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Resumen:
Música y emociones están ligadas inexorablemente. De hecho, el lenguaje musical es un lenguaje anterior a la palabra y el razonamiento. Las canciones, además, combinan música y letra. La primera mueve y conmueve; la segunda dicta un discurso plagado de mensajes sociales concretos, acompañados de emociones, entre otras cosas.
Las canciones infantiles son muy importantes, ya que colaboran no solo al desarrollo neuronal y psicomotriz, sino que también socializan a través del discurso verbal y musical, cultural y psicológico (Delval, 1999).
Este trabajo presenta, de manera breve, algunos ejemplos de socialización infantil a través de las letras, los mensajes y el discurso en las canciones infantiles tradicionales y populares, unas narrativas que por medio de la música, y de sus letras fundamentalmente, reproducen concepciones sociales con tonos afectivos para el desarrollo sentimental del infante y, con posterioridad, de la persona adulta. Esto es, se pretende mostrar la importancia de la reproducción social y los afectos a través de la canción, algo poco estudiado y reflexionado. No obstante, únicamente se revisarán letras de canciones que transportan emociones de forma explícita o implícita, y en general en sentido de infundir miedo, en principio y aparentemente, centrándose además, como se indica, en emociones desagradables que tienen que ver con el carácter disciplinario y autoritario del discurso que las transita, esto es, ligadas a imaginarios sociales o cosmovisiones culturales con ciertas perspectivas cognitivas, conductuales y éticas, relatos culturales con ecos de creencias y emociones amalgamadas en cierto discurso tradicional en cuanto a la crianza y disciplina infantil.
Se trata, en definitiva, de solo una aproximación inicial al tema que invita a la reflexión sobre la importancia de lo que cantan niños y niñas, los mensajes que viajan en el aire y que entretejen cultura, ideología, disciplinamiento y emoción, con música e infancia. Toda vez que el reconocimiento de los significados culturales de las emociones, o los significados emocionales de la cultura se podría decir, y en este caso en particular de la canción. En fin, emociones que disciplinan a través de los mensajes musicales, según creencias y contextos, subrayando significados culturales y fundamentalmente educativos.
Para empezar
Hay canciones infantiles sobre las emociones que son un encanto. Describen emociones, se las enseñan a niños y niñas, incluso más allá del conocimiento emocional de cada quien, pues subrayan, por ejemplo, la empatía para comprender las emociones de las otras personas. Algo que hay que reconocer novedoso y propicio en nuestros días. Presentamos a continuación un par de ellas a modo de ejemplo.
Contenta.
Estoy contenta,
a mis amigos voy a ver
y un abrazo les doy.
Bailo contenta,
me siento requete bien
y os quiero ver contentos también…
Enfadado.
Hoy estoy así,
me quejo y pataleo
y todo lo veo gris,
me pongo serio,
yo no me siento feliz…
Triste.
Estoy triste, ¿qué será?
No puedo sonreír,
no quiero ni jugar,
me friego los moquitos,
que me escapan al llorar.
Animado.
Canto una alegre canción,
bailo y brinco feliz,
todo me hace ilusión,
el sol brilla así en mi corazón,
anímate también como yo…».
La canción de las emociones, de Jim Jam & Sunny
(https://www.youtube.com/watch?v=lwBteVbTGCM, 2016)
«Cuando llora tu corazón,
en el mío hay mal tiempo.
Cuando ríe tu corazón,
en el mío va saliendo el sol.
Mi corazón late más deprisa
cuando tú estás alegre.
Cuando habla tu corazón,
en el mío hay dos orejas.
Cuando estucha tu corazón,
en el mío suena esta canción».
Los corazones amigos trabajamos las emociones, de César García Rincón
(https://www.youtube.com/
watch?v=-hgu-Bx7qz0, 2016).
Pero hay otras, bien diferentes, entretejidas a un discurso disciplinario de amenaza y violencia, unos mensajes que intimidan cuanto menos, y que disciplinan a través del miedo. Portadoras de un discurso hegemónico tradicional de siglos, que en la actualidad está cambiando, sin embargo, en algunos espacios y medios, permanece y se reitera, las cuales presentaremos a continuación.
La relación música y emoción está clara ya desde las definiciones de los diccionarios. Según el Diccionario de la lengua española, música es ‘concierto de instrumentos o voces, o de ambas cosas a la vez. Arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya tristemente’ (dle.rae.es, 2016). Y qué decir de la palabra y el lenguaje verbal: ‘conjunto de sonidos articulados con que el hombre manifiesta lo que piensa o siente’ (dle.rae.es, 2016). De nuevo, la emoción sobresale.
Es tan notable la relación que incluso hay toda una corriente terapéutica. La musicoterapia tan difundida e importante en nuestros días: «… el poder del sonido y la música para vincular al paciente en una relación significativa y profunda con su sabiduría organísmica, con la fidelidad de un desarrollo del potencial humano y de conciencia de sí mismos. El encuentro entre la música-(sonido), el paciente y el músico terapeuta crean la posibilidad de trascender las historias que detienen el flujo natural del crecimiento personal. Dicha relación establece el ámbito psicoterapéutico, para ofrecer a las personas la oportunidad de acceder a su psique en donde mora la complejidad de su naturaleza humana, como también la capacidad de sanarse a sí mismos» (Muñoz Polit, 2008). Esta es, pues, una capacidad innata de la música, ligada a la cultura y la sociedad, y sobre todo la psique personal y el espacio emocional.
«Los vínculos entre la música y el ámbito emocional han sido ampliamente debatidos por músicos, teóricos del arte, psicólogos y pedagogos, planteando problemas y cuestiones que surgen de la concepción misma de la naturaleza del fenómeno artístico en general y del musical en particular. Así, mientras para algunos la emotividad se desprende de la presencia sonora del fragmento musical, para otros está condicionada por las características individuales del oyente que la percibe y el significado que cada uno le otorga» (Cabrelles, 2007: 5). Si bien varias son las teorías y los enfoques, todos coinciden en la influencia musical en las emociones en la vida. En general, lo más trabajado o estudiado ha sido la música, poca suerte ha corrido la letra de las canciones.
Música, beneficios y emociones
Las emociones traducen el sonido en sensaciones, estas dan sentido a la música misma, que resalta las emociones. «Es tan grande la influencia de la música sobre los seres vivos que parece demostrado que escuchar melodías agradables no solo modifica nuestro estado de ánimo, sino que puede tener una influencia muy positiva en el desarrollo cognitivo humano, en el estímulo de nuestra inteligencia e incluso en la salud, reduciendo el estrés, el insomnio, la depresión, calmando el dolor y mejorando la inmunidad. Por su efecto sobre las emociones, la experiencia musical provoca la participación de numerosas estructuras cerebrales relacionadas con la motivación y la emoción. Otros procesos cognitivos, como la atención, el aprendizaje y el pensamiento, también tienen su participación en ello» (Vallejo, 2015). Por todo esto, parece evidente que en general la música es positiva para varias cosas.
La música posee importantes beneficios en el ámbito psicofisiológico y emocional. Se expone un breve listado sobre este asunto:
«La música nos ayuda en nuestro desarrollo psíquico y emocional, proporcionándonos el equilibrio necesario para alcanzar un nivel adecuado de bienestar y felicidad.
La música considerada como arte, ciencia y lenguaje universal, es un medio de expresión sin límites que llega a lo más íntimo de cada persona.
Puede transmitir diferentes estados de ánimo y emociones que liberan la función tanto emocional como afectiva e intelectual.
Escuchar música desarrolla la sensibilidad, la creatividad y la capacidad de abstracción o análisis, nos incita a descubrir nuestro propio mundo interior, la comunicación con “el otro” o “los otros” y la captación y apreciación del mundo que nos rodea.
La música nos conduce a una re armonización del estado de ánimo y de los sentimientos, formando un mecanismo de retroalimentación, en el que no solamente el estado de ánimo produce una expresión emocional, sino que a su vez esta expresión tiende a despertar o mantener el estado de ánimo.
Al desarrollar la conducta musical de escucha, disciplinamos la mente y las emociones, forjamos hábitos de atención y respeto, al tiempo que agudizamos nuestra capacidad de concentración.
La música nos moviliza y nos dirige a determinados procesos psicomotrices, que afectan directamente a nuestro mundo emocional, además de la actividad motriz, provocando situaciones de alegría o de integración.
Estimula las capacidades de abstracción, relacionándose muy positivamente con el desarrollo de los aprendizajes matemáticos y la visión espacial.
La expresión libre de una obra musical contribuye a dominar y canalizar las emociones, ya que requiere controlar los gestos corporales y faciales. De esta manera los individuos con una personalidad débil, serían capaces de despertar sus energías latentes y los impulsivos, canalizar las fuerzas desencadenadas.
Al cantar, dejamos salir las más profundas emociones, sentimos y exteriorizamos nuestro propio cuerpo con alegría, tristeza, agresividad o miedo, por citar solo los cuatro estados emocionales básicos» (Vallejo, 2015).
Hasta aquí algunas definiciones y explicaciones del panorama general sobre la importancia de la música y las emociones en la vida en general. Como se ha visto, hay una mayoritaria concepción benéfica de la primera con relación a las segundas. Por supuesto, también existe la música que altera cuerpo, mente y espíritu, o que provoca tristeza infinita o un terrorífico miedo.
Algunos ejemplos de mensajes no tan beneficiosos
A continuación, este trabajo se centra en el discurso y los mensajes en la canción infantil tradicional, con especial énfasis en el tono emocional, en este caso centrado aparentemente en emociones cuanto menos desagradables o incluso dolorosas (Fernández Poncela, 2011). Sustos, amenazas y órdenes hacia la infancia, algo ilógicas y bastante crueles según la edad y la pedagogía actual, plagan sus letras desde una perspectiva autoritaria y muy dura, que se inocula a través de la socialización primaria, y permanece hasta nuestros días. Así, desde la canción de cuna a la de corro o juegos varios, se endoctrina a niños y niñas, desde sustos y espantos hasta amenazas con castigos y golpes. La violencia atraviesa muchas letras bien populares, y por lo menos hasta fechas recientes, bastante cantadas.
Como en este caso una canción vale más que mil palabras, parece oportuno presentar, revisar y reflexionar alrededor de varias letras de canciones infantiles. Claro está que se trata de la canción tradicional y popular, y que en ella se realizó una selección con objeto de mostrar sus letras no tan benéficas, incluso perjudiciales para la infancia y la sociedad en su conjunto. No obstante, estas existen, se reproducen y entonan sin reparar en el significado de mensajes y discurso, pero consciente o inconscientemente algo debe de grabarse y quedar en las mentes y corazones infantiles tan abiertos y absorbentes en sus primeros años de vida. Los temas sobresalientes, ya mencionados, son las amenazas y los sustos en la canción de cuna, los espantos y la atemorización en la canción infantil, la violencia de todo tipo y la relacionada con el golpe y castigo, llegando incluso a la muerte.
Con relación a la metodología utilizada para la selección de letras de canciones, además del conocimiento personal de varias de ellas se revisaron cancioneros infantiles (impresos y en audio y presentados en la bibliografía) de canciones populares y tradicionales de México y España.
Los sustos de la canción de cuna
«Duérmete, niño mío,
que viene el coco,
a pillar a los niños
que duermen poco.
Duérmete, niño mío,
que viene el lobo
y se lleva a los niños
que duermen poco»
(canción de cuna, España)
«Duérmete, mi niño,
que ya viene el bu,
se lleva a los niños
así como tú»
(Duérmete, mi niño, canción de cuna, España)
«Duérmete, mi niño,
que viene la cucamora
a llevarse a los niños
que lloran»
(Duérmete, mi niño, canción de cuna, España)
«Duérmete, niñito,
que ahí viene el coyote
y te va a llevar
como al guajolote»
(canción de arrullo, México)
«Ya viene el nanual,
y a los que no duermen
se los va a llevar»
(canción de arrullo, México)
«... duérmete, niñito,
duérmete, papá,
que ahí viene el cojito
y te comerá»
(canción de arrullo, México)
«Duérmete, niño, en la cuna.
Y dice su madre:
—Cállate, que viene el coco.
Y era su padre»
(Duérmete, niño, en la cuna, canción de cuna, España)
«Con su traje rico
y su hijito feo,
la loba, la loba,
vendrá por aquí,
si esta niña linda
no quiere dormir»
(canción de arrullo, México)
«Que viene la vaca
con cuernos de oro
y uñas de plata»
(canción de cuna, España)
«Arrurrú, duerme mi sol;
que si no duerme
vendrá un ratón»
(Arrorró, mi nene, canción de cuna, España)
«Que si no se duerme
le doy un trancazo»
(canción de cuna, España)
«Venga su padre y le calle,
si no, le tiro al corral»
(canción de cuna, España)
«Ea la ro-ro...
¿No hay quien le dé a este niño
con un ceporro?»
(canción de cuna, España)
«A tos los niños güenos
Dios los bendice;
pero a los que son malos
les da lombrices»
(canción de cuna, España)
«Ova la niña,
que viene el coco:
lleva a los niños
que duermen poco»
(Ova la niña, canción de cuna, España)
Los espantos en la canción infantil
«Cuando el reloj marca la una
los esqueletos salen de la tumba.
Cuando el reloj marca las dos
los esqueletos toman el sol.
Cuando el reloj marca las tres
los esqueletos toman el té»
(Los esqueletos, canción infantil, España)
«Así van, van, van,
los fantasmas pequeñitos,
dando vueltas sin parar»
(Los fantasmas, canción infantil, España)
«A estirar, a estirar,
que el demonio va a pasar»
(El patio de mi casa, canción de coro, España)
«Agarra una niña
que se porta mal
y al exclamar:
¡Chingaravis!
le salen barbas»
(El brujo, canción infantil, cri-cri)
«Los niños malos sueñan visiones,
malas acciones hicieron ayer
y los enanos les dan pescozones
¡para que se porten bien!
Si es que te portas bien
a medianoche las vas a oír...
¡Pero cuidado, pues si eres malo
brujas podrán venir!»
(Canción de las brujas, canción infantil, cri-cri)
La violencia en la canción infantil
«Todos los patitos se fueron a nadar,
y el más pequeñito, se quiso quedar,
su mamá enfadada, le quiso pegar,
y el pobre patito se puso a llorar»
(Todos los patitos, canción, España)
«Ven, ven, conejito,
dice su mamá,
que buenos azotes
te tengo que dar»
(Pepito conejo, canción, España)
«El gato echó la uña
y estropeó el quesito.
La pastora enfadada,
larán, larán, larito,
la pastora enfadada,
la pastora enfadada,
dio muerte a su gatito»
(Estaba una pastora, canción, España)
«Una y dos,
María Tacón,
taconeando
pisó un ratón,
le sacó las tripas
y se las comió»
(María Tacón, canción de comba, México)
«Santa María, mata a tu tía,
dale de palos hasta que se ría.
Salve Regina mató a su gallina,
gimiendo y llorando la estuvo pelando»
(canción, México)
«Juan Pirulero
mató a su mujer
con veinte cuchillos
y un alfiler»
(Juan Pirulero, canción, México)
«Domingo la conocí,
lunes le mandé un recado,
martes la mandé pedir,
miércoles nos casamos,
el jueves nos disgustamos,
el viernes le di de palos,
el sábado se murió,
y el domingo la enterramos»
(La semana, canción de relación, México)
Los castigos corporales en la canción infantil
«¡Caray con mi tío,
qué palos me daba!»
(Ayer fui a la huerta, para saltar al corro, España)
«Marcelino fue a por vino;
quebró el jarro en el camino.
¡Pobre jarro! ¡Pobre vino!
¡Pobre culo de Marcelino»
(Marcelino, canción, España)
«Si mi padre se enterara
¡qué paliza me daría!
Me encerraría en un cuarto
y a la calle no saldría»
(El perrito chino, canción, España)
«Mi madre lo supo,
qué palos me dio;
¡mal haya sea el hombre
que me enamoró!»
(La viudita, canción, España y México)
«He perdido el “do” de mi clarinete,
de mi clarinete he perdido el “do”.
¡Ay! si lo sabe mi papá, tralalá,
la paliza que me da»
(El «do» de mi clarinete, canción de corro, España)
Anotaciones finales
Las canciones en general y las infantiles en particular son fuente de socialización, narrativas que reproducen la cultura y el orden social, que además portan y recrean emociones de forma directa o indirecta, creaciones siempre humanas para humanos con intenciones conscientes o inconscientes que dibujan el panorama de la vida entre emociones y discursos.
Mensajes y letras de las canciones se encuentran inscritas en un discurso social hegemónico tradicional, formando parte del imaginario social del universo simbólico, a menudo legitimador del estado de las cosas (Berger y Luckmann, 1986), como se ha visto aquí. El lenguaje de los sentimientos está superpuesto al de los conceptos y se adquieren conjuntamente (Heller, 1989). Pensamiento y lenguaje, indisociables, y se introyectan simultáneamente en la construcción de nociones sociales y el desarrollo psicosocial en las mentes infantiles (Piaget, 1986; Vigostky, 1987; Delval, 1999).
Un ejemplo de los casos revisados es el de las nanas o canción de cuna. Las hay alegres y tristes, también amenazantes y dramáticas, en las cuales se asusta más que se tranquiliza —aunque el bebé supuestamente no entienda todavía el mensaje— además de presentar «la realidad cruda» y «el dramatismo del mundo» (Menéndez Ponte y Serna, 1999). También aparentemente ininteligible, en las cuales seres espantan y amenazan «y hasta pueden llevárselo [al bebé]» (Mostaza y Vidal, 1996). Se pueden aducir argumentos históricos en su creación, más difícil es mantener la explicación de su pervivencia en algunos lugares en los últimos años.
Otro ejemplo, las canciones que portan y exponen la violencia en enunciados explícitos, claros y directos, como forma de crianza y medida de disciplina. Una violencia naturalizada inscrita en la vida en general desde la más corta infancia, y además concretizada en el castigo físico corporal, golpes y palizas, argumentada y justificada en las letras de las canciones de juegos infantiles.
No hay estudios sobre la repercusión de las canciones en los infantes, pero qué duda cabe que algo influyen. Dicen que en la vida los genes son importantes, las circunstancias también, así como la cultura, además y por supuesto la responsabilidad de cada quien. Entre todas las cosas que seguramente nos marcan de una u otra manera y en diferente medida están las canciones que nos cantaron, las que cantamos en nuestra infancia o les entonamos a nuestros hijos.
No hay tampoco investigación sobre los mensajes de la canción infantil, en el sentido de crear estados de ánimo o de transmitir mensajes sociales; solo algún que otro acercamiento (Fernández Poncela, 2005) en cuanto a discurso y mensajes. Tal vez la mayoría de las letras son alegres y energizantes, quizás la mayoría de los mensajes entusiastas y optimistas, y las músicas sean revitalizantes y amorosas. Lo que sí se puede afirmar es que hay cierto discurso que transita por emociones latentes o patentes, amenazadoras, intranquilizantes, imperativas desde los mandatos sociales del poder dominante de un sistema social y político, unas instituciones como la familia y la escuela, que tienden a la reproducción de una sociedad autoritaria y a una visión del mundo incluso se podría decir que desesperanzada, como se ha visto en las letras de las canciones expuestas en estas páginas y que constituyen solo una ilustración de esta tendencia. Por supuesto, junto a estas hay nuevas letras con nuevas intenciones y más conciencia en el sentido de proveer descripciones emocionales, explicaciones afectivas, sensaciones agradables, mensajes tranquilizantes, pero las aquí mencionadas marcaron a generaciones. Sería bueno reflexionar al respecto y pensar si deseamos que lo sigan haciendo. Por supuesto, no en el sentido de prohibiciones, pues si así fuera quizás nos quedaríamos sin canciones tradicionales y populares, sino más bien en la idea de ser conscientes de qué cantamos y de evitar reproducirlas si así lo decidimos, buscar alternativas, discursos y mensajes que nos gusten y consideremos más propositivos y constructivos. Las palabras se las lleva el viento, dicen, quizás también las letras dañinas de algunas canciones; quizás la respuesta está en el viento, como también dice una canción, así que hay que prestar atención a lo que el viento nos dice, lo mismo a lo que le decimos al viento.
BIBLIOGRAFÍA
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