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Revista de Folklore número

340



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CELEBRACIÓN DE UNA BODA GITANA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

FUENTES CAÑIZARES, Javier

Publicado en el año 2009 en la Revista de Folklore número 340 - sumario >



La descripción de los hechos que vamos a exponer tuvo lugar dos años antes de la promulgación de la última pragmática de Carlos III en 1783. En 1781, el procurador del Consejo de Castilla Pedro Rodríguez de Campomanes, un año después de haber recibido el título de conde de Campomanes, recibe una carta de Melquiades Antonio de Fáfila y Llamas, vecino de la localidad conquense de Villarejo de Fuentes, en la que denuncia el escándalo y las molestias que se originaron los días 8 y 9 de octubre de 1781 con motivo de la celebración de una boda entre gitanos. El contenido de la carta que se cita en este artículo se basa en la trascripción de la carta, cuyo original se haya en el Archivo General de Simancas (Valladolid), que aparece en el libro Los gitanos españoles. El período borbónico de la historiadora M. H. Sánchez Ortega (1977, pp. 463465):

"[&] el día 8 del mes pasado de Octubre se celebraron en la citada Villa de Villarejo esponsales de futuro matrimonio entre unos Gitanos, a cuya fiesta concurrió una turba tan innumerable de ellos que ocupando la mayor parte del Pueblo causaron bastantes molestias, por aposentar las caballerías en las viñas y olivares, no atreviéndose sujeto alguno a reclamar estos daños por el terror con que a semejantes se conceptúa y especialmente oponiéndose a sus proyectos: cuya libertad les prestaron los Alcaldes, en el mismo hecho de consentir, que en el mismo día saliesen a caballo los citados Gitanos por las calles públicas en filas de a dos en dos, cual si fuera un regimiento bien ordenado, y lo que es más punible, uno con espada desenvainada y otro con bandera. Cuya tropel y alboroto no parecía celebridad nupcial de Gitanos y sí aclamación de un Rey.

Esperando pues que esos Alcaldes pusiesen término a esta insolencia fue tan al contrario que en menosprecio de lo mandado por Real Resolución y al siguiente día domingo en que se celebró el ya citado matrimonio, asistieron los memorados Alcaldes y uno de ellos que es Domingo Ramírez acompañó a la novia llevándola de su mano a la Iglesia Parroquial desde cuya distancia fueron también asociados de diferentes Gitanas que muy aderezadas iban danzando delante del cura y en la misma forma arrojando porción de confitura entraron en dicha Iglesia yendo tañendo una guitarra. Con cuya novedad y alboroto fue estímulo para que oyesen la Misa indevotamente por el rumor que se suscitó especialmente viendo Gitanas cubiertas las cabezas con sus guardapiés y ocupar parte del prebisterio.

Acabada pues esta función, fueron conducidos desde dicha Iglesia a las casas que habitaban, con la misma pompa y acompañamiento, algazara y griterío de muchachos, y delante de ellos uno de los Gitanos disfrazado y enmascarado a presencia del Pueblo con una sábana, haciendo el guión con mil ademanes y figuras que provocaban la risa exclamando con desentonadas voces, viva los Gitanos extrañando las gentes de juicio cómo se permitían tales mojigangas por ser preparativas a tumulto y contra lo prevenido por superiores órdenes y más en una gente forajida destituida del temor de Dios que una cosa es enarrarlo y otra ver tan insólita función que pudiera ser gustosa habiéndose ejecutado en celebración de haber alcanzado nuestro católico monarca una gran victoria pero no entre gente desta, pués a no ser el Alcalde Dámaso Ramírez el protector de ellos que así lo aclamaba esta Nación, en ningún modo otro lo hubiera permitido".

Las primeras conclusiones que se pueden extraer de la información de esta carta son que el vecino de Villarejo acusa a los gitanos de causar daños y molestias por dejar sus caballerías aposentadas en las viñas y olivares cercanos al pueblo. Puesto que nadie se atreve a impedir que los gitanos acampen en las cercanías debido al temor que los villarejeños les profesan, entonces el vecino denunciante arremete contra los alcaldes por haber permitido que tales hechos se produjeran. Además, los gitanos desfilan a caballo por las calles del pueblo en fila de dos, y lo que es aún más escandaloso para el vecino, es que uno de los gitanos portaba una espada y otro una bandera. La narración de estos hechos se refiere a los acontecimientos acaecidos el sábado día 8 de octubre en el que se celebraron, según declara el testigo denunciante, los "esponsales de futuro matrimonio" entre los futuros cónyuges. Al día siguiente domingo día 9 de octubre es cuando se celebró la boda canónica en la iglesia del pueblo. El autor de la denuncia nos describe la forma en la que la comitiva nupcial se dirigió a la iglesia, qué ocurrió dentro y finalmente esboza cómo se produjo la salida de la iglesia hasta las casas que habitaban los gitanos. El vecino de Villarejo no sólo responsabiliza de forma directa al alcalde Dámaso Ramírez por proteger a los gitanos para que puedan celebrar sus nupcias de una forma tan escandalosa sino que, en la carta, también acusa al presbítero, Lorenzo Ramírez, que es hermano del alcalde y amigo de los gitanos, y nos revela los favores que reciben tanto los alcaldes como el cura por permitir tales celebraciones escandalosas a los gitanos y no actuar cuando durante los festejos nupciales se produjo un accidente con perjuicio para un vecino:

"Es público y notorio que dicho Ramírez y sus compadres lo surtan de las mejores Caballerías y sin duda en retribuciones de haberles permitido esta insolencia y la estancia en los tres días de la feria franca que se celebra en dicho Villarejo en los cuatro, cinco y seis de Octubre. Le han regalado una burra sobresaliente y al referido Alcalde un caballo con título de trueque.

De estos antecedentes resultó el que uno de los Gitanos quebró una pierna a una mujer llamada Paula Alonso de aquella vecindad, y aunque su consorte pidió justicia hasta ahora no han tomado providencia alguna dichos Alcaldes para el caso de tanto exceso. Pero que mucho lo disimulen, si los Gitanos tienen el amparo y patrocinio en Don Lorenzo Ramírez Presbítero es porque fue de la compañía de Jesús, hermano carnal de Ramírez y sujeto íntimo amigo de aquellos, respecto que a que su casa se surte con las caballerías de los Gitanos y siendo cierto que la casa se gobierna con el dictamen de dicho Presbítero y no se ejecuta cosa alguna sin que primero dé su parecer".

La protección prestada por estos alcaldes y el presbítero de Villarejo no representa un caso aislado en la historia de los gitanos españoles. Según Sánchez (1977, p. 433) "Un aspecto interesante de la situación de los gitanos en España, es la protección de que serán objeto por parte de los grandes señores y de los religiosos, en cuyos conventos se refugiaban. También les ayudan los alcaldes y justicias locales por diversas razones. A veces son comprados por los gitanos, otras por el temor que les producen [&]".Resulta conveniente señalar que las prohibiciones a las que estaban sujetos los gitanos en relación a las prescripciones de las pragmáticas que se habían ido expidiendo desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVIII convertían a los gitanos en potenciales víctimas de las justicias locales que ocasionalmente podían beneficiarse de la ejecución de las ordenanzas de las pragmáticas que se promulgaban contra la población gitana. Según Sánchez (1977, p. 193) la comunidad gitana se convierte en fuente productiva para las justicias locales debido a que los gitanos debían observar el cumplimiento de las prohibiciones de las pragmáticas para evitar ser castigados. En este sentido, los gitanos no podían tener caballerías mayores, excepto alguna mula o caballería menor para acudir a la labranza, y si las justicias locales registraban sus casas o les sorprendían en posesión de caballos o yeguas, estas caballerías podían ser embargadas. Además, los gitanos tenían prohibido acudir a ferias y mercados y realizar cambios y trueques en ellas y en los pueblos en los que vivían salvo que tuvieran licencia y pasaporte para entrar en las ferias. De este modo, las justicias locales podían exigir a los gitanos el pago de ciertas cantidades de dinero para permitirles pasar a las ferias locales y realizar allí sus transacciones comerciales en el caso de que no presentaran sus licencias. Según lo expuesto, podemos entender la razón que lleva a los gitanos que participan en la celebración de la boda de Villarejo a regalar algunas caballerías a los alcaldes para que les permitan no sólo celebrar los esponsales y la posterior boda en la iglesia sino también acudir a la feria franca que se celebró en Villarejo los días 4, 5 y 6 de octubre de 1781. Existen documentos de la primera mitad del siglo XVIII que dan testimonio sobre los frecuentes conflictos ocasionados a causa de la protección a favor de los gitanos por parte de las justicias locales que se enfrentan en algunas ocasiones a los comisarios de la Santa Hermandad, que con el pretexto de detener y castigar a los gitanos que incumplen las ordenanzas de las pragmáticas, intentan enriquecerse a su costa mediante el embargo de sus pertenencias(1). Leblon (1993, pp. 9091) describe el enfrentamiento que se produce el 14 de septiembre de 1738 entre el alcalde de la población pacense de Zalamea de la Serena y unos cuadrilleros de la Santa Hermandad que incautan animales y ropas a unos gitanos que allí viven. Los cuadrilleros son arrestados y puestos en prisión después de negarse a presentar sus ejecutorias. El Consejo de Castilla decide soltarlos después de dos meses en la cárcel y recomienda a sus comisarios no volver a rebasar los límites de su jurisdicción. Los oficiales de la Santa Hermandad alzan una protesta contra esta decisión injusta y se querellan "[&] por los malos tratos infligidos a sus cuadrilleros y acusando a la justicia de Zalamea y a un influyente personaje de la ciudad, don Pedro Zevadera, de proteger abiertamente a los gitanos [&]". Leblon (1993. pp. 9192) ofrece más ejemplos de la protección que dispensan tanto las justicias locales como los habitantes de algunas poblaciones pacenses como Puebla del Prior, Ribera del Fresno, Santa Marta y Almendral a los vecinos gitanos para protegerlos de los abusos de la Santa Hermandad. Según Sánchez (1977, p. 172) "[&] Los casos de los gitanos herreros a los que se necesitaba para poner a punto las herramientas de los alrededores van a ser muy frecuentes en la historia de la comunidad gitana y este oficio se va a mencionar repetidas veces en su defensa durante la terrible situación por la que atravesaron durante el reinado de Fernando VI: su prisión en los arsenales".

En el caso que nos ocupa, la protección proviene de los alcaldes y del presbítero de la localidad de Villarejo de Fuentes. No sabemos con certeza si el propio alcalde, Dámaso Ramírez, pudo ejercer el papel de padrino de la novia en la boda canónica que se celebró el domingo; pero existen documentos que dan testimonio del uso de padrinos castellanos en los bautizos de niños gitanos. Martínez (1998, p. 131) ofrece datos sobre la existencia de este tipo de padrinazgos como el que tuvo lugar en 1742 en la población almeriense de Vera, donde Josefa Moreno bautizó a su hija Ana María Nicolasa "[&] El padrino de la niña fue Nicolás Molero "familiar y notario del Santo Oficio de la Inquisición". No cabe duda, que la elección de los padrinos por parte de las familias gitanas buscaba indudablemente un fin utilitario, al buscar entre la población castellana, especialmente entre los más influyentes o ricos. Además, en el nombre de los niños se incluía en su mayor parte, como en esta ocasión referencia al nombre del padrino, ya que la niña se llamaba Ana María Nicolasa, Ana María por su madrina Ana María Carabaño, y Nicolasa por su padrino Nicolás Molero, esposo de la anterior". En el caso de las bodas celebradas en las iglesias de los pueblos, los gitanos también debieron de servirse de estos padrinazgos que pudieran serles de utilidad en el futuro (2). El tipo de relación que exista entre la comunidad gitana y la sociedad castellana en la que vive jugará un papel fundamental para que muchos gitanos recuperen la libertad perdida tras la indiscriminada redada de gitanos de 1749. Sánchez (1977, pp. 211212) afirma que la Real Instrucción del 28 de octubre de 1749 ordenaba "[&] devolver a sus pueblos a todos aquellos que no debían haber sido comprendidos en la ley anterior [&] y se ordenó a las justicias que les devolvieran la libertad y los bienes, de los que habían sido despojados por sospecharse que los habían adquirido por el robo, siempre que mediase un informe secreto y favorable sobre su vida y costumbres. El informe sobre su vida y costumbres debían hacerlo conjuntamente las justicias y los párrocos [&]. A pesar de la prontitud con que teóricamente se les devolvió la libertad, todo evidencia que muchos consumieron sus días detenidos en los presidios y arsenales [&]. Todos los que no consiguieron con rapidez la libertad fueron considerados culpables y retenidos. Cabe, sin embargo, preguntarse si estos gitanos no consiguieron los informes favorables de los párrocos y de las justicias porque eran efectivamente culpables o porque no pudieron comprarlos [&]". Gómez (1993, pp. 4849) afirma que el Consejo de Castilla dará una importancia mayor al arraigo vecinal y oficio conocido, como indicadores de una verdadera integración, que a la posesión de ejecutorias y despachos a la hora de conceder la exención de prisión para muchos gitanos en octubre de 1749: "La comprobación de la integración aparece como verdaderamente definitoria para la exención, hasta el punto de aparecer primada sin necesidad de que concurra la posesión de ejecutoria; el trato favorable que el Consejo otorga a alguna familias en los primeros momentos de la operación anticipan el sistema que posteriormente generalizará en un intento de difuminar el carácter indiscriminado de la redada. El destino de los Gitanos queda así en manos de los convecinos llamados a declarar en informaciones abiertas sobre su vida y costumbres, y de las autoridades que remiten esas informaciones al Consejo, condicionando con específicas valoraciones, ya el trato a favor, ya el atropellamiento". Sánchez (1977, p. 213) afirma que ministros de la época como Campomanes estaban convencidos de que muchos gitanos fueron puestos en libertad por las presiones y el miedo que los gitanos inspiraban a los alcaldes y corregidores "[&] Si bien los ministros hablan de la debilidad de los corregidores y alcaldes por el miedo que les inspiraban los gitanos, también tenemos pruebas abundantes de su venalidad y no es improbable que muchos no llegasen a conseguir un informe favorable por no haber podido comprarlo" (3). En The Zincali, Borrow publicó una copla (n.° 43), presumiblemente en Andalucía, cuyo contenido podría ser una clara alusión a acontecimientos trágicos como la redada de 1749, y más concretamente, al momento en el que los gitanos, con más recursos económicos o mayor prestigio social dentro de su localidad de residencia, fueron puestos en libertad después de que hubieran podido comprar o inclinar a su favor los informes secretos

"Ya estan los Cales balbales
Cada uno en sus querés,
Y tosares los pobrecitos
Los llevan al jurepé" (4).

Presumiblemente, la razón por la que la pareja de gitanos de Villarejo se dispone a recibir el sacramento del matrimonio es probable que obedezca a intereses familiares de la comunidad gitana a la que pertenecían ya que, por un lado, el matrimonio canónico les acerca a las costumbres religiosas de la sociedad en la que viven y fomenta una apreciación positiva del grupo en su entorno social como buenos cristianos que cumplen con sus obligaciones religiosas, y por otro lado y tal vez más importante, les permite obtener la fe de matrimonio que demuestra que son gitanos asimilados que se han casado legítimamente. Por lo tanto, las partidas de matrimonio y bautismo, junto con otros documentos tales como los empadronamientos, partidas de entierros, etc., serán utilizados por algunos grupos gitanos para solicitar el estatuto de castellanos viejos y para declararse como tales en virtud de estar en posesión de diversas pruebas documentales que les permitan eludir, con más o menos éxito, las prohibiciones de las pragmáticas que estorban e impiden su forma de vida. Por último, los argumentos de tipo religioso, entre otros de diversa índole, también son utilizados por la comunidad nogitana, que ocasionalmente ampara y protege a sus vecinos gitanos. En este sentido, Sánchez (1977, p. 180) afirma que la "[&] declaración sobre la frecuentación de la misa o de los Sacramentos aparece en alguna frecuencia a las defensas de los gitanos cuando se encuentren en grave apuro, como argumento supremo de su asimilación". No resulta extraño que los gitanos y aquéllos que ocasionalmente los defienden utilicen este tipo de argumentos religiosos en su defensa ya que las acusaciones de impiedad contra la minoría gitana comenzaron ya en el siglo XVI y se prolongaron durante todo el Antiguo Régimen. La documentación existente sobre este tipo de acusaciones es tan abundante que sólo citaré algunos ejemplos representativos. En el siguiente texto del 19 de marzo de 1594 procedente de las Cortes de Madrid se puede leer lo siguiente (Sánchez, 1988, p. 14): "D. Gerónimo de Salamanca y D. Martín de Porras dixeron que en estos reynos anda un género de gente que se nombran gitanos cuya vida y trato es la más perdida que hay en toda la república cristiana [&]. Son gente que no guarda los matrimonios la forma de la iglesia, porque se casan parientes con parientes, sin ninguna dispensación, y aún sin matrimonios se mezclan unos con otros sin tener quenta con deuda de parentesco ni afinidad ni las demás prohibiciones del derecho, y jamás se verá ninguno confesar ni recibir el Santísimo Sacramento, ni oir misa ni conocer parroquia ni cura [&]". Leblon (1993, p. 37) afirma que para intentar que los gitanos abandonen su movilidad y se asienten "[&] las Cortes de 1609 insisten para que se vigile sus costumbres y para que se verifique si están casados, se confiesen, reciban los sacramentos y bauticen a sus hijos [&]". El 24 de diciembre de 1610, se pueden leer algunas de estas protestas contra la irreligiosidad de los gitanos en las Actas de las Cortes de Castilla (Sánchez, 1988, p. 15): "[&] Una de las cosas más dignas de remedio que al presente se ofrecen en estos reinos es mandar remediar los hurtos y robos y muertes que hacen los gitanos que andan vagando por el reino, robando los ganados de los pobres, y haciendo mil insultos, viviendo amancebados y sin ser cristianos mas que en el nombre por no andar al cumplimiento de los mandamientos de la ley de Dios y de su santa Iglesia, cosa de gran lástima y que pide grave remedio&".Leblon (1993, p. 43) afirma que la comisión, creada por Felipe IV en 1721 para analizar las condiciones de aplicación del derecho de asilo en el caso de la minoría gitana, dirige al rey dos años más tarde un informe en el que el derecho de asilo aparece como la causa principal del fracaso de toda la legislación que hasta ese momento se había promulgado contra los gitanos españoles, y además, en el contenido del informe se vuelven a repetir las acusaciones de impiedad contra los gitanos para argumentar que la minoría gitana española no es merecedora del derecho de asilo del que tanto abusa: "[&] los gitanos que nacen en los bosques y campos probablemente no son bautizados; celebran sus matrimonios a su manera sin pasar por la Iglesia y sin tener en cuenta los casos de impedimento previstos por el concilio de Trento; mueren sin recibir los sacramentos y no piden un entierro religioso [&]". A pesar de estas acusaciones de impiedad, los gitanos se siguieron casando al margen de la iglesia durante siglos, especialmente aquellos grupos gitanos que mantuvieron una cierta movilidad y no habían logrado un asentamiento más o menos estable. La iglesia, y en general la sociedad, acusará a los gitanos de vivir amancebados ya que normalmente no celebran sus bodas en las iglesias. Además, los gitanos, tanto si se unían mediante sus propios ritos como si posteriormente lo hacían en la iglesia, frecuentemente eran acusados de incumplir las regulaciones del Concilio de Trento sobre los impedimentos matrimoniales por motivos de consanguinidad o parentesco. Es probable que las críticas contra las uniones matrimoniales entre individuos de la minoría gitana que compartían lazos de parentesco se refieran al matrimonio entre primos hermanos ya que el impedimento de consanguinidad invalidaba las uniones matrimoniales entre primos carnales, salvo en el caso de que se solicitara y se otorgara posteriormente una dispensa de este impedimento matrimonial (5). Las críticas contra las uniones entre gitanos que mantienen vínculos de parentesco ponen de manifiesto la tendencia cultural de la minoría gitana a celebrar sus uniones entre parientes que podían residir en la misma localidad o en poblaciones cercanas o incluso distantes. Esas uniones también podrían establecerse entre individuos pertenecientes a grupos gitanos sin lazos de parentesco entre los cuales existieran vínculos o relaciones de algún tipo. Según San Román (1997, p. 112) "El matrimonio es a veces el origen de un pacto duradero o incluso el cierre satisfactorio de una negociación [&]. Pero lo común es que no sea el origen de una nueva alianza sino el apoyo y la expresión de su continuidad. Y la solidez de estos lazos depende no tanto de la duración de los matrimonios como de su celebración entre la gente adecuada. Es un instrumento potente de afianzamiento de alianzas y, por tanto, útil en la vida económica tanto como en la política". Las uniones entre parientes servían, entre otras cosas, para fomentar la solidaridad y la cohesión social del grupo que, de este modo, reforzaba sus vínculos de parentesco debido a que los futuros cónyuges podían bien compartir la misma filiación patrilineal dentro de su comunidad de parientes (endogamia de raza) o ser parientes primos hermanos, primos segundos o terceros que no comparten vínculos patrilineales y, por lo tanto, sus uniones representan un reanudamiento exógamo de razas diferentes aunque emparentadas debido a matrimonios celebrados unas generaciones atrás entre miembros de esas mismas razas (cfr. San Román, 1997, pp. 111112). Tal vez una manifestación de la tendencia de los gitanos españoles a celebrar sus uniones matrimoniales entre parientes o gente conocida se ponga de manifiesto en algunas coplas del repertorio tradicional del cante gitano en las que voces como prima/o o primita/o se emplean para dirigirse a la persona amada (6).

En The Zincali, Borrow (1999, p. 204) afirma que la "muchacha gitana se desposa generalmente a los catorce años con el mozo que a sus padres les parece un buen partido, y que suele ser algunos años mayor que ella. El matrimonio será precedido, invariablemente, por los esponsales, y la pareja tiene que esperar dos años a que se haga la boda, conforme a la ley de los calés. Durante ese tiempo, los dos se han de tratar como amigos; se les permite conversar y aún en ciertas ocasiones hacerse ligeros regalos. Una cosa, empero, les está prohibida con rigor, y si se rebelan, los esponsales quedan rotos al instante y la boda no se hace jamás, y en lo sucesivo la pareja llevará mala reputación entre la secta. Esa única cosa es salir al campo juntos o darse una cita fuera de las puertas de la ciudad, pueblo o aldea donde moran. En este punto, lo mejor que podemos hacer quizá sea citar una de sus propias canciones:

Tu patu y tun dai
Me publican chinga,
Como la rachi mu (7) chalemos
Afuéra deste gau" (8).

Es probable que la promesa de la futura unión de los hijos de las familias gitanas que celebraron la unión de acuerdo con sus costumbres y la boda religiosa en Villarejo hubiera sido pactada por los padres de ambas partes en alguna feria en la que se reunían gitanos procedentes de las comarcas cercanas que, en muchas ocasiones, tenían lazos de parentesco, aunque en este caso no disponemos de datos concluyentes que confirmen la existencia de lazos de parentesco entre las familias que celebraron la boda. Sin embargo, es posible aventurar que ambas partes habrían determinado que el cumplimiento de los esponsales culminaría con la celebración de la unión de los hijos, que se realizaría en octubre en Villarejo con motivo de la feria franca. Las familias de las partes interesadas se reunirían para celebrar la unión de acuerdo con sus costumbres primero y, posteriormente, celebrarían la boda religiosa en la iglesia del pueblo, ya que nada impediría a las familias gitanas su entrada en la feria, y su posterior permanencia en las cercanías de Villarejo hasta la celebración de la boda católica, debido al amparo que les ofrecían las justicias locales de esta población conquense.

Existen documentos que demuestran que los gitanos relativamente asentados se unían entre ellos mediante sus propios ritos nupciales sin llegar a realizar ningún tipo de celebración religiosa en las iglesias de los lugares donde habitaban. Para las autoridades del siglo XVIII, los gitanos que no podían probar que estaban casados legítimamente mediante la presentación de las partidas de matrimonio eran acusados de vivir en amancebamiento. A modo de ejemplo de lo que acabo de señalar, Sánchez (1976, pp. 264266) documenta los avatares sufridos por un grupo gitano que se fragmenta y se ve obligado a vivir en la clandestinidad debido a que dos de sus miembros, Luis y José de Bustamente, son condenados a la pena de galeras por el alcalde mayor de Daroca en La Rioja. Los condenados reciben el indulto real el 31 de agosto de 1731 y en agosto de 1732 se les concede permiso (9) para que se dirijan de nuevo a La Rioja. Según las declaraciones que aparecen en la consulta, Luis y José de Bustamante, en su camino desde Cartagena hasta La Rioja, se juntaron con sus familias en las cercanías de la localidad riojana de Inestrillas, y desde allí pasaron a la población de Aldeanueva donde se llevó a cabo el registro de los nombres de cada uno de los miembros que componían el grupo gitano y sus relaciones de parentesco, junto con las pertenencias que llevaban. Las averiguaciones que se llevan a cabo para comprobar la veracidad de los parentescos entre los miembros de este grupo indican que "[&] dichos Juan de Bustamante y Rosa Salazar de Heredia venían amancebados suponiendo el matrimonio. Y en todos los demás faltar las fés de Bautismo y casados con el supuesto de haber perdido unas y otras, no sacándolas [&]". El hecho de que este grupo no esté en posesión de los documentos que corroboren sus relaciones de parentesco puede indicar que se trata de un grupo gitano que todavía no ha logrado un asentamiento más o menos estable. La falta de pruebas documentales que hubieran servido para avalar sus declaraciones no significa que la unión en matrimonio de los individuos que afirman estar casados no sea cierta ya que con toda probabilidad se habrían casado de acuerdo con sus costumbres. En el Libro de la gitanería de Triana, que informa sobre algunos sucesos que tuvieron lugar en la gitanería de Triana entre 1740 y 1750, también aparecen breves noticias sobre gitanos que tuvieron lugar en algunas localidades sevillanas como Estepa, Coria del Río, El Viso del Alcor, La Puebla de Cazalla y Marchena. La noticia que nos interesa tuvo lugar en El Viso del Alcor: "[&] En el Viso, el cura de nuestra Sra. del Alcor no quiso casar a unos gitanos que antes lo habían hecho a su manera". En el texto que describe la boda celebrada en Villarejo no aparecen referencias explícitas de la forma en la que se llevó a cabo la ceremonia nupcial de acuerdo con las costumbres propias de los gitanos. Tal vez la única referencia a sus costumbres se encuentre en la bandera que lleva el jinete que desfila con otros por las calles del pueblo, ya que la exhibición pública de la bandera presumiblemente no era más que la celebración de la verificación de la virginidad prenupcial de la novia que anteriormente ya habría sido proclamada entre los miembros de las familias gitanas que se reunieron en Villarejo. En The Zincali, Borrow (1999, pp. 205207) proporciona datos sobre la forma en la que se realiza el reconocimiento de la virginidad de la novia, y también, los hechos que ocurrieron tras haber comprobado que la novia era virgen en una boda gitana que el viajero inglés tuvo la oportunidad de presenciar:

"[&] Pero antes de comenzar la fiesta se cumple el examen singular de que es objeto la novia [&].

El examen se refiere al diclé y a la lacha de la joven, y para averiguar el punto se nombran cuatro matronas, parientes de los cónyuges dos por parte del novio y dos por parte de la novia. Síguese un reconocimiento riguroso, en que juega el principal papel un pañuelo de finísima batista francesa. Si las mujeres pesquisidoras proclaman la entereza de la novia, la boda se hace al siguiente día [&].

Tales fiestas llevan consigo mucho de bárbaro y salvaje. No olvidaré nunca una que presencié. Después de mucho comer, beber y gritar en casa de los gitanos, el cortejo nupcial salió [&]. Iba primero un prójimo miserable, de aspecto de chalán, llevando en la mano levantado un palo en cuyo extremo flotaba en el aire matinal [&] el misterioso diclé y la todavía más misteriosa batista [&]. Venían detrás los contrayentes, seguidos de sus parientes más próximos; después una turba de gitanos harapientos, gritando y voceando, y disparando escopetas y pistolas (10) , atronándolo todo a su paso con el estruendo [&]. Al llegar a la puerta de la iglesia, el tipo que llevaba el palo lo clavó en el suelo con un ruidoso viva, y el cortejo formado en dos hileras, se metió en la iglesia desfilando a cada lado del palo y de sus extraños ornamentos. Al acabarse la ceremonia, se volvieron del mismo modo que habían ido".

En el texto de Borrow, la exaltación pública de la virginidad de la novia la lleva a cabo un gitano con aspecto de chalán que lleva un palo en donde se exhibe la prueba que demuestra que la novia había llegado virgen al matrimonio. En la introducción titulada "noción biográfica de los jitanos" del Vocabulario del dialecto jitano, Augusto Jiménez (1846, pp. 1213) afirma que "Si la fiesta ha sido promovida por boda, hacen su segunda reunión, para manifestar al público la honradez y buena conducta de la novia antes de su casamiento, con la ceremonia de presentarse la madre de aquélla con ciertas pruebas justificativas, en cuyo acto prorrumpe la concurrencia en repetidos vivas, aclamaciones y palmadas: esto muchos no lo hacen, pero antiguamente no podía faltar dicho ceremonial".

117 En el acto tercero del sainete en tres actos titulado El niño de oro (1923) de José María Granada, Menumento explica a Justicia Fea el ritual de la boda gitana mientras esperan a que llegue la comitiva nupcial para celebrar la boda entre Paco el Certificao y Micaela:

Justi. Tú también estás bueno. La boda tardará ya poco en vení.

Menum. Mu poco.

Justi. ¿Y va a sé de rumbo?

Menum. Como sabe disponé las cosas er Niño de Oro. Va a habé er diluvio terrená de armendras y tó lo güeno, y no ha querío que farte ninguna cirimonia de las que es costumbre entre gitanos de calidá. ¿Osté no ha visto nunca una boa de gitano?

Justi. Yo no.

Menum. Pues es dirno de verse. ¡Siéntese osté! Er novio roba a la gitana y respetándola lo mismo que la Consagrá, la deposita en casa de argún pariente. (Sale Tumbaga luchando con el puro).

[&]

Menum. Después er novio rataor va ar padre de la novia, se jinca e roillas, y le ice estas palabras: "Perdón si he fartao. Yo soy la carne y osté el cochillo, corte osté por ande quiera".

[&]

Menum. Er padre ar ve aquella humirdumbre lo alevanta y los perdona. Y si toma dinero no es por mo der interé, sino por mo de que es de la sirimonia. Aluego van tós a la casa ande está la novia, con una vieja gitana, que es como una sacerdota que experimenta la virtú de aquella mujé, y ar ve aquella permanensia, y que no ha deshonrao su sangre gitana, la novia, que está tendía como en un artá de luce y flores, la trae a la sala con er pelo suerto, y una corona de arbaca y de diamelas, saca la vieja gitana un pañuelo der pecho, lo extiende y al verlo con tres flores rojas, rompen tós los gitanos en un baile de locura que dura hasta la madrugá, y se esgarran la ropa y tiran flores y armendras cantando esta copla con una música mu sentía:

En un verde prao
Tendí mi pañuelo,
Salieron tres rosas
Como tres luceros
Dichosa la madre que tiene que da
Rosas y jazmines limpios de mardá.

Aluego se van pa la iglesia, y ahora ya verá osté lo demás.

Tumba. Es bonito, eso sí.

Al final del acto tercero se puede leer lo siguiente:

"Entra en escena la pintoresca comitiva; todos los gitanos, con sus trajes más flamantes, en dos hileras, con unos palos con mantones de Manila a manera de estandarte, otros con panderos. Con largas varas de flores otros, con guitarras otros y bandurrias cantando la marcha típica de la boda de los gitanos; entran a caballo Paco el Certificao llevando a la grupa a Micaela, y cuatro gitanos con cuatro varas largas y dos mantones de Manila forman un palio que cubre a los novios. Cantan todos mientras dos gitanos bailan [&]

(Cantan)

Esta noche mando yo,
Esta noche mando yo,
Que mañana mande quien quiera.
Esta noche vi a poné,
Esta noche vi a poné,
Que por las esquinas bandera (11).
Olé salero, Cuanto ha llovío,
La calabaza Se ha florecío (12).
En un verde prao Tendí mi pañuelo, etc.
Alevanta, padrino honrao, etc.".

En la obra De cante grande y cante chico (1926), José Carlos de Luna afirma que las roas (13) "[&] son una especia de melopeas privativas de los gitanos granadinos y que se entonan al son de panderos, para marcar el ritmo y acompañar a un baile originalísimo y de contextura hierática. Forman rueda las hembras, que, sin más movimientos que el ascenso y descenso de las manos en rigurosa verticalidad, y el de un paso corto, de menudo taconeo, imprimen a la rueda que forman un giro lento y constante, interrumpido, cuando lo pide el ritmo, por una genuflexión. Baile sin violencias ni vueltas, de impresionante rigidez y de contagiosa seriedad. Suelen ejecutarlo en sus fiestas íntimas y lo guardan de la curiosidad profana como un rito [&]

Mientras gira la rueda de mujeres con religiosa lentitud, los hombres tocan en los panderos y cantan la melopea. Las voces femeninas sólo acompañan el estribillo [&]

Llaman poderosamente la atención las letras, que no guardan relación alguna con la indiscutible religiosidad de este cante.

Esta noche mando yo;
Mañana mande quien quiera,
Porque pa eso he ponío
Por las esquinas banderas.

Y el estribillo:

Tanto ha llovío.
Tanto ha llovío.
La calabasa
s´ha floresío".

En Los cantes flamencos (1881), Antonio Machado y Álvarez ofrece ejemplos de seguiriyas jitanas que hacen referencia tanto a la importancia de que la novia se mantenga virgen antes del matrimonio como al momento de júbilo y alegría cuando se proclama su virginidad:

Copla 20

"Bendita la mare
Que tiene que dá,
Cómo diñaba rosita y mosquetas
Po la madrugá".

Copla 65

"En un praíto berde
Tendí mi pañuelo;
Cómo salieron mare tres rositas
Como tres luseros".

Copla 70

"Guárdalo que es güeno,
Te acompañará,
Compañera, si tú no lo guardas,
Sola te berás".


Resulta curioso el hecho de que las tres coplas de seguiriyas jitanas anteriormente expuestas aparezcan seguidas y se les asigne sólo el número 8, como si las tres coplas formaran un conjunto unitario, dentro del conjunto de seguiriyas jitanas pertenecientes al repertorio del cantaor Silverio, que Machado y Álvarez incluyó al final de Los cantes flamencos:

Copla 8

"Bendita la mare
Que tiene que da,
Compañerita, rosas y mosquetas
Po la madrugá.

En un praíto berde
Tendí mi pañuelo,
Cómo salieron, mare, tres rositas
Como tres luseros.

Guárdalo que es güeno,
T´acompañará;
Compañerita, si tú no lo guardas
Sola te berás".


En el prólogo de Los cantes flamencos, Machado y Álvarez afirma que es muy escaso el número de seguidillas gitanas que "[&] encierran algún uso o tradición propio de la raza gitana; sirva de ejemplo la, por su forma de expresión, bastante delicada, que dice:

En un prao verde
Tendí mi pañuelo;
Cómo salieron, mare, tres rositas
Como tres luseros

En ella alude a la costumbre de presentar la camisa de la desposada al día siguiente de la boda, para que los parientes y amigos tengan una prueba de la virginidad de la doncella de la víspera [&]" (14).

Todas estas composiciones, y otras muchas, forman parte del antiguo repertorio de cantes de boda o alboreásque se interpretan en las bodas gitanas cuando se proclama la virginidad de la novia. La exaltación de la virginidad de la novia en las tradiciones nupciales de los gitanos españoles es probable que transformara el contenido y el sentido de las letras de los antiguos cantos nupciales del folklore musical hispánico que existía en muchas regiones rurales españolas. En este sentido, resulta interesante señalar que la voz alboreá es muy probable que tenga su origen en la voz alboreada con pérdida de /d/ intervocálica. Curiosamente, en el pueblo salmantino de Lumbrales se ha documentado la voz dialectal alboreá"serenata que se interpreta al amanecer en honor a los novios en la víspera de la boda". La voz alboreada probablemente sea una variante de la voz alborada, que en zonas rurales de Castilla y León era una serenata matinal que los mozos hacían a las mozas el día de la fiesta del patrón o en la mañana de la boda. También recibe este nombre la canción de tema religioso que los hombres cantan al alba del día de la fiesta patronal o en la mañana del Viernes Santo. Puerto (1988) explica los dos tipos de alboradas o alborás (15) que se cantan en la localidad salmantina de La Alberca "la alborá profana, que se canta, sobre todo, con motivo de una boda o casorio, la noche antes de su celebración. Los invitados la cantan ante las casas de la novia y del novio. Y la alborá religiosa, cantada con motivo de la celebración de una fiesta religiosa, la noche anterior a ella [&]". También en algunas localidades de la provincia de Cáceres encontramos ejemplos de alboradas nupciales como la siguiente copla documentada en la localidad cacereña de Valdeobispo:

"Levanta novia, levanta (16)
Y ponte a considerar
Que vienen las tus amigas
A cantarte la alborá".

En la localidad cacereña de Cachorrilla, se cantan alboradas nupciales en la víspera de la boda y durante el desarrollo de la ceremonia nupcial (Gutiérrez, 1996, pp. 215216):

"Despídete de tus padres
Y tus hermanas solteras;
Para mañana a la noche
Otro título te espera.

Verdeguea y grana
El tomillo en la ribera,
Verdeguea y grana,
Grana y verdeguea.

Despídete de tus primos
Y tu linda mocedad;
Para mañana a la noche
Con tu marido te vas.

Verdeguea y grana
El tomillo en la ribera,
Verdeguea y grana,
Grana y verdeguea.

Despídete de tus padres
De tus parientes y amigos;
Porque mañana a la noche
Estarás con tu marido [&]" (17).


A continuación ofrezco algunos fragmentos de alboreás interpretadas por cantaores/as gitanos/as:

Agujetas el Viejo

"En un praíto verde
Tendí mi pañuelo
Me salieron treh rosa
Como treh lusero.
Guárdalo que eh güeno
Y t 'acompañará
Y porque si no lo guardah
Mu sola te verá.
Que mañanita de San Juan
Pajesito que voz le daba
Que grande guerra le pusieron
Al rey moro con la paz
Que bien ha queao
Nunca toíta tu gente
L 'ha coronao
Poh dile que entre
Se calentará
Y porque en ehta tierra
No hay cariá" (18).

Joselero de Morón

"En un prao verde
Que tendí mi pañuelo
Que tendí mi pañuelo
Salieron treh rosa
Como treh lusero
Que como treh lusero.
Alevanta y no duermah má
Alevanta y no duermah má
Ay ay ay ay ay que poh la mañanita tendrá lugá.
Y yo me divierto
Y yo me divierto
Regando lah floreh
Y que tiene mi güerto.
Ven acá padrino honrao ay
Ven acá padrino honrao
Que dale la manita que al dehposao
Que dale la manita que al dehposao.
Y ehta noche mando yo ay ay ay ay
Mañana mande quienquiera
Que mañana mande quienquiera
Que mañanita mande quienquiera
Y ehta noche voy a poné
Poh lah ehquina bandera.
Te ha de queré, te ha de queré
Manque no tenga pan que comé.
Tú tieneh una maña
Que tú tieneh una maña
Que cuando te pego
Que llamah tú a la guardia".
Bernarda de Utrera
"Y allí adentro veo
Ay un barrí tapao
Ay quiera Dioh que sea
Vino amontillao.
Ay dichosa eh la mare
Ay que tiene que dá
Ay rosah y claveleh
Poh la madrugá.
Alevanta, alevanta
Y no duermah má
Que mañanita tendrá lugá
Que mañanita tendrá lugá.
Ay dónde ehtá
El padrino honrao
Que ya a la novia la han coronao
Que ya a la novia la han coronao
Ay en un prao verde
Ay tendí mi pañuelo
Salieron treh rosa
Ay como treh lucero [...]".

Miguel El Funi

"La gitana que eh gitana
Y pura llega al altá
Cuando va apuntando er día
Le cantan la alboreá.
Ay allá dentro veo
Ay un barrí tapao
Y quiera Dioh que sea
Vino amontillao.
Y allí arriba en la montaña
Hay doh estrellitah de oro
Y son los ojoh de mi niña
Que cuando la miro lloro [...]".

En The Zincali, Borrow (1902, pp. 243-244) aporta algo de información sobre el tipo de música que
escuchó en la boda gitana en la que estuvo presente:

"[...] En un rincón de la sala brincaba mientras tanto Sebastianillo, un gitano convicto de Melilla, ras-
gueando muy frenéticamente la guitarra y haciendo una música demoníaca que se parecía algo al Mal-
brun (Malbrouk), y conforme rasgueaba, iba repitiendo a intervalos la variante gitana de la canción:

Chalá Malbrún chinguerár,
Birandón, birandón, birandéra
Chalá Malbrún chinguerár,
No sé bus truterá,
No sé bus truterá,
No sé bus truterá.
La romí que le caméla,
Birandón, birandón,...".

Lo que Borrow nos ofrece es una versión del conocido romance burlesco Mambrú(19). A pesar de
la popularidad de este romance, Mambrú no representa un ejemplo de la pervivencia de los antiguos
romances hispánicos en los cantos epitalámicos o cantos de boda de los gitanos españoles, y más con-
cretamente, de los gitanos bajoandaluces, que suelen cantar viejos romances hispánicos en sus cele-
braciones nupciales (20). Según Lefranc (2000, pp. 44-45) "[...] el otro gran elemento de preservación
de los romances, y de su transmisión siglo tras siglo, es el repertorio de las bodas gitanas, fiestas de gran
rumbo que duran entre tres y nueve días, a puerta cerrada, y durante las cuales la tradición de los ro-
mances está asociada a la de las alboreás, el cante de bodas propiamente dicho [...]. Durante las bodas,
el grupo gitano reunido a puerta cerrada reanuda, pues, la tradición de los romances cantados y baila-
dos que se remonta a los siglos XVI y XVII, y de este modo ha atravesado cuatro siglos. Un repertorio que
al principio fue un medio de sustento ha sido interiorizado al nivel emocional y cultural, y se ha conver-
tido en el acompañamiento obligado y uno de los puntos de apoyo de un ritual de preservación y rea-
firmación del grupo [...]. El ritmo de los romances de bodas y de las alboreás, es el ritmo de la soleá
bailable, forma antigua de la que sólo subsisten algunos ejemplos. Es un ritmo algo más rápido que el
de las demás soleares".

A continuación ofrezco algunos ejemplos de la integración de romances con alboreásinterpretados
por cantaores/as gitanos/as. En este caso, Agujetas el Viejo interpreta una versión del romance Flores
y Blancaflor "Caballeritoh y hombreh bueno [...] A mi cuñaíta de mis entraña",y su hijo Agujetas canta
una versión del romance Bernardo se entrevista con el rey "Cuatrociento seih loh mío [...] Siempre dice
que eh Bernardo",y lo remata con una alboreá "Mañanita de San Juan [...] Sola te veráh"(21).

Agujetas el Viejo

"Caballeritoh y hombreh buenoh
Que a Ehpañita lleváih la guía
Yo voh digo que moh traigan (22)
Una crihtiana cautiva
Que sea de duque marquese
Y prendesita de gran valía
Ven acá hijo del alma
También del almita mía
Si yo te cogiera a ti en Ehpaña
También te crihtianaría
Veinte navíoh yo tengo
Puehtoh pa que lleve a Ehpaña
A mi cuñaíta de mis entraña".

Agujetas

"Cuatrocientoh seih loh míoh
Loh que coméih de mi pan
Nunca loh ha repartío
De mañana se repartirán
Dohsientoh pa loh camino
Dohsientoh vaih pa 'l arrabá
Y dohsientoh veníh colmigo
Para con mi tío hablá
Tío dame uhté a mi pare
Si mis obrah lo merecen
Mira que ehta ehpá mía
Pega mu fuerteh crueleh
Lo que yo digo buhlando
Tú lo habíah creío de verah
Si me lo creo tío
No quearía en palacio
Ni en vuehtros hombroh cabesa
Mi pare fue el traidó
Tu mare fue la cautela
Que mi parecito fue máh noble
Que vuehtra sangre mehma
Ruío de lah caja
Loh grandeh se habían 'somao
Y unoh disen que eh Gahpá
Otroh que era el Veterano
Y el rey como lo conoce
Siempre dice que eh Bernardo
Mañanita de San Juan
Guardalo que eh güeno
Te acompañará
Que si no lo guardah
Sola te veráh".

En el siguiente ejemplo de alboreás,se inserta una versión del romance deTamar "Ay el rey moro
tenía un hijo [...] que a Dioh yo le entrego mi arma":

Perrate de Utrera

"Ay allí dentro veo
Ay un barrí tapao
Quiera Dioh que sea vino amontillao.
Onde ehtá er pare de la novia
Que ya su hija salió en vitoria
Que ya su hija salió en vitoria".
María la Perrata
"Ese pañolito blanco
Que amanece sin señá
Ay qu 'amanece sin señá
Qu 'amanece sin señá
Ay anteh qu 'amanehca er día
De rosah s 'ha de cormá".

Juan Peña el Lebrijano

"Ay poh la mañana temprano
Ay poh la mañana temprano
Cuando el so ya alboreaba
Yo me iba con loh morito
Y compaña a mí me daban.
Y aonde ehtá esa novia
Novia tan bonita
Y ehtará cortando rosa
Que poh la mañanita"
María la Perrata
"Ay el rey moro tenía un hijo
Que Tarquino se llamaba
Ay se enamoró de Altamare
Que siendo primita hermana".
Juan Peña el Lebrijano
"Y viendo viendo que no poía se
Y mu malito cayó en la cama
Cuando cuando fue su pare a vehlo
Y un domingo de mañana".

María la Perrata

"Ay qué qué tieneh hijo Tarquino
Ay qué tieneh hijo del arma".
Juan Peña el Lebrijano
"Yo tengo tengo tengo tengo tengo tengo una calenturita
Que a Dioh yo le entrego mi arma".
María la Perrata y Juan Peña el Lebrijano
"Dónde ehtá esa novia
Ay novia tan bonita
Y ehtará cortando rosa
Poh la mañanita
Y alevanta y alevanta
Y no duerma má
Poh la mañana tendrá lugá
Ay poh la mañana tendrá lugá".

María la Perrata y su hijo Juan Peña el Lebrijano nos ofrecen más pruebas de la presencia de los vie-
jos romances hispánicos en los cantos epitalámicos de los gitanos bajoandaluces ya que ambos inter-
pretan el romance deGerineldoy lo rematan con una alboreá"Gita, gitanita guardalo bien [...] Ay que
ehta es la honra de loh calé":

María la Perrata

"Gerinerdo Gerinerdo
Ay mi camarero pulío
Ay quién pudiera ehtá una noche
Tres horitah pa mi arbedrío".

Juan Peña el Lebrijano

"Aunque soy y aunque soy vuehtro criao
Quererse burlái conmigo".
María la Perrata
"Ay no me burlo yo Gerinerdo
Ay que de verah te lo digo".

Juan Peña el Lebrijano

"A lah dieh s 'acuehta el rey
A las onse ehtá dormío
Y a lah doce de la noche
Arguien ronda su cahtillo
No te, no te asuhte tú prinsesa
Que vengo a lo prometío
La fragansia de una rosa
Su coló se lo ha comío".

María la Perrata

"Levántate prinsesa
Ay que ehtamo lo doh perdío
Que la ehpada de mi pare
Ehtá sirviendo de tehtigo".
Juan Peña el Lebrijano
"Se alevantaba Gerinerdo
Trihte y mu dehcolorío
Vengo del jardín señora
De cortá rosa y lirio".

María la Perrata

"Gita, gitanita guardalo bien, guardalo bien
Ay que ehta eh la honra de loh calé
Ay que ehta eh la honra de loh calé".

En esta versión titulada Romance morisco,María la Perrata y Juan Peña el Lebrijano grabaron letras
dealboreásen las que integran el romance de Gerineldoy fragmentos de otros romances como el ro-
mance del Moro alcaide "Buena la hicihte morito [...] Calle arriba calle abajo"(23).

Coro

"Allá arriba en la junquera (24)
Allá arriba en la junquera
Tú poneh cama
Yo cabecera
Tú poneh cama
Yo cabecera".
Juan Peña el Lebrijano
"Buena la hicihte morito
Ay entrando en barraganía
Con la chaquetita al hombro
Calle arriba calle abajo.
Poh la mañanita temprano
Cuando el so ya alboreaba
Me iba yo pa loh morito
Y compaña a mí me daban.
Dichosa eh la mare
Que tiene que dá
Rosah y mohquetah poh la madrugá".

María la Perrata

"Ese pañolito blanco
Que amanese sin señá
Qu 'amanese sin señá
Qu 'amanese sin señá
Ay anteh qu 'amanehca er día
De rosah s 'ha de cormá.
Y ande ehtá la novia
Ay novia tan bonita
Ay ehtaba cortando rosa
Poh la mañanita
Levanta y alevanta
Ay por Dioh levanta
Ay que t ' hah pisaíto la enagua blanca
Que t ' hah pisaíto la enagua blanca".

Juan Peña el Lebrijano

"Que lo mando yo
Que lo mando yo
Como si lo manda ay el gobelnaó".

María la Perrata

"Gerinerdo Gerinerdo
Ay mi camarero pulío
Ay quién pudiera ehtá una noche
Tres horita pa mi albedrío".

Juan Peña el Lebrijano

"Aunque soy y aunque soy vuehtro criao
Quererse burlái conmigo".

María la Perrata

"Ay no me buhlo yo Gerinerdo
Ay que de verah te lo digo".

Juan Peña el Lebrijano

"A lah dieh s 'acuehta el rey
A las onse ehtá dormío
Y a lah doce de la noche
Arguien ronda su cahtillo
No te, no te asuhte tú prinsesa
Que vengo a lo prometío
La fragansia de una rosa
Su coló se lo ha comío".

María la Perrata

"Levántate prinsesa
Ay que ehtamo lo doh perdío
Que la ehpada de mi pare
Ehtá sirviendo de tehtigo".

Juan Peña el Lebrijano

"Se alevantaba Gerinerdo
Trihte y mu dehcolorío
Vengo del jardín señora
De cortá rosa y lirio".

María la Perrata

"Gita, gitanita ay guardalo bien, guardalo bien
Ay que ehta eh la honra de loh calé
Ay que ehta eh la honra de loh calé".

En los siguientes cantes de boda interpretados por Pepa de Benito encontramos letras de bulerías,
alboreás con fragmentos de romances como el romance de Las tres cautivas "Ay a la verde verde [...]
mih treh cautivah"y el romance de La hermana cautiva "Salí de loh torneo [...] Lavando en la fuente fría"
(25) contaminado, a su vez, con el de Las tres cautivas "Ay no lloreh Cohtanza [...] Ay me liberaría".

Pepa de Benito

"Y alevanta y alevanta
Y no duermah máh
Que mañanita tendrá lugá
Que mañanita tendrá lugá
Y alevanta y alevanta
Y no duermah máh
No duermah máh
Que mañanita tendrá lugá
Que mañanita tendrá lugá.
Ay yo vengo de Utrera
Ay yo vengo de Utrera
Ay yo vengo de Utrera
Ay yo vengo vendiendo olla y cazuela.
'Te quietecito 'te quietecito
Y no t 'alevanteh
Y no t 'alevanteh
Voy a la plaza
Vuelvo al ihtante
Voy a la plaza
Vuelvo al ihtante.
Me guhta el oí
Y a mí me guhta el oí
Lah campanitah de lah monja
Cuando me voy a dormí
Campanah de lah monja
Cuando me voy a dormí.
'llá arribita arribita
Hay una ehtrellita de oro(26)
Son los ojoh de mi chica
Que cuando loh miro lloro
Ay a la verde verde
Y a la verde oliva
Ay donde cautivaron
Y a mih treh cautivah.
La fuente vieja
La fuente vieja s 'alborotao
Porque Pinini s 'ha emborrachao
Porque Pinini s 'ha emborrachao.
Tengo en mi casa un almendro
Que tengo en mi casita un almendro
Tengo en mi casa un almendro
Que to 'l que sale
To 'l que entra
Y almendritah sigue comiendo
Que to 'l que sube
Y to 'l que entra
Y almendritah sigue comiendo.
Ay guardalo que eh güeno
Ay guardalo que eh güeno
Te acompañará
Que si no lo guardah
Pronto se verá.
Ay no ha nasío
No ha nasío
Ni naserá
Ni naserá
La yerbabuena por mi corrá
La yerbabuena por mi corrá.
Salí de loh torneo
Me fui pa la morería
M 'encontraíto una mora
Lavando en la fuente fría
Ay no lloreh Cohtanza,
Ay no lloreh Lusía
Ay que viniendo el moro
Ay me liberaría.
Solita sola
Solita sola
Solita se vino
Solita se vino
La utreranita poh loh camino
La utreranita poh loh camino.
Y alevanta y alevanta
Y no duermah máh
Que mañanita tendrá lugá
Que mañanita tendrá lugá
Y alevanta y no duermah máh
Que mañanita tendrá lugá".

Por último, la versión extremeña de la alboreá gitanase conoce con el nombre de yeli(27). Todos
los artistas que interpretan la siguiente versión del yelison gitanos/as extremeños/as:

Indio Gitano

"Niña de la junquera
Poneh tu pelo de cabesera
Ay yeli, yeli, yeli, yeli ya".
Ramón el Portugués
"Chiquilla ay tú te ajuntahte
Y a los Molina loh coronahte
Ay ay y yeli, yeli, yeli, yeli ya".

Juan Cantero

"Mi caballo moro
M 'ha pisaíto un pie
M 'ha pisaíto un pie
Y el que quiera honra
Que se porte bien
Que se porte bien
Y alevanta y no duermah mah
Y alevanta y no duermah mah
Que mañanita te van a casá
Ay yeli, yeli, yeli y yeli yeli ya".

Indio Gitano

"Y Guadiana tú ponte a loh pie
Guadiana ponte a loh pie
Verah lo bueno de tu mujé
Ay yeli, yeli, yeli ay yeli, yeli ya".

Marelu

"En un verde prao
Tendí mi pañuelo
Tendí mi pañuelo
Salieron treh rosa
Ay como treh lusero
Ay como treh lusero".

Juan Cantero

"Sacá la novia pa arriba
Que se dehpida de su familia
Que se dehpida de su familia
Ay y yeli, yeli, yeli y yeli, yeli ya
Ay y yeli, yeli, yeli y yeli, yeli ya".

Las letras de las coplas de esta versión del yeli coinciden, en gran medida, con las de la alboreába-
joandaluza y celebran también la preservación de la virginidad de la novia gitana. Juan Cantero canta
"Y el que quiera honra/Que se porte bien/Que se porte bien". En el cuadro primero del acto segundo
de la tragedia teatral titulada Yerma(1934), Lorca describe una escena en la que aparecen unas lavan-
deras cantando en un torrente donde las mujeres del pueblo van a lavar. La cuarta lavandera canta la
siguiente copla:"Yo planté un tomillo,/Yo lo vi crecer./El que quiera honra,/Que se porte bien".Veláz-
quez (1986, p. 119) documenta una versión de esta misma copla en los cantos de boda (alameas)de
los gitanos de Guadix:"Yo sembré un tomillo/Yo lo vi nacer,/La que quiera honra/Que se porte bien".
Cfr. el refrán español quien quiera honra, que la gane.En muchas regiones españolas, la pérdida de la
virginidad antes del matrimonio originaba, en el pasado, desprecio hacia la persona que no se había
mantenido virgen. Gil (1998, p. 153) transcribe una canción que ejemplifica lo mal visto que estaba an-
tiguamente la pérdida de la honra o virginidad: "Cuántas hay en este pueblo,/Que se tienen por don-
cellas.../Y tienen el mandil roto,/De mirar a las estrellas".Domínguez (2008) afirma que "El aspecto
simbólico que se hace patente en algunas piezas de la indumentaria extremeña, en este caso, el del
mandil, también ha sido objeto de análisis, aunque atendiendo a su supuesto carácter apotropaico o pro-
tector de la virginidad de la núbil o garante de la fidelidad de la mujer casada [...]".Domínguez inter-
preta la canción que recogió Bonifacio Gil en la localidad cacereña de Baños de Montemayor como un
ejemplo de la pérdida de la virginidad ocasionado por la rotura del mandil, que representa simbólica-
mente los genitales femeninos. En Los cantes flamencos (1881), Schuchardt (1990, p. 24) afirma que las
canciones en caló que Borrow publicó en The Zincali son básicamente cantes flamencos. Más adelante,
Schuchardt (1990, pp. 27-33) presenta diferentes variantes españolas que parecen haber servido de
modelo para algunas de estas composiciones en caló, y además, afirma el filólogo alemán "Asimismo,
me han informado de una serie de coplas en caló, sin ocultarme que son traducciones del español [...]".
Entre algunas de esas composiciones quiero destacar la siguiente: "A butías pincharo man/sos se te-
relan per lacrís/Y de pejulias on la chen/Tarquinan las ochurgañis", cuya traducción sería "A muchas co-
nozco yo/Que se tienen por doncellas/Y de espaldas en el suelo/Cuentan las estrellas" (28). La variante
española que pudo servir de modelo para la estrofa en caló recogida por Schuchardt pudo ser alguna
canción parecida a la que Bonifacio Gil documentó en su Cancionero popular de Extremadura "Cuán-
tas hay en este pueblo,/Que se tienen por doncellas [...]"(29).

Notas >

CELEBRACIÓN DE UNA BODA GITANA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII

FUENTES CAÑIZARES, Javier

Publicado en el año 2009 en la Revista de Folklore número 340.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz