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Revista de Folklore número

509



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Las escuelas rurales del Valle de Jamuz: patrimonio en extinción

CANTON MAYO, Isabel

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 509 - sumario >



La escuela es la casa de la infancia. Pero además la escuela es el pilar fundamental de las sociedades modernas, imprescindible para el progreso. Las escuelas, junto a la iglesia, constituyen prácticamente el único patrimonio cultural común de los pueblos. El patrimonio y su cultura se refieren a la herencia del pasado de una comunidad que se pretende mantener para conocimiento de las nuevas generaciones. Por su parte, la UNESCO fomenta la participación de la población local en la preservación de su patrimonio cultural en la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural (UNESCO, 1972). Disponible en http://whc.unesco.org/en/about/. Los franceses consideran a la escuela como uno de los lieux de la memoire, por la importancia que los primeros años tienen en la vida de las personas y hasta marcan su devenir de adulto.

En esta línea, el objetivo de este artículo, así como el de los dos libros realizados sobre las escuelas de la Maragatería y la Cepeda, se concibe como un esfuerzo para la preservación del patrimonio escolar en los pueblos, para concienciar del valor del patrimonio educativo y su importancia como herencia cultural para sus hijos. Agustín Escolano (2009) llama muy acertada y gráficamente a las escuelas «caja negra» de la cultura escolar, ya que se trata de vestigios que no han sido destruidos por los vuelos del tiempo y las circunstancias.

Hay que señalar que la escuela institucional y pública en España tiene un corto recorrido. Destacamos que la escuela se inicia en la baja Edad Media, desde el clero y la nobleza, con las escuelas palatinas y catedralicias, para pasar durante el Renacimiento a manos de una pujante clase burguesa que abandera una incipiente ilustración en el llamado Siglo de las Luces. Destacamos también que la primera escuela pública y gratuita de Europa la puso en marcha el español San José de Calasanz en Italia y en 1517. A nivel nacional, son la Constitución de 1812, de la que deriva el Informe Quintana de 1813, y el empuje de los liberales los que darán carta de nacimiento a la educación contemporánea. La escuela como tal fue fundada por el rey Carlos III y con avanzadas propuestas como la prohibición de los castigos físicos; en su lugar se otorgaban premios a los que recibían las mejores notas. Incluía la educación de las niñas, aunque estudiarían en aulas separadas por largos años excepto un breve periodo en la República; solo será mixta la educación desde los primeros años de la Democracia y con la Constitución de 1978. Fue la Ley Moyano de 1857 la que estableció en España el marco normativo que, con notables variaciones, ha sido el sostén de nuestro sistema educativo. En concreto y derivado de ella, el 8 de julio de 1884, bajo la presidencia de Julio A. Roca, se promulgó la Ley Nº 1.420 de Educación común, gratuita y obligatoria. Esta normativa fue la piedra basal del sistema educativo nacional que con variaciones se ha mantenido hasta la actualidad. Sin embargo, la llamada orgía legislativa de los últimos años ha introducido cambios de calado. Destacamos la existencia de hasta ocho leyes educativas en los años de democracia; la LGE de 1970, la LOGSE de 1990, LOECE de 1980, la LOCE de 2002, LOE de 2006, la LOMCE de 2013; la LOMLOE de 2020 y los cambios que puedan venir.

Por otra parte, en la provincia de León la escuela se instauró ya en los años de la Ley Moyano, mediados del siglo xix, pero con notables diferencias por pueblos y comarcas. En León tuvo decisiva influencia en la instauración y valoración de escuelas la labor de la Institución Libre de Enseñanza bien a través de la Fundación Sierra-Pambley (Vid. Libro: Cantón Mayo 1996) La fundación Sierra Pambley. Una institución educativa Leonesa) que tuvo en León cuatro escuelas en Villablino, Hospital de Órbigo, Villameca y León, bien ejerciendo notable influencia en la mejora educativa de la provincia. Apenas se conservan edificios escolares de los primeros años de 1900 ya que o no existían o eran muy precarios. Además, como señala Ballarín (2004) existían las llamadas escuelas de temporada en las que la apertura de la escuela se reducía al periodo entre octubre y febrero, es decir, «mientras las ocupaciones agrícolas no ofrecen trabajo a los niños». Una vez entrado marzo, se dedicaban a las tareas del campo «olvidando en los meses restantes lo poco que aprendieron en los anteriores». Así, asistían a clase durante tres o cuatro años, saliendo, los mejores, «con ligeros conocimientos de doctrina cristiana y cortas nociones de leer, escribir y contar que a poco tiempo desaparecen». Este tipo de escuelas de temporada solían ser mixtas. La falta de asistencia incrementaba, según los contemporáneos, no solo el analfabetismo, sino los «vicios, feas costumbres, escandalosos cantares y horrorizantes blasfemias». En el Valle de Jamuz fueron mayoría las escuelas de temporada en casi todos los pueblos a mediados del siglo xix y se generalizaron a principios del siglo xx.

La existencia de escuelas primarias en la Provincia de León en la mitad del siglo xix la recoge Juan José Martín García (2022) del Diccionario Madoz y podemos verla en la siguiente tabla. En ella vemos la Comarca de La Bañeza con un número medio de escuelas primarias (77), siendo León (125), Astorga (81), Ponferrada (88), Riaño (80) o Sahagún (88) las más numerosas, aspecto que reflejaremos concretado en cada uno de los pueblos a los que nos referiremos. Llama la atención el alto número de escuelas en zonas montañosas vinculado a la dispersión de la población y por ello, por cada escuela completa había diez incompletas. Además, este autor señala que «las aulas de León se encontraban dentro de las casas de concejo, “donde si hay asientos, falta luz, abrigo y mesas para escribir”. Otras, se localizaban bajo los pórticos de las iglesias, haciendo de pupitres los poyos corridos, o incluso “a campo raso en algún sitio abrigado”. En muchas aldeas las clases eran cuartuchos junto a los corrales de los sementales del ganado vacuno y porcino». La diversidad y la cantidad de escuela en León.

Tabla 1. Las escuelas leonesas por partidos judiciales y por habitantes en el siglo xix

Partido Judicial

Nª de Pueblos

Habitantes

Nº de Escuelas

1

2

Astorga

157

33.531

81

0,52

414

La Bañeza

116

26.570

77

0,68

345

León

176

28.860

125

125

231

Murias de Paredes

158

19.289

84

0,41

301

Ponferrada

161

39.124

88

0,55

445

Riaño

113

36.708

80

0.71

259

Sahagun

99

18.979

88

0,89

216

Valencia de D. Juan

86

29.952

70

0,81

428

La Vecilla

148

18.238

70

0,47

261

Villafranca del Bierzo

144

32.187

64

0.44

503

Total

1.358

267.438

807

0,59

331

A causa de esta precariedad en los edificios escolares desde sus inicios, nos hemos interesado en su realidad, siempre con los datos disponibles y localizables en esta primera aproximación, antes de que su desaparición lo haga totalmente imposible. En todo caso nuestro interés por las escuelas rurales se debe a su progresiva extinción, a reconversiones o a derribos que dificultarían o impedirían su estudio. Por ello dedicamos nuestro trabajo prioritario a este tipo de escuelas. En este artículo centramos el tema general en las particularidades de la zona del Valle de Jamuz.

La comarca del Valle de Jamuz

La Comarca de Valdejamuz está situada en el noroeste del Reino de León. Limita al norte con la Valduerna, al oeste con la Maragatería, al este con el Páramo y al sur con la Valdería. Su extensión es de 226,37 km2 y estaba poblado en 2014 por 2.737 habitantes, lo que supone una baja densidad poblacional de 12,09 hab/km2. Abarca las tierras recorridas por el río del mismo nombre, que es afluente del río Órbigo, a su vez afluente del Esla y éste del Duero. Siguiendo datos de diversas fuentes (Alonso Álvarez, 1997, 2000; Paramio, 2009, Cabañas, 1995; Rubio Pérez, 2000) asabemos que el Jamuz nace en la falda de la sierra del Teleno, más en concreto, en la sierra de Torneros de la Valduerna, en un valle llamado Matarrubia, y sigue una dirección sureste. A ambos lados del Jamuz tenemos las localidades cuyas escuelas se revisan en este escrito: Torneros de Jamuz, Quintanilla de Flórez, Quintana y Congosto, Herreros de Jamuz, Jiménez de Jamuz, Santa Elena de Jamuz, Villanueva de Jamuz, Quintana del Marco, Genestacio de la Vega y La Nora del Río, hasta su desembocadura en el río Órbigo. La zona aparece descrita de forma específica en el noveno volumen del Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz.

El Valle del Jamuz tiene una larga historia relacionada con la búsqueda de oro de los Romanos. Fernández Lozano señala que antes que en la Valdería y la Valduerna los romanos buscaron oro en el Valle del Jamuz, aunque por el escaso rendimiento lo abandonaron en busca de mejor resultado en las dos zonas citadas.

La zona es rica en monumentos medievales, restos de las posesiones de la nobleza de León, como lo atestiguan el Castillo de los Ponce y otros muchos nobles posteriores, en Alija del Infantado, la magnífica torre de Quintana del Marco, antigua propiedad de los condes de Aliste, restos de la Torre de San Pedro en Quintana y Congosto; le sigue Villanueva de Jamuz, donde reposan las antiguas piedras del Castillo de Suero de Quiñones, el más afamado caballero leonés, pero solo en el recuerdo, ya que no hay restos visibles; Santa Elena, donde existió un monasterio del siglo xi; en Quintanilla de Flórez ,de los Vizcondes de Flórez descendientes de Gabriel Flórez-Osorio y de Quiñones, Vizcondado hoy vacante, pero cuyo escudo de armas puede verse en su antiguo palacio en la Plaza de San Isidoro en León y en la fachada del Archivo Diocesano de la Catedral de Astorga. Llama la atención que en Palacios de Jamuz, con tan hermoso nombre, solo haya una fuente declarada yacimiento arqueológico, pero ha sido transformada y perdida.

Subrayamos también las magníficas iglesias levantadas en todos los pueblos del Valle del Jamuz. Destaca la Iglesia de la Asunción en Torneros de Jamuz del siglo xvii, de estilo gótico. En su mayor parte son iglesias de planta rectangular o de cruz latina con espadaña para las campanas y atrio o algún tipo de espacio que a comienzos del siglo xx se usó, en ocasiones, como escuela. Las diferentes iglesias conservan valiosas tallas e imágenes de santos, amén de retablos que merecen un detenido estudio por su valor. En su mayoría estas iglesias se construyeron en el primer tercio del siglo xx.

Las principales poblaciones de la comarca son: Jiménez de Jamuz, con 813 habitantes, Alija del Infantado, con 539 habitantes, Quintana del Marco, con 346, Villanueva de Jamuz con 221, Quintana y Congosto con 148 y Navianos de la Vega con 122 habitantes, forman parte de cuatro Municipios: Alija del Infantado, Quintana del Marco, Quintana y Congosto y Santa Elena de Jamuz. Son en total 14 pueblos cada uno con su escuela de épocas diferentes y cuya evolución puede seguirse en este artículo

En esta introducción, también queremos señalar el nombre de los Arquitectos que con más frecuencia diseñaron las Escuelas de la zona de Jamuz: Ramón Cañas del Río, Daniel Calleja, Pedro Sánchez Sepúlveda, Antonio Flórez, Luis Aparicio Guisasola y algunos otros.

La decisión de presentar estas escuelas por orden cronológico que permita seguir su diacronía y certificar, por un lado, su aparición, y por otro su cierre, fue una cuestión que tardó en definirse y que finalmente puede ser la más adecuada para comprender el fenómeno complejo de las escuelas leonesas del Valle del Jamuz.

Las primeras escuelas del Valle de Jamuz: escuelas colmena

La escuela institucional no llega a dos siglos de presencia pública en España, pero el recorrido diacrónico sobre la aparición de la misma, en nuestro caso, se hace únicamente basado en los edificios escolares que en cada pueblo se dedicaban a la enseñanza, siendo conscientes de que antes de los edificios documentados existían otros muchos lugares que fueron escuela, pero que son imposibles de fijar. La decisión de adoptar un criterio temporal para el estudio de las escuelas del Jamuz se debe al interés por recuperar ese patrimonio escolar que está en fase de desaparición. El primer documento referido a las escuelas, generalmente de temporada, lo encontramos en cada caso en el Diccionario Madoz (1845-50) que refiere para casi todos los pueblos del Jamuz la existencia de escuela de primeras letras, casi siempre de temporada.

En cuanto a las primeras normativas sobre construcción de escuelas tenemos ya en el siglo xix sendos Reglamentos de Instrucción Pública de 20 de Julio de 1859, otro de 10 de Junio de 1868 y el Decreto de 18 de Enero de 1869. En ellos se pedía: que los establecimientos de instrucción pública tengan edificio propio, bastante capaz y convenientemente distribuido. Un hito lo constituye la aportación que hizo en 1885 Francisco Jareño y Alarcón, que había visitado escuelas en Alemania Inglaterra y Prusia, redactando una memoria facultativa sobre los proyectos de escuelas de instrucción primaria que fue premiada por el Ministerio de Instrucción Pública y presentada a la Exposición Universal de Filadelfia de 1876. En ella se proponía que el número de alumnos por aula no excediera los 120, la orientación del edificio al Oeste y Suroeste, que el aula de clase tuviese forma rectangular, con dos filas de pupitres, que el edificio escolar fuera de una sola planta, emplazado en terreno seco y saneado, separado de otras construcciones, debiendo contar con patio y jardín. Este abultado número de alumnos justifica la metáfora de escuelas colmena de este apartado.

El Real Decreto de 1883 recogía la necesidad de la existencia de una escuela en todo pueblo de 500 almas; si no llegaban a esa cantidad debían reunirse con algún pueblo vecino para construir su escuela; si había 2000 almas debería haber dos escuelas de niñas y dos de niños.

Las escuelas primarias de los primeros años del siglo xx estaban oficialmente reguladas por el Real Decreto de 28 de Abril de 1905 que fue dado a conocer por Cossío en Bilbao el 5 de Agosto de ese año y que fue completado por la relación de planos del Real Decreto de 19 de Noviembre de 1908, donde se establecían modelos para escuelas de párvulos, unitarias, graduadas y grupos escolares. Y por el Real Decreto de 23 de Noviembre de 1920, hasta la llegada de la Real Orden de 31 de Mayo de 1921 que fue la normativa más completa sobre la construcción de edificios escolares, además de la Orden de 3 de Marzo de 2022 que daba la responsabilidad de la construcción de escuelas a los Ayuntamientos. Más adelante se completó esta normativa con la Orden de 27 de Enero de 1923 y los Decretos de 15 de Julio de 1934. Desde 1908 el cuidado de las escuelas públicas se atribuye a las Juntas Locales de Primera Enseñanza y las edades de escolarización eran de los 6 a los 9 años. A León apenas llegaron esas normas y las pocas escuelas que podemos documentar, que ya no se conservan, no siguen en general estos requisitos legales.

Hemos categorizado los edificios escolares antiguos encontrados en el Valle del Jamuz en el siglo xx por etapas: las escuelas de la primera época, del primer tercio de siglo, de tipo colmena o redil; las estandarizadas, campesinas o tipo fábrica. en la mitad del siglo y las escuelas de segunda construcción, ya en el último tercio del siglo: escuelas chalet. Las primeras son básicas y tienen la función de recogida e instrucción de los numerosos niños; las segundas estandarizadas y, en cierto modo, tipo cuartel o tipo fabrica, por la similitud de la edificación en todas ellas correspondiendo al modelo del MEC para localidades de menos de 400 habitantes y el último grupo se dedica las escuelas chalet, por estar edificadas con ese modelo y suponer una segunda escuela o vivienda donde se realizan.

Centrándonos en las primeras escuelas documentadas, la construcción escolar es básica y funcional: de fábrica de piedra y mampostería en las de planta baja, y la construcción de tapial las de planta y piso situadas en las zonas más desarrolladas. Las primeras de este grupo de tierra son las de Alija del Infantado en el barrio de arriba, aunque este pueblo tiene documentadas escuelas en los tres tramos temporales que referimos en este artículo. La primera escuela de este grupo de la que tenemos referencia estaba precisamente en Alija, en el barrio de arriba y su evidencia data del siglo xix según se recoge en un cartel en la fachada de la misma.

Se trata de un pequeño edificio rectangular con base de piedra y paredes de tapial, techumbre de madera y cañizo, puertas carretales de madera y un pequeño soportal. No se conserva nada en el interior, ya que los escasos muebles fueron llevados primero a la escuela que hoy es bar y después, a la torre del Castillo donde se han depositado, los mostramos en las fotografías siguientes. Era entonces una escuela de tipo redil o colmena donde los alumnos se sentaban alrededor de las paredes en bancos corridos primero, y luego en pupitres, para recitar las lecciones, de forma similar a como se hacía en otras partes de la provincia (ver el libro: la Cátedra de Latín de Lois, (1999), de esta misma autora) y de España en tal época.

La similitud entre el mobiliario y la disposición de la Escuela de Alija con el Museo Escolar de Castrocalbón y con el Museo de la localidad francesa de Carcasonne, nos hace suponer una identidad escolar compartida provincial, nacional y trasnacional. Es muy loable la determinación de Alija de conservar este documento y la memoria escolar en el Castillo.

La siguiente escuela de Alija es de los años treinta y estaba situada en la plaza. La descripción de la misma se enmarca en la categoría que hemos denominado casas de labor por su identificación con ese modelo en los pueblos donde se asentaban.

Corresponde a las antiguas Escuelas del Barrio de Abajo de Alija, situadas concretamente en la plaza, en el lugar que hoy ocupa el Ayuntamiento. Era un edificio de planta y piso con portalinada[1], realizado en tierra y cubierto de teja árabe. Constaba en la parte de debajo de dos aulas gemelas con tres ventanas al Oeste cada una que contenían el mobiliario que se conserva en el Castillo. Los pupitres eran de madera, bipersonales con sitio para los libros y el tintero. Las aulas estaban en la planta baja, a la izquierda la de Niños y a la derecha la de Niñas; la puerta del centro se abría al Cuartel de la Guardia Civil y en la planta de arriba estaban las viviendas de los Agentes y del Ayuntamiento al que se entraba por el lateral de la Escuela de Niños; además, en el otro lado había 2 viviendas para los Maestros, como siempre con dos dormitorios, cocina, baño y despensa.

La categorización de las escuelas de este apartado como escuelas colmena puede justificarse con las dos fotografías que ilustran esta página. La visión de los escolares de Alija divididos por sexo, niños con su maestro y niñas con su maestra de los años 50, nos muestra la numerosa concurrencia a la escuela con la dificultad de atención a los más de 50 escolares en cada caso, que abarcaban en los primeros años cincuenta de 6 a 12 años, y desde 1962 de 6 a 14 años en escolaridad ordinaria. A ella se unían los niños entre 4 y 6 años que asistían a preescolar, hoy Infantil.

Otra de las escuelas de la primera época es la antigua escuela de Palacios de Jamuz representativa de este tipo de escuela de principios del siglo xx y del modelo redil o colmena que describimos.

Se trata de un edificio de tapial con tres ventanales para el aula y uno para la casa de la maestra. La carpintería era de madera y la teja árabe con cubierta a dos aguas. Es de las más antiguas de esta zona, pero ya no existe.

Ya entrado el siglo xx tenemos las primeras escuelas de Genestacio en 1930 que se corresponden con las escuelas tipo casa de labor con planta y piso, donde se instalaba el aula en la parte de abajo y la vivienda de los maestros en el primer piso. Son escuelas casi fortaleza de gruesos muros y escasos ventanales.

Por los datos de Madoz sabemos que Genestacio tenía ya a mediados del siglo xix escuela de primeras letras de temporada durante cuatro meses en invierno dotada con 40 reales y una módica aportación de los niños que la frecuentan. Estas escuelas de temporada invernal fueron muy frecuentes durante el siglo xix y primer cuarto del siglo xx y hasta la generalización de la Educación Primaria ya en los años 30 del siglo pasado. Los pueblos contrataban por un precio módico, y hasta irrisorio a un maestro en las famosas ferias de maestros, para esos cuatro meses de invierno, cuando las labores del campo eran más llevaderas y enviaban a los niños a esa escuela de pago muy módico, pero efectivo, que incrementaba el escaso pago de 40 reales por tres meses en 1850. El alojamiento y la comida eran por cuenta del pueblo, pasando a comer, y a veces a residir, por turno en las casas de los vecinos, por lo que a estos maestros los llamaron «catapotes», en referencia a las pruebas de comida por turnos en las casas de la localidad.

Esa primera escuela de Genestacio fue construida hacia 1930 albergó a los niños y niñas en dos aulas en el bajo y las viviendas de los maestros en la parte de arriba. Se trataba de un caserón que daba a dos calles, una para la entrada de los niños y otra para la de las niñas. El edificio es pesado, de argamasa y piedra con cubierta a dos aguas de teja y tres ventanas para cada aula. El edificio hoy se encuentra restaurado, conservando la estructura, aunque ha sido revocado teniendo como muestra la permanencia de la antigua puerta de entrada de los chicos. De gran resistencia y fortaleza, la escuela tiene una ventana con rejas para dejar pasar la luz dado que el local y el pasillo eran bastante oscuros. Hizo una gran labor hasta que se levantó el edificio siguiente con estilo airoso, grandes ventanales en las aulas, balcón en la fachada principal y dimensiones adecuadas a los dos grupos de escolares que la frecuentaron.

La siguiente escuela de la primera época es la de Jiménez de Jamuz. Exceptuando los datos de Madoz, es posible que no hubiese otra primera escuela de Jiménez anterior al dibujo que presentamos de 1900. La gran cantidad de niños asistentes a estas primeras escuelas del primer tercio del siglo xx era frecuente y común en todos los pueblos de la provincia, evidenciando el modelo colmena, y eso cuando algunos pueblos ni siquiera tenían escuela. En el caso de Jiménez es muy loable el esfuerzo de los vecinos al construir a sus expensas la primera escuela que tuvo ese fin exclusivo; anteriormente eran locales alquilados y poco adecuados para la enseñanza.

En los años treinta en Jiménez tenemos ya el edificio de los tiempos del Maestro D. Lisardo que milagrosamente documentamos, debido a la mano generosa de Porfirio Gordón. Esta escuela numerosa y de tipo colmena por la cantidad de alumnos, tenía una alta cerca, normalmente de tapial o piedra, cubierta de una fila de teja, con una puerta que daba al patio escolar desde donde se accedía a la escuela. El edificio escolar propiamente dicho consistía en una construcción de planta y piso, con una superficie 211 m2 (108 m2 cubiertos, 103 m2 descubiertos), con un aula para niños y otra para niñas en la parte baja, donde tenían que aprender arracimados los sesenta infantes de cada sexo abarcando de los 6 a los 12 años bajo la batuta de un maestro o maestra, según el sexo. Las aulas gemelas, disponían de bancos corridos siguiendo la pared y haciendo un círculo o cuadrado donde los mayores ocupaban la parte trasera y los pequeños la delantera, en una organización que se ha documentado en otros lugares en la época (Véase: La Cátedra de Latín de Lois, de Isabel Cantón y Marta Prieto de 1999) donde también se muestra esta organización primitiva y general en las abigarradas escuelas. En el primer piso, estaban las viviendas de maestro y maestra, con escasos ventanales y una balconada, que las asemeja a las encontradas de la misma época en mi libro sobre La Maragatería. La cubierta es de teja a dos aguas y tenían un pequeño jardín que funcionaba de huerta de los Maestros. Por lo demás, es un tipo de arquitectura popular imperante en la zona en esos momentos.

Esta antigua escuela que ofrecemos en dibujo de Porfirio Gordón hoy es un solar. Pero el ahínco y entusiasmo de los vecinos de Jiménez por tener una escuela culmina finalmente, después de tantos trabajos y gestiones, y el resultado es la inauguración de una nueva escuela (la del dibujo anterior) y lo recogen así tanto el Diario de León de 8 de Enero de 1929 como la Crónica de León del 12 de Enero, que anuncian con amplios titulares la puesta en marcha de la nueva escuela de Jiménez de Jamuz.

Fue un acontecimiento memorable y da fe de la cuantiosa población escolar existente que justificaba la necesidad de las nuevas escuelas. Si las niñas se acercan al medio centenar, es de suponer que los niños serían otros tantos y que el esfuerzo de los vecinos en la construcción de las escuelas se viera compensado con el edificio levantado. La foto muestra que desde los años treinta funcionaba el edificio escolar de Jiménez, cuyo dibujo documentamos como hemos reiterado de la mano de Porfirio Gordón en tiempos del maestro D. Lisardo.

Sin embargo, aunque la escuela de Jiménez de Jamuz, como hemos visto, existía con anterioridad, su creación oficial data del 21 de Julio de 1932, en plena República, según consta en La Gaceta, que era el antiguo Boletín Oficial del Estado, aunque ya se habían inaugurado el 6 de Enero de 1929, como se ha visto.

Construidas las escuelas se constata la falta de maestros que también se resuelve a la vez. En 1932 consta en el BOE que la maestra María Delgado Paniagua fue destinada a esta localidad para impartir sus clases, coincidiendo con esa creación escolar. La foto escolar de esa inauguración es una auténtica joya que nos permite conocer la cantidad de niñas de 6 a 12 años que atendía una sola maestra, su vestimenta y su variedad. Se supone que la misma cantidad de niños participaron en esa inauguración.

Otra de las escuelas de la primera época es la de Villanueva de Jamuz que, al igual que para otros pueblos de la zona, Madoz señala que tiene escuela solo de temporada durante los cuatro meses de invierno. En estos casos se contrataba un maestro para esos meses en las ferias de maestros y los padres abonaban una cuantía en función de si el niño iba a leer, a leer y a escribir o a leer, escribir y contar. Según Cabañas (2013) se recoge en el Acta del Ayuntamiento de Santa Elena, consta que Villanueva no tiene escuela de niños en 1931, ya que la establecida estaba en un local sin condiciones fue reclamada por el Inspector Provincial de Primera Enseñanza y cerrada en 1927. Señala también los perjuicios que ello tiene para los niños. El pueblo no tenía entonces local adecuado y lo oferta para la construcción de la escuela para cuya edificación reclaman una subvención al Estado de 14.000 ptas.

La primera escuela estuvo situada en el centro del pueblo, junto a la iglesia, y data de 1936; posteriormente en la década de los 70 se construyó una nueva escuela en la Calle Rodera en la que se juntaron niños y niñas. Para pasar de la antigua escuela a la actual se realiza una memoria que se presenta el 7 de septiembre de 1931 en Santa Elena de Jamuz, como Ayuntamiento concernido, y se habla sobre la carencia de un edificio escuela de niños en el pueblo de Villanueva de Jamuz al haber sido cerrado el 14 de octubre de 1927 por el Inspector Provincial de Primera Enseñanza, debido a que el edificio no cumplía en absoluto con las condiciones para ser un centro escolar; además el pueblo pidió una subvención al Estado de 14.000 pesetas para poder adecuar dicho edificio. El este pueblo ya había construido una escuela mixta sin subvención del Estado, siendo los propios vecinos los encargados de su edificación. Posteriormente se le concedió una subvención para nueva escuela de niños y de niñas de 1.200 pesetas.

La fecha de construcción de esta escuela es 1900, pero la fecha que no es exacta, ya que es la que figura siempre cuando las escuelas estaban abiertas a comienzo del siglo xx. Tiene 211 m2 (108 m2 cubiertos, 103 m2 descubiertos). Esta escuela, ya muy reformada, es un edificio de planta baja, seguramente en fábrica de ladrillo, hoy revocado, con cubierta a dos aguas y amplios ventanales. Tenía orladas las ventanas y las puertas además de un zócalo del mismo color. Las escuelas estaban ligeramente aisladas del suelo para evitar la humedad y acogieron a todos los niños y niñas de Santa Elena en un primer momento, aunque luego quedaron solo para los más pequeños.

También de las escuelas más antiguas estudiadas en los primeros años del siglo xx es la Escuela de La Nora. El pueblo ya tenía a mediados del siglo xix escuela de primeras letras de temporada, es decir, los meses de invierno, donde se contrataba a un maestro para atender a los niños del pueblo. Pero a principios del siglo se xx edifica este edificio en tierra de planta y piso con características de casa de labor más que de escuela.

La primitiva escuela tenía características muy particulares de la zona. Estaba erigida en tierra de planta y piso con dos aulas abajo y al lado la vivienda de los maestros. Tenía techo a dos aguas con soporte en madera de chopo y cubierta de teja árabe. Las ventanas y puertas de madera daban acceso a la luz con rejas en las aulas y amplitud para recoger los rayos del sol. La entrada a la escuela era independiente de la de la casa de maestros. Su evidente deterioro hizo que hubiera que sustituirla pronto. edificando la siguiente en el mismo lugar.

Esta escuela hoy derribada contenía espacio para dos aulas en la parte de abajo y las viviendas del maestro en la parte de arriba, con entradas independientes. Son construcciones casi simétricas en ventanas y puertas, ambas muy a nivel de calle y con restos de humedad. La construcción es de tapial y la carpintería en puertas y ventanas de madera. Su progresivo deterioro determinó a los vecinos a solicitar una nueva escuela que consiguen ya en los años sesenta, en paralelo a otras varias de la zona y con el modelo M3 para pueblos de menos de 500 habitantes.

También es de los primeros años del siglo xx es la escuela de Tabuyuelo. Los primeros datos nos los proporciona el Catastro, que sitúa la construcción de la Escuela de Tabuyuelo en 1930 (fecha aproximada que figura cuando la escuela es antigua y no hay datos fehacientes de la construcción). Se sitúa en un solar de 200 m2, de forma rectangular en una esquina del pueblo, con una pequeña plaza delante de la escuela. Hoy, como en tantos otros pueblos, está dedicada a Sanidad.

En Navianos hubo otra escuela de esta época y de este tipo que ha sido restaurada y dedicada a consultorio médico. Se trataba de un pequeño edificio que daba a dos calles y tenía planta baja. Tres amplios ventanales daban luz al aula de unos 50 m2. de la que no queda nada al ser destinada a otros menesteres.

Finalizamos este primer apartado con la escuela de Congosto cuyos planos hemos podido rescatar de mano del Arquitecto Sánchez Sepúlveda del año 1933, siguiendo las normas generales para la Construcción de edificios escolares del Real Decreto de 4 de Diciembre de 1908 para la realización de construcciones escolares de escuela unitaria de asistencia mixta y vivienda del maestro, pero no señala subvención alguna, lo que parece indicar que fue el pueblo quien corrió con los gastos. Se ha cedido la propiedad del solar escolar al Estado y tiene forma trapezoidal con unas medidas de 18 m2, lindando a sus otros lados con la colina, la huerta y la casa-habitación del maestro por el Norte, Este y Oeste respectivamente. La superficie del solar es de 560 m2, de ellos 175 construidos y 385 dedicados a campo escolar. Los planos del Arquitecto escolar Sánchez Sepulveda nos muestran detalladamente la distribución y cimentación del edificio escolar.

Los planos de la cimentación muestran un magnífico drenaje en torno al edificio con salida de aguas que se filtran para asegurar la sanidad del edificio.

La fachada principal de la escuela está descrita en la Memoria enviada para su aprobación por la Inspección, el Arquitecto Escolar y el Gobierno Civil de León. Se refiere un edificio de una planta adosado a la vivienda de la maestra, elevado 80 cms. del suelo la escuela y 30 cm. el de la maestra, en ambos casos para evitar humedades. Tienen una capa de hormigón de 12 cms para servir de asiento a los pavimentos, que son de madera en los locales dedicados a aulas y a los dormitorios en la casa de maestros, a despachos y de baldosín en las demás dependencias.

Los muros se proyectaron en fábrica de mampostería con mortero de cemento y las distintas divisiones interiores de tabique sencillo de ladrillo y yeso, excepto en la separación de la casa con las viviendas, que serán de tabicón de ladrillo de 0,14 de espesor.

Se trata de un solar de forma trapezoidal, uno de cuyos lados es la fachada de la calle con una longitud de 18 m. sus otros lados, su colina, huerta y casa-habitación Se señalaba en el proyecto que los paramentos en fachadas se enfoscarían con cemento y se revocarían con cal, siendo este revoque pétreo en los zócalos, y los interiores se guarnecerían con yeso negro y tenderían de blanco, para una vez bien maestrados, pintarlos al temple en tonos claros. En las ventanas se colocarán cargaderos de hierro doble t, de los perfiles convenientes ya iniciados en los estados de medición, y las ventanas y puertas serán de madera escogida, con montantes movibles en las ventanas de las clases y todas pintadas al óleo con dos manos de color y una de imprimación en tonos oscuros.

Las escuelas de este grupo son básicas, en su mayoría construidas por el vecindario sin ayuda, bastante anárquicas en su construcción siendo los materiales los abundantes y ordinarios en cada pueblo. Los dos tipos de escuelas son las de tipo redil de planta baja y las de casa de labor de planta y piso, con ejemplos referidos como Tabuyuelo y La Nora que albergaban una numerosa colmena de escolares.

Escuelas de la segunda mitad del siglo xx: escuelas fábrica

Este apartado comprende la inmensa mayoría de las escuelas del Valle del Jamuz. Lo hemos acotado desde los años 1950 a 1979 y abarca más de 14 escuelas correspondientes a otros tantos pueblos. Aquí podemos distinguir también dos grandes grupos: las escuelas estándar para poblaciones de menos de 500 habitantes, que siguen la norma y el Proyecto del Ministerio y la subvención con arreglo a la Ley de 22 de Diciembre de 1953, surgiendo muchas escuelas amparadas por el Plan Nacional de Construcciones escolares de 1957-1961, además del Plan Nacional de Construcciones escolares de 1958 que determina la Operación Escuela de Octubre de 1960, que exigía que en los edificios escolares terminados figurase una placa con la Inscripción «Plan Nacional de construcciones Escolares» y el escudo nacional, además de tener en la fachada principal el rótulo «Escuela Nacional», señalando también si era escuela mixta, unitaria o graduada; y un segundo grupo de escuelas de la época con notas singulares que las distinguen del resto. Esta normativa, que pretendía paliar y dignificar la carencia de escuelas en España, aspecto especialmente grave en la Enseñanza Primaria, se completaba con el Decreto-Ley de 2 de Julio de 1964, que señalaba la puesta en marcha de 25.633 escuelas y 17.439 viviendas para maestros. En otra Orden Ministerial de 20 de Enero de 1965 se recogen de forma complementaria, las normas técnicas para las construcciones escolares que fuesen total o parcialmente financiadas por el Estado. Toda esta normativa se sintetiza en la Ley General de Educación de 1970, explicada en la Orden Ministerial de 10 de Febrero de 1971 sobre edificación docente, que atribuía las funciones a las Juntas Provinciales de Construcciones Escolares creadas por Decreto de 8 de Agosto de 1974. La Orden Ministerial de 11 de Noviembre de 1974 convocaba concurso para construir centros graduados de 16 unidades. En el primer grupo de escuelas estandarizadas en su construcción citamos las correspondientes a Alija, (Barrio de Arriba) Navianos (escuela de 1963) La Nora (1967) Quintana del Marco (1978, no la última), Genestacio, (1958) Santa Elena (1965) Palacios de Jamuz (1960) Herreros de Jamuz (1965) y Torneros de Jamuz (1950). Las siguientes escuelas corresponden también al modelo estándar del que hay numerosa representación en la provincia de León y en toda la Geografía nacional.

La gran cantidad de pueblos comprendidos en esta categoría funcionalista y fabril, así como su uniformidad edificadora permite que seleccionemos solo una muestra de los edificios escolares de esa época y describamos sus características comunes:

Presentamos como ejemplo de este modelo escolar de la segunda mitad del siglo xx los edificios de las Escuelas de Navianos, de Herreros, de Alija y de Quintana. Todas ellas tienen estructura estándar de las construcciones escolares de los años sesenta ya que son del año 1963. Constan de una planta rectangular de dos alturas realizada en ladrillo visto con columnas exteriores que enmarcan cuatro amplios ventanales en la planta baja y cinco en la planta alta. La cubierta es de teja árabe y tanto la parte frontal como la trasera son simétricas

La parte nuclear de la planta baja estaba destinada al aula, con 40 m2, un vestíbulo de cuatro metros, un pequeño cuarto de 7m2 y luego los aseos. También hay un espacio lateral destinado a la escalera para acceder a la planta alta que finaliza en la planta primera en un amplio balcón. El resto de la primera planta está destinado a la vivienda de los maestros, también distribuida de forma simétrica entre el frente y la parte posterior con 5 ventanas en cada caso.

De la misma estructura y prácticamente idéntica es la escuela de Herreros de Jamuz. Se trata de una escuela básica que de planta y piso que corresponde al modelo del Ministerio para poblaciones de menos de 500 habitantes.

Una placa improvisada en la fachada señala el año de construcción de esta escuela de 1940, aunque los datos del catastro y la Inspección señalan que es de 1960 como lo señala el plan de construcciones escolares a la que se acogió esta construcción.

La fábrica de la escuela de Quintana corresponde a un modelo estándar que puede verse en varias localidades, como Herreros, y que fue construido en los años sesenta. Se trata de un edificio con dos alturas de ladrillo visto en las fuertes columnas de arriba abajo, que actúan como adornos del edificio, el espacio intermedio revocado con cemento enfoscado y pintado posteriormente en un primer momento de blanco y luego del mismo color del ladrillo. Solían estar arriba las niñas y abajo los niños en escuelas unitarias como esta. Este modelo fue diseñado por el Ministerio de Educación y diseminado por toda España en los años sesenta. El tejado vierte a dos aguas con teja árabe.

Las aulas de ambos pisos, bajo y primero, tienen acceso desde el porche o la escalera respectivamente y constan de cuatro amplios ventanales simétricos en las dos alturas. Delante del edificio escolar se sitúa el patio de juegos, que abarca prácticamente el doble que la construcción. Además, de forma posterior se le añadió un cobertizo de uralita para que hiciese las funciones de patio cubierto en los días de lluvia.

La siguiente escuela que ilustra esta categoría de edificio escolar estándar y fabril es la de La Nora del Río que se usó desde los años 50 a su clausura. Es la única escuela de la zona con tres alturas, de las cuales la planta baja es garaje; la primera planta es la netamente escolar y la segunda planta es la destinada a las viviendas de los maestros. El acceso se encuentra en pequeña escalera lateral que fue cubierta en los últimos años de funcionamiento de la escuela. Siguiendo las recomendaciones del Ministerio, esta escuela tiene una elevación ya en su planta baja para aislarla de humedades y de inundaciones. Consta de cinco ventanales en la parte baja que dan luz y sol al aula de unos 50 m2 y cuya carpintería era en un principio de madera. En la parte de atrás, dando al norte, estas cinco ventanas se achican para evitar el frío y se elevan para evitar salidas y molestias externas. Hay un espacio de unos 14 m2 para el pasillo de entrada y la escalera que da acceso al piso superior. En la parte alta, correspondiente a la vivienda de maestros las ventanas en ambos lados son cuatro y del mismo tamaño en ambas fachadas, dando lugar a espaciosas habitaciones.

Había sido construida en ladrillo y posteriormente fue revocada en cemento blanco y es representativa de la arquitectura del páramo y la ribera leoneses.

De esta misma época es la escuela del Barrio de Arriba de Alija del Infantado. Había sido construida en ladrillo y posteriormente fue revocada en cemento blanco y es representativa de la arquitectura del páramo y la ribera leoneses. Corresponde a un modelo funcionalista monumental que se dará también en algunas otras de la zona.

Este edificio escolar de Alija se situaba en el barrio de arriba en la zona de las bodegas y tiene las características típicas de las escuelas de posguerra y años sesenta. Fue diseñado por Ramón Cañas del Rio en colaboración con Juan Torbado Franco, dos Arquitectos relevantes en la construcción de escuelas en León. Posiblemente date del año 1960 en su época más racionalista, según se conserva en documentos de la inspección. Consta de un edificio de planta y piso que alojaba en dos apartados a niños y niñas y las viviendas de los maestros en la parte superior, a la que se accedía por empinadas escaleras de madera que se conservan. Se trata de una construcción en ladrillo revocada con cemento y cubierta de teja. Los revestimientos interiores y algunas de las puertas de madera perviven en el edificio reconvertido en bar. La impronta de la arquitectura popular en la zona puede verse en el edificio, hoy reconvertido en bar en una parte y sin uso la otra, así como la parte de arriba.

En Jiménez de Jamuz existe otra escuela del mismo tipo de construcción estandarizada para poblaciones de menos de 500 habitantes. La escuela antigua, citada en el dibujo del apartado anterior estaba ruinosa y en 1954 apareció en El Adelanto Bañezano un artículo que denunciaba ante las autoridades locales y provinciales el triste estado de las escuelas de Jiménez: «Las dos escuelas existentes, una de niños y otra de niñas, con una matrícula de unos 120 alumnos son insuficientes y están faltas de pupitres o asientos, y caretes sobre todo una de ellas, de la debida atención, pues un solo maestros o maestra no podrá hacer mucho en ellas». La ratio era de unos 60 alumnos por maestro con edades de 6 a 12 años ya que la edad de escolarización se amplió hasta los 14 en 1962.

Visto el deterioro el pueblo de Jiménez decidió demoler las escuelas de 1929 y edificar otras nuevas. En 1955 comenzaban las obras de la nueva escuela según se detalla en las actas de 11 de Abril de la Junta Vecinal de Jiménez. El Presidente de la Junta era Victorino Álvarez Franco, y los vocales Demetrio Miguélez González y Juan Francisco Álvarez Ares asistidos todos por el Secretario Pedro Álvarez Cabañas. En 1958 el Presidente, Esteban Cabañas, se dirige al Gobernador Civil de León solicitando la construcción de 4 escuelas unitarias de nueva planta en Jiménez para atender a niños de 6 a 14 años pertenecientes a una población del pueblo de 1.400 personas. Se señala que se piden cuatro aulas dos para niños y dos para niñas y también las pertinentes viviendas para maestros. Solicitaron 100.000 ptas. que primero les denegaron por construir las escuelas primero y solicitarlas después, pero que finalmente argumentando la urgente necesidad de las mismas le fueron concedidas en Octubre aunque ya estaban construidas con el sacrificio del pueblo y de la Junta Vecinal. Se había sacado a subasta la construcción de nuevas escuelas encargando el trabajo a los hermanos Manuel y Reinaldo Alonso García, maestros de obras de La Bañeza. Para hacer frente a los pagos de la construcción de las escuelas la Junta Vecinal de Jiménez arrendó las hierbas de los terrenos comunales de los Vallegos y la Vega durante 5 años y pidió a los a los arrendatarios de la Sierra que adelantasen el dinero del arriendo de 6 años que eran 9.000 ptas. y a cambio le regalaban un año de arriendo. También se hizo lo mismo con los vecinos que tenían ganado, al acordar que pagasen el doble que el año anterior y con el impuesto de colocación de las eras.

En esta circunstancia se construyó la escuela actual en 1955, situada en la calle Carropinilla 33-30 sobre una superficie gráfica de 987 m2 de los que están construidos y dedicados a la enseñanza 250 m2 y data como año de construcción 1950, aunque realmente es de 1955. Desde entonces Jiménez contó con cuatro aulas: dos de niños y dos de niñas a las que más tarde se añadió una unidad de párvulos en los bajos de las viviendas. La situación era la que ocupa la escuela actual con dos edificios escolares y uno de viviendas.

Otra escuela representativa de la segunda mitad del siglo xx es la el segundo edificio escolar de Quintana del Marco, hoy abandonado.

Este edificio de la segunda escuela de Quintana del Marco aparece con fecha de construcción en unos documentos en 1966, y en otros en 1960, fecha que aparece en su placa y también figura que se debe al Plan Nacional de Construciones escolares de 1958, al amparo de las subvenciones señaladas en los años anteriores a la misma, entrando en servicio en Septiembre de 1961. La dirección de la obra, junto a la de Genestacio, se debe a Ramón Cañas del Río en 1959, y hay doble atribución al mismo Arquitecto en la escuela de Genestacio: a Ramón Cañas del Río, por una parte y a Mariano García Benito y Luis Vázquez de Castro, por otra, por lo que creemos que los dos últimos lo son de la escuela de Quintana. Se trata de una construcción de planta baja a un agua, realizada en ladrillo y revocada con cemento pintado de blanco, muy similar a los colegios de la zona o a otras zonas limítrofes como Saludes de Castroponce. Cada una de las aulas cuenta con cuatro amplios ventanales orientados al Sur en la fachada principal y tres pequeñas ventanas en la parte posterior que da al Norte.

Un poco diferente a las escuelas anteriores son la escuelas de Torneros y de Palacios de Jamuz. Se trata de construcciones de planta baja que corresponden a los edificios escolares de los años sesenta subvencionados por el Ministerio, habiendo aprobado la solicitud del pueblo, la Memoria de calidades, la cesión de los terrenos en Concejo y, finalmente, el proyecto realizado por los arquitectos Escolares de la provincia de León Ramón Cañas del Río y Juan Torbado, dos arquitectos muy relevantes en León, se lleva a cabo en 1959 con la escuela en el centro del solar y las casas de maestros en los laterales. Es dudoso que el en caso de Torneros hubiese ayuda oficial para esta construcción.

La construcción de estas dos escuelas, de Torneros y Palacios tiene una estructura muy básica y refleja el modelo de construcción rural de toda la zona de La Bañeza y Jamuz. Tres puertas de entrada independientes para las dos aulas y la vivienda de maestros respectivamente, con amplios ventanales para las aulas y una estructura rectangular regular. El añadido del cobertizo es posterior a la edificación de las escuelas y también la elevación y la valla que lo protege.

El edificio es de planta rectangular y con tejado a tres aguas siguiendo las indicaciones de forma y cubierta del Ministerio. Está muy remodelado, no mantiene la estructura y estética original.

Las últimas escuelas de este numeroso grupo de escuelas estandarizadas son las de Santa Elena y Genestacio que tienen elementos comunes en su construcción y en el tiempo en que fueron concebidas.

Respecto de Santa Elena, en 1936 se reconoce en sesión del Ayuntamiento de 23 de Mayo, que el pueblo carecía de escuela de niñas, por lo que el pueblo abonaba por alquiler del local para escuela y casa-habitación para la maestra la cantidad de 300 ptas. anuales. Ello hizo que en los años cincuenta se edificase una nueva que corresponde al modelo de casas de labor, un poco fortaleza y un poco funcional en su estructura. La escuela es un edificio de planta y piso con el aula para los niños en el bajo y la vivienda para la maestra en la planta. Fue construido en el solar señalado y con cubierta a dos aguas. La estructura es de arquitectura tradicional en el Páramo leonés y presenta tres amplios ventanales con carpintería de madera que dan luz y sol al aula de clase y otras tres ventanas en el primer piso de menos tamaño que las de las aulas. Está revocada y remodelada dedicándose a otros usos.

Por su parte, la escuela de Genestacio tiene una estructura de casa de labor y con las tradicionales aulas en la parte inferior y la vivienda en la parte superior a la que añade un adorno poco frecuente: un balcón en la ventana central encima de la puerta de entrada. Además, sus ventanas tienen también como adorno, el orlado alrededor de las mismas y la parte de arriba en arco rebajado.

La apretada síntesis de edificios escolares en la mitad del siglo xx muestra bastante homogeneidad en la construcción y solo alguna singularidad en los edificios de los pueblos más pequeños.

Escuelas del último tercio del siglo xx: escuelas chalet

La siguiente etapa de escuela corresponde al último tercio del siglo xx y son escasas: apenas se edifican escuelas a finales de siglo en el valle del Jamuz. La construcción más representativa de la época es la escuela de Alija del Infantado, construida anteriormente pero reformada y dejada como nueva en 2010. Se trata de una construcción básica de planta baja en ladrillo visto, con ventanas exteriores de aluminio y techo de teja. Es una construcción moderna, funcionalista inserta en la arquitectura de la zona que, con fines escolares, no incorpora elementos ornamentales o de tipo diversificado. Durante el año 2010 se publicó en diversos medios la situación deficiente de este centro: ausencia de extintores, mala situación del tejado en la entrada al centro, necesidad de pintar las aulas, etc. A raíz de ese problema, el edificio escolar primitivo de 1985-86 fue rehabilitado; se acometió la reforma del mismo dotándolo de modernas instalaciones y remozado de paredes, ventanas y cubiertas. Además, se añadió a una parte del mismo una primera planta que está sin uso y unos pasillos de entrada a la vez que un gimnasio y un patio cubierto. La remodelación ha respetado en la parte de las aulas el edificio primitivo, corrigiendo y mejorando los exteriores e interiores. Ello da la imagen de un edificio más dinámico y moderno al incorporar elementos arquitectónicos de la nueva arquitectura.

Se observa la simetría en la distribución de aulas al Sur y al Norte, con cuatro amplios ventanales de aluminio y el notable cambio que supuso la remodelación de 2010 en la fachada con el añadido de elementos estructurales y ornamentales.

La escuela tenía en 1986 un total de 72 alumnos, de los cuales 10 estaban en preescolar; 19 en el primer ciclo (2-3 años) , 20 en el segundo ciclo (3º-4º y 5º curso) y 33 en el tercer ciclo (6º-7ºy 8º de EGB); tuvo una corta vida en su unidad de niños que pronto se convirtió en mixta siendo propuesta para supresión en 1980, quedando una única unidad escolar. Posteriormente esta escuela se convertiría en CRA (Colegio Rural Agrupado) con aulas en tres localidades: Alija del Infantado, Altobar de la Encomienda y Valcabado del Páramo; estas dos últimas escuelas no se estudian aquí por pertenecer esos pueblos a otra comarca leonesa, no a la del Jamuz.

Con buena dotación, amplios espacios para biblioteca y aulas remozadas, la Escuela de Alija presenta una atractiva situación de recursos y de profesorado. La falta de matrícula hizo que tan magnífico centro pronto tuviese necesidad de reducción. Así, hubo una propuesta de supresión de una de las unidades de niños de Alija del Infantado en Mayo de 1980, que se realizó, quedando dos aulas (las orientadas al sur) de las cuatro existentes.

Otra escuela de la última época, sino en su construcción sí en su reforma, es la de Villanueva de Jamuz. En 1958 se concedió al pueblo la creación de una nueva escuela para niños y para niñas que se realizó más adelante y para cuya dotación fue imprescindible acudir a la subvención del Estado para la adquisición del material escolar (1200 pesetas). Se trata de un edificio de sólida estructura con las aulas en los bajos y las viviendas en el primer piso que ha sido totalmente remodelado y dedicado a otros usos.

Y la última de las escuelas chalet construidas en la zona del Jamuz corresponde a Quintana del Marco.

En el año 1990, siendo alcalde Pedro Tomás Vidal, se construyó una nueva escuela en Quintana que se conserva en muy buen estado pero que apenas se usó. Se trata de un edificio de planta baja construido en ladrillo visto con cubierta de teja a una sola agua. Mantiene la tradición del pueblo de tres aulas orientadas al sur, amplio pasillo y dependencias paralelas a las aguas en la otra parte del edificio, con tejado de un nivel más bajo y a una sola agua que dan cobijo a gimnasio, aseos, salas de trabajo y talleres variados. El porche de la entrada es propio de las edificaciones nuevas en los pueblos de la zona y dio origen a que se refiriesen a esta escuela como «el chalet» por su semejanza con estos edificios. Se ha intentado darle otros usos, pero el celo por la escuela que fue lo ha mantenido en la esperanza de recuperarla. Hay que señalar que entre los pueblos documentados, únicamente Quintana ha edificado una escuela en los últimos 30 años, lo que da idea del progresivo deterioro y perdida de referencia de los edificios escolares, así como de la bajada de la población escolar rural, lo que hace doblemente importante esta recopilación.

La escuela de Quintana en sus mejores años fue Graduada, pero, como en otras de los alrededores, pronto la falta de matrícula hizo que se propusieran cambios: paso de tener una unidad de niños, otra de niñas y una de preescolar a centrar todo el alumnado en un aula, convirtiéndola en mixta. Con posterioridad tampoco pudo resistir y fue clausurada en Enero de 1981. El progresivo cierre o clausura de algunas de las unidades dejó a esta zona con las características de la España Vaciada, tan reivindicada como poco efectiva.

Escuelas en peligro de desaparición

El Valle del Jamuz ha sido relativamente cuidadoso de sus escuelas ya que no ha dejado perder ninguna de ellas, mientras que en los valles anejos algunas se han perdido. Únicamente comentamos el caso de la escuela de Quintanilla de Flórez, que, además, es el pueblo que menos documentos administrativos genera en torno a la escuela. La escuela de Tabuyuelo, que también estaba en peligro, se encuenta ahora en proceso de restauración, por lo que solo nos referiremos en este apartado a Quintanilla. Al parecer el pueblo se encargó de la construcción de una escuela de niñas y otra de niños, sin ayuda de la administración, en fecha indeterminada, sobre mitad de los años cincuenta. El primer documento es de 12 de Febrero de 1957, cuando el Alcalde de Quintana y Congosto, Venancio Alonso, refiriéndose al pueblo de Quintanilla de Flórez, dirige un escrito a la Junta Provincial de construcciones escolares de León en el que se señala que en el pueblo hay dos escuelas unitarias y ninguna mixta, y que son necesarias dos viviendas de maestro, ya que no hay ninguna. En el apartado de observaciones se dice textualmente: «tanto el local destinado a escuela de niñas, como la vivienda de la Señora Maestra son de muy reciente construcción y por ello reúnen las debidas condiciones; sin perjuicio de que la Junta Vecinal que llevó a cabo la construcción sin subvenciones de ninguna especie ultime algún pequeño detalle de las Viviendas.- Tanto el local destinado a Escuela de Niños, como la vivienda del Señor Maestro están solamente en regulares condiciones, pero la Junta Vecinal no cuenta de momento con medios económicos para resolver esta necesidad».

De ello se deduce que en Quintanilla había en primer lugar una escuela de niños ya hacía tiempo y que el pueblo se dedicó en los finales de los años cincuenta a levantar, sin ayuda, una escuela de niñas con su vivienda para la maestra, motivo por el cual en 1957 estaba bien la escuela de niñas y vivienda de la maestra y solo regular la escuela de niños y vivienda del maestro. Mientras se construía la escuela en esos años se optó, como medida provisional, por acondicionar y usar una habitación en la casa de D. Blas, actual casa de Raquel.

Acogiéndose a la Ley de construcciones escolares de 22 de Diciembre de 1952 y disposiciones posteriores, el Presidente de la Junta Vecinal de Quintanilla de Flórez, Manuel Turrado Fernández, dirige el 7 de Junio de 1962 un escrito compartido al Gobernador Civil de León y al Presidente de la Junta Provincial de Construcciones escolares en el que pide una subvención de 75.000 ptas. para una nueva escuela y otras 50.000 ptas. para la vivienda de la maestra. Para ello acompaña los elementos imprescindibles para obtener la subvención; la Memoria explicativa de la necesidad y urgencia de las construcciones, la cesión del solar y el acuerdo de compromiso de cesión del mismo por parte de la Junta Vecinal. Además, señala que, en caso de ser concedida la subvención, cuentan con los medios económicos suficientes para llevar a cabo dichas construcciones y se comprometen a dar comienzo a las obras y terminarlas en el plazo que se señale. Copia de ese escrito se envía a la Inspección de Enseñanza Primaria, el 11 de Junio de 1962.

La citada Memoria para la cesión del solar adjunta una copia del Acta y certificación del Secretario del Ayuntamiento de Quintana y Congosto, Felipe Morán San Román, sobre los acuerdos de la Junta de Quintanilla para la construcción de una escuela y una vivienda para la Señora Maestra, acordado por el Ayuntamiento en pleno con el voto unánime de los siete miembros que lo componen. Se subrogan en el acuerdo de la Junta vecinal para ello y solicitan la subvención citada, señalando la carencia de recursos del pueblo, y además si el solar que se ofrece no reuniera las condiciones para la escuela en opinión del Arquitecto Escolar, se comprometen a facilitar otro en ambos casos con campo de juegos, escuela y vivienda. También se compromete el Ayuntamiento a que las construcciones cuenten con agua corriente y alcantarillado, y a falta de ello con un pozo séptico para los aseos. En otro escrito del 5 de Junio de 1962 firmado por el Presidente de la Junta Vecinal de Quintanilla, Luis Castro, se hace hincapié en la «perentoria necesidad de construcción de una escuela y una vivienda para la Señora Maestra» haciéndose, ahora sí, cargo de la diferencia del importe entre lo concedido y lo que cueste realmente. Por esa necesidad piden que se incluya en el primer plazo de concesión de las ayudas, ya que las necesidades que argumentan son sobradamente conocidas por la Inspección en sus visitas periódicas. Urgen la resolución lo más pronto posible para tener previstos los medios y los terrenos.

Cuando se resolvieron los problemas administrativos, los vecinos habían erigido por su cuenta ya en 1952 una escuela funcional y básica que pasamos a describir. Los posibles aportes de la Administración, una década después de esto no tienen reflejo en los documentos administrativos, aunque lo más probable es que se librasen al entregar los referidos elementos exigidos para ello.

Aunque todas las escuelas ya inactivas de la zona están en condiciones lamentables, esta de Quintanilla de Flórez es la que presenta aspecto más deteriorado.

Se trataba de un local construido en piedra, mampostería y argamasa con dos puertas, separada para escuela y vivienda en cada uno de los extremos. Las puertas y ventanas tienen orlados en ladrillo visto los bordes y el resto es de piedra y mampostería, teniendo buena disposición los elementos estructurales. La cubierta era de teja árabe aposentada sobre tabla de chopo, abundante en la zona.

La escuela seguía el modelo de edificio básico de corte netamente funcionalista y minimalista con 12,2 m2 de lado por 5,9 en forma rectangular sin ningún tipo de división interior para dependencias complementarias a la escuela. El solar edificado era de 52 m2 de extensión, con cubierta a cuatro aguas de teja árabe y amplios ventanales al Sur y al Oteste. Su valor era de 62.544 ptas en los años siguientes, incluyendo suelo y construcción. La fecha de construcción es 1952 según el catastro y los documentos del pueblo. La necesidad de reparación y de conservación de esta escuela por su evidente deterioro y para evitar que el pueblo pierda ese patrimonio escolar único.

Conclusiones

El estudio de las escuelas rurales como bienes patrimoniales en peligro ha sido una consante en la bibliografía, como puede verse en Corchón (2005, 2000), Escolano (2019), Lázaro (1975), Guerrero (2002), Martín García (2022), Ortega (1995), Rodríguez Méndez (2019), Cantón Mayo (2019) y Viñao (2008). En todos ellos se puede encontrar la preocupación por el devenir de la escuela, sus amenazas y en algún momento, sus oportunidades.

La forma de abordar el estudio de las escuelas es muy diversa, siempre desde una perspectiva cualitativa, interpretativa y hermenéutica, que permite, por un lado, su puesta en valor, y por otro, la pérdida irreparable de las mismas. En este artículo se hace una categorización de las escuelas del Valle del Jamuz desde una visión diacrónica que permite conocer el inicio, el esplendor de su desarrollo, y la lenta e inexorable pérdida de las mismas. La hermeneútica de las metáforas atribuye al primer periodo temporal estudiado el modelo de escuela colmena; se refiere a la función principal de las mismas, que era la recogida de los niños y el abordaje de la primera instrucción de forma laboriosa y colectiva en edificios tan dispares y carentes de condiciones que, como las abejas, aprovechaban los huecos posibles para su instalación. En la segunda época encontramos la escuela fábrica, nombre que hace alusión a la estandarización de los edificios que pueden observarse y que se vincula a la época del desarrollo y la plena escolarización con escuelas funcionales muy similares cuya finalidad era la alfabetización plena no conseguida en la primera etapa. En la última etapa llamada «escuelas chalet», nombre que hace referencia ya al esmero en la construcción, a la escasez de edificios y al lujo que los mismos pueden suponer, evidenciando una mayor valoración de la escuela, una mayor dotación, mejor acogida y más personalización de la educación de los niños, más escasos, pero con protección y sumo cuidado del lugar donde se educan y con edificios cercanos al locus amoenus, para que maestros y alumnos disfruten en paralelo al aprendizaje. Finalmente, las escuelas en peligro de desaparición hace una llamada a su recuperación como patrimonio educativo único.

Muchas otras cuestiones quedan pendientes en este largo artículo. Más específica y desglosada puede verse esta información en el libro reciente: Cantón Mayo, I. (2024) Las escuelas rurales del Valle de Jamuz y la Valdería. León, Eolas.

Isabel Cantón Mayo

Catedrática Emérita de la Universidad De León




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NOTAS

[1] Estas escuelas de portalinada son muy frecuentes en la Maragatería (vid. Cantón Mayo: Las escuelas rurales de la Maragatería) , sin embargo, a pesar de su proximidad esta es la única escuela en el Valle del Jamuz con este elemento, a la vez de adorno y de cubierta para el patio de los alumnos en días de lluvia.



Las escuelas rurales del Valle de Jamuz: patrimonio en extinción

CANTON MAYO, Isabel

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 509.

Revista de Folklore

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