, y que derrocha la misma mirada miope, ceñida en exclusiva a los españoles, integrantes de «esta bendita nación, tierra de María».

Resulta complejo para ciertos grupos o personas apearse de una especie de pedestal que ellos mismos se han construido sintiéndose superiores al resto de los mortales, y seguros de que la predilección de Dios, o la de María, nunca los va a abandonar, sólo por pertenecer a esta nación, aunque no siempre respeten a Dios ni obren rectamente, que es lo que la palabra de Dios enseña con claridad meridiana. Parece resonar la misma música que Jesús denunció cuando enseñaba que sólo por el hecho de ser hijos de Abraham, la garantía de salvación no era ni absoluta ni irrevocable (Mt. 3, 9; Jn. 8, 39-40).

Muestra nº 40

En esta ocasión se trata de una hoja en forma de díptico que presenta el título escrito con paréntesis poco necesarios de (La estampita mística) bajo una imagen etérea, difuminada, y poco definida. El texto sigue explicando: «Esta estampita de nuestra Señora fue dibujada por una mística en Italia. La misma Sma. Virgen se dignó guiar la mano de la mística. Cada día se concede una bendición especial a la persona que lleva consigo esta estampita. Otra bendición se obtiene cada vez que se contempla a la estampita con amor».

Sorprendente. Es evidente que se puede ser mística y a la vez pintora; pero además desborda todo lo previsible que la propia María dirija la mano con el pincel. El resultado de esta pintura tiene que ser excelso por demás. Recordemos que había otro impreso que mostraba el verdadero rostro de Jesús por medio de un examen de la más alta tecnología a partir de la sábana de Turín (muestra nº 33); y que también había otra imagen verídica de Jesús adulto, realizada por H. Hofmann (muestra nº 3). (Por cierto, estas dos imágenes auténticas de Jesús no se parecen entre sí). Ahora estamos ante otra imagen de María de muy difícil clasificación: ¿autentica?, ¿sobrenatural?, ¿teledirigida?

La hoja examinada tiene, además, dos oraciones. La primera es por las negligencias diarias; en ella no era suficiente que Jesús ofreciera su vida por la salvación del mundo, pues quien la reza le ofrece al «Padre eterno el sagrado corazón de Jesús con todo su amor»; lleva adjunta una anotación que aclara que con ella no se pretende re-emplazar (sic) la confesión. La segunda oración es «el ave maría de oro», con un comienzo deslumbrante: «Ave María, Blanco Lirio de la Gloriosa y Siempre Serena Trinidad... ». La anotación que la acompaña hace constar que éstas son palabras de María a santa Gertrudis la Mayor. (También conocida como Gertrudis la Grande, mística alemana del siglo xiii). No se aclara si ella es la mística a que se refería al comienzo, o si, como parece, se trata de otra persona, por los siglos que han transcurrido.

Es un claro testimonio de religión acaramelada, sensiblera, y en no pequeña medida alejada del espíritu del evangelio, aunque se la envuelva con formas o pinceladas de sentido espiritual y cristiano.

Muestra nº 41

Tríptico con una imagen y mucho texto, pues tiene un tamaño bastante grande. Responde al título La llama de amor del Inmaculado Corazón de María.

«También en Hungría (...) a una madre de seis hijos reveló la santísima Virgen el deseo de su corazón maternal». El obispo diocesano presentó los hechos y testimonios en Roma, que no ha decidido nada sobre el asunto. Mientras, la hoja muestra un resumen amplio de las revelaciones. Una sorprendente afirmación son estas palabras de María: «San Esteban me ofreció vuestro país y le prometí que escucharía siempre su intercesión y la de los Santos Húngaros». (Parece que no sólo es España objeto de su atención).

En los aproximadamente cinco folios de texto se entrecruzan promesas, sollozos y lamentos, fervorines, palabras de María o de Jesús, invitación al ayuno, a la hora santa, a cantar canciones religiosas,... Es lo menos parecido a una exposición ordenada y con una cierta lógica. Y en todo ello no se menciona ni una sola vez alguna enseñanza del evangelio, que parece resultar algo desconocido, o fuera de lugar.

Se hace difícil aceptar un sin fin de cosas y afirmaciones en tono de súplicas para contener la ira de un Dios dispuesto a aniquilar el mundo, como si se repitiera el estado de perversión que el Génesis describe como anterior a Noé, para explicar el por qué del diluvio. En esta hoja, el tono general queda sintetizado en esta frase: «Hijos míos, la mano de mi divino Hijo está para descargar su golpe, apenas logro detenerla. Si invocáis en vuestra ayuda mi llama de amor, juntos salvaremos el mundo». Un recuadro final proporciona la solución de todo el embarullado texto: «la llama de amor de mi inmaculado corazón es ¡el mismo Jesucristo!».

El tríptico se difunde «con aprobación personal de S. S. Pablo VI. Nov. 1973». No hay más que añadir.

Muestra nº 42

Estampa titulada Oración a María por nuestros sacerdotes. En conjunto dispone de imagen y texto. Las anotaciones finales permiten conocer su procedencia. De la imagen dice la nota: «esta imagen ha sido tomada de la descripción que hace santa Faustina en el nº 1585 del Diario de la divina misericordia, respecto a una aparición de la Virgen en la que Ella se presenta como Madre de los sacerdotes. Imagen tomada del Diario, nº 1585. La obra ha sido realizada por el pintor Agustín de la Herrán». El texto, lógicamente, tiene vinculaciones de estilo y de contenido con el mismo escrito.

Es preciso remitir a lo considerado en el grupo 2, en que aparecen manifestaciones de esta devoción. En esta hoja con la oración por los sacerdotes, no hay ni un solo vestigio de la conocida como oración sacerdotal de Jesús (Jn. 17). No hacía falta.

Muestra nº 43

El formato es el de una hoja fotocopiada, y después dividida para conseguir más ejemplares. Responde al título de Oración de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás. No hay más detalles de su procedencia, y todo está amparado por la cobertura del anonimato. Comienza por dirigirse en la oración a la «Patrona de lo imposible; tú eres la abogada de lo imposible». Luego se establecen las condiciones del comercio sobrenatural: «alcánzanos la gracia que te imploramos y te prometo rezar (...) y llevar esta oración a la iglesia dejándola allí». Establecido el pacto, se le señalan al peticionario otros requisitos, sin los cuales difícilmente podrá conseguir lo que desea. Estos requisitos consisten en: «Hacer copias y llevarlas a la iglesia durante 25 días seguidos», y se promete el resultado: «antes de finalizar, recibirá la gracia por difícil que sea».

El conjunto de lo que dispone la hoja anónima entraña cuatro acciones: rezar la oración; hacer las copias (sin especificar cantidad); dejarlas en una iglesia; mantener esta conducta durante 25 días. No supone mucha incomodidad ni mucho gasto. La hoja examinada añade un curioso aviso: «Esto se hace para propagar la fe», pero resulta un poco más complicado que lo que enseñó Jesús de Nazaret, cuando dijo: «Vosotros rezad así: Padre nuestro...», poniendo la confianza en un Dios al que nos invita a llamar Padre. Sin fotocopias, sin una continuidad de días, sin más requisitos que sentirnos hijos suyos.

El cristiano de nuestros días ha de elegir entre el modelo de oración que enseñó Jesús, o el de esta fotocopia tan prometedora.

Muestra nº 44

Novena a nuestra señora del Perpetuo Socorro. Así se titula un tríptico que propone una serie de oraciones para la novena. En conjunto las oraciones resultan un tanto recargadas, si se comparan esas oraciones con la simplicidad del avemaría.

Pero el deseo de exaltación, de encumbramiento, para magnificar en particular esta devoción llega a la cumbre en el empleo de superlativos, de manera reiterada: santísima, piadosísima, prodigiosa, amantísima, benignísima, santísima (de nuevo), excelsa, soberana, santísima (por tercera vez), soberana (segunda ocasión), maravillosa, admirable, gloriosa, augusta, soberana (tercera ocasión).

La sencilla María de Nazareth resulta difícilmente reconocible en medio de semejante desfile de tratamientos honoríficos. Acaso se pretenden justificar al recordarle a María en el último día de la novena que «os distéis vos misma tan dulcísimo nombre, y que después del eclipse de más de medio siglo reaparecisteis más brillante y gloriosa que nunca, esparciendo por el mundo la fama de vuestro nombre y el lustre y esplendor de vuestros prodigios».

Hace más de medio siglo, ya manifestaba José Luis Martín Descalzo sus reservas sobre el lenguaje religioso recargado y falto de naturalidad: «Hace poco oí rezar una novena que sumaba un total de 44 «ísimas»: santísima, dulcísima, purísima,... Cuarenta y cuatro, no exagero. Me dijeron que era una novena que daba mucha devoción». Parece que no hemos cambiado lo más mínimo, ni hemos contemplado la sencillez con que el evangelio habla de María, la madre de Jesús.

Muestra nº 45

También es una hoja volante fotocopiada: Oración de la santísima Virgen. No es oración a la virgen; sino oración de la virgen. El texto está bien cuajado de la más depurada teología, con resonancias bíblicas: «Vos que habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de Satanás, os pedimos humildemente enviéis las legiones celestiales para que, bajo vuestras órdenes, persigan a los demonios, los combatan en todas partes, repriman su audacia y los rechacen al abismo».

Se asumen literalmente los textos de Gn 3, 15, y Ap. 12, 7-9; 19, 11ss; 20, 7ss., sin citarlos. Lo que el Apocalipsis muestra como una descripción simbólica de la victoria de Dios sobre el mal, se propone en esta hoja como una presencia habitual de demonios que campan a sus anchas. El Apocalipsis no dice que María esté al frente de ningún ejército; pero la oración no se para en minucias y lo afirma sin rodeos. La presencia del Cordero, Cristo, tan patente en el libro bíblico se desvanece, a pesar del puesto de honor que allí queda bien claro. Toda una trasposición, toda una manipulación con apariencia cristiana, pero con muy poco fundamento serio respecto a lo que Dios enseña, para tratar de encumbrar la figura de María, aun a costa de la verdad bíblica.

Para remate, se la llama al comienzo de su oración «Augusta Reina de los cielos y maestra de los Ángeles». ¿De dónde habrán surgido semejantes títulos? Hay que figurarse a María, enseñando, instruyendo y ordenando a los ángeles, cuando es conocido (aunque no para el autor de la hoja) que ángel equivale a mensajero o enviado por Dios, pero no enviado por María. Habrá que plantear la necesidad de rectificar y corregir las páginas de la biblia.

Para que no faltara nada, la hoja hace constar que está indulgenciada: 300 días de indulgencias. Pio X, 8-VI-1908.

Muestra nº 46

Nueva hoja volante con el escueto encabezamiento de Oración. Hacia la mitad de la misma se encuentran estas palabras que aportan una información no muy contrastada: «María de Caná, alegra mis días...». También habrá que proceder a corregir el detalle de Lc. 3, 26: «Al sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazareth...». El diligente Lucas, que hizo averiguaciones sobre Jesús y consultó lo que otros habían escrito para recabar la mejor información posible, no fue lo bastante exacto en este punto. Menos mal que la hoja volante lo fundamenta. Años más tarde, el evangelista Juan anotó que en una ocasión determinada María de Nazareth se desplazó hasta Caná de Galilea (Jn. 2, 1-12).

Pero no es eso lo más llamativo, sino que se lleva la palma el esplendoroso título que la hoja otorga a María con el mayor aplomo: «María, divina enfermera, cuida mi cuerpo y mi alma...». Algo se ha ganado respecto a otras muestras que han desfilado antes, en las que sólo importaba salvar almas, haciendo caso omiso de sus cuerpos. Pero a María se la adjudica el título de enfermera, sin más; pero no una enfermera cualquiera, sino una enfermera divina. Está situada en la misma categoría que el propio Dios. El autor de la hoja volante no ha tenido la más mínima vacilación al asegurarlo. ¿Será posible dejar circular esto con impunidad?

Muestra nº 47

El Rosario. La presente muestra constituye una especie de poesía en la que se fuerza la rima en más de una ocasión. Pero no es eso lo más grave, porque la enseñanza que se deja caer en los imaginarios versos destila una piedad relamigosa, que dista mucho de las enseñanzas del evangelio; éste ni siquiera se menciona.

Un ejemplo es más que suficiente: «Cuando rezas el rosario / vas desgranando las cuentas; / por cada cuenta que pasas / hay un ángel que se alegra; / cuando rezas el rosario / meditando lo que rezas, / la Virgen va sonriendo».

Muestra nº 48

Es una modalidad muy particular para rezar el rosario. Hay algunos otros folletos que muestran cómo rezarlo, sin nada de particular. Éste, por el contrario, es singular ya desde el mismo título: Rosario por las almas del purgatorio. El dibujo de portada va en consonancia con el texto, pues presenta a Jesús en la cruz; María a su lado y un par de ángeles que extraen almas de un horno encendido a sus pies.

Modifica algunas súplicas que son comunes en el rezo del rosario; se centra con exclusividad en los misterios dolorosos; y a la conclusión propone una serie de oraciones a Jesús, a María, a san Miguel arcángel. Establece una nueva letanía centrada únicamente en las almas del purgatorio. Al terminar incluye unas oraciones opcionales: oración por los difuntos; a san Nicolás Tolentino, a santa Gertrudis, otra del cardenal Newman; otra más a san Nicolás Tolentino.

El impreso ha viajado mucho, pues muestra unas direcciones de contacto para quien lo desea que corresponden a la República de Irlanda y a Irlanda del Norte.

Muestra nº 49

Rosario para pedir sacerdotes santos. Dispongo de dos modalidades, que ha puesto en circulación el grupo de oración Familia de Jesús Nazareno, de Gijón.

Propone una serie de oraciones diversas de las tradicionales para el rezo del rosario, y se supone que, además de las que la hoja propone, habría que seguir con el rosario convencional.

Pero la imagen de portada, especialmente de uno de los dos modelos, no tiene desperdicio: Se ve de costado a un sacerdote celebrando la misa, en el momento de la elevación al final del canon. Sostiene sobre el cáliz la forma consagrada, que emite destellos radiantes y brillantes, nada habituales. Pero de cara al sacerdote, a mayor altura que él, se muestra algo desvaída una imagen de Cristo sufriente, pero sin cruz aunque sí con corona de espinas en su cabeza, que va a imponer otra corona de espinas que aproxima a la cabeza del celebrante.

El otro modelo de hoja no le va a la zaga, pues muestra a un celebrante en un altar de espaldas al pueblo, asistido por una persona de pie (¿diácono?), además de otro (¿también diácono, arrodillado?), más dos acólitos de rodillas. A un costado del altar, una imagen muy grande del sagrado Corazón de Jesús contempla la celebración.

Para mayor garantía y tranquilidad, se asegura que está impresa «con licencia eclesiástica», sin más detalles. El mismo grupo impulsor de esta modalidad ha difundido otro impreso que muestra cómo rezar el rosario, con el título: Nuestra Madre y Señora de la Gracia, del Amor y la Esperanza. No consta que esta otra hoja tenga la licencia eclesiástica.

Muestra nº 50

Esta muestra tiene una doble presentación, en hoja fotocopiada y en díptico impreso, que no coinciden enteramente en el texto respectivo, aunque sí en el título: Ofrecimiento de vida.

La hoja fotocopiada informa que la virgen María tuvo locuciones y visiones con sor María Natalia Magdolna, religiosa húngara de la congregación de las Hermanas del Buen Pastor de santa María Magdalena, en Keeskemet. También informa que las promesas que señala más adelante están entresacadas «de varios mensajes que Jesús y María le comunicaron», es decir, que tuvo además otro tipo de visiones. La hoja certifica que «el padre Jeno Krasznay, director espiritual de sor María Natalia durante algún tiempo, renombrado teólogo europeo y auxiliar del obispo Iszvan Hasz, declaró verídicas estas experiencias místicas, así como las visiones y mensajes, tras un largo período de investigación y examen». Eso tiene una traducción concreta en la misma hoja que incluye «Aprobación eclesiástica». Por si no fuera suficiente, para mayor tranquilidad de las conciencias, se hace constar en el díptico la certificación del «imprimi potest» (16 de julio de 1987), del «imprimatur» (15 de junio de 1988), y del «nihil obstat» (sin fecha).

Ambos impresos disponen de una «aclaración objetiva» que señala que «es suficiente con hacer la dicha ofrenda una vez, con las disposiciones necesarias de humildad y amor». Así se lo confirmó el propio Redentor a la vidente.

El premio y las promesas que lleva aparejado el ofrecimiento de vida que la hoja propugna no admite discusión: nadie de la familia de quien lo haga irá al infierno; en el mismo día de hacerlo sus familiares saldrán del purgatorio; será acompañado a la hora de la muerte; sus nombres estarán inscritos en los corazones de Jesús y de María,... Nada dice del libro de la vida (tampoco lo hacía la muestra nº 12), según la imagen simbólica de Ap. 2, 7; 22, 2).

Hay un sorprendente fleco que queda suelto, sin rematar. A pesar de haber manifestado que las revelaciones fueron de Jesús y de María, y que el mismo Redentor había asegurado que era suficiente con hacer el ofrecimiento una vez, ambos impresos señalan por dos veces que se trata de las «promesas de la Virgen a los que hagan el ofrecimiento de vida». Las promesas son «de la Virgen», quien, sin expresarlo, pasa a primer plano. Constituye todo un modelo de un culto bien equilibrado.

4. Santos

El presente apartado se centra en los santos, tras haber examinado lo relativo a Jesús y María. Si es posible un culto certero, que pone a Dios por encima de todo y en el centro mismo de la vida cristiana, lo que veremos son algunas manifestaciones de que esto no siempre es así: veremos que hay cristianos (al menos así se llaman) que anteponen la devoción, la confianza, e incluso se puede decir que la fe en un santo determinado por encima del propio Dios, como queda patente en las expresiones que emplean y en los criterios que manifiestan. Son deformaciones de la fe cristiana que reclaman corrección; pero mientras, ahí están campando a sus anchas.

Muestra nº 51

Estampa que responde a Dolores y gozos de san José. Escalonados en siete breves párrafos, se indican los así denominados «dolores y gozos»; al término de cada uno, se indica el rezo de un padrenuestro, avemaría y gloria. Es decir, ¿a san José se le dirige el creyente llamándole Padrenuestro que estás en los cielos... ?, ¿se le saluda con la expresión Dios te salve, María... ?, ¿se le tributa gloria, que va dirigida al Padre... ?

Cada uno de los párrafos concluye con el estribillo «amparadme en vida y a la hora de la muerte». Esta invocación se dirige a José y no a Dios, que es el dueño de la vida y de la muerte, y a quien hemos de rendir cuentas de nuestra actuación. Pero Dios no aparece en la oración que hace el usuario de la estampa.

Sólo de pasada se habla de Jesús, ya que él es el motivo que da origen a las alegrías y las penas de José. Esto es lo destacado y central. Otros motivos más serios quedan difusos, aunque el evangelio dé pie para reflexionar sobre ellos. Un par de ejemplos: la estampa habla de «dolor y gozo por la maternidad de María»; la frase constituye una especie de evasiva que no manifiesta a las claras las vacilaciones, dudas y temores que pudo albergar José ante el hecho de la maternidad de María, que llegaron hasta estar decidido a repudiarla, como el evangelio nos transmite. Es una muestra clara de una religión edulcorada. Otro ejemplo: dolor y gozo en la circuncisión de Jesús. Si, como sabemos, era algo habitual que se practicaba a todos los niños judíos tal como establece el antiguo testamento, esto no habría de producir más emoción que la de una pequeña fiesta familiar con conocidos y vecinos. Pero hay que sublimarla y espiritualizarla, como otra muestra más en la misma dirección.

La escasez de información sobre José en el evangelio, no da para encontrar más ocasiones de solicitar su amparo. Éste se espera de José, pero no se le solicita a Dios.

La estampa goza de licencia eclesiástica.

Muestra nº 52

Estampa con Oración compuesta por santa Clara. Supongo que es cierta la atribución de la oración a esta santa, pero desde el siglo xiii en que ella vivió, algo ha cambiado la percepción de la vida religiosa, y del mundo. Ha cambiado lo suficiente como para que las frases que reproduzco tengan hoy una resonancia ridícula (1ª frase), cuando no malévola (2ª frase): «mirad a vuestras siervas que hasta hoy habéis nutrido con la leche de vuestro santo amor»; «no entreguéis a las bestias las almas que confiesan vuestro nombre». Habrá que poner el testimonio y la ejemplaridad de los santos en algo de mayor consistencia, porque de esta forma invitan muy poco a imitarlos.

La estampa está dotada de la correspondiente licencia.

Muestra nº 53

En la muestra nº 43 aparecía que, según el impreso correspondiente, nuestra Señora del Rosario de san Nicolás era «patrona de lo imposible». He aquí que le ha salido competencia con esta hoja fotocopiada de la presente muestra: Oración a santa Rita, donde se la recuerda «tú que eres abogada de lo imposible».

Según el impreso, se le pide a santa Rita (no a Dios) una gracia, que, por difícil que sea, recibirá el peticionario antes de 25 días. Pero para conseguirla, se han de cumplir una serie de condiciones perfectamente estipuladas: se han de rezar 3 padrenuestros y 5 avemarías; hay que llevar esta estampa (se supone que llevarla encima, llevarla consigo) durante 25 días; hay que propagar la devoción a santa Rita y además a san Antonio de Padua; hay que hacer 25 copias de la hoja; hay que llevarlas a una iglesia, y depositarlas una a una; además las copias han de ponerse en sitio visible; y entonces hay que rezar la oración que lleva el impreso.

¿Cuál es la diferencia entre esto y la magia? ¿Dónde queda aquello de «Pedid y recibiréis», que enseñó Jesús?

Muestra nº 54

En esta ocasión es el Triduo en honor de san Expedito, que es «abogado de los casos urgentes». De ahí que la oración que la hoja propone le pide a Dios «por intercesión de vuestro mártir san Expedito la gracia urgente que solicito hoy».

Para asuntos no urgentes, parece que hay otros conductos. A la conclusión del rezo de cada día, se rezan a la Virgen tres avemarías, justificadas pues san Expedito le tuvo mucha devoción. En la oración final, dirigida a san Expedito se le pide que «obtenga para hoy (o para tal día)...». Peticiones con reserva de fecha; lo cual no es obstáculo para que la estampa circule con censura (no licencia) eclesiástica expresa.

Muestra nº 55

Las hojas fotocopiadas en torno a san Judas Tadeo son variadas; da la impresión de que ha habido una evolución de unas a otras, al pervivir elementos comunes junto a otros que aparecen y desaparecen. Un ejemplo de estos son los diversos títulos de los que tengo muestras: Oración a san Judas Tadeo (abogado de los casos difíciles); San Judas Tadeo, patrón del trabajo y de las causas imposibles; San Judas Tadeo, abogado de los casos difíciles y desesperados; Oración a san Judas Tadeo; y otra más carente de título.

Los calificativos que aparecen en la variedad de modelos también sufren una transformación, sin saber cuál el primer eslabón y cuál el último de la cadena. Así le llaman «apóstol y mártir, grande en virtudes y rico en milagros, pariente cercano de Jesucristo»; «fiel discípulo de Cristo»; «fiel siervo y amigo de Jesús»; «amado siervo de Dios».

Se le pide ayuda, y en una de las hojas incluso se pide que haga suya la pena del peticionario. Dos de las citadas hojas incluyen en la oración el compromiso de difundir el nombre de su benefactor (aunque no se asuma el mismo interés en difundir el nombre de Dios: «santificado sea tu nombre...»).

Varía el compromiso que asume quien le invoca, además del ya visto de difundir el nombre de san Judas. Los autores no concuerdan en este punto. Una de las hojas no señala ningún compromiso en particular; otros modelos de hojas lo concretan en «Se hacen 81 copias y se depositan en 9 iglesias. Se pide la gracia y a los 9 días se le concede, por muy difícil que sea»; por si hubiera dudas en materia de matemáticas, uno de los modelos precisa «(nueve por iglesia)»; y otra variante es: «la novena debe rezarse seis veces cada día durante nueve días consecutivos dejando nueve copias en la iglesia cada día. La gracia será otorgada en el noveno día o antes, y nunca se ha sabido que dejara de cumplirse». Además, otra indicación previa señala otros detalles que no pueden dejarse de lado: «son 81 copias y las depositas en templos católicos, le rezas un padrenuestro y otro a todas las almas del purgatorio (...) Envíalas antes de 13 días».

Las instrucciones son precisas, y contienen una advertencia no exenta de un tono de amenaza: «por ningún motivo debes burlarte de ella (la cadena de copias)». Por si aún quedaran dudas, se incluyen tres ejemplos altamente estimulantes: «El presidente de Brasil las envió y no le dio importancia, pero a los 13 días le tocó la lotería. Ezequiel Cortéz lo tomó a broma ordenando a su secretaria que las hiciera, y no las envió; a los 13 días perdió el empleo. Isabel Galván las perdió y estuvo a punto de abortar». Para quien tuviera dudas, ha de quedar claro que es un asunto serio, y que con estas cosas no se juega.

¿Estamos ante la magia, o ante la brujería, con apariencia de cristianismo? ¿Castiga Dios a quien no cumple un recado semejante; consiste en eso el cumplimiento de su voluntad?, ¿premia a quien lleva a cabo estas minucias que nada tienen que ver con la enseñanza de Jesús? Si no lo hace Dios, ¿es acaso san Judas quien distribuye por iniciativa propia beneficios o perjuicios? ¿El bien o el mal que nos sucede, la enfermedad que mina la salud o el éxito de un proyecto, pueden depender de la materialidad de distribuir fotocopias? Dios no desprecia un corazón contrito y humillado (Sal. 51, 19), pero no necesita fotocopias, ni distribuidores de ellas.

Muestra nº 56

Es una estampa cuyo título es Bendición de san Francisco de Asís. Pero dicho título es falso, ya que la bendición no es de san Francisco.

El dibujo que encabeza la estampa ofrece la imagen de san Francisco que bendice a uno de sus frailes, recogido y arrodillado ante él. A continuación, se transcribe el texto de la célebre bendición que se dice de san Francisco, pero que en realidad se encuentra en la biblia: Nm. 6, 24-26: «Que Yavé te bendiga y te guarde, que ilumine su rostro sobre ti y te sea propicio; que Yavé te muestre su rostro y te conceda la paz». Hasta ahí no hay nada especial que señalar, si no fuera porque es de recibo asignar a la bendición su verdadero origen, sin medias tintas, para mostrar a las claras qué es en verdad la palabra de Dios, y cuál es el empleo válido de esa palabra por parte de los creyentes, incluidos los santos.

A continuación, el tono cambia porque en lugar de un deseo de aceptar la bondad y la voluntad de Dios, se enuncian una serie de propiedades y cualidades de las que el texto bíblico está despojado, pero que se asocian gratuitamente a la palabra de Dios. Parece, a la vista de cuanto sigue, que la palabra de Dios se convirtiera en un conjuro, o que la estampa que la contiene fuera un talismán que hay que tratar con exquisito cuidado. Debe ser así, pues en cuanto se transfiere la bendición bíblica a san Francisco comienza a adquirir inesperadas virtudes: «Se exhorta a todos a llevar consigo siempre esta santa bendición porque se sabe por experiencia que es maravillosísima contra los demonios, tentaciones, rayos, pestes, mal de corazón, peligros del mar, asechanzas de enemigos, tempestades, incendios, dolores de parto, calenturas, muertes repentinas y contra otros innumerables males y peligros. También tiene especial virtud para conservar a quien la lleve consigo en la gracia de Dios».

Sorprendente. Como palabra de Dios que es, este texto tiene la misión de producir fruto: «mi palabra, la que sale de mi boca, no tornará a mí de vacío» (Is. 55, 8). Pero como talismán, como amuleto que hay que llevar siempre encima, desborda todo lo previsto. Lo propio de quien se llame cristiano es no manipular la palabra de Dios, sino acatarla. Saltan a la vista las consecuencias de lo que puede suceder, según lo que se haga con esta estampa. Consta la existencia de varios modelos; en uno de ellos, al texto bíblico del libro de los Números, se ha añadido una frase: «El Señor bendiga a este su siervo». Con esta pequeña adición (que difiere un poco de la original que dio Francisco de Asís a fray León), con esta pequeña trampa, todo ello ya no es texto bíblico, y por consiguiente no hay que señalar cita alguna para indicar su origen. Y por tanto se puede seguir difundiendo como «Bendición de san Francisco de Asís».

Muestra nº 57

Pasamos del fundador san Francisco, al miembro de su orden, san Antonio de Padua. A él se dedica una hoja volante que tiene marcada con líneas discontinuas una silueta en forma de suela de sandalia, y la indicación de que se recorte con unas tijeras. Acaso recortada tiene más eficacia, como se verá. Responde al título de Novena milagrosa das sandalias do santo Antonio.

Las instrucciones para cumplimentar esta novena calificada de milagrosa son muy precisas. Es necesario transcribirlas, aunque estén en portugués. «Rece durante nove terças-feiras (martes) com una vela acesa (encendida) sobre esta sola de sandalia cinco Pais-nossos, cinco Aves-marías, cinco Glorias-ao Pai. Quando acabar de rezar, apague a vela e guarde para as outras terça-feiras. Na ultima terça-feira, deixe que ela se queme ate o fim (hasta el final). Faça dois pedidos difícels de serem conseguidos e un pedido para sua melhoria geral (dos pedidos difíciles de conseguir y uno para su mejoramiento general). A cada terça-feira, distribua três cópias desta novena. Se nâo tiver ninguém para quem dar as copias, deixe-as em uma igreja, junto a imagem de Santo Antonio (si no tuviera a quien dárselas, dejelas en una iglesia junto a la imagen de san Antonio). Esta novena e infalibel. Quem nâo tem fé vai comover-se (es una novena infalible; quien no tiene fe quedará asombrado)».

Tienen que ser martes; tienen que ser nueve; tiene que tener una vela encendida; tiene que estar sobre la sandalia recortada; tiene que dejarse consumir el último día; tienen que rezarse además cinco padrenuestros, avemarías y glorias; tienen que hacerse dos peticiones; tienen que repartirse cada martes tres copias, o tiene que dejarlas junto a la imagen de san Antonio; tiene que... Prescripción tras prescripción, con un manual de instrucciones precisas. Éxito garantizado. ¿Para dónde dejamos la fe?

Otra variante, en este caso española y no portuguesa, consiste en una trecena (trece días) precisamente, con una oración propia para cada día. Es algo menos complicada que la versión portuguesa, pero la eficacia radica en los trece días, ni uno menos ni uno más, puesto que nada se dice en otro sentido. Curioso mecanismo matemático que da resultado como una fórmula química que exige una combinación exacta de sus componentes, sin que puedan modificarse las proporciones de cualquier manera.

Por algo, otras hojas dedicadas también al mismo san Antonio proclaman: «Si quieres milagros mira / muerte y error desterrados, / miseria y demonio huídos, / leprosos y enfermos sanos».

Muestra nº 58

Ya salió en la muestra nº 43 una súplica a nuestra Señora del Rosario de san Nicolás, que no especifica localidad alguna. La presente muestra tiene como objetivo al propio san Nicolás, en la parroquia de su nombre en Valladolid. Es un pequeño folleto de escasas hojas, en cuya portada se califica al destinatario de la novena como «abogado de la pobreza y de los negocios difíciles». Se percibe en él una clara especialización económica.

El título del impreso es Caminata de tres lunes. De no ser tres, o de no ser lunes, no hay nada que hacer, por mucho que se le suplique. En la oración inicial se le suplica al santo que «te intereses por las necesidades y aflicciones que me rodean y me des una respuesta favorable». Además, el primer lunes se le dice «Señor san Nicolás, óyeme»; el segundo, «Señor san Nicolás, guíame»; y el tercero, ya sin rodeos, «Señor san Nicolás, vengo por mi petición». Está publicada «con censura eclesiástica».

Al santo se le trata con respeto y deferencia: «Señor san Nicolás», pero a continuación se le tutea desde la confianza. A él se dirigen las súplicas y las peticiones, y se deja de lado a Dios, pues no hay necesidad de acordarse de él. El último día, tras haber cumplido con exactitud los anteriores, se le reclama el dinero, o la resolución del negocio propuesto, pues es abogado en caso de pobreza y de negocios difíciles.

Muestra nº 59

La Iglesia siempre ha tenido un hondo respeto por los difuntos, basado en la resurrección de Jesús. Él, el primero de todos los que viven, encabeza el cortejo de los que esperamos gozar de su resurrección, según su promesa. Además, la Iglesia ha establecido la conmemoración de los fieles difuntos, en la que suplicamos a Dios por los fallecidos; y también a diario los cristianos pedimos por los muertos en la celebración de la eucaristía.

No era suficiente, y algún voluntarioso anónimo ha ideado una Oración por los que han marchado. Es una especie de composición de malos versos en varias estrofas, en los cuales se apela al sentimentalismo de «labios que me dieron besos (...) / que aguardan consumaciones». Al final, otro par de versos con la misma cursilería apunta «con besos hoy silenciosos / que tendrán resurrecciones».

Es una forma descafeinada de hablar de la resurrección, de la muerte y de la vida, de la confianza en Dios. Se parece mucho a esas formas vagas que emplean algunas personas no creyentes cuando se refieren a algún difunto, y dicen «allá donde esté», porque no son capaces de ir más lejos, ni aceptar el amor entrañable de Dios hacia todos los hombres, vivos y difuntos. Y de la misma forma que la hoja se asimila a estas expresiones no creyentes, se distancia mucho de todo cuanto enseña la palabra de Dios sobre la vida en plenitud. «Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos?» (1 Co. 15, 12).

Muestra nº 60

Es ni más ni menos que la Oración maravillosa que libera 1.000 almas del purgatorio. Quien se encarga de la difusión justifica que la oración es maravillosa de la siguiente forma: «El Salvador aseguró a santa Gertrudis la Magna religiosa cisterciense del monasterio de Helfta en Eisleben (Alemania), a finales del siglo xiii, que esta oración liberaría a mil almas del purgatorio cada vez que se ofreciese, extendiéndose también la promesa a la conversión y salvación de las que todavía peregrinan en la tierra».

En la muestra nº 40 ya había salido santa Gertrudis como depositaria de unas manifestaciones de María; además, según esta otra estampa, ha recibido igualmente otras manifestaciones del propio Jesús. Se entiende por tanto que la oración resulte maravillosa, de unos sorprendentes efectos numéricos. De ahí la indicación que acompaña el texto de la oración, que precisa «récese todos los días».

La publicación está firmada por los Hijos de Medjugorje, donde en 1981 tuvieron lugar unas supuestas apariciones, y que ha suscitado un movimiento de difusión.

Grupo 5: Ángeles

Además de los santos, los ángeles también son objeto de invocaciones y de súplicas. Por su misma etimología, ángel equivale a mensajero, pero la petición no se dirige a quien le envía sino únicamente al enviado. Parece que Dios queda demasiado distante y resulta más cómodo entenderse directamente con el mensajero.

Muestra nº 61

Es una estampa que ostenta como lema San Miguel Arcángel. Tiene como motivo central una imagen del mismo, más dos adiciones. La primera, en la parte superior derecha, es el escudo o emblema de la Basílica nacional de la Gran Promesa (muestra nº 20); la otra es una reproducción de la imagen principal de este templo (muestra nº 21). Con ello a la vista no hay duda alguna del lugar de donde proceden las estampas, como centro de difusión.

El dorso comienza por referirse a la «revelación de san Miguel el 29 de septiembre de 1735 al beato Bernardo de Hoyos». Según el concilio Vaticano II, y su constitución dogmática sobre la divina revelación, es Dios quien se revela a los hombres por la escritura y la tradición. Resulta que, según esta estampa, también san Miguel hace su propia «revelación». Habrá que considerar si procede revisar el documento conciliar para introducir las oportunas rectificaciones.

Dicha «revelación», en palabras del visionario, consiste en: «Nuestro glorioso protector san Miguel, acompañado de innumerable multitud de espíritus angélicos, me certificó de nuevo estar él encargado de la causa del Corazón de Jesús». Sorprendente especialización angelical. Además, san Miguel es «nuestro glorioso protector», con exclusividad.

Prosigue el texto de la estampa con la «oración del papa León XIII», que se inicia con «San Miguel arcángel, defiéndenos en la batalla». Resuena la evocación de Ap. 19, 17, con la presencia de un ángel que proclamaba el primer combate escatológico; con anterioridad, hubo otro combate en el cielo, en el que Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón que asediaba a la mujer que iba a dar a luz (Ap. 12, 7); aún narra otro combate, el segundo combate escatológico (Ap. 20, 7-10). Como todo el Apocalipsis, estas imágenes y descripciones han de entenderse con el significado simbólico y teológico que los exegetas se esfuerzan en mostrar. Pero parece ser que, en medio de todo el elemento simbólico, el único dato histórico y veraz es la figura del batallador Miguel. Parece poco serio hacer esta excepción en una adecuada inteligencia del último libro de la biblia.

Volviendo a la estampa en cuestión, incluye además una oración dirigida al propio Miguel, en que se afirma: «Glorioso Arcángel, defiende España y su Iglesia... ». En este orden preciso. Primero, defensa de España, con el correspondiente estilo patriótico que ya había aparecido antes; después, defensa de su Iglesia. Pero ha de entenderse que «su» se refiere a la Iglesia de España, y no al resto de la Iglesia universal. Es un particularismo que encaja con lo de reinar en España, pues el resto del mundo y de la Iglesia es otro asunto muy distinto.

Todavía hay más, pues en esta oración se le pide que «podamos ver pronto el glorioso triunfo del Inmaculado Corazón de María». Se produce un anómalo cambio de ocupación, pues quien era el «encargado de la causa del Corazón de Jesús», ahora se dedica al triunfo del «Inmaculado Corazón de María». El asunto resulta poco nítido, con tanto ir y venir.

Hay además que hacer una aclaración, porque en otra estampa similar, sin título de ninguna clase, aparece la misma oración del papa León XIII, pero dulcificada: donde decía «batalla» ha quedado en «lucha»; y donde se decía «te pido suplicante» se modifica en «es nuestra humilde súplica». En esta estampa que señalo en segundo lugar no se indica quién es el autor de la oración, ni si se ha suprimido la información de la autoría con su permiso.

Muestra nº 62

En estricta continuidad con la muestra anterior, hay otra estampa con el mismo lema San Miguel Arcángel, en el anverso, y en el reverso se propone la misma oración que proviene de León XIII, sin las modificaciones anotadas. Pero hay dos detalles, a cual más importante, que no pueden pasar desapercibidos.

El primer detalle es que, tras la oración antedicha, se pone el mismo texto de la oración en latín. Doble texto, en castellano y latín, ¿para qué?. ¿Será que pronunciada en latín surte un efecto más eficaz o más rápido? Sencillamente incomprensible, si no es por el elemento subliminal de dotarla de un carácter más oficial y solemne, sin llegar a decirlo expresamente.

El segundo detalle lo constituye esta anotación textual: «Oración inspirada al papa León XIII». El concilio Vaticano II enseña que «todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor» (Constitución Dei verbum, 11). ¿Cómo es posible afirmar que esta oración está «inspirada»? Los libros inspirados son canónicos, y el canon de las escrituras se cerró, y ha sido perfectamente definido por la Iglesia. Se atenta contra los principios más básicos, contra las enseñanzas más contrastadas, contra la doctrina más depurada en más de un concilio. Y no pasa nada.

La referida estampa tiene aún otra súplica triple, basada en el patrioterismo más exacerbado y rancio, que conecta con algo de lo ya visto antes: «Ángel de España: salvad a España; rogad por España; proteged a España» (Hay que recordar la muestra nº 20, con prácticamente las mismas invocaciones, que entonces se dirigían al corazón de Jesús y ahora se dirigen al ángel Miguel).

Muestra nº 63

También es una estampa, con el epígrafe de San Miguel Arcángel es nuestro valedor. Relata el texto impreso que Filomena de santa Coloma percibió de san Miguel en una visión. Éste le hizo unas declaraciones que entrañan una mezcolanza de elementos difíciles de poner en orden: «Manifiesta lo mucho que puedo ante el Altísimo. Dí que me pidan cuanto quieran, pues es grande mi poder, en favor de los hombres mis devotos».

Según el texto, la visionaria vio un gran triángulo formado por estrellas: «Al Sagrado Corazón en el centro, a María en el lado derecho y a san Miguel en el izquierdo». Prosigue la explicación e indica que «significa la unión de voluntades de los tres en favor de los hombres. María pide, Jesús quiere conceder, dar, y san Miguel quiere repartir».

En la estampa se incluye la misma oración de la muestra anterior, que se asigna a León XIII, con la invocación añadida de «Glorioso arcángel, defiende a España y a su Iglesia». Todavía queda espacio en la estampa para incluir otro par de peticiones: «Glorioso arcángel san Miguel, defiéndenos en la lucha», y «Por el Corazón inmaculado de María, salvad a España y al mundo entero».

Se puede apreciar que la mezcolanza de súplicas, es grande, pero las promesas de alcanzar lo que se quiera es aún mayor, porque es grande el poder del intercesor, tanto que no conoce limitaciones. A ello se añade el patriotismo, que en esta ocasión tiene doble proyección, ya que abarca dos direcciones, salvar a España y a «su» Iglesia, es decir, la iglesia española, y además, salvar la Iglesia y el mundo entero.

Para seguridad de los que usen la estampa, como se indica en la misma, tanto las obras de Filomena de santa Coloma, conocida también como Filomena Ferrer, como la propia estampa, disponen de licencia eclesiástica.

Muestra nº 64

Es un impreso fotocopiado, con una imagen y una oración. La imagen abigarrada constituye por sí misma una lección de patriotismo. En la parte superior, un sagrado corazón (con la leyenda «Reinaré en España»); en un nivel inferior, en el centro la Inmaculada; a la derecha, santa Teresa de Jesús, y a la izquierda Santiago apóstol matando moros. Todo lo anterior entre nubes y cabezas de ángeles. Todavía en un nivel más bajo, pero con dibujo más grande por tratarse del motivo central de la estampa, un ángel combativo, sedente, que tiene en su mano derecha una espada, y muestra en la izquierda un mapa de España en que se perciben todas las provincias y todos los ríos. En el umbral inferior, dos dragones serpentiformes, alados, en actitud amenazante, pero contenidos por la espada que el ángel blande cerca de sus cabezas.

El texto del reverso es la «oración al ángel custodio de España». Se dirige al «bienaventurado espíritu celestial a quien la Divina Misericordia se ha dignado confiar el glorioso Reino de España para que lo defiendas y custodies... ». Se basa todo ello en una antigua creencia de que había un ángel destinado a custodiar cada país en particular. La creencia tiene muy débil base en el texto de Dn. 10, 13, en el que una aparición de un ángel le comunica al profeta Daniel: «El príncipe del reino de Persia me ha opuesto resistencia durante veintiún días, pero Miguel, uno de los primeros Príncipes ha venido en mi ayuda... ». Este texto bíblico, confuso, de estilo apocalíptico, está en la base de lo que aparecerá más tarde en Ap. 12, 7-12. De él, hay quien ha deducido la existencia de un ángel determinado destinado a cuidar de cada nación en particular, sin demasiado fundamento, añadiendo como seguro un elemento confuso a la angeleología.

En la estampa en particular, esto ni se discute. Se da por hecho «para que España sea siempre el paladín de la fe, Católica, Mariana por excelencia». El resto del mundo no importa; la dimensión católica, es decir, universal, del cristianismo se evapora. La estampa asegura que el texto propuesto ha sido «sacado de una oración al Ángel Custodio de España de Mons. Leopoldo Eijo Garay».

Muestra nº 65

Esta proposición se sale de todo lo precedente, ya que no es posible clasificarla en ninguno de los grupos anteriores. Pero no se diferencia en el fondo y en la forma de la mentalidad que está presente en otras de las manifestaciones que han aparecido.

Está anunciada en un pequeño cartel, aunque no sé si habrá también otras modalidades de mano. El título interrogativo sorprende: ¿Qué es el cerco de Jericó? La clarificación que responde a la pregunta informa que «es una oración que se reza ante el santísimo Sacramento durante 7 días y que consta de diferentes pasos u oraciones, aunque se han ido haciendo reformas y uno tiene la libertad de agregar las oraciones que desee (...) Es una poderosa oración de sanación de las heridas de la vida, liberación de esclavitudes o situaciones difíciles, que derriba los muros y todo lo que obstaculice vivir tu vida según Dios».

Hay que deducir de lo anterior que es una práctica con un cierto tiempo a sus espaldas, que ha sufrido modificaciones, aunque es susceptible de que cada uno introduzca las modificaciones que estime pertinentes. Para que tal oración produzca su efecto ha de hacerse durante siete días ante el santísimo. Y su poco habitual nombre se debe a que acude al texto bíblico de Js. 6, 4-5, que narra la caída de las murallas de Jericó, porque de idéntica forma se producirá la caída de cuanto impida la vivencia de la fe cristiana.

Parece un tanto peregrino acudir al antiguo testamento para buscar en él una forma de vida cristiana. Por otra parte, la oración que Jesús enseñó, y las invitaciones numerosas a la oración que el nuevo testamento propugna no tienen el más mínimo parecido con semejante propuesta como la aquí recogida. La muestra que ofrece el cartel no suministra el texto de la oración anunciada; pero la sospecha deja entrever algo poco convincente.

Muestra nº 66

También este impreso se sale de lo común, y no es fácil clasificarlo. Es un tríptico con una imagen del sagrado corazón, y un título que busca y provoca la sorpresa: Profesión estupenda para los que buscan trabajo. Cuando comienza el texto explicativo, un subtítulo muestra por dónde va su contenido: «Grandezas de la vocación sacerdotal y religiosa».

A lo largo de 12 extensos párrafos, proclama las excelencias del ministerio sacerdotal y del estado religioso. En ocasiones el redactor se apoya en conocidas autoridades, lo que no le priva de hacer afirmaciones ridículas e incluso grotescas. Es imposible reproducir todas, ni siquiera la mayor parte; pero una forzada selección proporciona una idea de los pensamientos del redactor:

El sacerdocio es una profesión deífica; posee una dignidad superior a la de los serafines, en sentido divino-trascendental causado por la ordenación; está a años luz de cualquier otra profesión; posee una dignidad semejante a la de María; el sacerdote queda identificado místico-ministerialmente con el mismo Cristo,... Una de las indicaciones para invitar a aspirar al sacerdocio es «que tengas vocación», que aparece en último lugar. En tiempos de agudo paro laboral, puede ser un recurso a considerar.

El redactor señala que lo expuesto lo ha extractado de un libro de Jeremías López, que está autorizado a reproducir las ideas de aquél, y que cuenta con aprobación eclesiástica.

Cuadro resumen de las revelaciones y visiones

Muestra

Título

Vidente

Lugar

Fecha

4

Guardia de honor

Mª del Sagrado Corazón Bernaud

Bourg-en-Bresse (Francia)

---

7

Novena de las santas llagas

Mª Marta Chambon

Chambéry (Francia)

1866

14

Comunión en la boca

Mary Jane EV

Lincoln (USA)

hacia 1998

22

La verdadera devoción

Margarita

---

1998-2008

25

Sagrado Corazón

Bernardo de Hoyos

Valladolid

< 1733

26

Divina misericordia

Faustina Kowalska

Polonia

1931-1938

33

La santa faz

---

Dozulé (Francia)

28-3-1975

34

Tres avemarías

Matilde y otros

---

---

35

Señora de todos los pueblos

Ida Peederman

Amsterdam (Holanda)

25-3-1945

40

Estampita mística

Una mística

Italia

---

41

Llama de amor

Una madre de familia

Hungría

< 1973

50

Ofrecimiento de vida

Mª Natalia Magdolna

Keeskemet (Hungría)

---

60

Oración maravillosa

Gertrudis la Grande

Helfta (Alemania)

s. xiii

61

San Miguel arcángel

Bernardo de Hoyos

Valladolid

< 1733

63

San Miguel

Filomena de santa Coloma

Valls (Tarragona)

hacia 1854

Cuadro de las prácticas recomendadas o prescritas

Muestra

Prácticas

2

Contemplar, amar y besar la imagen de la estampa

4

Hacer una guardia

7

Novena y rosario de las santas llagas

16

Comulgar el primer viernes

19

Portar la estampa

20

Comulgar nueve primeros viernes seguidos

25

Contemplar el icono; rezar rosario o coronilla; rezar a las tres (de la tarde)

26

Meditar o contemplar durante 30 días; imprimir mil copias para distribuir

30

Portar la estampa; colocarla en la puerta de casa

33

Colocarla en casa en lugar preferente; colocarla en la puerta de casa

34

Rezar tres avemarías diariamente

35

Proclamar un nuevo dogma

37

Colocar el calendario en la pared

40

Portar la estampa; contemplarla con amor

43

Hacer copias; llevarlas a la iglesia durante 25 días seguidos

48

Rosario de las almas del purgatorio

49

Rosario para pedir santos sacerdotes

53

Oración a santa Rita: portar la estampa: rezar 3 padrenuestros y 5 avemarías durante 25 días; hacer 25 copias; llevarlas a la iglesia; depositarlas una a una; en sitio visible

54

Rezo del triduo

55

Hacer 81 copias; dejar 9 copias en 9 iglesias distintas: rezo de un padrenuestro; rezo de otro a las almas del purgatorio

56

Portar estampa

57

Nueve martes; llevar sandalia y encender vela; 5 padrenuestros, 5 avemarías y 5 glorias; último martes dejar consumir la vela; cada martes llevar tres copias a repartir o dejar en la iglesia

58

Acudir tres lunes

60

Rezar todos los días

65

Rezar siete días; ante el santísimo



Folletos que desfiguran el cristianismo

RESINES, Luis

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 510.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz