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La Santa Compaña (Fairy Host en Irlanda; sluagh en Escocia; toili en Gales), es también conocida en Galicia y Asturias occidental como a compañía, a compañía das ánimas, a procesión das ánimas, ensamio, estadea, estandaiña, estandinha, estantigua, estantiga, hoste, hueste, antaruxada, huestia, hostilla, rolda, ronda, a visión, as divisas, o enterro, as da noite, o home do oso, a facha, as luces, as xans, pantalla, a pastoriña, a semuldanza, visita, y con otras denominaciones más. Definida en síntesis, la Compaña es una procesión nocturna de almas o difuntos que portan luminosas luces (antorchas o velas), y que acarrean el féretro de un vecino cuya próxima muerte anuncian de esta forma.
Si alguien se encuentra con la Compaña y no se previene, es atraído inexorablemente por la misma y ha de unirse a la procesión de muertos. El peligro para los infortunados que se topan de noche con la Compaña, es que sus miembros les seduzcan y atraigan para que se unan a ellos. Y una vez dentro de sus filas, ya no tendrán forma alguna de poder escapar. Por ello, en el caso de encontrarse con una Compaña, en Galicia recomiendan hacer lo siguiente: – no mirarles directamente, simular que no se les ha visto, y apartarse calladamente de su camino.
– trazar un círculo en el suelo con la Estrella de Salomón dentro, y colocarse en su interior.
– en casos inopinados, o extremos, tirarse inmediatamente al suelo boca abajo, y mantenerse así hasta que hayan pasado todos los miembros de la procesión.
En Asturias recomiendan que al encontrarse por la noche con una huestia, y para evitar que se lo lleven a uno consigo, se haga también algo parecido a lo de Galicia:
– el primer paso, y el fundamental, es evitar por todos los medios el entrar a formar parte de la comitiva.
– dibujar en el suelo el Círculo de Salomón, meterse dentro del mismo, y no mirar a la huestia ni salirse del círculo hasta que hayan pasado todos los espíritus.
Eladio Rodríguez González realiza una distinción entre Compaña, “una procesión de pantasmas ou ánimas en pena que nas sombras nocturnas percorren os caminos silandeiros”, y a estadea, que “é unha alma sola que rolda los cemiteiros e vaga sempre a deshora polas corredoiras”. La Compaña es conocida en Asturias como huestia o güestia, y en Portugal como estantigua (Rodríguez González 2001, p. 136; Cabal, 1987). Rodríguez González cataloga a los xans aparte de la Compaña, describiéndolos como “una procesión semellante á Santa Compaña pero que se diferencia desta en que non son pantasmas de mortos os que van nela, senón pantasmas de individuos vivos”. También indica que al igual que con la Compaña, “Quen atopa esta procesión, vea, mais non a sente” (2001, pp. 84–85).
Aunque varios autores asignan un origen cristiano y medieval a la Compaña, Alonso Romero traza claramente en un detallado estudio las raíces de esta creencia a la muy anterior civilización céltica (1996, pp. 147–167).
La Santa Compaña o procesión de las ánimas, es una creencia común en el folklore de otras regiones célticas. La Santa Compaña de Finisterre y otras regiones de Galicia, un augurio de muerte, acostumbraba a aparecerse delante de una casa donde uno de sus moradores iba a morir, dejando a veces un ataúd al lado de la puerta (Alonso Romero, 1996, pp.147–152; Lisón Tolosana, 1998: passim). En otras ocasiones el cortejo se presentaba ante los aldeanos durante la noche, con personajes vestidos de blanco rodeados por unas luces brillantes y luminosas (Alonso Romero, 1996, pp. 147–152), algo que ha sido confirmado también en Irlanda (Lady Gregory, 1970, p. 170). Un autor gallego describe cómo en la diminuta aldea de O Castro, “en la noche de los Fieles Difuntos las ánimas hacían una procesión con velas encendidas… La «procesión de las ánimas» (que en otras zonas de Galicia se conoce como la «Santa Compaña») salía cada día por las calles a altas horas de la madrugada… La «Santa Compaña» se daba en toda Galicia, y también en otras zonas de la península” (Sotelo Blanco, 1993, p. 180).
En Asturias la gente del pueblo cree también en la Santa Compaña, conocida allí como huestia (de Llano Roza, 1977, p. 71). En general, los autores que han tratado este tema consideran que esta Santa Compaña o huestia ha sido en el pasado una creencia muy común en todo el NO de España y el N de Portugal (Gómez Tabanera, 1978, pp. 367–383; Risco, 1946, p. 430; Alonso Romero, 1996, pp. 146–167). Cuba et al (1999, p. 89) relatan como en Ribadesella hay vecinos que creen que la huestia solía volar, y que a veces se dejaba ver en el mar, en la costa de Cudillero, donde los pescadores, por miedo a la misma, no salían al mar en Día de Todos los Santos (el sucesor cristiano del antiguo Samain céltico).
Un hecho a destacar es que en Asturias, la huestia es conocida también como “las buenas gentes”, un eufemismo similar al “good people” utilizado en Irlanda para referirse a las gentes del sid (El Otro Mundo, situado bajo las colinas sagradas de la isla, donde viven una vida subterránea paralela a los humanos).
La Compaña aparece ya mencionada por escrito por G. Borrow, quien visitó Galicia en 1835 y publicó una obra de viajes en 1842. Posteriormente, Francisco J. Rodríguez la incluye en su Diccionario gallego–español (1863) al mismo tiempo que estadaíña y estantigua, definidas todas ellas como hueste. J. Rodríguez López define a la Compaña en 1895 como “la reunión de almas del purgatorio. A las doce de la noche se levantan los difuntos, salen en procesión … cada difunto lleva una luz que no se ve, pero se percibe claramente el olor de la cera que arde. La comitiva tampoco se ve, pero se percibe el airecillo que produce su paso…
Los “creyentes” mantienen también que los “videntes” que poseen la facultad de poder ver la Compaña, al día siguiente no recuerdan nada de lo que habían visto la noche anterior.
Estas procesiones suelen terminar frente a la casa de un vecino, cuya muerte anuncian…” (3ª ed., 1948, pp. 187–188).
M. Murguía no distingue entre Compaña y estadea, que para él no es más que “la procesión de las almas”. Entre los autores posteriores que han estudiado a la Compaña se pueden señalar, en Galicia: Borrow, 1842; F. J. Rodríguez, 1863; Rodríguez López, 1948; Murguía, 1888, pp. 210–224; V.Risco, 1946, pp. 380–429; Taboada, 1961, pp.66–67; Becoña Iglesias, 1980; Alonso Romero, 1996, pp. 146–167; Lisón Tolosana, 1998. Y en Asturias: Cabal, 1987; de Llano Roza, 1977).
Como ocurre que no todas las personas vivas poseen la capacidad de poder ver pasar delante de ellas a la Compaña, en algunas localidades gallegas como Ons existe la creencia de que cuando una persona logra ver a la Compaña, pero alguien que está a su lado no lo puede hacer, el “vidente” le pisa el pie izquierdo para transmitirle el poder de visión (Alonso Romero, 1996, p. 154). Esta misma costumbre y creencia existe también en otros países célticos como Escocia (Ross, 2000, p. 50), Irlanda, Gales y Bretaña (Wilde, 1971, p. 258; Campbell, 1975, p. 35; Wentz, 1973, pp. 153, 215).
Como indica Lisón Tolosana en su monografía (1998), la Santa Compaña no es una creencia exclusiva del NO peninsular, ya que ha sido reportada y es bastante conocida en otras regiones de España. Sin embargo, este autor, al igual que algún otro, sugiere un origen nórdico–germánico de esta creencia. Y aún más, hasta ahora no ha habido autor alguno que se haya dedicado a estudiar a fondo los factores que pueden ser fundamentales para poder profundizar y ampliar los conocimientos actuales acerca de esta extendida creencia: 1) su origen y/o raíces, y 2) la existencia de creencias similares fuera de la Península Ibérica. Y esta es la contribución básica del presente trabajo, del que se desprende que: los orígenes de esta creencia son célticos, y por ello es que posee equivalentes similares en otros países o regiones célticas.
En una de sus obras, Valle–Inclán recrea el encuentro del caballero don Juan Manuel de Montenegro con las voces de la Hueste, que le recrimina su conducta y le avisa de su muerte:
“Retiembla un gran trueno en el aire, y el potro se encabrita, con amenaza de desarzonar al jinete. Entre los maizales brillan las luces de la Santa Compaña. El caballero siente erizarse los cabellos de su frente, y disipados los vapores del rostro. Se oyen gemidos de agonía y herrumbroso son las cadenas que arrastran en la noche oscura las ánimas en pena, que vienen al mundo para cumplir penitencia”.
Incluso Gustavo Adolfo Bécquer (1836–1870) se inspiró en estas tradiciones gallegas en su famosa leyenda El monte de las ánimas; y fueron también recogidas tradiciones por Pardo Bazán, Unamuno, y Fernández Flórez.
LA SANTA COMPAÑA EN PAÍSES Y REGIONES CÉLTICAS
La Santa Compaña de Irlanda es el Fairy Host, en las regiones altas de Escocia el sluagh (Mac Killop, 1998, p. 343), y en el País de Gales el toili (Parry–Jones, 1992, p. 6).
Irlanda
En Irlanda, el Fairy Host del “Otro Mundo” (la Hueste de los Espíritus), cuyos miembros se comportan como seres humanos cuando se encuentran entre ellos, ha sido descrito por varios autores (Lady Gregory, 1970, p. 170). El conocido erudito Ó hÓgáin considera el origen del Fairy Host como claramente céltico (1991, pp. 188–189).
Este tipo de aparición está muy bien representado en uno de los más arcaicos cuentos orales céltico –irlandeses, The Adventure of Nera, en el que una hueste de espíritus del “Otro Mundo” realiza una visita al mundo de los mortales (Dillon and Chadwick, 1973, p. 185; Cross and Slover, 1996, pp. 248–253).
El Fairy Host aparece también en una reciente obra de Brian O’Doherty, donde Old Biddy, uno de los principales personajes, le dice al Padre Mc Greery: “Oh, ¡Santos de Jesús!… Acabo de ver a las mujeres difuntas de este pueblo caminando delante de sus casas” (O’Doherty, 2000, p. 36). Una mortífera enfermedad había afectado a los habitantes de la pequeña aldea situada en lo alto de las montañas de la isla, causando la muerte de la mayor parte de las mujeres. La aparición que vio Old Biddy pronto comenzó a ser vista también por el cura párroco de la aldea, el Padre Mc Greery. Esta aparición es claramente el fairy host.
País de Gales
Parry–Jones (1992, p. 6) describe minuciosamente al toili, o funeral espectral de Gales, y sus “figuras fantasmagóricas o espíritus de almas mortales que se presentan en forma portentosa”. En los archivos del Museo Nacional de Gales han sido y siguen siendo recogidos numerosos testimonios de personas que aseguran haber visto al toili. Uno de ellos (Tape, MWL, pp. 2914–2915), es el de Cassie Davies (1898–1988), de Caer Tudur, Blaen Caeon, registrado el 9 de Sept. de 1970. Su padre le contó el episodio en el que Dafydd Morgan vio una noche una procesión funeral fantasmagórica, un toili. Su padre le contó también como la visión de un toili significaba la cercana muerte de una persona de edad de la vecindad, y otros signos del toili que anunciaban muertes, tales como luces muy brillantes, y extraños ladridos de perros, pájaros negros, y sonidos musicales parecidos a campanas.
Escocia
En Escocia, los sluagh, sluagh–sithe, o sluagh na marbh (Mac Gregor, 1891; Briggs, 1976), han sido descritos en el folklore gaélico–escocés como “huestes de los muertos no–perdonados, los más tremendos e impresionantes de todos los seres sobrenaturales de Escocia” (Mac Killop, 1998, p.343). Anne Ross (2000, p. 246) considera que “de acuerdo con las antiguas creencias célticas existen fuertes lazos de conexión entre el fairy host y las almas de los difuntos”. De hecho, tanto en el NO de España como en Irlanda ha persistido la idea de que los muertos siguen viviendo al lado de los humanos en forma fantasmal (Alonso Romero, 1996, p. 157), y de que suelen reunirse en grupos en Samain, la víspera del 1 de noviembre, que es la fiesta de los muertos (Ó hÓgáin, 1999, p. 32). Además, el “Día de los Fieles Difuntos” es en muchos sentidos una clara perpetuación del arcaico festival céltico de Samain (continuado también en las presentes celebraciones de Halloween), cuya importancia en el folklore europeo ha sido descrita ampliamente por diversos autores (Hutton, 2001, pp. 360–370; Danaher, 1972, pp. 268–278). Este dato de que la Compaña de Irlanda suele reunirse con preferencia durante Samain, el 1 de noviembre, coincide con la descripción de Sotelo Blanco arriba indicada de que la Santa Compaña de Galicia suele aparecer “en la noche de Fieles Difuntos”.
El nombre sluagh proviene del gaélico–escocés sluagh, que significa gente, multitud, compañía, ejército. También existe la expresión sluagh na marbh, compañía de muertos. Las sluagh son ánimas de los muertos nó–perdonados del folklore gaélico–escocés que aparecen desde cualquier dirección, pero nunca desde el Este, y generalmente vuelan o se deslizan casi a ras de tierra en forma de media luna, como una banda de pájaros. Se dice que pueden agarrar a una persona y llevársela consigo, trasladándola por el aire a largas distancias, de una isla a otra. Aunque a veces se han descrito algunas acciones benévolas que han realizado a favor de los mortales, en general no traen al hombre más que funestas predicciones y consecuencias. Suelen ser vistos más a menudo tras el crepúsculo, durante la noche, cuando aparecen rodeados de brillantes luces. Aparecen siempre en compañía, en forma de banda, y los que se atreven a mirarlos desde un lugar oculto pueden creer reconocer entre ellos a algún o algunos vecinos de la misma aldea. En general no son vistos por todos los habitantes de la aldea o lugar, sino sólo por aquéllos que poseen “the second sight” (una especie de extra–visión). Lo que esos videntes ven a veces es simplemente el preludio del funeral de un vecino. Si un caminante es sorprendido por una procesión de sluagh, puede ser obligado a seguir con ellos en contra de su voluntad y pasar así toda la noche con la compañía hasta la madrugada, en que es abandonado en cualquier lugar. Esta horripilante experiencia puede dejar a esta persona afectada por días, meses o el resto de su vida. A veces son vistos en los cementerios (J. F.Campbell 1860–90; J. G. Campbell, 1900 y 1902).
Todas estas creencias de las gentes de Escocia son casi idénticas a las de Galicia, Asturias y Portugal. En Escocia se cree también que el sluagh a veces hace daño a los ganados. Su nombre ha quedado establecido en el lenguaje popular gaélico con la expresión “!Oh shluagh!”, que es una llamada simbólica pidiendo socorro o ayuda a las fairies en una situación de necesidad o peligro (Mc Killop 1998, p. 343).
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