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Revista de Folklore número

508



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Etnobotánica lúdica. La muñeca gardenesa, un juguetes de origen forestal e importancia económica

ALVAREZ ARIAS, Beatriz Teresa

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 508 - sumario >



Esas muñecas articuladas de madera de todos los tamaños, desde bebés de media pulgada de largo hasta madres de familia de dos pies de alto, cuya tez siempre se les quitaba cuando les lavábamos la cara, son las nativas de esta tierra (Edwards 1873).


Situado en el norte de Italia (concretamente, en los imponentes Dolomitas), Val Gardena nunca fue un paraíso agrícola. Sin embargo, a cambio contaba (y sigue contando) con frondosos bosques de coníferas. Entre ellas, de pino cembro o pino suizo (Pinus cembra L., Pinaceae) (figura 1). Árbol cuya madera[1] fue durante siglos un recurso natural de vital importancia para las humildes familias gardenesas, pues con ella elaboraban los juguetes que, junto con las imágenes sagradas, hicieron posible su subsistencia en un lugar donde la vida tenía poco de fácil.

En el s. xvii las gentes de Val Gardena ya se dedicaban al comercio ambulante, siendo conocidas por sus encajes típicos, bordados y artículos de mercería (Marabini y Cultural Association Rus’ 2018, 60). Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que si vendían los sencillos juguetes de madera que hacían en invierno y que a veces cambiaban por comida o herramientas podrían mantener a sus, generalmente, numerosos hijos y además empezar a ahorrar pequeñas sumas de dinero. De ahí que familias enteras, mujeres y niños incluidos (sus pequeñas manos eran una ventaja a la hora de tornear y tallar las piezas de menor tamaño), comenzaran a fabricar en serie, muchas veces especializándose en un solo tipo de juguete, los osos, caballos, muñecos, etc. que las amas de casa (primero) y los mercaderes (después) ofrecían durante el verano en ferias y mercados. Inicialmente locales luego de media Europa, ya que los emprendedores comerciantes gardeneses no tardarían en apañárselas para atravesar las fronteras de su aislado valle y llegar a lugares tan alejados de su tierra como es Rusia.

Al principio los juguetes de Val Gardena eran poco variados y muy simples, hasta el punto de que o no se pintaban o se enviaban a Baviera para aplicarles color pues los artesanos desconocían las técnicas de tinción de la madera. Pero poco a poco se sofisticaron, aparecieron nuevos modelos y empezaron a pintarse de colores brillantes. En cualquier caso, los animalitos (figura 2), muñecos, figuritas (figura 3), soldaditos, marionetas, peonzas, balancines, juegos (figura 4)..., que tan cuidadosamente elaboraban los gardeneses tuvieron un gran éxito incluso en el extranjero. Especialmente cierta muñeca que llegó a hacerse muy popular. La llamada muñeca de Val Gardena o muñeca Grödner Tal (por el nombre alemán del valle, que perteneció al Imperio austrohúngaro hasta 1920). Una simpática figura femenina con cintura de avispa y boquita de piñón conocida erróneamente como muñeca holandesa debido a que entraba en Estados Unidos vía los puertos neerlandeses (principalmente, el de Ámsterdam)[2].

La cabeza y el cuerpo de la damita gardenesa, que a diferencia de sus extremidades no se tallaban sino que se torneaban con el fin de trabajar con mayor rapidez, estaban unidos y sus brazos y piernas se articulaban y fijaban a su torso mediante pequeños clavos de madera (de ahí otra de las denominaciones del juguete, muñeca de clavijas). Por otro lado, los ojos, mejillas y boca de la figura se pintaban (de azul, rosa y rojo, respectivamente) con pigmentos comerciales y el pelo, las cejas y las pestañas con carbón. En cuanto a su cara, brazos y medias, la primera se coloreaba con una mezcla blancuzca de tierras del monte Seceda y los otros con cal (figura 5). Así la muñeca hacía gala de una palidez similar a la de las delicadas y costosas señoritas de porcelana a las que sustituía, ya que al contrario que estas era resistente y muy barata (Aschenbrenner 2015, 46). Tanto, que cuando se estropeaba ni siquiera se arreglaba sino que se echaba a la lumbre e incluso, según cierta historia que aún hoy circula por Val Gardena, llegó a comprarse en grandes cantidades para ser usada directamente como combustible (Pfaffenwimmer 2013, 96):

[...] un ‘gardenés’ hizo una vez el largo viaje a Viena movido por la curiosidad. Un caballero encargaba regularmente grandes cantidades de sus muñecas y el juguetero sospechaba que detrás de los pedidos había un coleccionista al que quería conocer.

Al final la dirección proporcionada por el cliente le condujo a una humilde buhardilla en la que halló a un hombrecillo arrugado sentado mientras se calentaba sus escuálidas manos resecas junto a la estufa. En la cesta de la leña había muñecas, muñecas de Val Gardena, destinadas a ser quemadas. Esto, dijo el anciano, era barato y conveniente ya que la leña siempre llegaba a tiempo por correo.

Curiosamente, la señorita gardenesa se vendía tal cual salía de las manos de sus habilidosos padres. Es decir, desnuda para que fueran las niñas las que cosieran sus vestidos con los retales de tela que encontraran en sus casas. De esta manera las muchachitas desarrollaban su creatividad imitando a sus madres quienes, en una época en la que no existía la ropa infantil de confección, eran las encargadas de hacer la vestimenta de sus hijos.

Nacida entre finales del s. xvii y principios del xviii, la muñeca de Val Gardena se popularizó de tal forma que en el xix, cuando en el valle ya había una auténtica y floreciente industria juguetera, se exportaba en cantidades de más de 100.000 a la semana debido a la gran demanda existente de la misma (Ghelma 2020, 104-105)[3]. Y es que, en este momento y gracias a los británicos ya había conquistado los corazones de las niñas de medio mundo. Prueba de esto es que el V&A Museum of Childhood conserva 138 de estas damitas[4]. Y también, que hoy en día puede encontrarse en museos de lugares tan lejanos como son África, Tasmania y Estados Unidos.

[...] nos llevaron a más de treinta grandes almacenes y doce de ellos estaban llenos de muñecas, millones de ellas, grandes y pequeñas, pintadas y sin pintar, en contenedores, en cajas, en estanterías, en paquetes listos para la exportación. En una habitación destinada especialmente a las liliputienses de pulgada y media de largo formaban un montón desordenado que se alzaba literalmente desde el suelo hasta el techo, y parecía como si hubieran sido depositadas a carretadas.

Un fabricante de muñecas hábil produce veinte docenas de pequeñas muñecas articuladas de una pulgada y media de largo por día, y solo de este tamaño los señores Insam y Prinoth [mayoristas] compran 30.000 muñecas a la semana durante todo el año. El sistema habitual consiste en que los comerciantes al por mayor compran la mercancía directamente a los tallistas, la almacenan hasta que la necesitan y solo la entregan para pintar a medida que llegan los pedidos de Londres o de otros lugares. De este modo, el trabajo del tallista es regular e ininterrumpido aunque no el del pintor, que al depender de la demanda exterior es más precario (Edwards 1873).

Todavía en auge a comienzos del siglo xx, la señorita de Val Gardena dejó prácticamente de fabricarse en los años 1930, al igual que muchos de los juguetes del valle, debido a la crisis financiera internacional que supuso la Gran Depresión y a la sustitución de la madera por el plástico (Ghelma 2020, 105; Leo 2018-2019, 70; Leo 2019; Lombardo 2019; Pfaffenwimmer 2018, 51)[5] (figura 6). Pero antes de eso, la humilde damita llevaría, como hemos visto, una vida intensa e incluso llegaría a convertirse en musa de artistas (figura 7) y protagonista de libros infantiles (figura 8).




BIBLIOGRAFÍA

Aschenbrenner, Christiane. «Aus Holz gemacht: Judith Sotriffer schnitzt Barbies Urgroßmutter». Puppen & Spielzeug: das Magazin für Puppenliebhaber und Sammler 5 (2015): 46-47.
http://136.175.10.10:81/ebook/pdf/PUPPEN_und_Spielzeug_Nr_5_2015.pdf

Edwards, Amelia B. Untrodden Peaks and Unfrequented Valleys: A Midsummer Ramble in the Dolomites. London: Longman’s, Green and Co., 1873.
https://digital.library.upenn.edu/women/edwards/peaks/peaks.html

Ghelma, Marta. «Una bambola per amica». Meridiani Dolomiti 256 (2020): 104-107.
https://www.woodendoll.eu/assets/images/home/meridiani.jpg
https://digitaledition.meridiani.com/#prj_64a69855bd8d4/pub_64a6985604587/5000-01-21/4-5

Kent, Adolphus H. Veitch’s manual of the ‘Coniferæ’, containing a general review of the order; a synopsis of the species cultivated in Great Britain; their botanical history, economic properties, place and use in arboriculture, etc., etc. A new and greatly enlarged edition. Chelsea: James Veitch & Sons, 1900.
https://www.biodiversitylibrary.org/item/80897#page/7/mode/1up

Leo, Rocco. «Ein Leben für die Puppe: Die Spielzengmacherin». Welcome Magazine Winter (2018-2019): 64-70.
https://www.giocolegnovalgardena.com/assets/pdf/spielzeugmacherin.pdf

Leo, Rocco. «The artist of toys with a ‘timeless’ heart». Welcome Magazine (2019).
https://www.welcomemagazin.it/en/cultu.e-en/judith-sotriffer/

Lombardo, Carlotta. «‘Noi, antiqui artesani’». Corriere della Sera, 17 de julio de 2019.
https://www.woodendoll.eu/assets/images/home/corriere-della-sera1.jpg
https://www.woodendoll.eu/assets/pdf/corriere.pdf

Marabini, Bianca, y Cultural Association Rus’. Il giocattolo di legno in Val Gardena e in Russia. Trento: Department for External Economic and International Relations of Moscow, Adler, Entdecke Bad die Zeit Kissingen, Museum Gherdëina, Dolomites-Val Gardena, 2018.
https://rusbz.files.wordpress.com/2018/11/brochure.pdf

Pfaffenwimmer, Silvia. «In Tal der Spielzeugmacher». Servus in Stadt & Land 1 (2013): 92-97.
https://www.woodendoll.eu/assets/pdf/servusmagazin.pdf

Pfaffenwimmer, Silvia. «Aus gutem holz: Judith Sotriffer, good wood doesn’t lie». Milionart Kaleidoscope 2 (2018): 48-51.
https://www.woodendoll.eu/assets/images/home/aus-gutem-holz.jpg

Upton, Bertha. The Adventures of two Dutch Dolls and a ‘Golliwogg’. Boston: De Wolfe, Fiske & Co., 1895.
https://www.gutenberg.org/files/16770/16770-h/16770-h.htm




NOTAS

[1] Suave, de tono claro y grano fino, la madera del pino cembro posee una agradable fragancia y es muy resistente al ataque de los insectos (Kent 1900, 320).

[2] Ministerio de Turismo, Italia. «En Val Gardena, donde tallar la madera es un arte», ITALIA.IT, 25 de enero de 2024.
https://www.italia.it/es/tirol-del-sur/que-hacer/artesania-del-la-madera

[3] Livia Fabietti, «Gardena: una valle di bambole», Turismo.it, 26 de junio de 2013, https://www.turismo.it/en/tradizioni/articolo/art/gardena-una-valle-di-bambole-id-902/
Francesca Visentin, «Le bambole (intagliate) di Judith: una giocattolaia in Val Gardena», Corriere della Sera - Buone notizie, 24 de septiembre de 2019.
https://www.corriere.it/buone-notizie/19_settembre_24/bambole-intagliate-judith-giocattolaia-val-gardena-5e66bea0-ded0-11e9-a10b-ca7db0bcf850.shtml
«Judith and her dolls». Superski Dolomiti Magazine: 30-33.
https://www.woodendoll.eu/assets/images/home/superski-dolomiti-magazine.jpg

[4]«Judith and her dolls».

[5] Alessandra Poli, «Judith Sotriffer and her enchanted world», PassionItaly (blog), 29 de junio de 2021.
https://passionitalytv.com/people-profiles/judith-sotriffer/
Rita Maria Stanca, «Judith, la giocattolaia della Val Gardena», La Nuvola del Lavoro - Corriere della Sera (blog), 9 de diciembre de 2016.
https://nuvola.corriere.it/?r=2&s=judith
«Judith and her dolls».



Etnobotánica lúdica. La muñeca gardenesa, un juguetes de origen forestal e importancia económica

ALVAREZ ARIAS, Beatriz Teresa

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 508.

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