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Revista de Folklore número

502



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El Museo Etnográfico da Limia

CERRATO COVALEDA, Ángel Carlos / MURIAS ROMAN, Ruth

Publicado en el año 2023 en la Revista de Folklore número 502 - sumario >



Este artículo tiene por objeto analizar y comparar dos modelos diferentes de gestión museística, reflexionar sobre la naturaleza y la función de los museos en nuestra sociedad e intentar con ello contribuir al estudio y debate sobre políticas museísticas en el momento actual. Para ello se toma como referencia la historia del Museo Etnográfico da Limia, situado en la provincia de Orense.

A finales de la década de 1980 llega a Xinzo de Limia Benjamín Villarino Bouzas. Es un adolescente de quince años que viene de ser alumno del lingüista y etnógrafo gallego Elixio Rivas Quintas, quien ha despertado en él una sensibilidad humanista por el entorno. Benjamín reflexiona sobre el entorno físico, geográfico y social que le rodea. En Xinzo la vida es monótona, y cunden entre la gente de su edad la apatía, la desidia, los pubs y la televisión. Su espíritu crítico le hace rechazar esta situación, y crea un círculo de amigos con los que comparte sus inquietudes vitales y culturales, entre los cuales se encuentran otros adolescentes como Xosé López Calleja, Clara Garrido Rodríguez y Vicente Fernández Portela. Después de muchas conversaciones sobre la situación de abandono cultural de Xinzo y su comarca, se les ocurre que sería una buena idea empezar a buscar y guardar objetos antiguos, enseres domésticos o aperos de labranza, de los que ven muchos pudriéndose en su entorno más cercano sin que al parecer a nadie le importe. Se van haciendo así con algunos arados, hoces, planchas de carbón, lavamaniles, dediles, candiles… Cogen la costumbre de reunirse todos los miércoles por la tarde para planificar cómo recoger los objetos que la gente va a tirar o se van a perder, comenzando así sin darse cuenta una labor de recuperación y acumulación que con el paso del tiempo empieza a coger unas dimensiones que les sobrepasan. Llega un momento en que sienten que si quieren seguir en serio necesitan contar con el consejo y la participación de adultos que les ayuden, así que deciden tantear y pedir apoyo entre los profesores del IES y la FP de Xinzo. Benjamín invita a participar en las reuniones de los miércoles al profesor de historia Ángel Cerrato Álvarez, quien observa con aprobación el clima de dedicación y el nivel de debate y acepta por ello incorporarse al grupo. Su incorporación, además de aumentar la autoconfianza, introduce sistematización y rigor y aumenta el nivel de exigencia. Como resultado, la actividad se formaliza y se reformula: las salidas se cambian a los sábados para contar así con todo el día, y los miércoles se dejan para el trabajo de planificación. El grupo amplía su radio de acción, y pasan de Xinzo a pueblos del entorno, y de sus familiares de mayor edad a conocidos y conocidos de conocidos, que van dando poco a poco noticia de nuevos objetos. De esta manera comienzan a perfilar su propia metodología de actuación: cada semana llevan a cabo una labor previa de contacto y conocimiento del lugar y de las personas a las que se ha de visitar, y la logística de las salidas se planifica con detalle. Los sábados viajan al pueblo del informante, conocen al dueño de los objetos, socializan con su entorno, preguntan por el funcionamiento de los objetos, explican la finalidad de recuperarlos, los recogen, los transportan y los van guardando en algún garaje aquí o allá… Al cabo de casi un año se dan cuenta de que no pueden, y no quieren, presentarse en los pueblos simplemente como un grupo de personas con inquietudes, y que no pueden ni quieren tampoco seguir improvisando lugares donde almacenar todos los objetos que van acumulando.

Se plantean la necesidad de formalizar su situación, para lo cual se informan de los pasos e inician el proceso legal para crear una asociación, constituyéndose formal y legalmente en 1989 en asociación cultural con el nombre de O Bión, e incorporan nuevos miembros con ganas de trabajar: Carme María Cuquexo López y Óscar Gundín Fernández. A su línea de investigación de campo, basada en las salidas a los pueblos del entorno para buscar lo que ya entienden que es material etnográfico, recogerlo y guardarlo con vistas a restaurarlo, le añaden una labor de explicación y educación, pues aunque las adquisiciones son normalmente donaciones del dueño, a veces, ante el descubrimiento de su valor, ciertos dueños quieren convertir en el último minuto la donación en una venta. –En esos años era común que grupos de anticuarios o familias de gitanos ambulantes, sabedores del valor de los objetos de toda una vida, los comprasen o cambiasen por otros modernos–. Ya que el material que se recoge se iba a tirar, quemar o dejar podrir, tienen que explicar a esos donantes porqué alguien podría querer recuperarlo. Cada vez que le explican a un donante la diferencia entre un anticuario o un coleccionista y una asociación cultural, se sorprenden haciendo un trabajo ingente en materia de educación y protección patrimonial. Superar la desconfianza de una persona mayor que ha sido previamente timada o estafada, o que se avergüenza de su patrimonio porque lo asocia a su estatus social y a sus condiciones su vida material, desarrollando a lo largo de toda una vida un complejo de inferioridad, es todo un reto que requiere paciencia, atención, comprensión, apoyo y cariño. Recurren a una pedagogía de la autoestima para sensibilizar a la gente del entorno para que valore su propio acervo cultural –incluso a riesgo de quedarse sin donación, o sin venta–. La rutina de entrega y esfuerzo que adquieren, de constancia y de ilusión de contribuir a la autoestima social de las personas que visitan y de contribuir a la recuperación de un patrimonio que de otra forma se iba a perder, se les acaba convirtiendo en una especie de necesidad vital que hace que en los siguientes cuatro años de salidas fallen solamente un sábado. Esta actitud y motivación les va abriendo caminos y creando un cierto nombre –O Bión– que a partir de ahora les precede en sus salidas.

Entonces empiezan a adquirir un cada vez mayor grado de reflexión acerca de su actividad. Empiezan a adquirir una dinámica de anotación y de estudio de las diferentes tradiciones en las que se enmarcan los objetos que se recuperan: además del patrimonio material, recogen la palabra, las explicaciones y el relato de las personas que donan o ayudan a donar, o que tienen o han tenido un oficio tradicional conectado con los objetos recuperados. Salida tras salida, O Bión empieza a crear una red de personas sensibilizadas dispuestas a donar o a relatar acerca de lo donado, o simplemente dispuestas a informar de nuevos donantes que tienen un grado de concienciación la hora de conservar lo que ha sido un modo de vida generalizado hasta hace no mucho. Estas labores ocurren ahora simultáneamente a una intensa actividad de autoformación para recuperar, recopilar, investigar y transmitir mejor los objetos y los saberes patrimoniales que van descubriendo en esos objetos. Por ejemplo, visitan a personas que les muestran la forma tradicional de ejecutar sus oficios, entre ellos a varios cesteros y canteros, de los que dejan constancia fotográfica, además de a diferentes carboneros, tejedoras, afiladores, herreros y carpinteros, de los que recogen sus instrumentos de trabajo y cuyos testimonios graban en entrevistas orales. Preguntan en las ferreterías sobre sustancias y técnicas de restauración de metales y maderas para ir restaurando los objetos más frágiles mientras siguen recogiendo nuevos objetos. Aprovechan la suscripción de Ángel Cerrato a la Revista de Arqueología como fuente de información e ideas. Acuden y toman notas en las ferias de Xinzo de Limia y de Cualedro. Visitan con libreta en mano diversos museos: el Museo Etnológico de Ribadavia, el Museo Arqueológico de Ourense, el Museo Provincial de Pontevedra, el Museo do Pobo Galego en Santiago de Compostela y el Museu da Região Flaviense en Chaves, Portugal. La logística de las salidas, las visitas a los museos y ferias, el material fotográfico y fonográfico necesario para dejar constancia gráfica o grabar relatos, el material de restauración de madera y hierro, etc, se financia mediante una cuota mensual que de común acuerdo asciende a 500 pesetas. Como asociación, pronto entienden que esas cuotas mensuales no son suficientes, y deciden emprender una línea de petición de subvenciones. En un proceso de ensayo y error aprenden a brujulear por las esferas de la burocracia para concesión de ayudas oficiales a programas y actividades culturales y después de varias denegaciones consiguen recibir por parte de la Consellería de Cultura y Xuventude una subvención de 1.538.000 pesetas en junio de 1990.

Las labores continúan en aumento e importancia. En una ocasión hacen varios descubrimientos de restos prehistóricos en la laguna de Antela (antigua laguna, ya que fue desecada a principios de los años sesenta del siglo xx) entre los que se encuentra un hacha neolítica en perfecto estado. En otra ocasión, miembros de O Bión ponen en conocimiento de la Guardia Civil de Orense, en el acuartelamiento de Santa Mariña, la destrucción de un miliario romano en la vía romana XVIII, que comunicaba Braga con Astorga. Establecen contacto y dan varias series de charlas informativas en los centros escolares de Xinzo: la FP, el IES y los dos CEIP. A este público contagian su impulso y su empeño, lo que se traduce en nuevas incorporaciones, como la del profesor Francisco Prol, del CEIP Rosalía de Castro, a raíz de una visita pedagógica a ese centro escolar, quien destacará en O Bión por muchas cosas, entre otras por añadir una línea de investigación audiovisual y hacer ver la necesidad de conseguir un laboratorio fotográfico. También consiguen ganarse la ayuda desinteresada de Jesús Taboada, herrero de Vilar de Santos, que colaborará en la restauración de las partes metálicas de los objetos almacenados, sobresaliendo en la restauración de una forja de herrero que se había recuperado casi podrida. Llegado a este punto, ha madurado en la asociación la necesidad de tener un órgano de expresión propia, y crean la revista O voceiro do Bión, donde reflexionan sobre temas de antropología, de historia, de ecología, o de su labor como asociación. Es una publicación todavía amateur, que fotocopian y difunden entre los alumnos y profesores de la FP y el IES de Xinzo. Deciden iniciar también una línea de contacto con la prensa para dar a conocer la labor cultural que están llevando a cabo, de manera que se invita a periodistas de diferentes medios de prensa a que asistan a sus reuniones, como así ocurre.

A estas alturas, los bienes culturales acumulados exceden las capacidades de todo almacenamiento al que tienen acceso. Después de un arduo trabajo de restauración –tiempo empleado, esfuerzo físico generado y dinero gastado– se llega a la demoledora conclusión de que recuperar bienes patrimoniales para garantizar su preservación es una soberana pérdida de tiempo si no se da el siguiente paso. De forma natural comprenden que es necesario disponer de un lugar donde un material simplemente recogido y conservado de forma privada gane en valor al ser expuesto y explicado de forma pública.

Es el momento de contactar y sensibilizar al entorno político, por lo que elaboran un proyecto de creación de museo etnográfico y dan a conocer la propuesta en los centros de educación de Xinzo; se pide y se consigue el apoyo del director de la FP, la directora del IES y los directores de los dos CEIP. Con el proyecto y las cartas de recomendación de estos, van llamando a las puertas de varios concellos del entorno: el de Xinzo de Limia, el de Porqueira y el de Vilar de Santos. Si bien todos muestran buenas intenciones, los resultados son dispares. El trabajo de contactar, presentar el proyecto, convencer y concretar con las esferas de la política, de las que los miembros de O Bión no tienen mucha idea y aprenden sobre la marcha, requiere a veces más esfuerzo y dedicación que el trabajo de campo en sí mismo. Empiezan, de forma natural, contactando con el Concello de Xinzo, al que le presentan dos proyectos, uno para adaptar el monasterio de Trandeiras, que está en semirruina, y otro para adecuar algún edificio en el propio Xinzo a elección del ayuntamiento. Después de muchas palabras y promesas, no se concretiza nada. Con el concello de Porqueira se llega a acuerdos para acondicionar y usar la torre medieval de Pena, pero finalmente la corporación municipal se siente incapaz de iniciar todo el proceso de traspaso de la titularidad de la torre, que por aquel entonces pertenece a Patrimonio Nacional, en Madrid. Finalmente, la corporación municipal del concello de Vilar de Santos, con su alcalde Xosé Antonio Jardón Dacal al frente, acepta el proyecto y se compromete a acondicionar las antiguas escuelas para albergar lo que por fin será el futuro museo. O Bión se encarga entonces de redactar los estatutos, donde se establecen las labores y obligaciones por parte de O Bión así como por parte del Concello de Vilar de Santos. Se establece que O Bión gestione la parte técnica y científica, y la corporación municipal, constituida en Patronato, la parte financiera e institucional, encomendando la dirección a un miembro de O Bión, y de común acuerdo entre todas las partes sale elegido Ángel Cerrato Álvarez.

Este proceso de acondicionamiento de las escuelas termina a finales de 1990, pero como el proceso para abrirlo oficialmente se dilata, O Bión le propone mientras tanto al concello la apertura al público del museo mientras no llegue el momento de la apertura oficial. Así, a finales de 1990 el Museo Etnográfico da Limia abre sus puertas al público. Cuenta con dos salas de exposiciones permanentes, una sala de exposiciones temporales, una sala de restauración, una sala de juntas, un laboratorio fotográfico y un almacén. Exhibe los más de ciento veinte objetos etnográficos recogidos hasta ese momento, entre los que destacan piezas de gran valor, como un telar completo, una forja completa, una lareira completa y una auténtica rareza: una barca original de la desaparecida laguna de Antela, con una sección añadida de objetos arqueológicos, entre los cuales está el hacha neolítica hallada en su día. O Bión propone que los objetos se consideren legalmente donaciones, nunca propiedad ni de O Bión, ni del Concello, y para ello a cada objeto se le añade una ficha con el nombre e información de su donante. A través de un proceso colectivo y participativo de toma de decisiones, O Bión decide experimentar y probar diversas estrategias para mejorar el proceso de transmisión y puesta en valor del patrimonio albergado en el museo. Aparte de una visita libre, propone una visita guiada donde los donantes y vecinos que quieran colaborar puedan ser ellos mismos los guías, cada uno a su manera y de aquella parte que dominen. Otra iniciativa es que sean los propios miembros de la asociación cultural los que asuman la función de guías, integrando el conocimiento directo de los objetos que ellos mismo han recogido y restaurado junto con la información y las explicaciones generadas por los donantes. Implementan de forma empírica las dos estrategias y descubren que cada actuación tiene sus ventajas y sus desventajas.

Durante este tiempo, si bien O Bión dedica ahora parte del trabajo al mantenimiento y crecimiento físico del museo, sigue con su investigación de campo en los pueblos del entorno para seguir recuperando material y estudiando su mundo inmaterial. A estas alturas, ha visitado varias decenas de pueblos, entre los que cabe destacar por su importancia y frecuencia: Cortegada, Garabelos, Fontearcada, Folgoso, Moreiras, Parada de Ribeira, Parada de Outeiro, Pena, Piñeira Seca, San Pedro Laroá, Verín, Xinzo de Limia o el propio Vilar de Santos. Además, continúa con la labor de grabar oralmente los testimonios de los donantes. Sigue impartiendo charlas didácticas, ahora en los centros escolares de primaria de Sandiás y de Rairiz de Veiga, a alumnos y familiares, trabajadores en gran medida del sector primario que ven cómo se valora su mundo material y los saberes en él encerrado, pues se les hace objeto de atención en un museo visitado por gente local pero también foránea. Continúan visitando museos y aprendiendo mediante anotaciones, esta vez en el Museo da Terra de Melide. Crean la revista del museo: A voz do museo, que es ya el órgano oficial de expresión del museo, donde se refleja y se reflexiona acerca de la investigación de campo llevada a cabo, acerca de los objetos musealizados, de los cánones culturales donde nacen y de la red de relaciones en las que se crearon esos objetos. Por esta época graban el video: A Limia, terra de devanceiros.

Finalmente, la apertura oficial del museo acontece en julio de 1992, en una fecha adaptada a las necesidades de la agenda política del presidente de Galicia, Manuel Fraga Iribarne. El trabajo constante y activo de O Bión de varios años de investigación de campo, de contacto y apoyo humano a la gente de los pueblos, de dedicación a sus vidas, a sus historias, a sus trabajos y oficios, a sus objetos, las visitas a los centros escolares de sus hijos, así como la política permanente de puertas abiertas y participación de los vecinos colaboradores y los donantes dentro del edificio, provoca que el día de la inauguración oficial haya tal afluencia de gente con tal deseo contenido, tal identificación, con tal empatía y júbilo no disimulado, que el alcalde y O Bión se ven en la necesidad de reabrirlo hasta cuatro veces, y hubiesen sido más si no se hubiese decidido, en contra de la voluntad de los asistentes, que el día tenía que terminar en algún momento.

El impacto cultural del museo se hace notar, y ese mismo mes de julio Alberto Ribeiro entrevista para la Radio Televisión de Galicia a Ángel Cerrato Álvarez, director del museo, y a Xosé María Villarino, uno de los miembros recientes de O Bión. También ese mismo mes, el Ministerio de Educación y Ciencia reconoce el trabajo del museo premiando a O Bión y al IES de Xinzo de Limia con el Premio Comunidad Autónoma de Galicia al mejor Proyecto de Museo Etnológico, en la convocatoria de Premios a la Educación Ambiental y Defensa de la Naturaleza. O Bión trabaja intensamente. Toma la decisión de usar la dotación económica del premio, 500.000 pesetas, para crear una nueva dependencia, una biblioteca dedicada a la antropología, la historia y la museología; era una necesidad muy sentida contar con mayor acceso a material especializado y poder llevar a cabo investigación bibliográfica más amplia, sobre todo sobre metodologías de investigación de campo y técnicas documentales de museología. Sus miembros son por ello los primeros en darle uso, llevándose ellos mismos los libros a casa para lecturas pormenorizadas, y cuando intentan transmitir entre familiares y amigos ese fervor lector, de forma lógica se les ocurre que hay que crear un servicio de préstamo y dar acceso público a la biblioteca. Deciden entonces que la entrada al museo sea gratuita, para así ayudar a que la biblioteca del museo haga las veces de biblioteca pública, ya que Vilar de Santos carece de este servicio. Acuerda con la corporación municipal que esta gestione la recepción de objetores de conciencia –personas que por aquel entonces tenían que hacer una prestación social sustitutoria como alternativa al servicio militar obligatorio (Ley de Objeción de Conciencia de 1984)– para que hagan su prestación trabajando de guías, y esta opción acaba sustituyendo a la de los vecinos-guía.

Además de las labores propias de gestión, O Bión adopta nuevas líneas de trabajo de campo. Se centra, por ejemplo, en investigar cómo mejorar la explicación de los objetos musealizados entendidos en sus contextos, pues era uno de los aspectos que sus miembros notaban débiles por el hecho de albergar un museo en el contexto reducido de un edificio. Se llevan a cabo reorganizaciones del material para crear diferentes recorridos, pero sobre todo se interesan por, y con el tiempo evolucionan hacia, una filosofía de museo al aire libre. Visitan el pueblo de Congostro, en el Concello de Rairíz de Veiga, durante cuatro años –1996 a 1999–, comprobando que reunía las condiciones para hacerlo musealizable en su conjunto, pues como unidad poblacional era a la vez de objeto musealizable y explicación de sí mismo como objeto. Poniendo en práctica todos los saberes adquiridos en su práctica de campo, la asociación vuelve a hacer una intensa y metódica labor de concienciación y autoestima, consiguiendo aglutinar a los vecinos para trabajar por la conservación y recuperación de su pueblo. O Bión acaba elaborando un proyecto de conservación, recuperación y aprovechamiento arquitectónico, etnográfico y medioambiental de la aldea de Congostro y su entorno, como primer paso para crear un museo al aire libre, que pone en conocimiento del Concello de Rairíz de Veiga, del cual Congostro es pedanía, para explorar posibles colaboraciones. El concello no se pronuncia oficialmente al respecto, pero presenta el proyecto como creación propia a las convocatorias de ayudas LEADER II de la Unión Europea, año 1999, que le son concedidas. Esta apropiación ilegal genera una enérgica protesta por parte de O Bión y posteriormente una severa crítica al concello por su implementación, pues fue modificado en el sentido de que esta conservación gira en torno a un aprovechamiento turístico de corte semifolclórico y que no muestra ninguna continuidad estratégica, sólo un rendimiento táctico de un proyecto ajeno presentado como propio para futuras contiendas electorales (con un aula de interpretación etnográfica compartiendo habitáculo con un bar, por ejemplo; con el tiempo el aula se cerraría y solo quedaría el bar). Tal situación impulsa a O Bión a abandonar el proyecto. Tanto el proyecto como la situación final en la que termina todo se relatan en el XIV Congreso Internacional de Antropología Iberoamericana, organizado por la Universidad de Salamanca en 2008.

Después de este fiasco, las ganas de trabajar se dirigieron a crear un caldo de cultivo donde pudieran surgir nuevas iniciativas culturales. El trabajo constante y con resultados sirvió para demostrarle a la gente de Xinzo que era posible el emprendimiento cultural en la Limia, sirviendo de inspiración, información y empuje a otras agrupaciones culturales que nacieron alrededor de O Bión, como el grupo de teatro popular Aneis, en 1996. En este nuevo entorno de entusiasmo y emprendimiento, hasta el concello de Xinzo se vio obligado a reaccionar, y apoyó la iniciativa de creación dramática. De igual manera, otros grupos de gente joven mantenían contacto, buscaban ideas y encontraban apoyo en O Bión. El trabajo de estas personas dio como fruto la creación en 1999 la asociación cultural Centro de Cultura Popular do Limia, y ambas asociaciones culturales tuvieron intercambio de experiencias. El Centro de Cultura Popular do Limia creó entre otras cosas la muy lograda revista: Lethes, Cadernos Culturais do Limia, y durante sus primeros números le pidió colaboración a O Bión. Se elaboraron posteriores propuestas de colaboración, pero al final no llegaron a cuajar ya que el tiempo evidenció que representaban objetivos y filosofías de trabajo diferentes. Por ejemplo, para O Bión publicar exclusivamente en gallego no era un requisito absoluto, mientras que hacer investigación de campo sí lo era. Justo al contrario que para el Centro de Cultura Popular do Limia. O Bión se centraba en la investigación y recuperación etnográficas, mientras que el Centro de Cultura buscaba darle salida cada vez más a la producción literaria y artística del entorno.

Con base en el entrenamiento y la experiencia adquiridos gracias al trabajo de campo y a la creación y gestión del Museo Etnográfico da Limia, varios miembros de O Bión decidieron generar un retorno a la sociedad, divulgando en conferencias, blogs, revistas, libros, jornadas y congresos acerca de diversos aspectos del mundo que investigaron, recuperaron y musealizaron. Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos mencionar los estudios de Xosé Calleja sobre las profesión del cantero en la revista: Lethes, Cadernos Culturais do Limia (nº 1, 1999); sobre la literatura oral, sobre el carnaval, los juegos populares, su recuperación, sobre arquitectura popular y sobre una expresión concreta: los hórreos de la Limia, en https://www.astradiciónsdalimia.com, y la continuación de sus visitas a centros escolares: https://charcalibros.blogspot.com/2016/03/obradoiro–coa–asociacion–o–beon.html. Por su parte, Ángel Cerrato Álvarez analiza en la revista Lethes, Cadernos Culturais do Limia la profesión del tejero (nº 1, 1999); las ferias por los caminos de la Limia (nº 2, 2000); el sistema de riegos en la comarca de la Limia (nº 4, 2003); en: Piedras con Raíces analiza los dinteles en la arquitectura popular en la Limia Alta y la Limia Baja (nº17, 2007); en: Emys, biodiversidad gallega analiza las relaciones entre el hombre y el lobo en la Limia, (nº 1, 2014). Así mismo, colabora con diversas universidades en jornadas sobre antropología para docentes: en las XVIII y en las XIX Jornadas do Ensino de Galiza e Portugal (Universidad de Vigo, 1994 y 1995); sobre manifestaciones populares religiosas en el Congreso: Gregorio Fernández, vida, arte y cultura en el barroco (Universidad de Valladolid, 2008) y en ponencias sobre el mestizaje cultural, en el XVI Congreso Internacional de Antropología Iberoamericana (Universidad de Salamanca, 2010). De igual manera, participa en proyectos de investigación financiados oficialmente, como: Inventario del patrimonio etnográfico de Castrillo de Murcia, Burgos (Consejería de Educación y Cultura de Castilla y León, 2001). Toda esta labor llama la atención de otros antropólogos; de la mano de Concha Casado Lobato, Ángel Cerrato Álvarez investiga acerca de: Un ancestral taller de alfombras y tapices. Hermanos Nistal de Astorga (Revista de Folkore nº 215, 1998), iniciando desde entonces una colaboración con esta revista que llega hasta 2010. De la mano de Estanislao Fernández de la Cigoña, publica para la Asociación Galega para a Cultura e a Ecoloxía. Sobre el oficio del cantero: A cantería, un oficio a extinguir (2004); sobre los trabajos comunitarios en el mundo de los labradores: Os vellos traballos comunitarios do mundo labrego (2007); sobre la arquitectura religiosa en la Limia: O mundo dos cruceiros, cruces e petos de ánimas da bisbarra da Limia (2009) y sobre este mismo tema en las 8 primeras ediciones del Congreso Galego sobre Cruceiros e Cruces de Pedra, (Actas de los congresos de 2009 a 2017, Asociación Galega para a Cultura e a Ecoloxía). Más tarde escribe en coautoría con Antonio Romero Plaza, los libros: Revilla Vallejera y Villamedianilla, la memoria del pasado, volumen I, (Ayuntamiento de Revilla Vallejera, 2006), y volumen II (Ayuntamiento de Revilla Vallejera, 2011) y en solitario: Revilla Vallejera y Villamedianilla, la memoria del pasado, volumen III (Asociación Galega para a Cultura e a Ecoloxía, 2013) y volumen IV (Asociación Galega para a Cultura e a Ecoloxía, 2020).

Examinemos ahora la gestión del museo durante sus primeros cuatro años de vida (los dos primeros como museo abierto públicamente, y los dos siguientes abierto ya oficialmente) bajo tres parámetros de análisis:

– El enfoque teórico que O Bión adoptó desde el principio estaba basado en la recuperación, análisis y catalogación, conservación, y exposición del patrimonio material de la comarca de la Limia y en la puesta en práctica de una metodología científica para llevar a cabo tales acciones. O Bión siempre hizo un análisis inductivo–deductivo, esto es, desde el análisis del patrimonio accedían a una comprensión de este que les permitía teorizarlo, y dese ese altura teórica bajaban de nuevo a ese patrimonio material para volverlo a analizar. A esa teoría le daban salida en la revista A Voz do Museo y en las charlas educativas que dieron por los distintos centros educativos del entorno geográfico. Parte de este proceso inductivo–deductivo giró en torno al análisis de centenas de horas escuchando una y otra vez las grabaciones orales que realizaron a los donantes, lo que les ayudó a generar dentro del edificio del museo un discurso expositivo lo más coherente posible. (Cabe mencionar aquí que O Bión llegó a recopilar durante sus salidas hasta cerca de 250 horas de grabaciones a profesionales del entorno rural de la Limia sobre sus vidas y oficios, que han sido digitalizadas y que, contactando con los autores, están disponibles para ser investigadas o explotadas temática, lingüística o didácticamente). Así pues, O Bión trabajó para crear una mediación cultural entre el patrimonio cultural del mundo preindustrial y la sociedad actual, y entre los conocimientos de las personas de mayor edad, los donantes, y sus propios nietos en las escuelas, donde no accedían a ese conocimiento. Desde el primer momento, entendió que los presupuestos teóricos del proyecto debían de basarse en recuperar la memoria colectiva, material e inmaterial, de una sociedad preindustrial basada en una economía agrícola y de pastoreo, que se generó alrededor de un entorno lacustre –la laguna de Antela era la mayor concentración natural de agua dulce de la península ibérica–, antes de iniciarse los procesos de mecanización e industrialización; procesos que trajeron consigo notables transformaciones de las actividades productivas que incidieron, e inciden, negativamente en el medio natural, con alteración de los parámetros hídricos y climáticos, y que causaron también cambios morfológicos y modificaciones funcionales de los patrones de poblamiento, de los entramados socioeconómicos y de sus expresiones culturales. Se trataba de difundir el acceso y dinamizar las expresiones culturales creadas en ese tiempo y espacio; de transmitir ese mundo material e inmaterial a una sociedad (post)industrial; de recuperar el valor de las personas que labraron objetos y tejieron historias, el valor de sus saberes técnicos, sus concepciones estéticas y artísticas y sus valores éticos, de darles voz para convertir a los considerados tradicionalmente objetos de investigación antropológica en sujetos de ese proceso. En una Galicia ya en esos años plagada de incendios, O Bión se propuso visibilizar la conexión y dependencia entre producción cultural y entorno medioambiental, así como la dependencia entre riqueza patrimonial y salud ecológica del entorno, desde una perspectiva de crítica del estatus quo político y cultural, cuando ambos permitían tanto el abandono del patrimonio –los objetos recuperados eran una parte ínfima de lo que nunca se pudo adquirir–, como la ruina de la arquitectura popular –fotografiada en muchos de los pueblos que visitaron–, la destrucción de la historia –la vía romana XVIII–, o la degradación del medio ambiente –la desecación de laguna de Antela, las oleadas de incendios, la contaminación del río Limia–.

– En cuanto al diseño didáctico, lo que O Bión intentaba era descifrar los acervos, catalogándolos no solo con información técnica, sino también con los nombres y datos de los donantes, con la finalidad de incidir en cómo los objetos expuestos son el reflejo de unos conocimientos que nacen de la necesidad y de la capacidad de adaptación a un entorno medioambiental y un momento en la historia que tienen personas reales, con nombres y apellidos, que todos tenemos. Buscaba mostrar cómo esos objetos son eslabones de una cadena evolutiva que pueden y deben ser reapropiados y reutilizados por cada nueva generación para mejor enfrentarse al reto de haber nacido, y que esa cadena, incluso rota como está ahora, aún ofrece soluciones válidas ante ese reto. El esfuerzo y el esmero en la conservación y restauración de los objetos propició la ganancia de rentabilidad patrimonial –cuando los objetos ganan valor al ser expuestos en mejores condiciones de las que estaban al momento de ser rescatados– necesaria para establecer de manera solvente un contramensaje al discurso hegemónico de que es aceptable en nuestra sociedad industrial que el progreso pase por el menosprecio, el olvido o la destrucción de la creación material e inmaterial anterior a esa producción industrial. Además, se entendió el museo como algo más que un lugar para la conservación y la exposición de un patrimonio; debía ser un entorno didáctico dinámico donde se tenía que llevar a cabo una labor de educación patrimonial. Por eso O Bión creó siempre que pudo sinergias con otras instituciones y expresiones culturales, entre otras cosas gestionando la exhibición en el museo del trabajo de jóvenes artistas, como la del pintor Manuel Garrido Pérez, o participando en la red de museos que acogieron la exposición itinerante del Museo do Pobo Galego: «O entroido en Galicia» con máscaras de carnaval originales de toda Galicia. En el museo se daban clases, por ejemplo, sobre fotografía. Jerónimo Peláez impartió diversos cursos sobre técnicas de fotografía y revelado.

– La finalidad del proyecto era ayudar a conseguir que el entorno humano manejara su propia herencia, transmitir y enseñar a transferir el conocimiento para que se conserve el legado cultural e incluso si es posible, los recursos medioambientales en los que nace. Se trataba de visibilizar el principio de que todo avance tecnológico y social se da en un contexto medioambiental y se apoya en el conocimiento acumulado de las generaciones anteriores para analizar, entender y apropiarse de valores y estrategias para su supervivencia social; estrategias como la adecuación al medio, el uso sostenible de los recursos, el apoyo mutuo y la cooperación entre profesiones y entre núcleos de poblamiento para hacer ese uso sostenible, o el diálogo entre generaciones para conservar el conocimiento de esa adecuación al medio. O Bión se esforzó por rescatar la memoria colectiva para contribuir a ella; perseveró por fijar autoestima colectiva y por mejorar la situación patrimonial, cultural y social de ese entorno, estudiando y educando en el pasado para ahondar en los interrogantes de nuestras existencias presentes. No podemos dejar de comentar un efecto curioso, y que el premio del Ministerio no hizo sino corroborar: si bien O Bión nunca lo tuvo como finalidad explícita –de hecho ni siquiera tenía un concepto claro de qué era– el Museo Etnográfico da Limia nació convertido en un ecomuseo, según había sido definido por el ICOM (International Council Of Museums) en su 9ª Conferencia, en la década de 1970, pues alcanzaba cualitativamente la mayoría de los parámetros establecidos en la definición (referenciados con dos marcas):

El museo, tal como se concibió en esta primera etapa, seguiría siendo incluso hoy en día un ecomuseo según el nuevo concepto de ecomuseo elaborado por el ICOM en 2016.

Analicemos a continuación la gestión del museo cuando al cabo de esos cuatro años –y hasta el momento presente– pasa a ser del ayuntamiento de Vilar de Santos y hagamos una comparativa de los dos paradigmas de gestión con las mismas referencias: el enfoque teórico, el diseño didáctico y la finalidad del proyecto. El análisis de los dos tipos de gestión se ha llevado a cabo en base a entrevistas, pero nos hemos encontrado por veces con aplazamientos que, aunque vinieran acompañados de buenas razones, no permitieron materializar tales entrevistas.

El ICOM define en 2022 un museo como «una institución […] al servicio de la sociedad, que investiga, colecciona, conserva, interpreta y exhibe el patrimonio material e inmaterial». Destaca el talante que debe tener de inclusividad, diversidad y sostenibilidad; además, tal organismo debe valerse de la participación comunitaria. El aspecto educativo es esencial también, al igual que la necesidad de propiciar la reflexión y el intercambio de saberes. Las funciones de un museo inciden en conservar (velar por su colección, proteger los bienes y evitar su pérdida y deterioro), investigar (recopilar información congruente sobre los objetos), educar (mediante la observación crítica y la percepción multisensorial permitir que el visitante deduzca información), exhibir (presentar la colección debidamente conservada y con información fruto de sus investigaciones) y más modernamente autosustentarse (generar bienes y servicios culturales propios para autofinanciarse).

Recordemos que el Museo da Limia, abre al público en 1990, funcionando a todos sus efectos, pero que por retrasos en la agenda política no se inaugura oficialmente hasta dos años más tarde. Está gestionado por O Bión durante sus primeros cuatro años, hasta 1994.

Recordemos también que O Bión fue premiado por del Ministerio de Educación y Ciencia al mejor proyecto de museo etnológico de Galicia, en la convocatoria de Premios a la Educación Ambiental y Defensa de la Naturaleza, con una dotación económica de 500.000 pesetas. Ese mismo día empiezan los problemas. El alcalde de Vilar de Santos quiere utilizar ese dinero para celebrar en el pueblo una fiesta de inauguración, lo cual crea un violento enfrentamiento con O Bión, que avisa que ese dinero lo han recibido ellos, no el concello, y que la asociación ha decidido usarlo para abrir una biblioteca dentro del museo. La situación no se soluciona hasta que el director, Ángel Cerrato, amenaza al alcalde con avisar al Ministerio de Educación y Ciencia de la apropiación ilegal del dinero. A las pocas semanas, y a raíz del éxito del museo y del premio, el concello de Xinzo de Limia decide proponer la creación de un segundo Museo da Limia en Xinzo. Cuando el concello de Vilar de Santos tiene noticia de esta propuesta, se genera un rifirrafe entre los dos concellos, de diferente signo político, que tiene ocupada a la prensa local durante un tiempo. O Bión tiene que dejar de centrarse temporalmente en su labor de investigación para aclarar que no se va a convertir en moneda de cambio en problemas entre ayuntamientos. Poco tiempo después, la corporación municipal de Vilar de Santos crea una nueva figura bajo el nombre de Axente de Desenvolvemento Local[1], figura que no consta en los estatutos pero que asume las funciones que más o menos le corresponderían al concejal de cultura –figura elegida democráticamente, en contraposición con la nueva figura asignada ad hoc– y al que suplanta de facto como nexo entre el concello y O Bión. Nuevos problemas surgen cuando esta Axente de Desenvolvemento Local intenta imponer tanto su concepción del museo como su manera de administrarlo. Esta persona se encuentra con un proyecto que no ha creado, que no ha trabajado y que no ha materializado, y que sin embargo pretende apropiarse, comenzando con O Bión una época plagada de confrontaciones. Los incidentes son múltiples: retira los cuadros de la exposición pictórica de Manuel Garrido Pérez sin informar ni a O Bión ni al propio Manuel; cambia el horario oficial de visita sin previo aviso y sin dar explicaciones, asume unilateralmente la organización de los objetores de conciencia, se opone a que haya una sección de arqueología e intenta desmantelarla, pretende imponer a un cuñado del alcalde como director del museo, suplantando ilegalmente al director en activo y en contra de lo estipulado en los estatutos del museo. Estos altercados llegan a resolverse tras intensas discusiones, y solo después de que, en el caso en concreto del cuñado del alcalde, Ángel Cerrato la amenace con acusarla ante la justicia. Así, los cuadros acaban exhibiéndose otra vez en su lugar original, los horarios se acaban restableciendo, la sección de arqueología no se llega a desmantelar, y no hay cambio de director. Pero O Bión se desgasta y se ralentiza su trabajo. Cuando en 1992 Ángel Cerrato se muda a Valladolid por razones de trabajo, Xosé López Calleja asume el cargo y continúa la línea de trabajo constante, entre otras cosas adquiriendo nuevos fondos; consiguiendo en 1993 la inclusión del museo en el Censo de Museos de la Xunta de Galicia y estableciéndolo como referente museístico en la provincia de Orense. La Axente y la corporación municipal por su parte se embarcan en una dinámica de conflicto permanente con Xosé López sobre el proceso de toma de decisiones, obstaculizando su labor y funciones. Traban constantemente el proceso de publicación de la revista A Voz do Museo, descoordinan el trabajo de los objetores con O Bión, obstaculizan los planes de O Bión de conseguir un bibliotecario, improvisan y cambian unilateralmente y sin previo aviso la orden del día en las reuniones del Patronato. Por esta época, la edificación disponible se ha quedado pequeña para albergar los nuevos fondos, así que se decide trasladar el museo a una nueva sede, la antigua casa rectoral Vilar de Santos. Durante el traslado intentan reducir la figura del director a un mero firmador de documentos cuyas explicaciones no le dan, con los consiguientes recelos legales y protestas de este. En 1994, la mayoría de los integrantes de O Bión se ha trasladado lejos por motivos laborales y la situación de enfrentamiento y desgaste es diaria. A pesar de contar con el apoyo inquebrantable de Carme María Cuquexo, que aún sigue viviendo en Xinzo, ante la correlación de fuerzas y ante la constatación de bloqueo absoluto, Xosé López Calleja dimite.

Es el momento del concello. Hacen desaparecer el puesto de director y la gestión del museo pasa a manos de la Axente de Desenvolvemento Local y del Patronato, quienes ahora la centran en torno a la mera posesión del museo como instrumento de proyección política y también turística. Es una nueva etapa, que durará casi veintidós años, donde no se experimenta ningún tipo de crecimiento real: se detiene en seco y por completo la investigación de campo; se cortan radicalmente la investigación científica del patrimonio y la investigación pedagógica sobre la transmisión de conocimientos; desaparecen paulatinamente los proyectos relacionados con la concienciación, educación y protección patrimonial. El foco de atención es acabar el proceso de adquisición y acondicionamiento de la nueva sede, en la que se invierten 33 millones de pesetas. Sin O Bión en el Patronato y con la figura del director desaparecida, el concello inicia una nueva etapa mutilando todo vínculo con la historia y el legado de O Bión: desaparecen todas las fichas catalogatorias con el nombre y la información de los donantes que en su día O Bión había hecho para todos y cada uno de los acervos musealizados, dejando en un limbo el interrogante de a quién pertenecen y a quienes pertenecieron estos acervos; desaparece la sección de arqueología; desaparece la revista del museo A Voz do Museo; desaparecen los fondos de la biblioteca (500 mil pesetas invertidas), que se cierra y no se reabre hasta 2018; se rechaza la colaboración con o Bión: cuando en 1994 el antiguo director, Ángel Cerrato, le pide a la Axente de Desenvolvemento acceso a parte de los acervos del museo para poder usarlos como ponente en las XVIII Jornadas do Ensino de Galiza e Portugal, organizadas por la Universidad de Vigo en Orense ese año, le son denegados y solo después de acaloradas discusiones le son por fin concedidos. En 1996 el concello lleva a cabo por fin el traspaso del museo a la nueva sede y hace una segunda inauguración del museo, que viene acompañada de un nuevo relato oficial: toda mención a O Bión desaparece de la información legal y turística, y el museo ha sido creado por un «grupo de alumnos y profesores del instituto de Xinzo». O Bión no es invitada a la reinauguración. En la nueva sede deja de haber visitas guiadas y la entrada, hasta entonces gratuita, se pasa a cobrar; llegando al extremo de tener los visitantes durante ciertas épocas que ir a pedir las llaves del museo a casas o negocios particulares.

En 2016 se crea una página web. Adolece de todo carácter didáctico, con información en casos incompleta (con profusión de menciones a libros sin referencias bibliográficas), a veces desactualizada (se habla del servicio de guía antes de asumirlo la empresa Xeitura), a veces confusa (los horarios de apertura no coinciden con los horarios anunciados en la página del concello); sin conexión con la identidad del museo (llena de biografías de políticos); personalista (con más información sobre los miembros del museo que sobre el museo en sí) e inexacta (el teléfono de contacto no es del museo sino el del concello). A pesar de que el museo se ha modernizado en ciertos aspectos técnicos, como ha sido la incorporación de paneles explicativos luminosos en la sala dedicada a la comarca de A Limia, relativa a la geografía humana de este territorio, y en la sala de O Liño, consagrada a la fabricación textil del lino, en las repetidas visitas efectuadas para la redacción de este trabajo, por libre y guidadas, no se ha apreciado una explicación clara de la línea temporal de las actividades humanas en el territorio de A Limia, o de las dificultades de los procesos de fabricación textil con lino y con técnicas preindustriales, lo que genera comprensiones incompletas y segmentadas del conocimiento encerrado en el edificio.

En 2017, se redactan unos nuevos estatutos donde O Bión no se menciona. Hay que puntualizar que, teniendo en cuenta los acuerdos iniciales, tales estatutos son nulos de pleno derecho ya que no cuentan con la aprobación de O Bión, que continúa siendo legalmente, a todos los efectos, miembro fundador.

Cuando la persona que ocupa el cargo de Axente se marcha, el Patronato del museo se va poco a poco desentendiendo de sus propias funciones, llegando en 2020 a externalizar su labor en Xeitura[2]. Esta empresa de gestión de servicios culturales lleva el servicio de visita del museo y explica en su video promocional que existe la posibilidad de externalizar a su vez sus servicios si lo viese necesario. Xeitura gestiona la comercialización del museo, su promoción y servicio de guía para la visita, funciones por las que el concello la remunera, pero no lleva a cabo ninguna actuación de conservación de los acervos museísticos ni genera ni gestiona investigación o publicación antropológicas.

Ya que el Patronato no tiene ningún técnico de restauración ni ninguna otra figura que dedique su tiempo a llevar a cabo esta actividad, con el tiempo se ha ido produciendo un abandono y una negligencia en la protección y exposición de las piezas musealizadas, que a su vez se traduce en una pérdida del valor en los acervos del museo previamente catalogados por O Bión. Los objetos del patrimonio musealizados en el patio abierto (ver imagen 6) del museo están a la intemperie, expuestos a agentes externos y a procesos graduales y acumulativos de degradación física, a todas luces no pudiendo garantizar su preservación. Además, en este patio los objetos están descontextualizados, no tienen carteles ni paneles explicativos, tampoco mantienen una conexión histórica o funcional entre ellos, y su disposición no es ni lógica ni profesional pues se tapan unos a otros. La guía de Xeitura no aporta explicaciones del acervo y además, no se recogen las sugerencias de los visitantes ante la constatación de la negligencia en su conservación[3]. Tal carencia informativa se aprecia también en la ya comentada desaparición de las notas explicativas realizadas por los donantes para informar sobre todos y cada uno de los acervos musealizados. Falta de información y de mantenimiento que impactan negativamente no solo en el ámbito educativo sino también en el emocional a la hora de hacer una visita de estas características. Como resultado, uno de los vínculos originales creados entre el museo y su entorno se ha extinguido.

En 2019 se crea un Consello Asesor del Patronato del museo, formado por los propios miembros del Patronato, a los que se suman abogados, agentes comerciales o empresarios, y hasta 4 familiares de quien funge de alcalde en ese momento. El museo se deshizo en su día de A Voz do Museo y ninguno de esos abogados, agentes comerciales y empresarios tiene formación etnográfica, o no la publican a nombre del museo, por lo que este no cuenta con ninguna publicación propia. Chao Quintana publicó a título personal un único artículo en 2001[4], relacionado con la gestión del museo. En él, si bien reconoce que O Bión existe y que fue el «promotor» del museo, se atribuye como propios los logros del trabajo de la gestión de O Bión y las labores iniciales de catalogación, conservación y exhibición. Como contrapunto, el Patronato sí ha encontrado tiempo para crear un premio, el premio Pedra Alta, que aparte de reportar una muy discreta atención mediática al Consello Asesor –e ínfima al museo– ha sido usado para auto premiarse: véase la edición de 2019, donde se entrega el trofeo a una asociación en la que participan miembros del propio Consello Asesor.

De este modo, en casi treinta años el museo no ha publicado ningún documento relacionado con la etnografía, la museística, o la investigación y la docencia antropológicas. Además, la producción literaria, muy marginalmente científica, de los autores que se mencionan, físicamente en la biblioteca y digitalmente en la página web es en grandísima medida ajena a los temas propios del museo.

Bajo este modelo de gestión, la antropología ha dejado de ser una línea de investigación y una rama del conocimiento y se ha convertido en un instrumento de proyección para detentar cuotas de poder político y también mediático. Un poder que ha encontrado un relato oficial alternativo: si bien antes O Bión había sido sustituido por un «grupo de alumnos y profesores del instituto del Xinzo de Limia», ahora desde el servicio de guía se informa erróneamente al visitante de que el origen del museo es la asociación cultural: «Amigos da Limia».

Se debe destacar también que el museo muestra una falta de coherencia en su línea de colaboración con otras entidades. El Patronato participa con el Sindicato Labrego Galego[5] para la realización de las jornadas medioambientales en el Festival Son Labrego, pero se desentiende cuando ese mismo sindicato alerta sobre la situación de emergencia social en Galicia ante la invasión de generadores eólicos en el medio rural. En el museo se anima al visitante a hacer turismo de relax en la reserva de la biosfera de la que forma parte el concello de Vilar de Santos, sin la mínima mención a las protestas de concellos y colectivos vecinales y ecologistas del entorno a los macroproyectos eólicos o a las concesiones mineras. En ese sentido, es un museo que desvía la atención de las decisiones políticas que permiten una explotación desordenada de los recursos y del patrimonio natural del entorno y de las consecuencias para los habitantes de ese entorno, en definitiva los vecinos de los que partió el conocimiento que dio lugar a la creación del museo.

Una vez explicado el período de cambio de gestión, tanto en su cambio de ubicación física, cambio de recursos, cambio de personas que gestionan, pasemos a analizar ahora los mismos tres parámetros ya estudiados en la filosofía de la primera gestión:

– El enfoque teórico del actual museo se basa en la apropiación del trabajo ajeno, esto es, de la labor realizada anteriormente durante la primera gestión, con la mera intención de no producir trabajo: el material musealizado se recibe para no hacer nada con él, para custodiarlo y fosilizarlo. El pasado no se entiende como un ente dinámico que nos insta a reflexionar sobre valores útiles aplicables al presente, sino como una petrificación atemporal enclaustrada en un edificio sin que el visitante perciba siempre con claridad a qué época concreta se refiere el discurso expositivo. Una muestra de tal desconexión con el presente se materializa en la sala dedicada al monocultivo de la patata en la Limia, pues no se propicia la reflexión sobre temas de actualidad como la soberanía alimentaria o la biodiversidad; en la estancia destinada a la comarca de la Limia, donde no se analizan los cambios en la relación del hombre con el entorno de la laguna de Antela (la que fuera la mayor extensión natural de agua dulce de la península ibérica) antes y después de desecarla, ni se explicitan vínculos con la situación vigente de explotaciones areneras y con los momentos de prospección de lignitos en el entorno.

El laboratorio fotográfico y los cursos de fotografía, que en su día tuvieron un claro beneficio hacia la comunidad, ya no existen. En su lugar se ha instalado un espacio permanente para que una asociación particular, la Asociación de Artesanos da Limia[6], pueda instalar su tienda y generar beneficios propios.

La biblioteca, creada durante la gestión inicial de O Bión gracias a la dotación económica (medio millón de pesetas) del premio del MEC, es reinaugurada en 2018 pero con la absoluta mayoría de sus fondos originales desaparecidos[7] –reducida literalmente a dos baldas, con una parte dedicada a literatura infantil–. Estos libros están musealizados, es decir, están simplemente expuestos y se tratan como objeto del museo, sin servicio de consulta ni préstamo[8]. En lugar de los libros con los que contaba la biblioteca original, ocupan la pared unas fotografías de personalidades literarias de la comarca de la Limia, incluyéndose a sí mismos miembros del propio Consello Asesor: ninguna de ellas escribe sobre antropología o museística. Las vitrinas que un día sirvieron para exponer en la sección de arqueología los hallazgos neolíticos encontrados por O Bión en la laguna de Antela, se usan ahora para exponer los objetos personales de un reconocido escritor local, Antón Tovar, al que se le ha erigido una estatua dentro de la biblioteca. Esta estancia se ha transformado así en un escaparate poético–literario de la vida y obra de personalidades literarias locales o regionales, algunas con cierto reconocimiento, muchas en busca de una construcción reputacional. Tal y como se apuntó, el museo no cuenta con publicaciones propias por lo que únicamente expone como parte de la visita musealiza algunos números de la revista Lethes, Cadernos Culturais do Limia en la biblioteca. Se exponen también otros objetos como el bastón que le regaló Manuel Fraga al escritor homenajeado, transmitiendo un claro mensaje de aceptación y complacencia con el status quo político ajeno a un museo de antropología y contrario al espíritu de crítica que animó a O Bión a crearlo.

La biblioteca se ha reconvertido de esta manera en un altavoz literario de la identidad política de los miembros del Patronato, desentendiéndose por completo de las manifestaciones científico-técnicas de la cultura material que se musealiza y reduciendo el estudio del acervo antropológico y etnográfico comunitario a producciones literarias personales. Claramente, resulta disfuncional para generar, por ejemplo, un centro de estudios local que ayude a enfrentarse a la magnitud de las agresiones que recibe el patrimonio cultural y ecológico en el entorno[9]. Finalmente, todo este quehacer entra en contradicción con la información publicada en la web del museo: «A biblioteca da Limia contará cunha base de datos bibliográfica que alcance todo aquilo que se publicou ou se publique, relacionado con este territorio» ya que no hay tal base de datos.

– En cuanto al diseño didáctico, se presentan gravísimas deficiencias de contextualización, de apoyo a la apropiación del conocimiento, del rigor en la reflexión y la creación de actitudes críticas resultando en un alto grado de disociación entre los bienes patrimoniales musealizados y los conocimientos y valores que representan. El museo ha dejado de ser un laboratorio de significados y emociones para convertirse en una simple institución de gestión y fosilización de recursos –heredados sin recogerlos, catalogarlos ni entenderlos–. El museo se concibe como una sucesión de objetos físicos parciales con, en ocasiones muy, pero que muy serias dificultades para simbolizar una cultura y ayudar a entenderla. En reiteradas visitas al museo, el servicio de guía no fue capaz de facilitar adecuadamente la comprensión de todos los contenidos patrimoniales, manifestando que debería anotar las constantes dudas de los visitantes y entregarlas a los responsables, pero sin llevarlo a cabo. Una dejadez y falta de implicación ante las preguntas de los visitantes, causadas estas por la ausencia de explicaciones de ciertos procesos complejos, que genera desazón y desconfianza ante la incierta línea didáctica: se aprecia la carencia de participación activa en el desarrollo de un ente orgánico, como es un museo, por parte de sus miembros, Patronato y Consello Asesor, que han delegado en una empresa externa cuya especialidad no es la etnografía. Se observa una pérdida de rentabilidad patrimonial ya que existe tanto una merma del valor físico de ciertos objetos como una carencia de información y aclaraciones. También mencionado anteriormente, el museo no cuenta con paneles explicativos en todos los objetos, ni con las definiciones necesarias por parte del servicio de visita guiada. En la actualidad, el museo carece de un listado de su propio patrimonio, situación que entraña una gran contradicción con la identidad del museo; sin embargo, O Bión catalogó en su día todo su patrimonio. Finalmente, se ha producido una significativa reducción de fondos con enorme valor patrimonial y didáctico: la catalogación original, la sección de arqueología, el laboratorio y sus fondos fotográficos, los fondos de la biblioteca... todo esto ha desaparecido.

La cultura musealizada no se muestra como una cadena evolutiva de trabajo y conocimiento heredados, sino como una fotografía fija de un momento atrapado en el tiempo. El museo se desvincula de muchos aspectos de la sociedad en la que existe y para la que existe, puesto que no trabaja para crear una mediación cultural entre el patrimonio cultural del mundo preindustrial y la sociedad actual; ni indaga acerca de los objetos musealizados, los cánones culturales donde nacieron o la red de relaciones en las que se crearon esos objetos. No enseña ni aprende del pasado; y por tanto, tampoco educa en valores. Las (más bien escasas) actividades culturales son, en muchas ocasiones, más propias de un club literario que de un museo etnográfico, con un alto porcentaje de charlas literarias, recorridos literarios, conmemoraciones literarias, exposiciones literarias, presentaciones literarias, certámenes de creación literaria y homenajes a figuras literarias. Mientras ciertos acervos se están degradando físicamente, el museo abre sus puertas para acoger exposiciones de tarjetas de navidad (22 de noviembre de 2019).

– La actual finalidad del museo es la de ser usado como un activo para crear una rentabilidad muy particular. Rentabilidad política: se presenta dentro de una lista de logros en un programa electoral y se usa para exponer la producción literaria de una ideología política. Es una colección de conocimientos enclaustrados que dosificar, conocimientos-propiedad. Rentabilidad económica: se presenta dentro de un circuito turístico que genera ganancias para una empresa ajena al museo. Es una colección de conocimientos-negocio reunidos para su consumo fácil, dado que los aspectos más complicados no se explican adecuadamente, dentro de un lote de bienes y servicios. En ninguna de las dos concepciones se incide en la apropiación simbólica del patrimonio por parte de los sujetos del visitante. Con un partido político y una empresa que han llegado a plato puesto y han ocultado su origen.

Concluyendo, en contraste con la gestión de O Bión, que se centraba en la transformación de una realidad de abandono patrimonial para convertirla en una fuente de conocimiento e inspiración para la colectividad, el modelo de gestión actual del museo descuida la conservación y el estudio el legado musealizado. Tras casi treinta años bajo este modelo, a la fecha de escribirse este artículo, no consta que los acervos estén debidamente catalogados, con una parte de estos en malas condiciones de conservación; ni el Patronato ni el Consello Asesor han realizado ninguna publicación sobre el objeto de estudio del museo, y la biblioteca es disfuncional –no es ni sala de estudios ni de investigación, ni cuenta con servicio de consulta, lectura, o préstamo–, por todo lo cual se puede afirmar que se ha convertido en un museo–mausoleo. No aporta un espíritu crítico ante la desaparición del ecosistema, al centrarse en el circuito meramente turístico y silenciar problemáticas medioambientales incómodas pero necesarias de estudiar, por lo que ha perdido en gran medida su función de ecomuseo y se ha convertido en un museo-distracción. Con una tienda y una empresa con servicio de guía que usan el museo como instrumento de financiación propia, se ha convertido en un museo-negocio (ajeno). Con medio millón de pesetas (de hace 30 años) de fondos bibliográficos específicos retirados, se ha convertido en un museo-negligencia. Se rige por unos estatutos de dudosa legalidad y dista de cumplir con el espíritu de lo legislado en materia de museos a nivel nacional, como en el Real Decreto 1305/2009, de 31 de julio, por el que se crea la Red de Museos de España, o a nivel de comunidad autónoma, como en la Ley 7/2021, de 17 de febrero de museos y otros centros museísticos de Galicia. No hace honor al logo oficial: «facendo memoria», puesto que obstaculiza la fertilidad de conexiones entre el legado cultural del pasado y las necesidades materiales y culturales del presente, por lo que se ha convertido en un museo-fraude. Finalmente, oculta los orígenes de O Bión y falsea su propia memoria; de ahí que podamos afirmar, sine ira et studio, que se ha convertido en un museo-absurdo.




NOTAS

[1] Figura que asume Chao Quintana González, hermana de Anxo Quintana, futuro presidente en el Parlamento gallego del partido político gobernante en el Concello de Vilar de Santos.

[2]https://www.xeitura.com/

[3] Se han realizado repetidas visitas al museo durante un espacio de al menos 14 meses. No se ha apreciado ninguna mejoría ni en las explicaciones de la visita guiada ni en la conservación de los objetos expuestos.

[4] Actas dos III Encontros Cultura e Concellos, (Consello da Cultura Galega, noviembre-diciembre de 2001).

[5]http://sindicatolabrego.com/index.php?s=3&i=1847

[6] Esta asociación es de reciente creación

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/ourense/vilar-de-santos/2021/12/10/nace-limia-asociacion-artesanos-tendra-espacio-museo-etnografico/0003_202112O10C4994.htm

[7] Se desconoce el paradero los fondos que se adquirieron con la dotación económica del premio otorgado por el MEC.

[8] Al preguntar sobre la posibilidad de acceder a la biblioteca sin tener que abonar el importe de la entrada al museo, las guías de Xeitura se encontraron con una situación inusual, y terminaron alegando, tras varias consultas, que quizá se podría.

[9] La desecación de la laguna de Antela, la concentración parcelaria, la cultura de los incendios en Galicia, la invasión del monocultivo de eucalipto, los intentos de extracción minera del lecho de la laguna, la intrusión de macrogranjas eólicas...



El Museo Etnográfico da Limia

CERRATO COVALEDA, Ángel Carlos / MURIAS ROMAN, Ruth

Publicado en el año 2023 en la Revista de Folklore número 502.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz