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Revista de Folklore número

474



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Hay niebla en el mar hasta la barra de Bayona

DE LA MAR, Joserra

Publicado en el año 2021 en la Revista de Folklore número 474 - sumario >




Itsasoan laino dago
Baionako barraraino
Nik zuk zaitut maitiago
txoritxoek
umeak baino.

El lugar de Bayona ya era conocido por los romanos. Se sitúa en la confluencia de dos ríos con mareas, el Adur y el Nive y como está sobre una loma evita los problemas de inundación. Pronto surge en ese enclave la villa de Bayona como puerto marítimo fluvial, dominando una amplia llanura. Lo que nos cuenta Iñaki Galarraga en La Vasconia de las Ciudades.

El Beato de Sainte Sever, copia libre del que hizo en Liébana el célebre monje en el siglo viii, está hecho en el monasterio de ese nombre aguas arriba del Adur en el siglo xi. Aunque yo no lo aprecio, parece que reflejó el Adur, con sus afluentes, el Gave y el Bidouze. El mar está representado muy oscuro y plagado de islas, barcas y peces. En Bayona quizá en un templo romano o lugar del antiguo foro, se reunían los vecinos bajo el olmo que allí existiría. Desde el siglo xii la Societas Navium Bayonensium defendía la navegación de los bayoneses con el Consulado del Mar bilbaíno como precedente. La marisma dificultaba una desembocadura fluvial precisa, una boca adecuada, aoa, mouth, ménde, boucau. En 1310 unas tormentas desplazaron las dunas 20 kilómetros al Norte.

En 1578 Luis de Foix diseñó y construyó una nueva desembocadura en el Nuevo Boucau, que dio a Bayona la hegemonía sobre el territorio. A la mitad del viejo Boucau y el nuevo (40 kilómetros entre ambos, por tanto a 20 de cada uno) fluye el estuario natural del Adur serpenteando en Cap Breton. Un mapa de 1612 representa el conjunto urbano con el nuevo Boucau al fondo coronando un canal de río en que apareen hasta trece barcos y una gran ballena. El nuevo Boucau dio seguridad a los navegantes y bajó el nivel de las aguas a su paso por la Villa.

En los años sesenta del siglo xx, ya consolidado el surf desde 1957 en la costa vasco francesa La Barre se convierte en una ola célebre en todo el mundo. Una izquierda que atrae la atención de americanos y australianos y que es retratada nada menos que en la revista Surfer y además protagonista de una famosa película de surf, Evolution, de Witzig. El mismísimo padre del surf moderno Duke Kahanamoku habla de la Barre y de las olas francesas comparándolas con las de su isla.

En 1975, Txomin Artola, un joven de Hondarribia de 27 años que quería dedicarse a la música, sacó un disco llamado «Olaxta» que parecía continuación de la canción vasca cada vez menos joven, pero que en realidad era ya algo nuevo, con guitarra acústica, una Martins, y hasta un Moog, en la última canción, que al parecer ocupaba toda una sala de los estudios donostiarras y sin embargo se oye muy tenue.

Se basaba el disco en unos poemas de su padre, Fernando Artola, Bordari, afamado escritor euskaldun que sin embargo todavía no había publicado su obra más que como periodista. En 1982 saldrían los dos tomos de sus narraciones y poesías. Juan San Martín o Juan Mari Lekuona insistían en que los versos de «Olaxta» merecían un lugar en la literatura vasca ya solamente por el hecho de que el mar brilla por su ausencia en las letras vascas y es aquí única protagonista.

Aunque en «Olaxta» domina un tono épico nada típico en la obra más lírica de Fernando, el disco de su hijo Txomin lo cerraba una canción de amor tranquila, «Itsasoan laino dago».

Cuando por fin compré el disco, me sorprendió que mi aita, nacido en 1912, se supiera la canción. La melodía suena en Gernika en algún carrillón, creo que el de la casa de Juntas. Cuando llegaron las plataformas y los smartphones localicé la canción en un canal de YouTube con música progresiva. La oí noche tras noche para dormirme.

En 2019 tuve ocasión de participar en una entrevista a Txomin en el programa «Itsas Tantak» de Onda Vasca y decidí documentarme, siguiendo mi mantra de que si voy a hablar unos minutos en la radio, tendré que hacer lo posible por no decir a las chulapas en vez de a las chalupas, como contaba alguien que un actor novato hizo en Radio Bilbao en un serial.

Vi que Oteiza la menciona en Ejercicios Espirituales en un Túnel y remitía a Azkue y al Padre Donostia. Azkue ya la mencionó en una conferencia de 1901 y la recogió en su cancionero de 1922. Afirmaba que era parte de Itsasoan Urak Andi, y añadió una estrofa de tono moderadamente religioso. Azkue incluye la canción entre las de cuna.

Pero el Padre Donostia recogió en 1922 en su cancionero varias versiones compiladas en diferentes lugares de Euskal Herria. Afirmaba Azkue en su cancionero (1921-1925) que, inicialmente, la mención a Baiona, la barra de Baiona, le hizo pensar que la canción era de origen labortano. Sin embargo, pronto le corrigieron indicándole que se cantaba en Gipuzkoa, y recogía el dato en la edición de su cancionero, el de que era una canción guipuzcoana.

A luego de haber publicado la lindísima canción Itsasoa laino dago de mi Conferencia del año 1901, alguien al ver que la daba como Melodía labortana me dijo que en toda la costa de Guipuzkoa se conocía la letra. Hice yo tal indicación tal vez porque me dijo el cantor Benito Zamora, de San Sebastián (en cuya casa, llamada Txanbolin, viví yo el verano que hice mi vendimia léxica en dos casas de Beneficencia de la linda ciudad), tal vez por la mención que en la canción se hace de la ciudad gascona. Por los datos que anteceden y por no haber dado en Lapurdi con ninguna versión de aquella lindísima canción, puede sostenerse que es guipuzkoana.

Con esa excusa pregunté a Txomin si desde Hondarribia se ve la Barra de Baiona.

Parece una pregunta inocente para alguien que, como yo, ha vivido en Elantxobe y ha visto la costa hasta Bayona desde el puerto y desde la Atalaya o el camposanto, y hasta los fuegos de Donosti una noche en que bajamos con una caña a pescar chicharritos aunque estábamos más pendientes de ir a la máquina a pillar birra. Parece una pregunta idiota si la diriges al hijo de alguien que ha vivido siempre en Hondarribia y que ha reescrito un poema popular que afirma que hay niebla hasta la barra de Baiona para mencionar a su pueblo. Es que había leído sobre Bordari y su peripecia.

Bordari tuvo desde joven responsabilidad en el PNV y marchó a Lapurdi con la guerra, con 26 años. Allí, en una venta cercana a la abadía de Belloc donde se hospedaba con otros refugiados, conoció a Henriette. Pronto decidieron unir sus vidas. Él quiso que su novia conociera a la familia de Hondarribia y ambos cruzaron la frontera. Volvieron a Francia y Bordari, al de unos días, confiado, decidió colaborar en el rescate del Cantabria para redimir penas. Pero fue detenido y fichado. Por tanto, le fue vetada la salida a Francia a ver a su prometida, donde los hermanos de su novia fueron apresados por los nazis. Durante tres años los jóvenes amantes consiguieron mandarse algún que otro mensaje para quedar en un monte, o en algún paraje fuera de vigilancia. Cuando se casaron en 1943 los padres de ella no pudieron cruzar la frontera, solo a la madre le permitieron llegar hasta la mitad del puente para conocer a su yerno, Bordari. Tuvieron tres hijos, el menor de ellos, Txomin. Las dificultades económicas llevaron a Henriette a trasladarse a Biarritz a trabajar en una tienda de comidas.

Por eso, cuando le pregunté si desde Hondarribia se ve la barra de Baiona, Txomin me contestó que se ve la barra de Baiona, pero que él de niño miraba al mar hacia el faro de Biarritz porque allí vivía su madre. Algo parecido tal vez hizo su padre unos años antes.

A Oteiza y los estudiosos mencionados, les sorprende cómo la canción yuxtapone ideas muy diferentes, el amor y la contemplación de la naturaleza y eso les hace comparar el poema con la poesía japonesa.

El Padre Donosti relaciona la canción, dice Oteiza, con los haikais japoneses en su conferencia «La Canción Vasca». Anteriormente Oteiza a los Ejercicios ya mencionó esta comparación en Quosque Tandem. Nos dicen en las notas de Ejercicios Espirituales que el Haikai se compone de 17 sílabas dispuestas en tres versos de 5, 7 y 5, sin rima. Tradicionalmente buscaba describir los fenómenos naturales, el cambio de las estaciones o una escena breve de la vida cotidiana. Suele contener una palabra clave denominada kigo que indica la estación del año a la que se refiere.

Del Haikai han nacido el Haiku y el Haiki a-No-Renga.

Afirma Oteiza en Quosque Tandem que según el Padre Donosti el poeta popular vasco une sin soldaduras ideas distintas que no tienen relación particular entre sí. Su poesía fotografía las cosas exteriores para saltar a las interiores. Creyó el escultor que estas enunciaciones sin conexión serían tal vez restos de antiguas poesías, fragmentos, que quedaron en la memoria del cantor como ramas desprendiéndose de su tronco, pero luego «he echado de ver», diría, «que este procedimiento que recuerda algo a la manera de los aikais japoneses es una de las características de nuestra poesía popular».

He visto que la Chorale Eresoinka fundada por el Gobierno Vasco la cantaba durante la guerra en los conciertos por Europa y Estados Unidos y hay una grabación en shellac, en disco de pizarra, de 1937. Después hay varias versiones más a cargo de agrupaciones corales que nos trasladan ecos que para mí suenan casi fantasmales.

Y también he visto que Ansorena, el maestro txistulari, recogió otra versión en su cancionero de 1990. Las diferentes versiones fueron recogidas en Altzo, Ea, Zugarramurdi, Baztan... Varían al comparar el amor del narrador, bien con el de los pájaros por sus crías o con el de los peces por el agua, o bien incluyen ambas, o también incluso el de la madre por sus hijos. También son diferentes los lugares donde hay niebla, o sea, los pueblos, algunos no mencionan la barra pero la menciónm´s abundante es a la famosa Barra de Bayona. Bordari usaba el poema tradicional para cantar a Hondarribi, Fuenterrabía, itxas erri, pueblo del mar. En algunas versiones el poemita acaba con la llamada al sueño, egizu lo.

Tras la versión de Txomin hay otras grabaciones modernas de la canción. Urko la grabó en uno de sus discos ya más tardíos, Pascal Gaigne y Amaia Zubiria, Kalakan, y este año Ekuru, un grupo de jazz también la han recreado. Últimamente Euskal Barroque Ensemble la incluye en su disco de homenaje a Elkano, con la letra completa de Azkue y la suelen interpretar en sus actuaciones.

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Como decía Unamuno en sus versos del destierro sobre el mar, el mar trae noticias de otros lugares, de su Vizcaya, de su gente. Como he dicho, según Oteiza en Quosque Tandem el Padre Donosti afirma que el poeta popular vasco une sin soldaduras ideas distintas que no tienen relación particular entre sí. Su poesía fotografía las cosas exteriores para saltar a las interiores. De manera que creyó el de Orio que estas enunciaciones sin conexión serían restos de antiguas poesías, fragmentos, que quedaron en la memoria del cantor como ramas desprendiéndose de su tronco, pero luego afirmó que había «echado de ver que este procedimiento que recuerda algo a la manera de los aikais japoneses es una de las características de nuestra poesía popular».

Como viene a decir Sarrionandia en «Gure Oroitzapenak», su poema más popular, nuestros recuerdos vagan libremente por el mar, como restos de naufragio, nos asaltan. Pero es que también nuestro pensamiento va por libre a menudo, de forma desordenada, no solo cuando nos asaltan los recuerdos.

O no. Al menos en este caso.

Los lugares donde los musicólogos han encontrado conocedores de la canción son en su mayoría lugares altos, de montaña: Altzo, Baztán, Bidegoyan, Ultzama.

Supongo que son lugares en los que hay algún enclave desde el que se ve el mar. Lo que nos puede llevar a pensar que tal vez desde su rincón en lo alto vino a la imaginación del poeta el vuelo de los pájaros, y el deseo de anular la distancia, y que por tanto, de todas las versiones, la que compara el amor del poeta popular por la amada con el de los pájaros por sus crías sería la más cercana al original y que el cantor tradicional, lo mismo que Txomin se fijaba en el faro de Biarritz, miraba a la barra de Bayona, el boucau nuevo, en el principal puerto al otro lado de la frontera, donde quizá se encontraba su familia o su futura mujer, quién sabe. Es decir, que hay una relación entre ambas ideas, aunque no queda expresada.



Hay niebla en el mar hasta la barra de Bayona

DE LA MAR, Joserra

Publicado en el año 2021 en la Revista de Folklore número 474.

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