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Revista de Folklore número

509



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Los tejares de Santa Marta de Magasca y el Horno de la Marquina

AMARILLA TORIL, Andrés Alberto

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 509 - sumario >



Resumen

Este artículo hace un breve recorrido general por uno de los elementos de la arquitectura vernácula menos conocido, lo que fueron los antiguos y pequeños tejares del medio rural, sus elementos y materiales necesarios para su funcionamiento. En este contexto general se estudian y exponen los últimos tejares que funcionaron en Santa Marta de Magasca (Cáceres) hasta mediados del siglo xx, los únicos de los que hay constancia, en especial el Tejar de Las Suertes, el único del que quedan restos arquitectónicos. Además, se da a conocer un horno desaparecido del entorno de Marta, aunque en término municipal de Trujillo: el Horno de la Marquina, que quizás también pudo ser otro horno tejero.

Palabras clave: tejar, Santa Marta de Magasca, horno, ladrillo, arcilla, arquitectura popular.

Sumario

Antiguos tejares y proceso de fabricación.

El Tejar de Las Suertes.

El Tejar de la Dehesa.

El Horno de la Marquina.

Para saber más. Bibliografía.

Antiguos tejares y proceso de fabricación

La arquitectura popular es uno de los mejores legados patrimoniales que tenemos en las zonas rurales, pues sus vestigios nos dan fe de los tradicionales modos de vida, ya desaparecidos, y de la historia de nuestro territorio.

Uno de los vestigios más llamativos pero a la vez menos conocidos de esta arquitectura, son los antiguos tejares artesanales, como el que queda en Santa Marta y cuyo conjunto es paradigma de lo que constituían como pequeñas industrias rurales: el Tejar de Las Suertes. A diferencia de otros restos más frecuentes, como son las zahúrdas y los chozos pastoriles, entre otros, no es fácil encontrar demasiados ejemplos de antiguos tejares que aún perduren. Además, su escasez hace que no sean tan conocidos o pasen desapercibidos.

Hasta hace unas décadas, casi todos los pueblos tenían al menos un tejar en el que se fabricaban ladrillos y tejas principalmente, además de baldosas y otros objetos cerámicos. Ejercían una actividad preindustrial, de carácter tradicional, cuyo trabajo era manual y artesano. Abastecían las necesidades constructivas de estos materiales, por lo que su producción y uso eran fundamentales. En muchos casos suponían una de las escasas actividades industriales de los pueblos y daban empleo a algunos de sus habitantes, en especial en periodos de menor actividad agraria, cuando algunos jornaleros o braceros podían complementar su economía trabajando durante unas semanas en el tejar. Era un trabajo sencillo que se transmitía de generación en generación y que no necesitaba de grandes recursos y materiales.

Se debía disponer de un pequeño espacio físico donde ubicar el edificio del tejar, cuya morfología era característica de estas construcciones, con una forma a medio camino entre una chimenea y un horno de cocción simple. Se dividía en dos partes, una inferior o caldera (donde se hace fuego) y una superior o cámara (donde se cuecen las tejas y ladrillos). La caldera puede estar dividida a su vez en dos partes para introducir la leña y encender el fuego a través de sendos orificios. La cámara donde cocer los barros podía disponer de elementos arquitectónicos, como podían ser las «parrillas», para así colocar aquellos sin que se vieran afectados por el fuego directo, así como paredes de ladrillos refractarios. Además, había otras construcciones anexas, generalmente con una caseta-almacén era suficiente, que además hacía las funciones de oficina. Cerca debía haber un pozo o manantial para abastecerse de agua y no muy lejos estaría lo que se conocía como el «terrero» o el «barrero», es decir, la zona donde extraer la tierra, los barros arcillosos necesarios para la elaboración de los materiales señalados.

Los materiales y herramientas no eran demasiados, destacando los moldes de madera para obtener ladrillos y tejas. Los más importantes, y conocidos así en el argot del oficio de tejero, eran: horma o marca (también llamada argadilla o gradilla), galápago, marco, rasero, mesa de cortar, tabla, aguja, sable, palmeador, etc.

Se solía disponer de un corral o cerca de piedra que protegía el recinto de los ganados y delimitaba el espacio del tejar. En su interior se disponía el producto en los «tenderos» o «secaderos», zonas para extenderlo y que se secara al aire y el sol. Había que disponer de carros y recuas de mulas o burros para el transporte de la tierra, el agua, la leña y el producto. En este último punto, si las personas que explotaban directamente el tejar no disponían de suficientes animales, se concertaban arriendos con otros vecinos.

Para la fabricación de tejas y baldosas se empleaba la tierra de mejor calidad, denominada greda; aunque si la tierra disponible no presentaba diferencias en su calidad, se empleaba un único tipo de tierra para toda la producción (González, 1989: 75).

El proceso era sencillo: extracción de la tierra rica en arcilla o «grea», como comúnmente se le ha llamado en estas zonas rurales (había muchos tipos, según su composición, que hacía que se debiera trabajar de distintas formas, incluso la conocida tierra blanca, abundante en otros lugares); acarreo de agua y leña para el horno, preparación de la pasta arcillosa con el agua (además de arena, cal y otras materias en menor proporción) amasándola con los pies y las manos, moldeo, desecación al aire libre en el tendero, cocción en los hornos y distribución o recogida del producto final. En la fabricación de ladrillos, podía saltarse la cocción en el horno, pues lo que quedaba era un ladrillo de adobe, el cual servía para la construcción y cuya ventaja era su menor coste por el ahorro que suponía no tener que cocerlo y lo que ello conllevaba, aunque este último paso asegura una mayor consistencia, durabilidad y calidad de los ladrillos.

El Tejar de Las Suertes

El Tejar de Las Suertes se ubica en la finca llamada así (aunque su nombre completo es Suertes de Brujas), finca cercana al pueblo, a poco más de 1 km de éste y a 300 metros del cortijo de la finca, concretamente en la conocida como Cerca del Melonar (1’9 ha), que envuelve un pequeño valle que aguas abajo se convierte en el Regato de Las Suertes, afluente del río Tamuja. Es este valle rico en agua, pues en unos 500 m concentra dos pozos y una fuente siempre llenos. En el interior de la Cerca del Melonar, a 20 m del tejar, está uno de estos pozos de agua, del que se abastecía y que servía para regar la parcela. Ésta parte desde el camino de Monroy, que lleva a la Finca La Moheda. El tejar se ubicó en el extremo de la parte baja de la cerca, fuera de ella. Su recinto es muy pequeño (1032 m²), albergando el edificio del tejar (65 m²) y la caseta de una sola planta (35 m²). El acceso era fácil al ubicarse al lado del camino de Monroy. Principalmente fabricaba tejas curvas y ladrillos macizos de barro cocido. La fabricación era manual.

La estructura del tejar consta de un muro circular hecho en mampostería de piedra local (pizarra y pórfido granítico, procedente este último de un pequeño afloramiento cercano) y barro como argamasa. En el centro de la circunferencia del muro se sitúa la cámara de cocción, de planta cuadrada y más alta que aquel. Entre ambos elementos el tejar queda cerrado por tierra natural para proporcionar aislamiento a la cámara y la caldera, obteniendo toda la estructura una forma de montículo circular. Una de las caras del muro, la que mira al valle, ha sido destrozada para utilizar sus piedras en una pared que cierra la cerca del tejar, separándola de la cerca general y del pozo. Esto provoca que el tejar se vaya erosionando aceleradamente por este punto, desprendiéndose la tierra. Lo mismo sucede por la parte por la que se subía a la cámara de cocción, donde el muro dejaba paso a una rampa de tierra para permitir el acceso.

Los ladrillos solo se emplean en las bóvedas y arcos de la caldera y para rematar la parte alta de la cámara de cocción, es decir, la más alta del tejar; así como en las puertas y ventana de la caseta, la cual está hecha en tapial con la técnica tradicional que divide en «cuerpos» las paredes (tres en este caso) separadas por una hilada de pizarras, además de mampostería de esta misma piedra.

La caldera era doble y se recargaba según las necesidades de cocción del producto. Este tipo de horno se conocía como «hormiguero» o de «tejero». Los orificios están hechos en arcos de ladrillo, y la cámara utiliza argamasa de tierra muy arcillosa para un mayor aislamiento. La entrada de los dos orificios queda bajo una especie de pequeño porche que queda sustentado por dos grandes y llamativas vigas de madera de encina, de forma irregular por haber sido directamente colocadas tras su cortado. Había una tercera viga que hoy está caída en el suelo. Estas vigas sostenían grandes lanchas de pizarra que cerraban por arriba el porche y que protegía la entrada de la caldera. También hay aquí una pequeña hornacina donde se dejaban, entre otras cosas, las cerillas para encender el horno.

La cámara de cocción del horno es de planta cuadrada, hecha con mampostería de piedra local, ladrillos y con una capa de lucido de cal en el interior, la cual está perdida en la mayor parte de las paredes. Alrededor de esta cámara el horno queda recubierto de tierra, completando la estructura del tejar. Aún se conserva el hueco de la puerta por la que se bajaba a colocar los ladrillos y las tejas para su cocción.

El «terrero» o «barrero» se ubicaba junto al camino, a 230 m del tejar, cuya huella actual es una pequeña depresión de 1570 m² que ha formado una pequeña charca o chabarcón que recoge aguas estacionales. Curiosamente, en la misma finca existe un cerro llamado «Terrero», pero que no tiene relación con el tejar más allá de proporcionarle piedras para los muros, y que es el pequeño afloramiento de pórfido granítico ya indicado. Debido a sus reducidas dimensiones, no aparece reflejado en el Mapa Geológico de España, aunque se puede relacionar fácilmente con un dique cercano, tanto por proximidad como dirección.

El origen del tejar es incierto. No aparece en la cartografía nacional de finales del siglo xix. Tampoco en las ediciones posteriores del Mapa Topográfico Nacional (MTN), aunque sí que en todas estas últimas se señala el pozo que se ubica en la cerca: Pozo Tejar, y que es un indicio de lo que allí hubo. No hay otros topónimos que hagan referencia a éste y otros tejares en todo el entorno de Santa Marta. Ya más alejado y en término municipal de Trujillo, junto a la carretera de Monroy, en el cortijo de la finca Las Capellanías, donde hoy se ubica una congregación religiosa (Hilasterio de Nuestra Señora del Encuentro), las minutas del MTN 50 (1915-1960) y el testimonio de los más mayores de Santa Marta, señalan la existencia de un tejar junto a un manantial de agua.

Hay una reseña documental sobre este tejar de Las Suertes en la publicación de Julio Rosa Roque «Guía de Cáceres y su Provincia» (1951), en la que en las dos páginas que dedica a describir brevemente la realidad socioeconómica de Santa Marta y los recursos de los que dispone (pp. 438-439), hace referencia al tejar en el punto de «Industria y comercio: […], un horno tejero, […].». Aunque no lo cita explícitamente, éste tejar de Las Suertes era con seguridad el que refiere el autor.

Es posible por tanto que el tejar se construyera en los años treinta del siglo xx, ya que su morfología es similar a otras construcciones de aquellos años. A no ser que su origen sea anterior al planteado, su vida operativa no debió ser demasiado extensa, pues se utilizó hasta mediados de los años sesenta, cuando la industrialización y la producción en serie de materiales de construcción hizo que el tradicional trabajo artesano de estos tejares quedara obsoleto y fueran económicamente inviables. Por ello, el Tejar de Las Suertes quedó abandonado y desde entonces sus ruinas han quedado como único vestigio de este tipo en Marta y de los pocos que quedan en la comarca. Tío Constante y su cuadrilla fueron los últimos en trabajar aquí.

El Tejar de la Dehesa

Pero además de éste, hubo, que se recuerde, otro en el pueblo: el Tejar de la Dehesa. Se ubicaba en la Dehesa Boyal, concretamente en donde más tarde se hizo el vertedero que estuvo en funcionamiento unas décadas. Este tejar fue desbaratado una vez abandonado, y era de reducidas dimensiones, con un pequeño horno, por lo que su producción era principalmente de ladrillos de adobe. No sabemos cuándo se construyó y el tiempo que estuvo operativo, pero a mediados del siglo xx ya no funcionaba.

El Horno de la Marquina

Por último, es posible que hubiera otro tejar en el entorno de Marta. Sería en la finca La Marquina (término de Trujillo), donde existen restos de corrales y paredes ennegrecidas por el uso que debieron tener, y cuyo único testigo, además de las piedras y algún resto cerámico, es la referencia del lugar que aparece en la planimetría de finales del siglo xix: «Horno de la Marquina». Esta referencia desaparece de las ediciones del MTN posteriores del siglo xx y la edición actual, por lo que debió de dejar de usarse a principios del siglo xx, sin que conozcamos el origen del mismo. De momento no sabemos la funcionalidad de este horno, si solo cocía pan o era un horno de tejas. Es posible también que hubiera dos hornos, uno para cada función. En el lugar donde la cartografía antigua referida indica la presencia de éste, hoy quedan dos corrales de piedra en ruinas (reflejados en este mapa indicado), que pudieran haber albergado cada uno un horno, y que se ubican en un espigón fluvial llano que queda entre el Arroyo de la Marquina y un regato afluente (indicado como Arroyo Solana en el MTN actual). Un corral tiene una forma rectangular imperfecta, con una superficie de unos 200 m². El otro es un círculo irregular de algo más de 300 m². Por las ortofotos de mediados del siglo xx, podemos saber que hasta este periodo ambos estaban unidos, dividiéndose después con una pared que remataba al corral circular, por lo que el rectangular queda con una esquina achaflanada. Ambos corrales pasarían a utilizarse como majadas tras el abandono del uso del horno, a los que se añade un tercer corral circular a unos metros de distancia, en el cerro más próximo hacia el norte. La gran cantidad de piedras del lugar, algunas de gran tamaño, podrían haber formado parte de un complejo de horno y otros edificios que justificarían el acarreo de tanto material rocoso hasta aquí, más allá de la construcción de unas simples majadas. También es posible que hubiera unas ruinas anteriores a la construcción del horno, que aprovechó estas piedras. No se trata de pizarras, a pesar de estar en plena penillanura, pues esta zona se encuentra cruzada de sureste a noroeste por un dique filoniano de pórfido granítico, roca muy apreciada en construcción por su dureza y resistencia, mayor que la del granito. Muy cerca hay varios manantiales, por lo que el abastecimiento de agua estaba asegurado. Dos caminos comunicaban este horno con el entorno, uno norte-sur (que enlazaba con el camino Marta-La Aldea) y otro este-oeste, ambos perdidos actualmente. En el campo, lejos de los pueblos, también se construyeron algunos tejares y hornos que atendían las necesidades del entorno rural de las fincas (como el tejar de Las Capellanías citado). Esta función la cumplía este horno de La Marquina, aunque por el momento no podemos asegurar que tuviera un horno de tejas.

Andrés Alberto Amarilla Toril
Geógrafo, cronista oficial de Santa Marta de Magasca

Para saber más sobre los antiguos tejares y el proceso de producción:

Artículos

CANDELA, Paloma (Grupo de Investigación en Ciencias Sociales del Trabajo «Charles Babbage» (UCM), Fabricando Tejas y Ladrillos: la Memoria del Barro en Madrid, Fundación para el Conocimiento madri d (Comunidad de Madrid).

https://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/patrimonio/rutas/arqueologia/Memoria/Memoria-barro/trabajo.asp?pest=1

LÓPEZ LÓPEZ, Alberto, «Los tejares preindustriales: proceso y fases de producción», en III Jornadas Andaluzas de Patrimonio Industrial y de la Obra Pública: 23, 24 y 25 de octubre de 2014, 2015.

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5339722

VILLAR HERRERO, Sarvelio, El tejar de Pobladura de Sotiedra, Biblioteca Virtual de Cervantes.

https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-tejar-de-pobladura-de-sotiedra/html/

Bibliografía

GONZÁLEZ PÉREZ, Primitivo, Cerámica preindustrial en la provincia de Valladolid, Valladolid, Colegio Oficial de Arquitectos, 1989.


Vídeos

MONESMA MOLINER, Eugenio. [Canal Eugenio Monesma – Documentales] (8 de mayo de 2021). Tejas artesanas elaboradas a mano por veteranos tejeros y su cocción en un horno tradicional. Youtube. https://youtu.be/GVhvzRY00Jc?si=OuOKurSuR_s9rwJ6

MONESMA MOLINER, Eugenio. [Canal Eugenio Monesma – Documentales] (2 de diciembre de 2020). Tejas, ladrillos y baldosas con agua y tierra. Elaboración artesanal y cocción en horno. Youtube.

https://www.youtube.com/watch?v=_iUEdp9akek



Los tejares de Santa Marta de Magasca y el Horno de la Marquina

AMARILLA TORIL, Andrés Alberto

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 509.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz